Cuando mis padres se fueron de viaje, me quedé solo en casa, y me puse de ocioso a ver cómo me veía vestido de mujer.
Un joven se queda solo en la casa de sus padres, mientras ellos se fueron de vocaciones, por estar de ocioso se pone la ropa de su madre, le agrada eso y sale a caminar un vecino lo reconoce y termina comiendole el culo. .
Una tarde cuando regresé de clases, mis padres me informaron que se iban de viaje para España, por unos quince días.
Por lo que desde el mismo día que ellos dos se fueron de viaje, estando solo en la casa de ocioso me dio por comenzar a medirme algunas prendas de vestir de mi madre, y lo que me encontré fue un sin número de vestidos, y de prendas íntimas de ella.
El resto del día me lo pase, midiéndome todas las prendas íntimas y vestidos de mi madre, mirándome en un gran espejo que había en su habitación, y hasta poniéndome en ocasiones algunas de sus pelucas, además, de maquillarme.
En fin, al tiempo que yo me miraba las nalgas, también me dio por ponerme a masturbar, y al rato por estar de ocioso comencé a ir penetrando mi culo, al principio con mis dedos, pero al rato agarré hasta un grueso pepino embadurnado con aceite, con el que me penetraba viciosamente mi apretado culito, al tiempo que no dejaba de masturbarme como un loco.
Durante varios días apenas regresaba de clases, me cambiaba de ropa, y también me dio por beber, pero al llegar el viernes en la noche, quizás por lo mucho que había bebido, me reté a mí mismo a salir a la calle, vestido de nena.
Es verdad que ya era bien tarde, y no había un alma, pero el hacer eso me excitó como no tienen idea, al punto que en lugar de quedarme caminando por la calle, me provocó llegar hasta la avenida, donde realmente si había ambiente, es decir autos, gente caminando, locales abiertos.
A mí lo que me hacía bien feliz, era que nadie se deba cuenta de que yo era un chico, hubo uno que otro tipo, que me dijo algo cuando yo pasé a su lado, moviendo las caderas como toda una chica.
Pero de regreso a la casa, me topé con un vecino, un chico un poco mayor que yo, con el que en ocasiones había charlado, de cosas sin importancia, en ese instante él se me quedó observando, y tras saludarme, se me acercó, y me dijo. “Me gustaría que tomásemos unas cervezas juntos.” En ese momento yo como que me olvidé de que estaba vestido de chica, y acepté sin más ni más.
Fuimos a un bar cercano, y ya estando en la mesa, y después de bebernos varios tragos, el vecino me ha preguntado. “¿Y desde cuando te gusta vestirte de mujer?” Yo no supe ni que responderle, a pesar de lo que ya había bebido en casa, sentí que me moría de vergüenza, no sé en qué estaba pensado yo, cuando acepté su invitación.
Fue cuando él, me dijo. “No te asustes, te ves de lo más linda, lo que sucede es que cuando te vi salir de la casa, no me fue difícil el reconocerte, pero si lo prefieres en lugar de seguir bebiendo te acompaño a tú casa.”
Yo en ese momento como que bajé la guardia, y le dije que no se fuera a reír de mí, y le expliqué que estando solo en la casa me dio curiosidad por ver cómo me veía vestido de mujer.
El vecino me dijo que me comprendía, ya que es algo que también se ha preguntado, pero que nunca había llegado más haya de pensarlo.
La cosa es que seguimos bebiendo, hasta que, en cierto momento, me sacó a bailar, y yo en lugar de decirle que no, acepté como todo un estúpido, la cosa es que a medida que fuimos bailando, él me fue abrazando.
Poco a poco acariciando todo mi cuerpo, yo no sé si sería lo mucho que yo había bebido hasta esos momentos, que cuando, él me besó en lugar de rechazarlo, lo dejé que continuase, sentí su lengua dentro de mi boca, mientras me apretaba contra su cuerpo.
Cuando terminamos de bailar, él pagó la cuenta, y regresamos a la casa, durante todo el trayecto, el vecino me fue acariciando las nalgas, y besándome de igual forma, la cosa es que apenas llegamos a la casa, lo invité a entrar.
Ya dentro nos seguimos besando, y acariciando en la sala, cuando de momento veo que él extrae su parado miembro del pantalón, al tiempo que él colocó una de sus manos sobre mi nuca, y sin mucho esfuerzo de su parte hizo que yo me pusiera a mamar su parada verga.
En cierto momento me preguntaba, a mí mismo, como era posible que yo estuviera haciendo eso, pero al levantar la mirada, y ver la cara de felicidad, de él, yo seguí mamando con muchas ganas.
Hasta que él retiró mi cara de su parada, y ensalivada verga, diciéndome. “Ahora lo que deseo es que me des ese apretado culito”.
En lugar de negarme, lo que hice fue, darle la espalda, levantar la corta falda escocesa que tenía puesta, bajar los pantis y reclinándome sobre el sofá le ofrecí mis nalgas, como si fuera la cosa más normal del mundo.
Sentí su caliente glande, contra mi esfínter, al tiempo que lo escuché decirme tiernamente, que me relajara, para que no me fuera a doler.
No sé si fue que un par de horas antes, yo había estado disfrutando de un grueso, y largo embace de champú, mientras me duchaba, introduciéndomelo por el culo una y otra vez, mientras me masturbaba.
La cosa es que desde luego que, si me dolió un poco, al principio, pero a medida que me fue enterrando todo su sabroso miembro, yo comencé a mover mis caderas, como nunca antes lo había hecho.
Sentía como su verga entraba y salía una y otra vez divinamente de mi culo, su boca me mordisqueaba la nuca, y el lóbulo de mi oreja, cuando no era que me decía que yo estaba bien rica.
Esa noche el vecino, me puso como le dio gusto y gana, cabeza abajo, y mi culo para arriba, también me hizo que me recostase boca arriba, y que separase mis piernas, mientras me sujetaba por los tobillos, enterrándome toda su verga, por entre mis nalgas.
En fin, hasta perdí la cuenta de las veces que se la volví a mamar, lo último que recuerdo de esa noche fue que acabó en mi cara.
Cuando me levanté al siguiente día, aparte del dolor de cabeza, por lo mucho que bebí, al principio no me acordaba de nada, por lo menos al principio, pero al verme en el espejo, comencé a recordar todo lo sucedido.
En parte quise echarle la culpa a él por haberse aprovechado de mí, pero a medida que comencé a ducharme, reconocí que yo bien pude evitar que todo eso me sucediera, y a medida que me duchaba, fui recordado como disfruté de todo lo que él me hizo.
Cuando vine saliendo de casa rumbo a clases, me lo encontré a él, y sentí que me moría de vergüenza, él actuó como si nada, me saludo, y hasta me dijo algo acerca de una de las matas del jardín, luego se despidió, no sin antes decirme que le agradaría volver a pasar la noche conmigo.
Yo me quedé sin saber que decirle, me despedí, y me fui a la biblioteca de la universidad a terminar un trabajo.
De regreso a casa, me dije mil veces que no volvería dejarme hacer todo lo que él me hizo, pero apenas regresé a la casa, y al verlo por la ventana, no sé qué me dio, que de inmediato lo invité a pasar, y una vez dentro le pedí que por favor esperase a que me duchara, la verdad es que lo de la ducha fue una excusa, la verdad es que de inmediato me volví a vestir de nena, para atenderlo.
Lo mejor de todo fue que no me hizo falta tomar nada de alcohol, para que él y yo nos volviéramos a divertir, esa noche estando en mi cama me clavó su verga como le dio gusto y ganas, además que también me puso a mamar su verga un sin número de veces, por lo que a medida que él seguía enterrándome todo su buen pedazo de carne, yo gemía, y hasta lloraba, pero de placer.
Eventualmente mis padres regresaron de su viaje a España, por lo que ahora, mi vecino y yo en lugar de hacerlo en casa, lo hemos seguido haciendo en la casa de él.
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