Cumples con el trato, o te lo hago cumplir a la fuerza.
Un chico jugador de ajedrez, pierde una partida y como apostó que haría todo lo que su contrincante le ordenara, se debió vestir de chica y dejarse dar por el culo..
Cumples con el trato, o te lo hago cumplir a la fuerza.
A mis 18 años, yo era un buen jugador de ajedrez, quizás debido a que nunca destaqué en los deportes físicos, no por falta de interés, sino más bien por falta de cuerpo, y un gran temor a salir golpeado.
Era tan bueno jugando ajedrez, que con el tiempo en el club nadie quería competir conmigo, hasta que conocí a un tipo algo mayor, que era tan bueno como yo, ya que desde un comienzo siempre empatábamos.
Pero un día me invitó a que jugásemos unas partidas en su casa, y después de nuevamente haber empatado, en los descansos me sirvió algo de beber.
Seguimos jugando y quedando empatados, hasta que después de volver a tomarnos otros tragos, me apostó una buena cantidad de dinero a que me podía ganar.
Lo que en un principio me pareció algo tonto, ya que siempre empatábamos, pero cuando le dije que no aceptaba, no por miedo a perder, sino más bien porque yo no tenía nada de dinero para apostar.
Fue cuando él me propuso que, si yo ganaba me quedaba con todo su dinero, pero cuando le pregunté qué pasaba si perdía, me dijo que, durante la siguiente semana, yo haría todo lo que él me ordenara.
Lo cierto es que, quizás por haber estado bebiendo sin tener la costumbre de hacerlo, me envalentoné enfocándome en el dinero que yo pensaba que me iba a ganar, y sin tener en cuenta lo mucho que había bebido, y más nada acepté la apuesta.
No se asusten no les voy a narrar todo el partido de ajedrez, la cosa es que no sé cómo llegué a perder.
Después de que salí de la fuerte impresión, de haber perdido como un verdadero pendejo, acepté mi derrota, y bastante molesto conmigo mismo le pregunté qué era lo que él quería que yo hiciera.
Pensando que me pondría a limpiar el patio, o no sé qué, pero al entregarme una bolsa de papel, y decirme. “Primero quiero que te des un buen baño; segundo que te pongas lo que hay ahí dentro; y tercero que hagas todo lo que yo diga.”
Por curiosidad abrí la bolsa y lo que encontré dentro fue ropa de mujer, que al verlas le pregunté que si estaba loco.
Él se limitó a decirme. “Tú perdiste así que cumple con el trato, o te lo hago cumplir a la fuerza.”
La verdad es que como él es más alto y corpulento que yo, no me quedo más remedio que sumisamente hacer lo que me dijo.
Por lo que después de darme un baño, me sequé y poco a poco me fui poniendo todo aquello que había en la bolsa de papel.
Unos pequeños pantis, unas medias largas que me llegaban bastante más arriba de mis rodillas, una corta blusa, y por último una pequeña minifalda.
Ya estaba por salir del baño cuando me acordé de haber visto una abundante peluca rubia en la bolsa, por lo que de inmediato, aunque de mala gana me la puse.
Una vez que terminé de vestirme con todo eso, aun bien molesto salí del baño, me sentía sumamente humillado vestido de esa manera, hasta que llegué frente a él diciéndole. “Ya te distes el gusto de verme vestido de mujer, ¿ahora que más quieres?”
De momento sin que yo lo esperase, el tipo ese me ha plantado tremendo beso, con todo y lengua dentro de mi boca, yo me quedé paralizado, sin saber que hacer.
Sentí sus brazos alrededor de mi cuerpo, y su lengua introduciéndose dentro de mi boca, yo no podía creer lo que me estaba pasando.
Cuando él separó su boca de la mía, fue que finalmente pude reaccionar y nuevamente decirle que, si estaba loco, o qué.
De inmediato se disculpó conmigo, diciéndome que, al verme así, no se pudo controlar, pero también me hizo ver que yo me encontraba sumamente excitado, ya que a pesar de la falda que estaba usando mi pequeño pene estaba completamente erecto.
Si el que él me besara de la manera en que lo hizo me dejó paralizado, al yo ver la erección de mi pene, me dejó sumamente confundido, sin saber que hacer, ni que decir.
Antes de que fuera a reaccionar, me volvió a tomar entre sus brazos y nuevamente me ha plantado otro tremendo beso, con lengua y todo.
Por lo que nuevamente me quedé como paralizado, a medida que sus manos comenzaron a acariciar todo mi cuerpo, en especial mis nalgas.
Fui sintiendo como sus dedos se fueron metiendo entre los pantis que tenía puesto, y casi de inmediato penetraron en mi culo.
En mi vida jamás me había pasado algo semejante, y ni tan siquiera había besado antes a una chica, y mucho menos a otro hombre.
Pero a medida que me seguía introduciendo su lengua dentro de mi boca, y sus dedos continuaron acariciando mi esfínter, produciéndome una grata sensación que nunca había sentido.
En ese instante me dejó de besar me agarró por la mano, y me sentó a su lado en el sofá, para luego volverme a servir otro fuerte trago, trago que, entre asustado, y excitado me bebí rápidamente.
Yo pensé en volverle a preguntar lo mismo, cuando él me dijo que desde que me vio por primera vez en el club de ajedrez, se dio cuenta de que yo me veía más lindo y femenino que las chicas del club.
Sin soltarme las manos, me siguió diciendo que tenía un lindo cuerpo, unas nalguitas bien paradas, y una boquita que le provocaba besarla a cada rato, y zas que me volvió a besar, penetrando con su lengua mi boca.
Al dejar de besarme yo estaba como en la luna, quizás por lo que había bebido, y porque nunca como ya les dije a nadie había llegado a besar.
En un respiro que me dio, sin dejar de acariciarme, siguió diciéndome que mi voz era dulce y suave como la de una chica, y que hasta la manera tan fina en que yo agarraba las piezas de ajedrez, lo habían hecho enamorarse de mí.
Yo la verdad es que ni idea tenía como debía responderle, lo que si sabía era que al estar besándome de la manera en que lo siguió haciendo me excitaba un montón, y al mismo tiempo quería que continuase.
Sus grandes manos, acariciaban todo mi cuerpo, en especial mis nalgas, sin que yo hiciera el más mínimo esfuerzo por detenerlo.
Por lo que cuando comenzó a bajarme los pantis, al tiempo que me colocaba bocabajo sobre el sofá, no tuve la fuerza de voluntad para detenerlo.
Cuando ya me encontraba acostado boca abajo en el sofá, me subió la corta minifalda, me termino de bajar los pantis, separó mis piernas, y de repente comencé a sentir su cálida y húmeda lengua que me lamía deliciosamente el hueco de mi esfínter, cosa que hizo que yo prácticamente me derritiera.
Yo tenía mis ojos en blanco, cuando suavemente dejó de introducir su lengua dentro de mi cuerpo, y comencé a sentir esa cosa caliente y bien dura que me penetraba por el culo.
Y aunque me dolió algo, a medida que me siguió penetrando, al mismo tiempo comencé a mover mis paradas nalgas, restregándola contra su cuerpo, deseoso de sentir bien dentro de mi aquella enorme verga.
Yo gemía de placer, chillaba emocionado, y le pedía una y otra vez que me diera más y más duro, en ese instante nada más le bastó agarrar mi pequeño pene, para que yo me viniera a chorros, hasta que finalmente él también se vino dentro de mí.
En esos momentos me encontraba entre confundido, y sumamente relajado, ya que por una parte era la primera vez que algo así me sucedía, por lo cual yo mismo mentalmente me recriminaba lo fácil que había dejado que me diera por el culo, pero por otra parte le estaba sumamente agradecido por descubrir mi lado femenino.
Yo me encontraba con esa tormenta de ideas en mi mente, cuando aun tendido en el sofá, abrí los ojos, y lo primero que me encuentro a pocos centímetros de mi cara, es su miembro.
En ese instante no hizo falta que me dijera nada, ya que voluntariamente acerqué mis labios a su glande, y suavemente comencé a besarlo, para que a los pocos segundos ya me encontraba mamándoselo.
A medida que mi boca chupaba aquel pedazo de carne, fui sintiendo como se volvió a tonificar, y apenas volvió a recobrar su máximo esplendor.
Lo extrajo de mi boca, hizo que me recostase bocarriba en el sofá, me tomó por los tobillos, separó mis piernas y vi en vivo y a todo color como aquella enorme cosa, me penetraba nuevamente por el culo.
Si la primera vez que me penetró, fue algo intensamente rico para mí, cuando lo hizo en esa segunda ocasión, mis ojos volvieron a quedarse en blanco, y el placer del que disfruté fue algo prácticamente infinito.
La idea original era que yo durante una semana hiciera todo aquello que él me pidiera, pero la verdad sea dicha, eso fue hace unos cuantos meses atrás, pero por lo que veo, ni a él ni a mí nos interesa llevar la cuenta.
Por lo que cada vez que paso por su casa, hace conmigo lo que le da la gana, sin que yo me oponga.
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