Creo que acepté que el travesti me pusiera a mamar y me diera por el culo, más que todo por curiosidad…
Un comerciante que visitaba Rio de Janeiro, conoce a una bella y exuberante morena, la que invita a salir, después de cenar, al llegar al hotel ella le dice que es travesti, pero continúan besándose, hasta que él se viene bien rápido y ella le propone que le mame la verga y que le de el culo. .
Creo que acepté que el travesti me pusiera a mamar y me diera por el culo, más que todo por curiosidad…
Recientemente, por razones de trabajo, estuve de visita en Brasil, para ser más específico en Rio de Janeiro.
Después de que terminé con mis compromisos laborales, me dio por salir a recorrer la ciudad, en particular sus hermosas playas.
Fue cuando vi a esa hermosa morena, alta delgada, con un llamativo par de tetas, no sabría decir si se estaba exhibiendo, o tomando un poco de sol, que realmente no le hacía la menor falta.
Cuando se me acercó un oficial de policía, y de manera cortes, me comentó algo, en lo que, en mi mal portugués, entendí que me había dicho. “Esa chica, no es tan chica, como parece ser.”
Quizás fueron sus palabras o la intención en que las dijo, que me llamó más la atención sobre aquella hermosa morena.
Por más que yo trataba de escudriñar con mi vista, alguna anormalidad, la verdad es que para mí seguía siendo una mujer, ella, al darse cuenta de que yo la observaba detenidamente, de manera coqueta me dirigió una mirada, acompañada de una seductora sonrisa.
Lo que para mí significó que tenía luz verde, para acercarme a ella, y entablar una conversación.
Si me le acerqué, y si comenzamos a charlar, yo en mi mal portugués, y ella en su mejor español, yo no dejaba de observarla, su cuerpo tan fino y esbelto, con esa larga cabellera castaña oscura que le caía sobre sus hombros.
En fin, toda una belleza, a la que después de un rato la invité a salir, para cenar y bailar, de manera muy elegante me dijo que ella era una dama de compañía, y que la única manera de salir juntos era que solicitase sus servicios, y entregándome una tarjeta, que decía Damas de compañía muy elegantes, y especiales, para personas muy elegantes, y especiales.
Con su seductora sonrisa se despidió, se levantó, recogió sus cosas, y desapareció entre la multitud de persona que había en la playa.
Yo apenas regresé a mi hotel llamé al número que aparecía en la tarjeta, solicité los servicios de aquella hermosa mujer.
La persona al otro lado de la línea, aparte de pedir mi dirección y explicarme que los gastos se cargaban, únicamente a tarjetas de crédito.
Me comentó que sus chicas eran únicas, y todas ellas dueñas de unos inmejorables instrumentos, cosa que no comprendí del todo.
Así que hice mi cita, y quedamos en vernos en el lobby del hotel a las 9 de la noche.
Apenas entró por la puerta del hotel, todas las miradas se clavaron en ella, sobre su tez oscura, resaltaba el blanco perlado del ajustado, y descotado traje que cargaba puesto, con sus tacos altos, y su pequeña cartera de lentejuelas blancas, que hacían juego con su ropa.
Apenas me vio, se dirigió a mí, me plantó un beso en la boca, y acto seguido salimos a cenar, durante la cena hasta hablamos de política, y de un montón de cosas interesantísimas, en fin, yo estaba sorprendido, por lo culta que era.
Luego fuimos a bailar, y la verdad es que me sentía súper orgulloso, de andar con aquella morenaza, que le quitaba la respiración a cualquiera.
En el Pub al que fuimos, todo el mundo la saludaba amorosamente, parecían conocerla, prácticamente me sentía como si yo anduviera con toda una celebridad.
Bailamos y nos estuvimos besando, y acariciando toda la noche, hasta que me propuso que nos fuéramos, ya que ella como también era modelo, al día siguiente tenía un llamado para unas fotos.
La verdad es que no sé cómo me atreví a proponerle, que se quedase esa noche conmigo en mi habitación.
Pero lo que más me sorprendió, fue que me dijera que sí, así que apenas entramos a mi dormitorio, nos comenzamos a besar, y nuevamente acariciar su morena piel, y sus hermosos y firmes senos.
Fue cuando de momento me dijo, justo antes de quitarse su ropa, que ella no era una chica, precisamente, y al quitarse el vestido, y bajarse los pantis sorprendido me di cuenta de que, era un trasvertí.
En mi vida había ni tan siquiera soñado, o fantaseado el pasar una noche con un trasvertí, y para colmo, su miembro era mucho más grande, y grueso que el mío propio.
Ella, porque no encuentro de que otra manera llamarla, me dijo simple, y llanamente. “Antes de que vayas a ser algo de lo que después te arrepientas, te diré que ya se cobraron los gastos de esta noche de tu tarjeta de crédito, y no es reembolsable. Así que tú escoges, pasamos un buen rato, o yo me marcho sin escándalos, ni recriminaciones morales.”
Yo la verdad es que me sentí aturdido, no tanto por lo que ya me había bebido, y lo que seguramente me habrían cobrado, sino más bien por la situación en que me encontraba.
Simplemente le dije que todo estaba bien, y no bien lo terminé de decir, cuando me ayudó a desnudarme, mientras que yo mamaba y besaba sus grandes y hermosas tetas, y de inmediato tomó mi verga y se puso a mamármela.
Pero yo no podía, aunque quería apartar la vista de la suya, ella como que se dio cuenta, y de manera seductora, me preguntó que si deseaba probarla.
Al principio le dije que no, pero me ha dado una tremenda chupada, que en un dos por tres me hizo venirme dentro de su boca, y de inmediato me volvió a preguntar si deseaba probar la suya, pero en una forma o manera tan y tan seductora, que cuando me vine a dar cuenta, ya tenía su verga dentro de mi boca.
Cosa que me pareció sumamente rara, excitante, y hasta erótica, frente a mi ese hermoso cuerpo de mujer, con un rabo, mucho más grande y grueso que el mío propio.
Yo estuve pegado a su verga como si fuera un chivito, mama que mama, hasta que ella misma me dijo. “Te gustaría que te diera por el culo.”
La verdad es que no supe ni que responderle, algo dentro de mí me decía que sí, pero al mismo tiempo yo mismo me decía que no.
Hasta que ella me ha dado un fuerte y tremendo beso de lengua, tras el cual yo me recosté boca arriba, y mientras ella separaba mis piernas, dirigió su parada verga al centro de mis nalgas.
En mi vida algo así me había sucedido, pero cuando luego que sus hábiles dedos, se abrieron camino dentro de mi esfínter, comencé a sentir sabrosamente, como su negra verga se fue abriendo paso dentro de mis blancas, y pálidas nalgas.
No les diré que no me dolió, ya que sería una soberana mentira, pero el placer que me proporcionó después borró de mi mente todo rastro del dolor que pude haber sentido, esa noche.
Ella, hizo conmigo esa noche lo que le vino en gana, me volvió a poner a mamar su negra verga, así como su culo.
No conforme con eso me volvió a ensartar de diversas formas y maneras, cuando desperté al siguiente día, ya estaba solo, y con mi culo algo adolorido, pero increíblemente satisfecho.
Luego me dije a mi mismo que la deje hacerme todo eso, más que todo por curiosidad, pero la realidad es que me encantó que me dieran por el culo de la manera en que aquel trasvertí me lo hizo.
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