DE NIÑO INOCENTE A TODA UNA PUTITA 5
Después de lo que me hizo Ronaldo, Axel me calma como solo el sabe hacerlo….
Después de haber sido violado por Ronaldo mis días empezaron a pasar de una manera muy extraña. Todo ese fin de semana lo pase en mi casa, sin ganas de querer salir a jugar por dos razones; mi estado de animo estaba por los suelos y además de eso tenía el culo completamente roto.
A pesar de el dolor y temor que sentí con aquello había algo que me conflictuaba, y es que sabía que eso no era bueno y que jamás debía ser tocado por alguien de esa manera, pero en ciertos momentos de la noche las imágenes de Ronaldo con una cara deformada por el placer mientras su verga entraba y salía de mi hoyo me ocasionaban un placer extremo.
El lunes tenía mas ganas de faltar a la escuela que nunca, pero no podía darle ninguna buena razón a mi mamá para que me dejase faltar. Cuando llegué pase de largo sin voltear al salón de Axel y Ronaldo, con temor a ser visto, y todo el día lo pase en el salón, incluso aguantándome las ganas de mear con tal de no salir. Así pase gran parte de la semana, hasta que un día note que Ronaldo no estaba yendo a clase, solo Axel, y aquello me hizo sentir más aliviado.
El jueves por la tarde estaba saliendo cuando Axel llego tocándome el hombro, cosa que me sacó un grito terrible y me hizo brincar, y Axel rápidamente se disculpó. Al ver que era el un sudor frio recorrió mi espalda y solo pude enrojecer, bajando la mirada.
—¿Cómo estás? —me preguntó, mientras acariciaba mi hombro con su mano suavemente.
—Bien… creo, la verdad no se…
Hablé tan despacio que ni siquiera sé si Axel entendió lo que dije. El solo se quedo callado por unos segundos, para después continuar.
—Perdóname… neta perdóname, no debí dejar que ese pendejo te tratara de esa forma… ni siquiera debimos haber ido con él, en primer lugar… —sus ojos comenzaron a cristalizarse y su cara a enrojecer en una mezcla de coraje y tristeza, pero se pasó la mano limpiándose las lágrimas.
Yo no supe que decirle, aunque escuchar eso me quito un peso de la espalda. Gran parte de mis pensamientos post-violación eran si fui yo quien le había fallado a Axel, “entregándome” a otro hombre y no a mi macho, con quien yo quería hacer todo aquello, y el saber que no me tenia odio por haberlo “engañado” me hizo sentir mejor.
Verlo tan vulnerable me hizo querer llorar también, y estaba a punto de lanzarme a sus brazos para que me abrazara pero la profesora me llamo desde la puerta, avisando que mi mamá esperaba afuera.
—Si quieres y te sientes bien, podemos platicar en la tarde… si es que sales a jugar… —me dijo Axel con una voz apenada.
—¿Y si está Ronaldo por ahí? —pregunte, temeroso.
—No va a salir… parece que los golpes que le di si fueron muy fuertes, y no se si le de vergüenza o le haya pasado algo mas —me dijo, su cara oscureció, como si pensar en el lo llenara de coraje.
Yo solo asentí y después de despedirme caminé hacia la salida, donde me esperaba mamá.
Ya en casa después de terminar mi tarea y comer dude un par de horas en si salir o no. Algo se había roto dentro de mí, y me daba miedo lo que pudiera pasar y que me fuera a llegar a sentir tan impotente y usado como me había sentido esa vez, pero tras estar mirando por la ventana a los demás chicos jugar afuera sin ver a Ronaldo decidí que estaría seguro.
Apenas salí de mi casa pude ver a Axel a lo lejos, quien parecía haber estado esperando, mirando hacía acá a ver si salía. Yo camine hacia el y en cuanto llego conmigo me dio un abrazo fuerte, sin importarle quienes estuvieran alrededor. Para nuestra suerte nadie pareció notarlo, pues de lo contrario ya estarían lloviendo los comentarios sobre lo maricones que nos veíamos.
—Que bueno que si saliste… estaba bien preocupado por ti, todos estos días de hecho…
—Perdón… es que si me sentía muy mal… —le confesé, aunque no pudiera mirarlo a los ojos.
—No me pidas perdón, tonto —me dijo en un tono mas casual, mientras me despeinaba—. Mi mamá salió, no hay nadie en mi casa… si quieres podemos ir a platicar ahí, más tranquilos.
Mi cara debió mostrar la preocupación que me dio aquello, pues rápidamente el sacudió con su cabeza y se puso una mano en la cara.
—¡No es para eso! No creas que te quiero hacer algo… solo… ahhh… no importa, si quieres nos quedamos aquí… —se puso de mil colores, y eso a mi me ocasiono gracia y a la vez me hizo saber que realmente no tenia ni un mal deseo para mí.
—Si quiero ir… —le dije, empujándole la mano para que empezara a caminar para allá.
—Bueno, esta bien, pero si te sientes mal o algo me dices, y nos vamos… ¿sí?
El seguía bastante nervioso, y por alguna razón eso me quitaba los nervios a mí.
Cuando llegamos a su casa entramos lo mas discretos que pudimos, intentando que nadie nos viera, y naturalmente fuimos hacia su cuarto, donde el cerró la puerta detrás de si y yo me acosté en su cama boca abajo, pues aún me dolía el culito.
—Neta te quiero pedir perdón… yo a ti… desde que empecé a tocarte no se si tu lo disfrutabas o no realmente… y sé que está mal… así que te quiero pedir perdón por eso.
Yo no supe que responder y hundí mi cara entre mis brazos, el suspiró y continuó diciendo:
—Y también, no se porque chingados deje que ese imbécil te tocara… y peor, que te hiciera lo que te hizo… te lo juro, Martincito… me siento como un inútil… se que lo soy, por no haber hecho nada por impedirlo…
Y después de eso sus palabras comenzaron a ser más entrecortadas, llorando, con genuino arrepentimiento por todo. Escucharlo así me hizo llorar a mí también, llenando el cuarto de el sonido de ambos, intentando esconder el llanto, pero me rendí rápidamente y me levanté, lanzándome a sus brazos.
El me recibió, recargando mi cabeza contra su pecho a la vez que el recargaba su mentón en mi cabeza acariciando mi pelo con otra de sus manos. El empezó a pedirme perdón una y otra vez, cada vez con mas culpa en la voz que la anterior, y yo por reflejo solo atine a mirarlo a los ojos, completamente roto, y plantarle un beso en los labios.
Al principio el beso pareció tomarlo por sorpresa, pues sus ojos se abrieron muy grandes y se hizo ligeramente para atrás, pero rápido volvió a inclinarse, dándome uno de los besos mas llenos de amor que me han dado jamás.
Duramos un buen rato besándonos y abrazándonos, dándonos amor por primera vez, fuera de lo carnal, hasta que cuando los dos nos tranquilizamos lo suficiente él se levantó, sentándose en una silla que tenia en la esquina de su cuarto.
—¿Cómo sigues? ¿Estas muy adolorido? —me preguntó con ojos de preocupación.
—Un poco… la verdad es que ya no tanto.
—Tu mamá no se dio cuenta de nada, ¿verdad?
—No… no me dijo nada… intentaba caminar lo mejor que podía cuando estaba enfrente de ella…
—¿Y por qué no le dijiste nada? —me pregunto con completa seriedad, mientras me miraba a los ojos—. ¿Por qué no le dijiste como Ronaldo te violó… y como yo te tocaba?
Esa pregunta no me la había planteado, y quise responder rápido pero solo logré titubear.
—No lo se… es que… no quería que te hicieran nada —y solo pude responder con la verdad.
El suspiro, levantándose nuevamente y tomo mi mano con la suya.
—Se que no te he tratado muy bien… pero quiero que sepas que te quiero… y un chingo… —me dijo mientras acariciaba mis dedos.
—Yo también te quiero…
Me beso una vez más. Sus labios cálidos envolvieron a los míos en un manto de pasión que me hacía desear no volver a probar nada que no fuera el amor de mi hombre, y en aquel momento supe que tenía al amor de mi vida frente a mí. El beso cada vez se volvió mas pasional, rozando el limite de lo sensual, y el se separó, aun con una mirada de preocupación en su cara.
—Es muy pronto todavía… perdóname Martin —me dijo mientras se sentaba a mi lado, y yo, motivado por el amor, quizás, empecé a besarlo nuevamente a la vez que empecé a tocar su bulto, que estaba ya bastante crecido.
Al principio el empezó a negarse, pero fue tanta mi insistencia que solo se dejo hacer, y yo solo empecé a rozar su verga por encima de su pantalón salvajemente, apretándola ocasionalmente mientras nos besábamos.
Su respiración empezó a hacerse más intensa, y empezó a decirme que no tenía que hacerlo si no quería, pero oh, claro que yo quería.
Me puse de rodillas ante él, mirándolo desde abajo viendo como el, con una mezcla de cachondez y confusión en su rostro, empezaba a desabrochar su pantalón a la vez que lo bajaba, liberando esa verga de una buena vez, que estaba durísima ya por el contacto.
Yo no perdí tiempo y empecé a engullir aquella verga, ya más acostumbrado a dar mamadas, subiendo y bajando mi boca en su mástil y robándole gemidos. Después de un rato Axel puso su mano en mi cabeza, guiando mis movimientos y yo como pude le seguía el ritmo, intentando aguantar lo mas que pudiera para satisfacer a mi macho, y el solo se echó para atrás en la cama, recostándose y gimiendo cada vez más.
Yo empecé a lamer solo la punta de su verga, envolviendo su cabeza con mi lengua para luego volver a metérmela toda y continuar mamando, y el parecía estar perdido en el placer, hasta que después de un rato escuché:
—¡Oooh! Ya me voy a venir, Martincito…
Y yo solo me separe rápidamente, evitando que terminara, su verga se quedo palpitante, lista para ser deslechada, pero yo me hice para atrás, y el levanto su cabeza confundido.
—¿Qué?- ¿Qué pasó? ¿Por qué paraste? —me pregunto, extrañado.
Yo solo me reí, travieso, y sin saber porque lo dije, de mi boca solo salieron las palabras:
—Quiero que me la metas…
Lo dije tan bajo que el me pidió que lo repitiera, acercándose a mi para escuchar mejor.
—Que quiero que me la metas… tu verga… en mi culito…
El se puso rojo, mirándome sorprendido, pero su mirada rápidamente se transformo en una de placer.
—¿Estás seguro, Martin? —dijo mientras empezaba a tocar su verga, que seguía completamente dura.
—Si… muy seguro… nada mas no seas tan brusco…
Y me levante, quitándome la playerita que llevaba y el pantalón, bajando mis calzones. El solo miraba como me desnudaba y seguía tocándose. Yo lleve uno de mis dedos a mi boca y luego busque mi hoyito con ese dedo, metiéndole.
El dedo me molestó un poco al principio, pues seguía bastante sensible por la violada salvaje, pero me acostumbre pronto y Axel se rio un poco, para luego acercarse a mí.
—Yo te ayudo con eso… —me dijo mientras me lanzaba a la cama, dejándome con el culito al aire.
Yo estaba listo para sentir un dedo, pero mejor aún, sentí su lengua contra mi culito, lamiendo desesperadamente. Su lengua subía y bajaba en mi entrada, dejándome completamente mojado y yo me retorcía por el placer y las cosquillas que aquello me daba.
Después de un rato separo su cabeza de mis nalgas, y escupió en mi hoyo, para luego llevarse un dedo a la boca, empezando a penetrarme con él. La sensación de su dedo ocasiono que mi pitito se pusiera algo duro, y me estaba gustando bastante. El segundo dedo llego después de un rato, sin sentirse tan diferente, y yo solo estaba echado, disfrutando la sensación de esos dedos dentro de mí. Cuando sintió que mi ano no oponía resistencia metió un tercer dedo, que me hizo sentir más incomodo, obligándome a apretar la cama con mis manos.
—¿Te duele mucho? —me pregunta con delicadeza, mientras seguía moviendo los dedos.
—No… o bueno, si… pero tu sigue… —le dije, determinado, y después de un rato la molestia se convirtió en placer, sacándome un par de gemidos que se ahogaban pues mi cara estaba contra el colchón.
Sentí como saco sus dedos de mi culo, y luego escupió en su verga, embadurnándola para entrar en mí.
—Ya te la voy a meter… —avisó, y yo asentí, moviendo un poco mi culo.
Colocó la cabeza de su verga en mi entrada, dejándola ahí por unos segundos, incierto sobre que hacer, pero luego empezó a ejercer presión contra mi agujero, haciendo que su cabeza entrara sin mucho problema. Yo gemí, mas de placer que como queja, pues sentir su cabeza entrando tan fácilmente era demasiado placentero, pero él se confió de mas y empezó a meterla más rápido, lo que me hizo estremecerme y quejarme. El se detuvo y me pidió perdón.
—Dale mas despacito… —le pedí, sonando como un chiquillo chiflado, porque después de todo lo era.
El siguió metiendo lentamente, hasta que toda su verga estuvo dentro de mí. Yo sentía dolor, pero no estaba ni cerca a ser como el dolor que sentí con Ronaldo. Él se quedó inmóvil un rato, con su verga palpitando dentro de mi por momentos, pero con miedo de empezar a meter y sacar y eventualmente lastimarme, hasta que varios minutos después fui yo quien empezó a mover las caderas lentamente, imitando a las chicas de los videos que había llegado a ver.
La sensación cada vez me resultaba mas placentera, y a Axel mucho más, pues gemía y suspiraba a la vez que yo movía mi culito, con su verga entrando y saliendo de mí. El soltó una risa de placer, y recargo su frente contra mi cabeza, y a la oreja me dijo.
—No sabes lo rico que se siente estar en tu culito…
Y después de decir eso puso ambas manos sobre mi cadera y comenzó a meter y a sacar, agarrando más ritmo.
En ese momento empezó a sonar su piel chocando con la mía. Su pelvis pegaba contras mis nalgas suavemente con cada suave embestida que Axel estaba dando contra mí. Yo ya me había acostumbrado a la sensación de su verga dentro de mi y estaba empezando a experimentar un placer que nunca había sentado.
Cada que Axel me la metía hasta el fondo mi penecito se endurecía palpitante, y yo como pude metí mi mano para empezar a tocarme a la vez que el seguía con el vaivén de sus caderas. El al notar que me estaba tocando a la vez que me la metía soltó un resoplido, mirando hacia arriba.
—Que maricón… lo disfrutas demasiado, ¿eh?… —me dijo con esa voz tan dominante que le había escuchado varías veces, y cada vez me volvía mas loco—. Podría cogerte así por el resto de mi pinche vida…
Y después de esas palabras me apretó mas fuerte las caderas, apalancándose contra ellas para empezar un movimiento mas rápido. El sonido de su pelvis chocando con mi culo se hizo mas ruidoso y constante, pues por la velocidad ahora sus huevos también estaban chocando, y ambos nos sumergimos en un mar de excitación que nos tenía vueltos locos.
Yo gemía cada vez mas fuerte, moviendo mi cabeza con cada embestida de mi macho y apretaba mis manos, sintiendo que me volvía loco. El gemía y gemía y resoplaba y hacía un sinfín de sonidos que solo denotaban lo bien que se la estaba pasando y después de un rato me empujo contra la cama, su verga salió de mi rápidamente sonando como cuando destapan una botella y me hizo más al medio con facilidad, para después subir encima de mi y meter su verga entera de nuevo en mi ano.
Aquella penetración tan súbita me hizo brincar, pero la sensación fue mas placentera que nada, y yo lancé un gemido tan ruidoso que Axel rápidamente puso una mano en mi boca, cubriéndome.
—Silencio putita…. o los vecinos van a escuchar como eres toda una tragona…
Y sin quitar su mano de mi boca saco su verga una vez más, dejándomela ir completa segundos después, arrancándome otro gemido intenso y haciendo que mis ojos se pusieran en blanco.
El soltó una risa cínica, sabiendo que me tenía completamente dominado, y repitió aquel movimiento unas cinco veces más, hasta que en la última volvió a meter su verga, gruñendo y pegándome una tremenda nalgada con ambas manos que me dejo el culo rojo. Yo grité y gemí a la vez, aquel golpe me había resultado sabroso y me hizo sentir frágil de una manera que me encanto. Él lo repitió y otra vez me estremecí, y después de eso el empezó a moverse más y más rápido dentro de mí.
Sus gemidos eran muy distintos a los míos, pues mi voz infantil hacía que los míos fueran agudos mientras que los suyos eran graves, como si un hombre se estuviera cogiendo a una nenita. Su sudor caía en mi espalda, y el ahora se apoyaba con una mano a mi lado en el colchón y otra con mi espalda, dando movimientos veloces que me tenían como en trance.
Empezó a bajar la velocidad, recuperando la respiración, pero yo empecé a moverme por mi cuenta, rebotando mi culo de atrás hacia adelante, y eso le arrancó un gruñido de placer y empezó a apretarme las nalgas, mirando como su verga entraba y salía de mi ano. Yo continuaba moviéndome como poseído hasta que note como empezó a batallar para respirar y me hundió toda la verga de golpe, soltando un grito de macho que inundó la habitación.
Yo me estaba retorciendo extasiado, pues aquello había ocasionado que tuviera un orgasmo seco y unas cosquillas riquísimas me recorrían de pies a cabeza. Sentía como su verga palpitaba dentro de mi y cuando se hizo para atrás dos lechazos mas cayeron en mi espalda.
Él se recostó en la cama, aun recuperando el aliento, y yo solo sentía como su leche salía de mi anito y caía por mis piernas. El al ver el desastre dejo salir una carcajada, orgulloso por el desastre que me había dejado en el culo, y hundió su cabeza en mis nalgas una vez más, limpiando su leche con su lengua.
Yo me quede ido, esa sensación de excitación era algo que nunca había sentido, por lo que solo reaccione hasta que Axel se paró en frente de mí, aun con su verga algo dura, extendiéndome la mano para ayudarme a reincorporarme. Yo me levante, quedando parado frente a él y el bajo a besarme de una forma muy caliente. El sabor de mi culo y su leche en su boca me volvía loquito, y solo quería seguir besándolo para siempre. Su verga respondió poniéndose todavía mas dura, pero el volteo a ver el reloj y dijo que debíamos irnos antes de que llegara su mamá.
Después de limpiarnos y vestirnos de nuevo salimos a la calle, donde el sol apenas empezaba a ocultarse. Muchos niños seguían jugando en la calle y nosotros empezábamos a caminar. Estábamos por llegar a mi casa cuando el vio que mi mamá estaba en la puerta, platicando con una vecina, ella volteo a vernos y nos saludo alegre, para seguir platicando.
—Tenemos tiempo aun, al parecer… —me dijo, tomándome de la mano para caminar a otro lado.
Cuando empecé a darme cuenta de a donde nos dirigíamos me puse algo nervioso, pero Axel me dijo que no tenía nada de que preocuparme, y yo confiaba en él.
Después de unas cuantas cuadras nos encontrábamos frente a la casa de Ronaldo. Yo pensé que Axel lo iba a ir a buscar para sacarlo, pero solo nos acomodamos frente a su casa, detrás de un árbol, y como ya estaba bastante oscuro y por aquella calle no había nadie, tras asegurarse de que todo estaría bien Axel se sacó la verga.
Yo me puse muy nervioso pues a pesar de que estábamos bastante bien cubiertos un carro podía pasar en cualquier momento, pero Axel me sonrió con una mirada bastante cachonda y sacudiéndose la verga me dijo que se la mamara, y yo no pude hacer más que obedecer.
Empecé a mamar precavidamente, listo para reincorporarme si alguien llegaba a pasar, pero asegurándome de darle una buena mamada a mi hombre. En las calles de adelante pasaban carros, pero corrimos con la suerte de que ninguno diera vuelta, pues de ser así sus luces nos hubieran iluminado directamente, y después de un rato en el que Axel estuvo guiando la mamada, se agacho para agarrar un par de piedras, empezando a lanzarlas hacia una ventana de aquella casa.
Después de que dos de las piedras atinaran a caer en la ventana, Ronaldo se asomo por ella, y ahí lo vi por primera vez después de lo que me había hecho. Tenía un ojo marcado por el golpe que le había dado Axel y se veía bastante inflamado, a mí me sorprendió tanto verlo así que deje de mamársela a Axel, y Ronaldo se tardo en un ubicar quien estaba aventando las piedras por la ventana, pero luego volteo hacia donde estábamos y sus ojos se abrieron de sorpresa.
—¿Qué quieres pendejo? —le grito a Axel, algo asustado, parecía no haber notado que yo también estaba ahí y Axel le hizo una seña para que volteara a verme.
Yo estaba ahí, hincado con la verga de Axel frente a mi cara, y cuando Ronaldo vio aquella escena se sorprendió al principio, pero luego esbozo una sonrisa extraña. Axel levanto la mano mostrándole el dedo medio y luego se agacho para besarme de una forma muy pasional.
Los carros seguían pasando, pero ahora no nos importaba. Ya era muy de noche y yo, por instinto, seguí mamando ahora con mayor velocidad, y Axel se recargo contra un árbol, burlándose de Ronaldo desde la otra acera. Yo volteaba a verlo ocasionalmente, y se le notaba confundido y algo enojado, pero después de prestarle más atención me di cuenta de que el muy hijo de puta estaba disfrutando el show, pues se la estaba jalando.
Axel me aparto y empezó a masturbarse y a gemir en voz baja, girándose para tirar la leche en el árbol de al lado, pero yo me puse lo mas rápido que pude para recibir lo que cayera en la boca, y eso hizo que Axel esbozara una sonrisa de orgullo, para luego voltear a ver a Ronaldo, quien seguía jalándosela.
—Quédate aquí… —me dijo Axel mientras se abotonaba el pantalón y empezaba a cruzar la calle para quedar frente a Ronaldo.
Axel comenzó a decirle a Ronaldo con un tono bastante molesto que si volvía a verlo cerca de mi lo iba a matar, que yo era de él, y un sinfín de cosas que me hacían sentir protegido por mi hombre, pero Ronaldo ni siquiera le prestaba atención y solo me miraba a mí, mientras se seguía jalando la verga.
Axel escupió a la ventana y luego empezó a alejarse, y yo me cruce para seguirlo, sintiendo como Ronaldo no me despegaba la vista. Estaba a punto de llegar a la esquina cuando escuche a Ronaldo chistando y yo voltee. Desde su ventana me mostraba su verga, cubierta de leche pues se acababa de venir.
—Cuando quieras un hombre de verdad vienes a buscarme, putito… —me dijo desde la ventana, sacudiendo su verga, y aunque intentara luchar contra aquel sentimiento, algo dentro de mi tenia ganas de probar a Ronaldo nuevamente.
Axel se regreso cuando vio que me quede atrás, y me tomo de la mano, obligándome a caminar con él, caminamos en silencio hasta mi casa, en donde una cuadra antes de llegar me dio un beso cálido de despedida.
CONTINUARÁ…
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!