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Dominación Hombres, Incestos en Familia, Masturbacion Femenina

”De Niña a Hotwife (1): Ruidos en el Cuarto de mis Padres”

… Aquellos llantos y gemidos me provocaban una inmensa intriga, no paraba de imaginar lo que ocurría tras esas paredes tan delgadas que apenas alcanzaban a distorsionar la respiración de mis padres. Mientras mi cuerpo se ponía caliente y mis manos inquietas, logré escuchar un poco de su conversació.
Hola a todos, pueden llamarme Veronica, y un amigo me ha convencido de empezar a compartir mis experiencias de vida, aquellas que me llevaron a descubrir placeres que nunca imaginé. Todo lo que contaré es 100% real, pero cambiaré los nombres de todos los involucrados por privacidad. Empezaré desde una época en la que era demasiado jóven para entender lo que experimentaba, hasta la actualidad, donde vivo para complacer las fantasías más perversas de algunos hombres que me hacen sentir como lo que siempre estuve destinada a ser, La Hotwife más Pervertida.

 

Describiré un poco a los involucrados de este capítulo de mi vida, comenzando por mi madre, una mujer cariñosa con sus hijos, dedicada y responsable con el hogar, amable y bastante sociable, de complexión algo regordeta, sin sobrepeso pero con muchas curvas que acentuaban sus caderas y pechos medianos pero de buen ver, su rostro era bello y con cabello entre rubio y castaño, de estatura promedio y tez clara, pero que siempre era la envidia de las vecinas por su culo tan firme y abombado, y fue poco después de cumplir una década de vida que descubrí su secreto para tenerlo así. Mi padre, por otro lado, era delgado, moreno y aunque no tan chaparro, la verdad es que no destacaba en nada, su rostro era galante pero no de telenovela, con una actitud antipática la mayoría del tiempo, excepto con sus hijos, ya que nos trataba con respeto y cuidados propios de un buen padre. Aunque tengo un hermano, no es relevante para mi historia, solo diré que es más grande que yo y se mantenía distanciado de mí.

 

Desde joven, mi curiosidad ha sido la causa de mis aventuras, y aún tengo claro el recuerdo de mi despertar sexual. En la soledad de mi sala, con el televisor encendido, por casualidad, coloqué el control entre mis piernas y accidentalmente moví mis caderas hacia enfrente un poco, lo que me provocó un ligero cosquilleo venido del relieve de los botones y su roce con mi lampiño coñito que solo estaba cubierto por  la ropa interior y una pijama; sin entender del todo mi descubrimiento, comencé a repetir ese vaivén con lentitud, a veces con mis caderas y a veces moviendo el control, pero siempre con el resultado de un calor interno que emerge de mí a la par de un hormigueo placentero que era palpitante. Este evento se repitió varias veces, pero mi inquietante curiosidad me llevó a probar con algo diferente; en mi cuarto, estaba el cepillo con el que me peinaba todas las mañanas, y ahora que lo pienso, no sé cómo es que se me ocurrió, pero decidí repetir ese movimiento con el mango del cepillo de plástico; aunque no me atrevía a ponerlo en contacto directo con mi piel, aquella acción me provocaba una satisfacción única que solo crecía y crecía con el paso del tiempo, pasando varios minutos con este placentero efecto de la dureza lisa sobre mi virginal botón de lujuria.

 

Pasé algunos meses explorando esta aventura de juegos individuales, gozando de una diversión personal, sin sospechar que esos placeres no eran exclusivos de mi persona, había alguien más complaciéndose en mi casa. Una noche, antes de conciliar el sueño, un ruido extraño proveniente del otro lado de mi pared, me despertó; no era fuerte, pero tan inusual que me obligó a sentarme y prestar atención, pegando la oreja en la pared que conectaba al cuarto de mis padres. La oscuridad de la noche me permitió concentrar todos mis esfuerzos en descifrar aquel sonido, que poco a poco se hizo claro, eran sollozos, bramidos y el claro golpeteo de piel con piel, lo que llenó mi cabeza de un miedo aterrador al pensar que alguien estaba lastimando a mi familia, pues, en poco tiempo, la voz de mi madre se hizo presente, no había duda, mi mamá estaba llorando, y el responsable era un hombre, que producía aquellos ruidos de esfuerzo, casi encolerizados, mezclados con gemidos y gruñidos. En mi mente inocente, el escenario era perturbador, pero el miedo me paralizó, las palabras no salían de mi boca para pedir ayuda, mi cuerpo incapaz de reaccionar y mis ojos se volvían vidriosos por las ganas de llorar que me inundaban; mientras caía en la desesperación, solo pude acercarme más a la pared para tratar de escuchar algo que pudiera ser de ayuda, enfocandome en distinguir cualquier palabra o voz, hasta que finalmente reconocí otra frase, esta vez del hombre, diciendo.

 

Hombre: -Vas a despertar a los niños-

 

Dejándome helada al instante, pues no había duda alguna, esa persona que lastimaba a mi madre era mi papá, quien trataba de hablar mientras continuaba haciendo ruidos de esfuerzo, parecidos a cuando uno hace ejercicio intenso, con una respiración agitada.

 

El miedo que sentía se transformó rápidamente en curiosidad, pues siempre vi a mis padres como una pareja que se quería, aunque no tuvieran muestras de afecto públicas, eran un matrimonio unido, lo que me hizo cuestionar.

 

Yo: “¿Por qué mi papá lastima a mi mamá?” 

 

Aquellos llantos y gemidos me provocaban una inmensa intriga, no paraba de imaginar lo que ocurría tras esas paredes tan delgadas que apenas alcanzaban a distorsionar la respiración de mis padres. Mientras mi cuerpo se ponía caliente y  mis manos inquietas, logré escuchar un poco de su conversación, y distinguí la voz de mi padre diciendo.

 

Papá: -¿Quién es mi puta? – Con tono enérgico y gutural, casi salvaje y no como un hombre

Y sin entender del todo a lo que se refería, el sonido de mi madre entre suspiros fué claro

Mamá: -Yo… yo soy tu puta- Sus palabras se notaban entrecortadas, un efecto causado por el movimiento repentino de su cuerpo y el choque de la carne que era claro por el sonido de “aplausos” que se alcanzaba a distinguir.

 

Había escuchado groserías antes, pero nunca para hablar entre esposos, sembrando dudas en mí sobre lo que estaban haciendo que provocaba sonidos de dolor pero no parecía detenerlos. Pasando así aproximadamente 45 minutos, en los que yo estuve sin perder detalle de todo lo que se escuchaba en el cuarto conjunto; el inolvidable sonido de nalgadas, el repetitivo rechinar de la cama, los gemidos de placer de mi mamá, el gruñir de mi padre y el eco de sus esfuerzos que se intensificaron antes de que mi madre pronunciara una frase que me marcó para siempre.

 

Mamá: -Me voy… me voy… me vo…-

 

Seguido de jadeos intensos, que eran resultado de una respiración agitada y el cansancio de sus cuerpos; luego de eso, ya no había más ruido, se hizo el silencio y supuse que todo había terminado, fuera lo que fuera que estuvieran haciendo. Para una jovencita, lo que había escuchado era un misterio que merecía ser investigado, y nuevamente, mi curiosidad se elevó al máximo, apenas pude dormir esa noche, mi imaginación volaba al crear escenarios de lo que podrían ser las actividades nocturnas de mis padres que parecían ser dolorosas y gustosas por igual. Fue entonces que me propuse a descubrir el secreto de mis padres a toda costa, despertando a la mañana siguiente con esa meta clara, sin saber que me llevaría por un camino de perversión y lujuria en el que estaría involucrado otro miembro de mi familia muy inesperado.

76 Lecturas/2 agosto, 2025/0 Comentarios/por VeronicaHtWife
Etiquetas: culo, hermano, joven, jovencita, madre, mayor, padre, puta
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