Cuando mi patrón se emborracha le sale la loca que lleva por dentro.
Un peón cuenta que cuando su patrón se emborracha le da por jugar a las cartas, perdiendo siempre y apostando al final que si pierde se viste de mujer, por lo que el peón le come el culo siempre..
Cuando mi patrón se emborracha le sale la loca que lleva por dentro.
Cuando comencé a trabajar en la finca, como yo era el único peón, y no había otro lugar donde dormir, el dueño me hizo espacio en una de las habitaciones de la casa.
Poco a poco fuimos limpiando la abandonada finca, preparando los potreros para recibir a las cabras.
Luego nos dedicamos a ir limpiando la casa, y sus alrededores, por lo que, al mes de estar trabajando, y mientras limpiaba una de las habitaciones, abrimos unas cajas, que resultaron ser ropa de su exmujer.
Tras volverlas a guardar, por lo menos yo me había olvidado de la existencia de esas cajas y su contenido.
Ese viernes el patrón para celebrar la venta de unas vacas, abrió una botella de aguardiente, y para pasar el rato nos pusimos a jugar 21.
Cosa que para ser la primera vez que yo jugaba, me iba bastante bien, pero a medida que seguíamos jugando, fuimos apostando lo poco que teníamos encima.
Hasta que el patrón perdió el poco efectivo que cargaba encima, por lo que yo pensé en dar por terminada la partida.
Pero por insistencia de él, seguimos jugando, solo que mi jefe comenzó a apostar la ropa que cargaba puesta, claro con la idea de que al terminar la partida se la devolvería.
Al poco rato no tan solo perdió la camisa, sino que también los pantalones, los zapatos y hasta su ropa interior, quedando completamente desnudo.
Fue cuando me di cuenta de que mi jefe era completamente lampiño, aunque la verdad es que después me enteré que él acostumbra a depilarse casi todo su cuerpo.
Al verlo completamente desnudo, pensé nuevamente que había terminado el juego, o por lo menos eso pensaba yo, pero quizás por lo mucho que él había bebido, insistió en seguir jugando.
Solo que me propuso que, si él perdía la próxima partida, él haría todo lo que a mí me diera la gana.
Como yo también estaba algo bebido, acepté, pero sin ponerme a pensar realmente en que era lo que le mandaría hacer.
Él estaba tan tomado, o borracho que bastaba que yo solo le dijera que yo había ganado, que él ni se molestaba en revisar sus cartas.
Así que cuando volvió a perder, lo aceptó, de inmediato se puso de pie, aunque casi cayéndose de lo borracho que se encontraba, me preguntó qué era lo que yo quería que él hiciera.
Y la verdad es que no se me ocurría nada, hasta que él mismo comenzó a darme varias ideas, las que en su mayorá me parecían o muy tontas, o ridículas.
Cosas como que se vistiera y actuara como una mujer, digamos que eran la menos descabellada, comparándola con la idea de irse a pie al pueblo, tal y como estaba, para ponerse a bailar en el medio de la plaza del pueblo.
Tras escucharlo decir la idea de que se vistiera y actuara como una mujer, le dije que me hubiera gustado esa, solo que no teníamos ropa de mujer.
En ese momento el mismo me recordó las cajas de su ex, que estaban guardada en una de las habitaciones, y sin que hiciera falta que lo ayudase se dirigió a la habitación buscó en las cajas, y cuando regresó ya estaba completamente vestido, calzado, peinado, y maquillado como una mujer.
Lo que sinceramente, al verlo me sorprendió, en esos momentos, contoneando su cuerpo, y hablándome de manera bien femenina, me preguntó qué era lo que yo deseaba que hiciéramos.
La verdad es que estaba tan sorprendido al ver a mi jefe así vestido, y actuando de manera tan femenina, que no supe que decirle.
En ese instante puso algo de música, y me dijo de manera algo seductora, que por qué no lo invitaba a bailar.
La verdad así lo hice, más que todo porque no se me había ocurrido nada realmente, fue él mismo quien colocó una de mis manos prácticamente sobre sus nalgas, y comenzó a charlar como si fuera una tipa.
Así estuvimos por un buen rato, y no sé si sería, el mucho tiempo que realmente no estaba con una mujer, o el estar rozando mi cuerpo contra el de él, pero comencé a sentir que mi verga se iba poniendo dura.
En cierto momento me invitó a que me sentase en el sofá, y diciéndome que me imaginase que él era toda una mujer, comenzó a besarme, y a los pocos segundos yo acariciaba sus muslos, y gran parte de sus nalgas, mientras continuaba besándolo.
Haciéndome la idea de que era realmente una hembra, y en un dos por tres, ha sacado mí ya parada verga de su encierro, y como si fuera la cosa más natural del mundo se dedicó a mamármela.
Por un largo rato disfruté de él como jugaba con su lengua y toda su boca con mi verga, hasta que sin decir nada dejó de mamar, me dio la espalda, se bajó los pantis, y me ofreció sus pálidas nalgas.
Yo la verdad es que no dudé ni por un segundo en clavármelo, máxime cuando ya llevaba mucho tiempo sin meterlo.
Así que dirigí mi parada verga, al centro de sus rosadas nalgas, y vi como lo fui penetrando, a medida que él gemía y contoneaba sus nalgas contra mi cuerpo.
Yo no paraba de meter y sacar toda mi verga de su apretado culo, disfrutando al máximo del culo de mi jefe.
Razón por la que cambiamos de posición en par de ocasiones, en una él se recostó sobre el sofá bocarriba, mientras que yo separaba sus piernas tomándolo por los tobillos, y volviendo a meterle toda mi verga por su culo.
Y en la otra se colocó bocabajo, mientras que yo de pie volvía a penetrarlo sabrosamente por su culo.
En fin, esa noche, Susy como prefiere que yo lo llamé cuando le da por beber, me volvió a mamar mi verga, hasta que me vine dentro de su boca, tragándose todo mi semen.
Al día siguiente, me sentí algo incomodo por la situación, pero cuando mi jefe se levantó, actuó como si nada hubiera sucedido entre nosotros la noche anterior.
Y así estuvimos varias semanas, hasta que nuevamente se puso a beber, y como a la hora se levantó de la mesa, y cuando regresó, volvió a ser la Susy.
Ya eso había sucedido en varias ocasiones, cuando yo le comenté que me pensaba ir a trabajar a otra hacienda, ya que me iban a pagar un poco más.
Casi de inmediato me ofreció que fuera su socio, por lo que ahora cuando vendemos algunas cabezas, recibo la mitad.
Claro que yo sigo con su juego, y en ocasiones nada más al ver que abre la alacena donde guarda el aguardiente, sé que es lo que va a suceder.
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