Cuando me deprimía, mi novia me sacaba de la depresión, enterrándome un grueso y largo consolador.
Un hombre que de manera regular caía en profundas depresiones, su novia le propone usar una terapia que encontró en la red, que consistía en dejarse penetrar, el acepta y la depresión se le reduce, pero él decide probar una de verdad..
La que era mi novia, desde que me conoció, sabía que tenía ciertas temporadas, en que me embarga una profunda depresión, al principio, ella era la primera que me aconsejaba, que se tomase los antidepresivos que mi psiquiatra me había recetado, pero al ver que eso, no me prestaban del todo, ella decidió buscar otras alternativas.
Así que un día buscando en internet, me dijo que había encontrado un artículo, de un tipo que aseguraba, haber encontrado un método o terapia, que a él le prestaba bastante bien, haciendo hincapié, que se trataba de un método completamente natural, y que tanto las sociedades, egipcias, griegas, y hasta la romana, la habían usado a través de los siglos.
Ella me dijo que continuó leyendo ávidamente, con la esperanza de poder ayudarme, a salir de esas fuertes depresiones que me daban, pero de momento a medida que fue leyendo aquel anónimo artículo, le dio la impresión de que, en algún momento, y sin darse cuenta, estaba leyendo un artículo dirigido a homosexuales.
Ya que el autor del artículo, abiertamente se refería a que su depresión desapareció, o mejor dicho se le redujo bastante, cuando al enterarse que era una práctica común en varias de las sociedades, que ya había nombrado, decidió experimentar, el método o como quieran llamarlo, consistía en que el hombre que pasaba por esa depresión, se dejase penetrar por su ano, ya fuera por otro hombre.
En ese instante al leer eso, mi novia me dijo que pensó que, en algún momento, y sin darse cuenta había cambiado la lectura, pero tras revisar, de manera concienzuda, todo lo que ella ya había leído, entendió que seguía leyendo el mismo artículo.
Aunque con algo de escepticismo, lo continuó leyendo, detenidamente, su anónimo autor, según él continuaba relatando su propia experiencia, diciendo. “Que el origen de su depresión se encontraba en su trabajo, por estar subordinado a una mujer, muy competitiva, y agresiva.”
Lo que de inmediato le hizo pensar, en mi jefa, era como si estuvieran hablando de ella, el autor del artículo, comenta que por accidente le llegó la información, sobre dicha práctica en los antiguos imperios, y que, tras hablarlo con su mujer, decidieron llevarlo a cabo.
Con un resultado positivo casi inmediato, ella tras pensarlo mucho, finalmente decidió sacar una copia de dicho artículo, y traérmelo a mí, para que lo leyese, mi primera reacción fue preguntarle si ella estaba loca, pero cuando me dijo que honradamente ella deseaba que yo saliera de esa depresión, volví a releer el artículo.
Hasta que luego de pasar un par de días, y sumido en otra profunda crisis depresiva, la llamé a su casa, diciéndole. “Si tú estás dispuesta a ayudarme, puede que me atreva a experimentarlo, pero eso sí, no se lo puedes decir a nadie.”.
Ella con la esperanza de que yo mejorase, aceptó, al día siguiente pasé por un sex shop, ya que me acordé haber visto, una cosa de forma fálica, acompañada de unas correas, y cuando pregunté ingenuamente para qué era eso, el chico que atendía la tienda, de la manera menos vulgar que pudo, me explicó su uso.
Cuando volví a la tienda no tan solo compré esa cosa, sino también una crema que me recomendó el dependiente, que, según él, facilitaba la penetración, ya en la tarde, cuando ella llegó a casa, ambos nos desnudamos, luego me di un buen baño, y posteriormente se colocó aquella cosa, ayudándose con las correas a fijarlas a su cuerpo, y una vez lista, me la mostró.
Yo, de manera impersonal, la observé, y sin decirle nada, sumisamente me recosté bocabajo sobre mi cama, separando las piernas, presentándole mis nalgas y ella con sus propios dedos, fue embadurnando aquella cosa y el hueco de mi apretado culo, sin que yo hiciera expresión alguna de desagrado.
Lentamente se fue colocando sobre mí, y empuñando aquella cosa, la fue dirigiendo a mi esfínter, lentamente comenzó a ir presionando la cabeza de aquella cosa, contra mi cuerpo, digo contra mi ano, y lentamente fue sintiendo cómo me iba penetrando, por mi expresión de dolor en mi rostro se dio cuenta, de que eso me estaba doliendo, y hasta estuvo a punto de retirarlo de mis nalgas.
Para sacarme eso de mi culo, pero a la vez me dijo que ella comenzó a sentir una extraña, y sabrosa sensación de poder, por lo que sin importarle el dolor que yo estuviera sintiendo, continuó presionando con sus caderas, y su coño, aquel objeto que tenía adosado a su cuerpo.
Mientras que yo comencé a dejar escapar, unos profundos gemidos, que, al escucharlos, ella se excitó muchísimo más, al grado que, con todas sus fuerzas, continuó metiendo, y sacando aquella cosa de mi culo.
Mientras que a mi vez movía mis caderas, de manera increíble, restregando mis pálidas nalgas contra el cuerpo de ella, buscando sentir más adentro de mí culo toda aquella cosa dura, larga, y más gruesa que mi propia verga.
Por un largo rato, seguimos haciendo eso, hasta que yo al tiempo que ella me penetraba una y otra vez, comencé a masturbarme, y así lo estuve haciéndolo hasta que me vine.
Mientras que, me confesó que disfrutó de un especial orgasmo, la sensación de poder la embriagó, y a cada golpe que ella me daba con sus caderas, su coño era presionado por el arnés que tenía adosado sobre su coño.
La verdad es que, en esos momentos a mí, no se me quitó la depresión del todo, pero había mejorado bastante, pero al mismo tiempo desarrollé un enorme gusto, porque la que era mi novia me penetrase, mientras que, por su parte, a ella le encantaba, penetrarme a mí.
Pero cundo, al pasar del tiempo, le dije que pensaba que yo debería probar una verga de verdad, verdad, en lugar de seguir usando la verga de goma que había comprado.
Ella en lugar de molestarse conmigo, me dijo que ella había pensado lo mismo, pero como no tenía idea de cómo planteármelo, y mucho menos como yo respondería, por lo que decidió quedarse callada, pero cuando se dio cuenta que yo deseaba experimentar con una verdadera verga, se ofreció en ayudarme en conseguir a alguien que me hiciera ese favor.
Lo cierto es que, si me lo consiguió, y resultó ser un conocido suyo, quien después de que ella y luego yo le explicamos todos, él accedió gustosamente a ayudarme, y ese mismo día de inmediato, tras darme un buen baño, como de costumbre me acosté completamente desnudo en mi cama, y bajo la supervisión de la que era mi novia el chico comenzó a penetrarme.
Al principio creo que ambos nos sentíamos un poco cohibidos por presencia de ella, ya que fue ella misma quien me fue embadurnando mis nalgas y mi esfínter, con la crema que regularmente usábamos, para facilitar la penetración.
Pero a medida que fui sintiendo como ese caliente, grueso, y largo pedazo de carme se fue abriendo paso entre mis nalgas, sin importarme la presencia de mi novia, comencé a mover mis nalgas, restregándolas contra el cuerpo de el tipo que me estaba penetrando tan divinamente.
Yo sentía como me penetraba una y otra vez, como su verga casi se me salía del culo para luego volver a sentir como me volvía a entrar completamente, las sensaciones que sentí fueron muchas, y muy variadas.
Ya que el solo hecho de sentir sus manos agarrándome las caderas y presionándome contra su cuerpo era algo increíble, tanto que ha medida que él me mordisqueaba mi nuca y mis orejas, a mi se me salían lagrimas de alegría, y felicidad.
Y lo más que me sorprendió, fue el hecho de que a medida que me seguía enterrando toda su verga, sin tan siquiera tocar mi pene, me he venido, cosa que cuando mi novia me penetraba yo mismo me tenía que masturbar, para mi mayor sorpresa desde que comencé el tratamiento con él, se me ha quitado toda la depresión.
Pero a medida que él me fue administrando la terapia, mi novia al poco tiempo se dio cuenta de que aparte de que se me quitó la depresión, que cuando estaba su conocido, yo comenzaba a actuar de manera algo afeminada.
Hasta que un día nos encontró, a mí completamente vestidito de chica, mamándole la verga a su conocido, al tiempo que uno de los amigos de él, me daba divinamente por el culo, por lo que, muerto de vergüenza, llorando le tuve que confesar y aceptar lo mucho que me gustaba todo, lo que ellos dos me estaban haciendo, además de vestirme y actuar como si fuera una mujer, por lo que de más está el decir que ella y yo terminamos.
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