Cuando él me contó todo lo que sus amigos le hicieron, me sentí como si yo fuera un cabrón….
Un joven que entró a robar en una tienda, fue sorprendido por el dueño, y este lo obliga a que se deje dar por el culo y ponerlo a mamar, además de que lo viste de nena..
Cuando él me contó todo lo que sus amigos le hicieron, me sentí como si yo fuera un cabrón….
Ya había cerrado mi negocio, y me disponía a dormir, cuando cerca de la media noche, escuché unos ruidos en la tienda.
Me puse los pantalones, agarré mi viejo revolver colt 38 especial, y sigilosamente atravesé el patio.
Los ruidos seguían, pensé que había más de un ladrón, así que, armándome de valor, tras pasar la llave, procurando no hacer ruido, le di una buena patada a la puerta de metal, al tiempo que les grité quien anda ahí, y de inmediato entré prendiendo las luces.
Frente a una de las neveras había un joven, que del susto se quedó paralizado, mientras que sus compinches salieron por la ventana del baño, por la que de seguro habían entrado.
El que se quedó como paralizado, le puse mi arma en la cabeza, y de un empujón lo tiré al piso, haciendo que él cayese de boca, y de inmediato puse uno de mis pies sobre su espalda, al tiempo que aún le apuntaba con mi arma y continuaba gritando “¿Qué, carajos, haces aquí?”
Después de no escuchar respuesta alguna, fue que vine a quitarle mi pie de su espalda, diciéndole. “Si te tratas de escapar te dejo como un colador, cabrón”.
Aunque él tenía su rostro pegado al piso, de reojo podía verme a mí, y a mí 38, con el que no dejaba de apuntarle, el tipo estaba tan asustado, y seguramente temiendo que se me zafase un tiro, llorando comenzó a decirme. “No me haga nada, mis amigos, y yo nada más entramos a curiosear”.
A lo que le respondí. “Así con que, curioseando, bueno quítate toda la ropa, que yo quiero curiosear, para ver si no te estabas llevando algo cabrón”.
De estar acostado sobre el piso, se sentó en el suelo, y sin decir más nada se comenzó a quitar su camisa, la que una vez se la quitó, puso a mis pies, después nada más se bajó los pantalones hasta la rodilla, y le dije. “Es que no oíste bien cabrón, dije que te quitases toda la ropa incluso los zapatos”.
Lo que, sin dejar de llorar, y pedirme que no le matase, continuó obedeciéndome, hasta que se quitó los pantalones, y quedó nada más en interiores.
Nuevamente le dije. “Toda la ropa, hasta esos interiores.” Él me obedeció, y después de que se los quitó, se quedó sentado en el suelo, con sus rodillas pegadas a su cuerpo, muerto de miedo.
Revisé toda su ropa, sin dejar de apuntarle, y de uno de sus bolsillos saqué una ristra de chorizos, en ese momento me dijo. “Los tomé cuando abrí la nevera”. Le dije. “Así con que tan solo curioseabas, cabrón”.
Nuevamente llorando me pidió que no lo matase, y fue cuando me dijo. “Yo hago lo que usted quiera, pero no me mate por favor”.
En ese momento, no le puse mucha atención a sus palabras, y le ordené que se pusiera de pie, lo que hizo colocando sus manos sobre su miembro, quizás por vergüenza o pudor.
Pero como soy mal pensado, le ordené que quitase las manos, y cuando lo hizo, estaba tan asustado, que su verga se había recogido tanto, que apenas y se veía, lo que a mí me dio mucha risa, y él más vergüenza sentía, cuando le dije. “Si más que una verga parece la pepa de una puta”.
Fue cuando mirándolo a la cara y apuntándole con mi 38 entre ceja y ceja, lo reconocí, y le dije. “Yo te conozco cabrón, tú eres, el hijo del maestro, vamos a ver que dice tu padre, cuando se entere de que entraste a robar”.
Casi de inmediato llorando me volvió a decir. “Yo hago lo que usted quiera, pero que mi papá no se entere”.
En ese momento, me le quedé viendo, sin dejar de apuntarle con mi revolver, caminé a su alrededor, como quien mira algo que piensa comprar, y dándole una nalgada le dije. “Ok, no le diré nada a tu viejo, pero a cambio, tu harás todo lo que yo te diga, y únicamente podrás decirme, sí señor, o lo que yo te ordene decirme, ¿entendiste?”
A lo que en el acto me respondió, tal y como le había ordenado. “Sí señor”.
De inmediato le ordené que se dirigiera al final de la tienda, cuando se inclinó para recoger su ropa del piso, dándole una fuerte nalgada le dije que luego la recogería, y que caminase frente a mí.
Durante esos instantes, a medida que él iba caminando, me di cuenta de que el chico tenía unas llamativas nalgas, al llegar al final del patio, le ordené abrir la puerta de mi cuarto, y al ver mi cama, sin dejar de llorar, nuevamente me comenzó a decir que no le hiciera nada, y zas que le he dado un golpe por la cabeza, con mi revolver, ordenándole callar.
Nuevamente le puse la punta del cañón presionando contra su cabeza, mientras le decía. “Ahora te acuesta, calladito, y prepara ese culito que me lo voy a comer ya mismo”.
Él se quedó paralizado, por lo que le di un fuerte empujón y cayó bocabajo sobre mi cama, en ese instante le ordené separar sus piernas, al tiempo que con mi revolver le volví a golpear la cabeza.
A los pocos segundos puse mis dedos embadurnados en vaselina y se los pase por entre sus nalgas, y comencé a enterrárselos dentro de su culo, sin que él del miedo o del susto no se atreviera o pudiera hacer nada por evitarlo.
En cosa de pocos momentos, me quité mis pantalones, quedando tan desnudo como lo estaba él, fue en esos instantes que me volvió a ver de reojo.
En una mano sin dejar de apuntarle, mantenía mi viejo 38 especial, mientras que en la otra mano sujetaba mi parada verga.
Con mis piernas separé más las piernas del, mientras que sin dejar de llorar, me decía. “No me haga eso, yo no soy maricón.”
En ese momento le ordené callar, pero de golpe, le dije. “No importa sigue llorando, y diciendo lo que quieras, que a esta hora no hay una sola alma que te pueda escuchar por los alrededores”.
Tras decir eso, sin soltar mi arma, comencé a treparme sobre él, y comencé a sentir el contacto de su piel contra la mía.
Él continuó llorando, pero sin decir nada, se había quedado callado, pero de golpe le dije. “Separa tus nalgas, con tus manos, y muéstrame el hueco de tu culo.”
De inmediato coloqué nuevamente el cañón de mi arma, que la presionaba contra su cabeza, sin dejar de llorar, nuevamente comenzó a decirme, que él no era maricón, al tiempo que, obedeciéndome, separó sus nalgas con sus manos, dejando ante mi vista, el hueco de su culo.
A los pocos segundos, la cabeza de mi verga comenzó a presionar su esfínter, y a medida que comenzó a abrirse paso entre sus nalgas, el dolor, fue en aumento, al punto que, sin dejar de llorar, pero con más fuerza, me pedía a gritos que se lo sacase que eso le dolía mucho.
A medida que él hijo del maestro continuaba llorando, y quejándose del dolor que le producía con mi verga, a medida que se la enterraba por el culo, él más gritaba, se quejaba, y más yo apretaba su cuerpo contra el mío.
Hasta que finalmente sintió todo el peso sobre él, además de que ya le había enterrado toda mi verga, por espacio de unos cuantos segundos me quedé quieto.
Pero casi de inmediato comencé a sacar, y meter una, y otra vez toda mi verga dentro de su apretado culito, mientras que él no paraba de llorar, de quejarse por el dolor, y de pedirme gritando que se lo sacase.
El hijo del maestro, no se había dado cuenta que a medida que él más lloraba, y a gritos me pedía que se lo sacase, yo más disfrutaba de lo que le hacía.
Pero después de un rato, comenzó a mover sus nalgas restregándolas contra mi cuerpo, así estuvimos un buen rato hasta que, de momento, lo apreté con más fuerza contra mi cuerpo, acelerando mis fuertes movimientos, hasta que de golpe me detuve, finalmente había acabado dentro del.
Ambos permanecimos quietos por un buen rato, ya casi estaba por dormirse, cuando saqué mi verga de su culo, dándole una nalgada, que lo hizo despertarse, le dije. “Que culito más sabroso el tuyo”,
Él se quedó tirado sobre mi cama, ocultando su cara entre las almohadas, con su culo bien abierto, muerto de vergüenza.
Únicamente me puse mis pantalones mientras que, le dije. “De ahora en adelante vas a venir para que te lo meta, y cuidado con no hacerlo, o voy donde tu viejo y le digo lo del robo, y de cómo te comí el culo”.
Ya estaba por ir a buscar su ropa, cuando le dije. “Antes de vestirte, pasa por el baño para que te saques todo lo que te dejé dentro, no sea que te haya preñado.
Él me obedeció en todo, y al siguiente día nada más lo vi, cerré el negocio, y una vez dentro le dije que pasara al fondo, y que se quitase toda la ropa, y me esperase acostado en la cama, que ya yo iba para allá.
Durante esa semana, le di por el culo como unas cuatro veces, hasta que el quinto día, cuando él entró en la habitación, tomé asiento en mi cama, y abriendo las piernas, le dije, que se pusiera a mamar mi verga.
No sin antes recordarle que debía obedecerme en todo, y de lo que pasaría de no hacerlo, por lo que completamente desnudo como se encontraba, se arrodilló frente a mí, y comenzó a lamer toda mi verga lentamente.
Después de un rato, le ordené que realmente comenzara a mamar, casi de inmediato coloque mis manos sobre su cabeza, y comencé a mover su rostro, para adelante, y para atrás, haciendo que casi se vomitase, de las náuseas que le provoqué.
Pero no me detuve, hasta que finalmente me vine dentro de su boca, ahogándolo prácticamente con mi leche, por lo que, a pesar de no querer hacerlo, terminó tragándose gran parte.
Tras lo cual, le dije. “Hoy hablé con tu viejo y le dije que te mandase a trabajar aquí conmigo mientras decide que vas a estudiar”.
De seguro que él, no se esperaba eso, pero al día siguiente su padre, lo felicitó por ponerse a trabajar en mi negocio, lo del trabajo era en serio, pero a la hora de cerrar, o le daba por el culo, o lo ponía a mamar.
Posteriormente me contó que, durante todo ese tiempo, no había vuelto a ver a sus amigos, así que como a las dos semanas, justo después de que le había dado su buena ración de carne, él se dirigía a su casa, cuando se encontró a sus amigos.
De inmediato le invitaron una cerveza, y después de un buen rato de estar bebiendo, uno de ellos le preguntó que me había pasado la noche en que se metieron a mi tienda.
Según me dijo él, como ya él había pensado en que les diría cuando los viera, de inmediato les dijo que yo, le apunté con mi revolver, y le amenacé, con hacer que le metieran preso, o por las buenas se ponía a trabajar para mí.
Al terminar de decirles eso, le preguntaron si no pasó nada más, y se reafirmó en que no había pasado nada más, cuando otro de sus amigos, le dijo. “Cuando sentimos que el viejo comenzó a gritar quien anda ahí, los tres nos escapamos por la ventana, pero en lugar de seguir corriendo, nos quedamos esperándote, hasta que escuchamos que el viejo te ordenó desnudarte, y como encontró los chorizos en tus pantalones”.
A medida que su amigo, siguió hablando, al chico le dio una ansiedad tremenda. “Después te escuchamos gritar que no te hiciera eso, que tú no eras maricón, que te lo sacase del culo, entonces nos dimos cuenta de que el viejo ese, te estaba comiendo el culo”.
De inmediato otro de sus amigos le preguntó. “Es o no cierto, que el viejo ese, te clavó por el culo”.
Muerto de vergüenza, mientras que se apuraba otra cerveza y llorando, aceptó que, si era cierto, que yo le había comido el culo esa noche.
De inmediato otro de sus amigos, continuó diciéndole. “Pero no ha sido una sola vez que te ha comido el culo, yo creo que lo hace todas las noches, después de que cierran el negocio”.
Fue cuando el chico les confesó que, eso era cierto, pero que lo hacía para que yo no lo fuera a delatar con su padre y las autoridades.
Él me dijo que, sus tres amigos se vieron entre sí, y de inmediato él notó algo raro en su manera de mirarle, fue cuando uno de ellos, le dijo. “A ver quítate la ropa”
Él me dijo que, pensó en retirarse, pero uno de ellos le cortó el paso, mientras que otro nada más le dijo. “Imagínate que todo el mundo se entere, de que el viejo del negocio te está comiendo el culo, que diría la gente de ti, que eres un mariconcito.”
Como se encontraban bebiendo en las ruinas de una vieja casa, que hacía años se había quemado, a él no le quedó más remedio que obedecerles, y apenas se quitó la ropa, prácticamente sus tres amigos saltaron sobre él.
En cosa de pocos minutos, ya le tenía uno bien clavado por el culo, mientras que a otro de ellos le mamaba su verga, y al tercero lo masturbaba.
Pero el chico me comunicó que lo raro de todo eso, fue que lejos de incomodarse o sentirse mal, disfrutó en gran medida de lo que estuvieron haciendo sus tres amigos.
Así que, durante varios días, cuando yo terminaba de darle por el culo, o de ponerlo a mamar mi verga, al salir de mi negocio después de cerrar.
Sus tres amigos le daban, una triple ración de verga, él ya había aceptado eso como algo normal, pero como a las tres semanas de que sus amigos comenzaron a comerle el culo, al momento de cerrar, mientras lo agarraba por una de sus nalgas, le dije. “Te tengo un regalito sobre la cama”.
Apenas entró a mi habitación, encontró un vestidito de chica, así como unas pequeñas pantis, sostén, zapatos, y hasta medias, además de un lápiz de labios, y polvo para la cara.
No tuvo que esperar a que yo entrase a mi cuarto, para saber qué era lo que yo quería que él hiciera con todo eso, ya que al día siguiente de haber comenzado a darle por el culo y ponerlo a mamar, en todo momento lo trataba como si él fuera una puta.
Así que, después de quitarse toda su ropa y quedar por completo desnudo, se vistió de mujer para mí, y cuando terminó de hacerlo, me dijo que se sentía requetebién.
Cuando entré a mi habitación, me le quedé viendo de pies a cabeza, y aunque se notaba que era un chico vestido de mujer, lo tomé entre mis brazos, y le estampé un tremendo beso en la boca.
A partir de ese momento, no tuvo que esforzarse mucho, para comportarse como si fuera una chica, y desde esa noche, a menos que yo le ordenase lo contrario, apenas cerrábamos el negocio, él se iba a mi cuarto y se transformaba completamente.
Por varias semanas, me dijo que disfrutaba de la manera en que yo lo trataba cuando se vestía de mujer.
Pero luego me dijo que, como sus amigos aun continuaban dándole por el culo, sin decirme nada decidió una noche, darles una sorpresa a los tres.
Así que sin que yo me enterase, sacó algunas prendas de mujer, que yo le había comprado, y apenas llegó en donde se encontraba con sus amigos, aprovechó que todavía ninguno había llegado, y se cambió completamente de ropa, quedando linda, y bella para cuando sus tres amigos llegaron.
Esa noche los tres hicieron con él lo que les dio la gana, cosa que me confesó después, que él disfrutó tremendamente, lo malo fue que, a los pocos días, se sumó otro conocido, y así poco a poco la mayoría de los chicos del pueblo, le fueron comiendo el culo.
Por lo que apenas se abrió la matricula en la universidad, se inscribió, y se fue a estudiar a otra ciudad.
Pero ya el chico había desarrollado un gusto, porque le dieran por el culo y vestirse de mujer, que, a los pocos días de haber llegado, ya un compañero de la pensión de estudiantes, le tenía bien clavado en su cama.
Cuando me contó todo eso, me sentí como si yo fuera un cabrón, pero por lo menos, cuando viene al pueblo de visita, pasa por mi negocio, para que yo le dé su buena ración de carne….$
ufff ke rico