Culito güerito
El tenía apenas 11.
Este relato es ficticio y cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
Hace tiempo conocí a una amiga de nombre Nahami (pronunciaado Na-JA-mi) y estaba super buenísima. Tiene piel blanca y pechos pequeños y caderas super anchas debido a que tiene tres hijos.
Solía ayudarle con ciertas cosas en su hogar ya que era madre soltera. Su hijo mayor en aquel entonces tenía 11 años pero estaba gigante y con un poco de sobrepeso debido a tratamiento de hormonas por alguna enfermedad que le había inventado su hipocondriaca madre.
Al niño le hacán lavativas o enemas para poderlo desparasitar con frecuencia debido a su enfermedad. Así que él ya estaba familiarizado con la entrada de cosas en su ano.
En una ocasión, su madre me dejó a solas con él porque debía llevar a los niños pequeños a la escuela ay el otro estaba en periodo vacacional.
Yo me había quedado cambiando unos focos en la casa de mi amiga y me iría después.
De repente, vino el niño de 11 años y me pidió que le ayudara con algo. Me tomó unos minutos el terminar de cambiar los focos y fui hacia la sala de su casa. Él me llamó desde su baño y me acerqué allá. Me dijo que le ayudara a ponerle su medicamento porque ya le tocaba y su mamá no había regresado. Le dije que yo o sabía poner inyecciones y se sonrió. Me enseñó la pildora que tenía en su mano y dijo: «No es una inyección, es un supositorio.» Y se sonrió nuevamente.
Se acomodó agachado recargándose contra la orilla de la bañera y me dijo: «Estoy listo.»
En ese momento comprendí que se lo debía colocar.
Me dijo que tomara un poco de lubricante del tocador y vi que ya había preparado todo. Yo no estaba seguro de saber qué hacer y él me fue guiando poco a poco.
Me dio instrucciones precisas como todo un experto:
-Primero ponte un poco de lubricante en la palma de tu mano izquierda y lubrica tu dedo medio de la mano derecha. Baja mi pantalón y mi ropa interior y mete tu dedo lubricado en mi ano para dilatar mi ano y poder poner el supositorio hasta adentro.
Él me dijo todo esto de la manera más natural del mundo y yo simplemente lo obedeci.
Cuando me dispuse a bajar su ropa miré sus nalgas de niña (debido a las hormonas) tan lampiñas y suaves y llenitas. Enseguida se me paró la verga y me dije a mí mismo que no me gustaban los hombres.
Le avisé que ya comenzaría a meter mi dedo y que esperaba no lastimarlo. Él se sonrió y me dijo que ya no le dolía como la primera vez hacía muchos años atrás.
Me dispuse a separar un poco su culo con la otra mano y comencé a meterle mi dedo lubricado y gimió un poco pero parecía más de placer que de dolor.
Me dijo:
-Déjalo así, allí dentro un rato.
Sentía su calor anal en mi dedo y sentí como su esfínter apretaba mi dedo y poco a poco se relajaba. Tuve un momento para mirar sus nalgas de cerca y esto no mejoró mi erección. Mi verga quería explotar. Entonces, mi impulso me llevó a deslizar mi dedo hacia afuera lentamente y después hacia adentro lentamente. Hice esto una tres veces o más y él gemía como si le estuviera gustando. Pude ver que su escroto lampiño comenzó a contraerse como para una erección y me dijo:
-Ahora usa la otra mano para masturbar mi pene.
No podía creer lo que estaba escuchando.
Me dijo:
-Así lo hace mi mamá.
Yo estaba pasmado y solamente lo obedecí.
Comencé a masturbar ese pene suave como las nalgas que tenía frente a mi cara y quería morder.
Nunca me di cuenta en qué momento aumenté el frenesí y de pronto me dijo:
-Ya casi!
Y de repente gimió y vi el chorro de semen que expulsó y sentí cómo su esfínter ahorcaba mi dedo al mismo tiempo. Fue una venida descomunal de adulto para su corta edad de 11 años.
Dejé mi dedo en su ano hasta que se relajó y me dijo, ahora saca tu dedo, lávate y toma más lubricante para meterme el supositorio hasta el fondo.
Yo seguí las indicaciones y después le subí la ropa haciéndome el tonto para pasar acariciando esas nalguitas de niña mientras le acomodaba su ropa.
Se volteó y me sonrió y me dijo: «Gracias»
Yo le sonreí nervioso y le dije: «Por nada.»
Le pedí que me diera permiso usar su baño y me preguntó que si iba a eyacular semen como él. Le dije que sí y me dijo:
-Entonces déjame ayudarte. Tú ya me ayudaste.
Y me sonrió.
Se sentó en el borde de la bañera donde acababa de expulsar y limpiar su propio semen y me comenzó a «devolver el favor.»
Yo estaba tan caliente que no tardé mucho en explotar y un poco de semen le cayó cerca de su boca y dijo: «Está dulcecito.»
Solamente volví a ayudarle con su medicamento en otra ocasión pero solamente fue el medicamento. No ocurrió nada más.
Espero que hayan tenido una buena paja. Saludos. Comenten.
Pues sí, la verdad sí me pajeé, imaginando no el dedo, sino su pene dentro de mí.
Gracias por el comentario! Saludos! Qué bueno que te haya gustado!
como sigue?
Gracias por el comentario! Qué bueno que te haya gustado! Saludos! Continuaré con la segunda parte pronto!
Excelente relato. como sigue?
Gracias por tu comentario! Qué bueno que te haya gustado! Trabajaré en la continuación! Saludos!
Gran relato. Como sigue?
Qué bueno que te haya gustado! Trabajaré en la segunda parte de la historia! Gracias por comentar! Saludos!
si tuve buena paja, gracias
Excelente!!! Gracias por comentar!!!