Cuando el dueño de la pista me dijo. Déjate de juegos, tú tienes algo que yo quiero, y yo tengo lo que tú quieres, así que no perdamos el tiempo.
Un joven que practica el deporte de las motocrós, al ver la verga del dueño de la pista se queda impresionado, al grado que cuando este le dice Déjate de juegos, tú tienes algo que yo quiero, y yo tengo lo que tú quieres, así que no perdamos el tiempo, sin pensarlo se deja dar por el culo. .
Hasta hace poco, digamos que era entre otras cosas un piloto de motocrós, bien orgulloso de mi dominio de mi motocicleta Bultaco en pista de tierra y barro, ya había sido campeón infantil y posteriormente juvenil en varias competencias de motocrós.
Hasta esos momentos, nunca en mi vida había sentido ningún interés especial por otros hombres, es más en ocasiones me burlaba de algunos chicos que se veían algo afeminados, pero a mitad de semana, como cosa rara me dio por ir a practicar bien temprano en la mañana cuando, cargando mi casco, y empujando mi motocicleta enduro a la pista.
Cuando por casualidad vi orinando al dueño de la finca donde se encontraba la pista, era un tipo como de unos cincuenta y tantos años, moreno, bastante calvo, alto y de contextura atlética, aunque con algo de barriga.
No sé qué me sucedió, pero me he quedé embelesado, observando su tremendo instrumento entre sus dedos.
Sin saber la razón, en cierta manera me sentí excitado, lo digo porque mi miembro se me puso bien duro, pero gracias a que cargaba mi casco pensé que él no se había dado cuenta de eso, cuando me miró a los ojos, me sentí muy avergonzado, y nervioso.
Disimulado apresuré el paso, mientras que el señor se me quedó viendo, sin hacer comentario alguno, el resto del día practiqué como era mi costumbre, les echaba bromas a mis amigos, en fin, todo parecía de lo más normal, pero de mi mente no se borraba la imagen, del tipo ese orinando, con su miembro entre sus dedos.
Ya a eso de las diez de la mañana, suspendimos las prácticas porque hacía demasiado sol, el resto del día lo pase haciendo otras cosas, pero sin que esa imagen se me borrase de la mente.
Pero después de pasar el día con mi novia, le dije que iba a volver a la pista de tierra a practicar, por lo menos hasta que oscureciera, como realmente ella no es tan fanática de las carretas de motocrós, me dijo que nos veríamos el siguiente día para ir al cine juntos.
Cuando regresé a la pista, como a eso de las seis de la tarde, me cambié de ropa, pero en lugar de ponerme mis acostumbrados pantalones de cuero, los que siempre he usado para entrenar, me puse unos viejos pantalones, que había dejado de usar porque me comenzaron a quedar bien apretados.
Ya después de estar como una hora entrenando, de momento vi a lo lejos, nuevamente al dueño de la finca, él se encontraba nivelando una de las curvas, a esa hora éramos las únicas personas en todo ese lugar, ya que él se encargaba de cerrar todo.
Después de apagar mi motocicleta, la llevaba a mi remolque, cuando me volví a topar con el tipo ese, él se encontraba sin camisa, descalzo y en pantalones cortos, al verme me saludó y me dijo, que, si yo quería, él me podía ayudar a limpiar mi moto.
Yo le dije que no se molestase, que yo mismo lo haría, así que, tomando la manguera, le di un rápido manguerazo a mi máquina, pero justo antes de que comenzara a pasarle el trapo y quitarle algo de barro que se le había pegado, noté que el tipo no quitaba la vista de mis nalgas.
Fue cuando él me comentó, que se me podían dañar las botas y el pantalón, con tanta agua, lo que en parte me pareció bien razonable, y como no había más nadie por todo eso, sin pérdida de tiempo me quité las botas las medias y el pantalón, quedándome con el pequeño slip que estaba usando y la camiseta.
Yo continué lavando la moto, al tiempo que le retiraba el barro, por lo que también yo me mojé completamente, durante todo ese tiempo, sentía como él continuaba observándome las nalgas, aún bajo la camiseta mojada.
En una de esas se me acercó por dé tras diciéndome. “Mira, no lo estás haciendo bien.” Justo en ese instante colocó su mano derecha sobre la mía que sujetaba el trapo.
Mientras que con su mano izquierda la colocó sobre la izquierda mía, diciéndome. “Lo mejor es que te pegues más.” Tras decir eso presionó su cuerpo contra el mío, haciendo que prácticamente mí pecho pegase contra el sillín de mi moto.
Yo me quedé de lo más tranquilo, como si fuera la cosa más natural del mundo que me él tuviera así, acto seguido comenzó a mover su mano de manera circular sobre la rueda trasera, mientras que con la otra mano dirigía el chorro de agua de la manguera, prácticamente contra nosotros dos.
En esos momentos comencé a sentir esa cosa dura y caliente contra mis casi desnudas nalgas, y de inmediato me dijo, prácticamente lamiéndome mi oreja. “Dejemos de juegos tontos, tú tienes algo que me vuelve loco, y yo tengo lo que tú quieres. Así que no perdamos el tiempo, te parece.”
Sus palabras resonaron en mis oídos, así que sin decir ni esta boca es mía, solté tanto el trapo como la manguera, y de inmediato me desprendí de mi mojada camiseta, así como de mi pequeño slip, quedando del todo desnudo frente a él.
Al ver lo que yo estaba haciendo, él se terminó de quitar los pantalones cortos que estaba usando, de inmediato sentí su miembro nuevamente contra mis nalgas, pero en ese instante completamente desnudas.
Lo escuché decirme. “Así me gusta, ahora separa un poco las piernas y trata de relajarte.” obedientemente hice todo aquello que me indicaba, apoyándome contra la motora, separé mis piernas y esperé.
A los pocos segundos comencé a sentir contra mi esfínter, esa cosa dura y caliente que poco a poco ejercía presión, a medida que me fue penetrando, fui sintiendo un gran dolor, algo con lo que no contaba.
Pero aun y así permanecí en silencio, lentamente fui sintiendo, como su miembro centímetro a centímetro me iba penetrando, sus grandes manos me sujetaban por las caderas, pegando más y más su moreno cuerpo al mío.
Hasta que todo su cuerpo, y el mío se puede decir que eran uno solo, por un rato él permaneció sin moverse, hasta que yo después de sentir esa mezcla de extraño y sabroso dolor, comencé por iniciativa propia a mover mis nalgas.
Suavemente al principio, pero a medida que él también comenzó a moverse, metiendo y sacando casi todo su miembro de mi cuerpo, los movimientos de mis caderas fueron más bruscos y prolongados, con ello el placer que estaba comenzando a sentir, era algo prácticamente indescriptible.
A medida que tanto él como yo nos movíamos, de manera divina, me continuó hablando, diciéndome. “Tienes un culto divino, no sabes desde hace cuánto tiempo, que estoy antojado del.”
No tan solo las cosas que me seguía diciendo, sino la manera en que me las decía, al tiempo que deliciosamente me agarraba las nalgas, el pecho y mi cabeza.
El estar entre sus brazos, era algo en lo que jamás había pensado hasta esos momentos, pero que feliz me estaba haciendo sentir era algo indudable, él casi sosteniéndome entre sus brazos, me retiró de mi moto.
Con toda su calma, me condujo a uno de los vagones que se encontraban vacíos, donde ya los dos tirados sobre el piso, continuábamos intensamente nuestra relación, en cierto momento, mi amante sacó todo su miembro de mi cuerpo.
Mientras que yo, me quedé recostado sobre el piso, observando su miembro entre sus dedos, y aun bastante deseoso de que él continuase metiéndomelo.
Luego me tomó por los tobillos y al mismo tiempo que me las levantaba, hizo que separase las piernas, tras lo cual no tan solo volví a sentir, como enterrar dentro de mi cuerpo, su buen pedazo de carne, sino que pude ver con toda claridad como lo hacía.
Para mí fue algo casi delirante, no tan solo sentirlo, sino que verlo de manera tan clara, casi no podía creer que mi apretado culito se tragase todo eso, mientras yo me deleitaba moviendo mis caderas y restregándolas contra su cuerpo, él se dedicaba al mismo tiempo a seguir manoseando mis nalgas.
Pero de tal manera que me hacía sentir en la gloria, por un buen y largo rato, continuó metiendo y sacando su verga de mi culo, al tiempo que continuaba diciéndome lo sabroso que yo tenía el culo, y el tiempo que había deseado clavarme su verga.
Hasta que finalmente sus movimientos aceleraron, y sus apretones fueron más y más fuertes, hasta que se vino por completo dentro de mí.
Después de eso yo me quedé tirado sobre el piso, él sacó su verga de mi culo y tras levantarse salió del vagón, escuché a lo lejos como el agua de la manguera comenzaba a correr y a los pocos minutos, sentí que él se encontraba nuevamente a mi lado.
Él me miró a los ojos, y como si yo hubiera podido leer su mente o él hablarle a la mía supe, que deseaba que se lo mamase, por lo que sin asco alguno cuando tuve su mustia verga al alcance de mi boca, comencé por lamerle su colorada cabezota primero, en cosa de segundos se volvió a tonificar por completo, para luego sin detenerme continuar chupando todo aquello que me cabía en la boca.
Él se recostó sobre el piso y fui yo quien prácticamente arrodillado a un lado de él, continuaba chupando, mamando y lamiendo toda su inmensa verga, así estuve por un buen rato, hasta que colocó sus manos sobre mi cabeza, y con ellas fue guiando mi cabeza, y acelerando los movimientos hasta que sentí ese chorro de su semen invadiendo mi boca, no quedándome más remedio que terminar de tragármelo por completo.
Yo estaba completamente desnudo, agotado, sudado, oloroso a sexo, mi esfínter aun me palpitaba, y en parte me comencé a sentir avergonzado, pero muy feliz, hasta que me llamó y me dijo. “Bueno, amor date un buen manguerazo, y te vistes que, puede llegar alguien, y de seguro no te gustaría que te fueran a ver así.”
Yo obedientemente, sin decir nada, tras bañarme, y lavar muy bien mi culo con la manguera, me dirigí a mi casillero por mi ropa, me vestí, y en silencio me marché, de lo más contento.
Esa noche llamé a mi novia, a la que desde luego no le conté nada de lo que me había sucedido con él, pero desde esa fecha y por buen tiempo, disfruté de las atenciones del tipo ese.
Hasta que por mis estudios universitarios fui dejando el motocrós, pero he conseguido en un sin número de ocasiones quien me vuelva a clavar, como lo hacía el tipo ese.
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