De Niña a Hotwife (3): Mi Primer Faje con mi Tío.
Sus dedos eran suaves, pero el movimiento que hacía se volvía cada vez más intenso y pícaro, con sus manos empezando a recorrer mi figura infantil, pasando desde mis caderas, que se volvió un viaje a través de mi torso hasta acariciar la parte baja de mis apenas nacientes senos..
Hola, soy su Hotwife favorita, Verónica, y les quiero contar la primera experiencia que tuve con mi tío, una persona que me enseñó mucho sobre el mundo erótico y la persona por la que estoy aquí. Dejenme muchos comentarios y diganme que les parecen mis experiencias de chiquilla traviesa. Gracias por leerme.
Mi emoción era evidente, mi tío estaba de visita y yo no podía ser más feliz
Mamá: -Hola, que bueno que pudiste venir- Se hablaban con mucho cariño y prueba de ellos era el beso tan sonoro que se daban en la mejilla al saludarse
Tío: -Gracias a ustedes por dejarme quedarme mientras resuelvo mis asuntos- Mi tío entonces dejó su maleta en el suelo, y yo no paraba de abrazarlo.
Mamá: -Te extrañó mucho- Dijo entre risas la verme pegada a mi tío.
Tío: -¿En serio?- Preguntó con tono burlón -Ven aquí, nena- Y me abrazó muy fuerte entre sus brazos.
Mi tío era un joven de apenas 17 años de edad en ese momento, hermano menor de mi madre por varios años de diferencia, pero siempre fueron muy cercanos, tanto que ella le ofreció un cuarto en la casa cuando pasaba por una situación complicada para continuar sus estudios, por lo que se acordó que mis padres lo recibirían algunos días a la semana, el resto del tiempo los pasaría con mi abuela, quien aún podía cuidarlo de vez en cuando. Mi tío era un chico bastante carismático de piel morena de tono claro, con un rostro animado, algo cacheton, de pelo corto y rizado, con un cuerpo que denotaba algo de volumen pero no excesivo, de brazos fuertes y alargados, rasgo que combinaba con sus manos grandes y dedos finos, no era precisamente alto pero sí más que el promedio, posiblemente por hacer ejercicio constantemente, con una voz apenas gruesa que me daba seguridad cuando hablaba con él.
Siempre pensé que mi tío era un hombre atractivo, por lo que me ponía nerviosa cuando pasaba el rato con él, y la idea de que estaría conviviendo con él diariamente me hizo dar saltitos de alegría. El tiempo transcurrió con tranquilidad y pude ver más sobre la vida cotidiana de mi tío, que en ese momento ya tenía actitudes más parecidas a las de un hermano cuando teníamos la oportunidad de estar juntos. A veces me contaba sobre su vida escolar y varias veces mencionó a sus novias y ex-parejas, cosa que me hacía sentir algo celosa sin darme cuenta, y me animaban a tratar de ganar sua tención de varias formas, desde tomar su brazo cuando salíamos de paseo con la familia, hasta pedirle que jugara conmigo antes que decirselo a mi hermano, de manera que, durante esa época, profundizamos mucho en nuestra relación, hasta que ocurrió un suceso que cambiaría todo entre él y yo.
No recuerdo precisamente el motivo de la ocasión, pero se dió durante una fiesta familiar, donde todos nos reunimos para comer en mi casa, pero yo la verdad no estaba interesada en pasar el tiempo en la plática de la familia y preferí salir al patio para entretenerme, ya estaba entrando la noche y el viento me hizo querer regresar con los demás adentro, pero en ese momento salió mi tío a buscarme, con su ropa semiformal que me hacía suspirar al verlo.
Tío: -No deberías salir sin taparte, te vas a enfermar- Me dijo con tono juguetón, como solía hacerlo cuando me quería cuidar pero sabía que no lo iba a obedecer.
Yo: -Está bien aburrido- Siempre con mi actitud directa y algo enojona.
Tío: -Ven- Me dijo -para que al menos no tengas frío- y abrió sus brazos, invitándome a abrazarlo y que su chaqueta nos diera calor a ambos.
Me fué imposible rechazar su propuesta y fuí rápido para poner mi rostro entre su pecho y mis manos en su espalda tibia. Aquel momento presagió algo que nunca hubiera adivinado, y sin darme cuenta, alcé mi rostro hacia el suyo, con la cabeza en blanco y conteniendo el aliento; sabía lo que pasaría pero mi cuerpo lo deseaba tanto como lo negaba, una ambivalencia que mi tío aprovechó en el momento justo, acercando su rostro al mío y plantandome un tierno beso en los labios. Su boca era suave y el grosor de sus labios me invadió con determinación y deseo, si bien no supe como reaccionar, había observado esta escena miles de veces en películas y series, así que dejé que mi cuerpo actuara solo y correspondí a su acto de pasión y morbo. No había duda, ya estaba claro para mí.
-”ESTOY ENAMORADA DE MI TÍO”- Gritaba para mis adentros.
Por un tiempo que me pareció una eternidad, cuando intentó juguetear con su lengua en el contacto de nuestras bocas, me sentí descolocada y abrí mis ojos para empezar a separarme lentamente, al mismo tiempo que mi tío se incorporaba y se relamía un poco su labios.
Tío: -Esto es algo que hacen los adultos, no te asustes, es muestra de que nos queremos mucho- Yo estaba estupefacta, intentando procesar lo que acaba de pasar, pero su voz serena me mantenía embelesada -Incluso tus papás lo hacen así-
Esa frase me hizo viajar por un instante a las escenas de desenfreno que observaba en el cuarto de mis padres, y el como veía que mi madre sufría esos encuentros, pero si hacían algo que solo las personas que se quieren
-”¿De qué se trata todo lo que hacen en su cuarto?”-
Al no ver respuesta de mi parte, observé a mi tío más preocupado, así que para calmarlo tuve que decir lo único que se me ocurrió.
Yo: -Está bien- Aunque lo dije sin pensar, creo que fué suficiente para que mi tío no perdiera la cabeza, y al volver en sí sólo me respondió.
Tío: -Que esto se quede entre nosotros, no le vayas a decir a nadie- Mientras me tomaba de la mano y me hacía seguir para adentro de la casa.
Mil ideas pasaban por mi cabeza
-”¿Qué siente mi tío por mí? ¿Estuvo mal lo que pasó? Papá nunca me ha besado así ¿Mi tío hace lo mismo que mis padres, pero con sus novias? ¡¿Mi tío tiene un pene como el de mi padre?!”-
Tantos pensamientos morbosos que daban vueltas en mi cabeza sin parar, que finalmente me hacían tener de nuevo la reacción entre mis piernas de humedad ligera. Sinceramente, era insoportable tener tantas dudas y pensé que ya era hora de tener algunas respuestas, pero no podía acudir con mis padres, y mi hermano mucho menos, así que, decidí acudir con la única persona en la que podía confiar algo así.
Pasó una semana luego de la fiesta y mi tío y yo no habíamos mencionado nada de ese evento de nuevo, como si nunca hubiera sucedido, pero yo estaba determinada a entender lo que pasaba en esa casa, así que esperé el momento en que mis padres estarían más ocupados y mi hermano encerrado en su habitación para poder hablar con calma con mi tío. Estábamos en el sillón grande de la sala, yo recostada en su costado y él ponía su brazo alrededor mío, de manera que aproveché el momento.
Yo: -Tío ¿Te puedo contar algo?- Lo dije con la mayor inocencia del mundo.
Tío: -Claro nena ¿Qué tienes?- Preguntó con soltura.
Yo: -Jurame que no se lo dirás a nadie- Le pedí mientras levantaba la mano, en señal de que él también lo hiciera.
Tío: -Lo juro eternamente- Me respondió con confianza.
Yo: -Ehhhhhh… lo que pasa es que…- A pesar de estar decidida, hablar era muy difícil, y mi tío hizo una cara entre intrigado y nervioso, tal vez pensando en lo que habíamos hecho en la fiesta -A veces yo… juego con el control-
Tío: -¿Qué control?-
Tomando el aparato de la mesa, le respondí -Este-
Tío: -Pero con este no se puede jugar a nada jajaja- Parecía pensar que era una broma.
Yo: -Es que yo lo hago así- Y entonces, gracias al enojo que surgió en mí porque se estaba burlando, le mostré lo que hacía sin reparos. Colocando el control en mi entrepierna y moviendolo de arriba hacia abajo, para que recorriera el área de mi sexo por sobre mi ropa deportiva. Un gesto que no dejó indiferente a mi tío, quien se quedó con los ojos bien abiertos al observar ese momento pero que no dijo ni una sola palabra.
Al ver su rostro, admito que nació en mí una sensación de gozo completamente nueva para mí, estaba disfrutando de sobremanera el ser observada mientras el control despertaba mi líbido sin saberlo.
Tío: -Espera- Habló mientras detenía mi mano. -¿Hace cuánto haces esto?-
Yo: -No sé, un tiempo- Tenía miedo de que me regañara o le dijera a mis padres, pensé que había cometido un error.
Tío: -¿Viste a alguien hacer eso?- Con una voz más tranquila, parecía más intrigado que nervioso.
Yo: -Aaaaaaaaa…- Fué el único sonido que podía producir, sin saber cómo continuar, o si debía hablar de lo que pasaba con mis padres -Yo… por accidente…-
Mi tío no me dejó terminar cuando soltó su siguiente pregunta
Tío: -¿Quieres ver algo increíble?- Algo que me tomó por sorpresa pero que parecía entusiasmarlo mucho. Así que apenas yo dije que sí con la cabeza, él salió de ahí directamente a su cuarto, dejándome en la sala algo confundida. Volvió a toda prisa sin hacer ruido para no alertar a nadie, y me tomó de la mano. -Ven, sígueme-
No me jaló con fuerza pero su efusividad lo hicieron llevarme casi a tropezones hasta que llegamos a su cuarto, lugar donde yo ya había pasado el rato pero nunca en una situación similar. Me dejó pasar hasta llegar a su cama, dejando la puerta cerrada pero no con seguro, con los años supe que lo hizo así para no levantar sospechas, y entonces se agachó para tomar una mochila que estaba debajo de su cama, al momento de sentarse a mi lado, abrió rápidamente la mochila y de ahí sacó un libro.
Tío: -Mira- Dijo mientras me entregaba ese libro, que no era tan grueso pero si algo alargado. Era rojo en casi toda la cubierta, en la portada estaba el dibujo de un hombre y una mujer, en ese momento me parecían horribles por sus figuras cortas, amontonadas y rostros raros. En la parte superior un título “KAMASUTRA”. -Ábrelo-
Con timidez eché un vistazo y comencé a revisar páginas al azar, que contenían diferentes ilustraciones con esos mismos dibujos feos pero en diferentes posiciones, cosa que me parecía de lo más extraño, hasta que me encontré con una ilustración donde la figura de la mujer estaba sentada sobre el hombre, trayendo a mi persona aquella postura que mis padres adoptaron de vez en cuando. Al detenerme ahí, mi tío se acercó un poco a mí, observando la hoja donde me quedé.
Tío: -¿Lo has visto antes?-
Yo: -Mamá y papá hacen así-
Tío: -¿Cómo sabes?-
Yo: -A veces… los veo… en la noche-
Mi tío figuró una expresión que mezclaba asombro y perversión, un gesto que me hizo sentir cómplice de su deseo y que me dió la valentía para decir algo que cambiaría mi vida para siempre.
Yo: -¿Quieres verlos?-
Cuando llegó la noche, la rutina volvía a ocurrir, el baño de mi madre, en nuestras camas temprano y el silencio sepulcral inicial de la casa, pero en esta ocasión, las cosas tomarían un cambió radical. Le había dado indicaciones específicas a mi tío de permanecer en su cuarto pero con la puerta entreabierta y sus luces apagadas, hasta que yo fuera por él. Al poco tiempo de escuchar los clásicos sonidos del éxtasis de mis padres, me escabullí por los pasillos sin hacer ruido para llegar al cuarto de mi tío, donde él me esperaba entre penumbras, pero sonriendo de lado a lado, pues ya estaba escuchando la acción que se desarrollaba unos metros adelante, lo que confirmó mis sospechas de que él sabía todo sobre lo que hacían mis padres. Lo llevé tomado de la mano, con mucho cuidado en nuestras pisadas, hasta llegar a la rendija que daba hacia los aposentos de mis padres, y en esta ocasión, mi mamá producía sonidos de placer profundo y de mucho gozo, era una de esas noches donde ambos se estaban complaciendo, y mi padre, arrodillado, la tomaba por las caderas en posición de perrito, jalandola y produciendo aplausos con sus carnes desnudas y sudorosas. Tenía a su disposición aquel durazno enorme de mi mami, un acto que no desaprovechó para marcar sus manos en ella y volver su piel roja con cada azote de palma, así como dejar un vestigio de él con sus uñas al enterrarse con la misma energía con la que su falo era atraído dentro de la intimidad de la hermana de mi tío.
Aquel momento era fascinante en un nivel al que yo estaba acostumbrada, pero nada se comparaba con la crudeza con la que mi tío observaba a su hermana mayor, puesta en esa posición y haciendo unos ruidos libidinosos
Papá: -Te amo, puta… como me encantas- Decía mi padre -Te voy a volver… a embarazar-
Mamá: -Si papi… cógeme… co… cógeme rico…más despacio… auch…- Mi madre suplicaba pero su cuerpo pagaba el tamaño de mi papá, pues su grosor, aún en el idilio, era demasiado para ella.
Aquella sensación de cosquilleo me volvía a recorrer el cuerpo, solo que un factor era diferente, pues, al momento en que una de mis manos quería empezar a moverse para inspeccionar mi cuerpo, recobré el sentido, ya que estaba siendo sostenida por mi tío, quien no despegaba su vista del retrato erótico, que seguramente le provocó una fantasía intrafamiliar, y si bien era apenas visible por la falta de luz, su conocimiento del tema le ayudaban a comprender mejor todo lo sucedido. Empecé a temer que fuéramos descubiertos, y justo antes de pedirle que nos retiremos, mi padre se despegó un momento de su esposa, colocándola boca arriba y plantandole un beso apasionado y tosco en sus labios, marcando de sobremanera unos sonidos viscosos en medio de su faena; momento en que logré vislumbrar cómo las manos de mi progenitor recorrían el cuerpo de mi mami, rebuscando sus puntos más sensibles, ella solo alcanzaba a soltar suspiros de placer y satisfacción.
Fué la primera vez que los observaba hacer algo con tanta devoción entre ellos, pues solían ser más rudos y directos con su deseo, pero ahora se tomaban el tiempo para estimular cada zona erógena de sus cuerpo, desde los glúteos, sus troncos, las orejas, espalda baja y cada rincón de sus cuerpos que pudieran elevar las expectativas de ese encuentro, siendo mi interpretación, que ese era el verdadero sexo entre dos personas que se aman, y aunque tenía miedo por el dolor de mi mamá del que había sido testigo, una necesidad de explorar ese ritual empezaba a nacer en mí. No quería que ese momento se acabara, y al parecer no era la única, porque la persona a mi lado no se perdía detalle de todo lo que ocurría, y cada vez que escuchaba a su hermana decir alguna palabra o soltar un gemido, surgía en su rostro un aumento de su felicidad que sería evidente para cualquiera. Al mover mi mano para que me hiciera caso, finalmente volvió en sí, como si hubiera olvidado que estaba a su lado, pero no estaba decepcionado de ser interrumpido, si no que un brillo especial era perceptible en sus ojos, aunque no me dió tiempo de pensar en ello, porque me hizo una señal para movernos con mucho sigilo hacia mi habitación, a lo que yo accedí sin problemas.
Una vez ahí, parecía extasiado por lo que acababa de ver, su propia hermana siendo objeto del placer de mi padre, y su cuerpo reaccionó muy fervientemente, pues comencé a notar como una parte de su pijama se volvía abultada, lo que me recordó a la entrepierna de mi padre y el tamaño prominente que tenía; mi atención fue captada por él, a lo que lanzó su primera jugada
Tío: -Tus papás- Mencionó casi susurrando -Hacen algo que se siente muy bien, como tú con el control, pero entre ellos, es algo que hacen las personas que se aman-
Yo: -Yo no quiero hacer eso, mi mamá llora mucho, le duele, yo no quiero que me duela- Mis palabras casi me hacen soltar una lágrima, lo que preocupó a mi acompañante.
Tío: -No, no tiene que doler siempre, tal vez tu papá no saber cómo hacerlo-
Cuando dijo esa frase, una idea surcó mi mente, y me dió el coraje para soltar una pregunta.
Yo: -¿Tú haces eso también?
Él dudó un poco para responder
Tío: -Ya te conté de mis novias, y a veces…-
No quería escucharlo, no quería imaginarlo con otras chicas, yo lo quería para mí.
Yo: -¿Estás seguro que no duele siempre?- Era claro lo que decía, era una invitación.
Tío: -Tu papá no la lastima de verdad, es un dolor rico- Su voz me devolvía la confianza, y eso me llevó a ir más lejos.
Yo: -Debe ser porque tiene una cosa grande-
Al decirlo, él se quedó con la boca abierta.
Tío: -¿Viste el pene de tu papá?-
Yo: -Poquito- Solté con timidez y miedo.
En ese momento, el plan estaba trazado en la mirada de mi tío, era un pacto no hablado.
Tío: -¿Quieres ver uno de cerca?- Con picardía y perversión, sus palabras atravesaron mi inocencia y despertaron una nueva faceta de mí que estaba a punto de surgir.
Yo: -No ¿Cómo crees? Eso es… yo…- Antes de terminar, acercó su rostro a mi, y no pude resistirlo -Tío…- Y fué entonces que me robó el aliento y la voluntad.
En un instante, nuestros labios se tocaron y me dió un beso que comenzó lento y muy delicado, pero por mis ansias de saborear ese momento, yo comencé a acelerar el ritmo y lo incitaba a darme más. Captando mis intenciones, devolvía mis ataques con un movimiento de su boca que permitía que nos abrieramos un poco, dando rienda suelta a su lengua por mi interior, recibiendo mi primer desenfreno francés, a los jóvenes 12 años. El vaivén de emociones me invadía y por un momento mi fantasía se hacía realidad, él era mío y quería mantenerlo así; sin pensarlo, puse mi brazo alrededor de su cuello, invitándolo a seguir y no dejar que nuestros cuerpos se separasen, acción que correspondió con una mano en mi cintura y otra detrás de mí cabeza, pero no permaneció demasiado tiempo ahí.
Sus dedos eran suaves, pero el movimiento que hacía se volvía cada vez más intenso y pícaro, con sus manos empezando a recorrer mi figura infantil, pasando desde mis caderas, que se volvió un viaje a través de mi torso hasta acariciar la parte baja de mis apenas nacientes senos. Con su lujuria al rojo vivo, la confianza que nació de ambos lo orilló a probar suerte y una de sus manos se fugó de mi espacio para aterrizar directamente en mis muslos, una jugada traviesa que cambió frenéticamente hasta asentarse en mi culo sobre la ropa, tocando ambas mejillas y jugueteando para poner sus dedos enmedio, como un ladrón que se esforzaba por asaltar mi intimidad, y que no tardó en usar su destreza para comenzar a deslizar mi ropa y despojarme de mis prendas. Pero antes de poder retirar mi pijama, me entró el miedo a ir demasiado lejos; yo lo deseaba con toda mi alma, mi cuerpo me imploraba seguir, pero noté un detalle que me hizo dudar, y era el silencio, un silencio inusual de esas noches, que me indicaba que mis padres habían concluido sus actividades, por lo que podrían salir en cualquier momento al baño o escuchar si soltabamos un gemido, así que lo aparté, no con fuerza pero sí retirando sus manos de mi persona. En ese momento parecía confundido y temeroso, como si lo fuera a delatar ahí mismo, pero en voz baja le dije
Yo: -Mis padres-
Haciendo un gesto para que volviera a su cuarto y yo me metí al mío, decidida a meterme a la cama y hacerme la dormida, en caso de que los dueños de la casa decidieran inspeccionar si había testigos de su lujuria nocturna. Al no percibir nada más de mi “compañero de juegos”, supuse que había entendido el peligro de nuestra situación y se había devuelto a su lugar de descanso. No logré dormir tranquila esa noche, cumplí una meta personal, pero temía haberlo asustado o darle el mensaje equívoco de un rechazo, cuando en realidad solo quería que eso se repitiera, o quien sabe, tal vez, realizar algo más, y al concebir esa idea, sabía que mi niñez se había acabado; esa noche, dormí como una niña inocente, pero desperté como una jóven cachonda.
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