De no ser por mi tía, por mi parte ni les cobraría……
Un estudiante universitario se aloja en la casa de una tía, que es dueña de un bar y prostíbulo, ella le exige que trabaje, y como no encuentra ningún empleo su tía lo convence que se vista de mesera, y atienda los clientes por la propina..
De no ser por mi tía, por mi parte ni les cobraría……
Cuando llegué a vivir a la casa de mi tía, mientras estudiaba en la universidad, ella desde un principio me advirtió que no mantenía vagos, por lo que debía buscar un trabajo, lo más pronto posible.
Lo cierto es que a pesar de todos los esfuerzos que hice, no conseguía nada, ya que o no tenía experiencia, ni la preparación académica necesaria, o simplemente mi horario de estudios no me lo permitía.
Por lo que cuando se lo comenté a mi tía, ella se quedó pensando, y al poco rato me dijo. “Yo sé dónde nada de eso te va a hacer falta, para trabajar, y vas a poder estudiar de día tranquilamente.”.
Lo que hasta el último momento mi tía no me dijo fue que, el lugar al que ella se refería era un bar, y burdel de su propiedad.
Y para colmo, para trabajar ahí, debía vestirme de mesera, cuando le pregunté que por qué debía de vestirme de mesera, mi tía me respondió. “Porque yo no contrato meseros, además las buenas meseras pueden ganar tanto dinero como la mejor de las putas”.
Por lo que no me quedó más remedio que aceptar sus condiciones, o sea vestirme de mesera, además de actuar y compórtame como si realmente fuera una chica.
Lo que, al principio me costó algo de trabajo, no tanto por la ropa en sí que realmente era muy corta, ya que la mayor parte del tiempo andaba casi con las nalgas por fuera, sino más bien por esos condenados zapatos de tacos, que debía usar, en todo momento dentro del bar.
Y bien, aunque la verdad es que las propinas son buenas, poco a poco me fui acostumbrando o soportando, mejor dicho, a que alguno de los clientes me agarrara las nalgas.
Claro que yo durante un tiempo me decía a mí mismo que, lo hacía únicamente por la necesidad que tenía.
Y así seguí trabajando de noche, mientras que de día estudiaba, por lo que apenas llegaba de la universidad, después de comer algo, me daba un buen baño, descansaba un rato, para en la noche, irme a trabajar al bar, que queda justo al lado de la casa de mi tía.
Así que apenas me levanto, comienzo a transformarme vistiéndome de mesera, incluyendo desde luego la ropa íntima adecuada, me peino y me pongo una abundante y larga peluca de color negro, me depilo si me hace falta, me maquillo, me pongo zarcillos, así como alguna que otra bisutería que me presta mi tía.
En ocasiones hasta me da tiempo de pintarme las uñas, para luego ya vestida de mesera, salgo por el patio de la casa de mi tía, y entro por la puerta trasera del negocio.
Parte de mis obligaciones como mesera, es hacer que los clientes gasten y consuman lo más posible, por lo que cuando alguno me quiere invitar a beber un trago, lo debo aceptar.
Por lo general lo que bebía era agua, aunque hace poco, uno de los clientes le dio por él mismo servirme.
Así que a medida que fue pasando la noche, yo seguí bebe que bebe, y a medida que seguía bebiendo, al tipo ese le dio por decirme lo buena que yo estaba, y las ganas que tenía de llevarme a la cama.
Al tiempo que comenzó a acariciar mis piernas, mis muslos, y hasta mis nalgas, sin que yo pudiera decir, o hacer nada por evitarlo.
Pero no conforme con eso, pidió otra botella de ron, y con ese pretexto me sacó a bailar, la verdad es que yo estaba deseoso de marcharme.
Y lo hubiera hecho de no ser porque mi tía, me advirtió que no lo hiciera, ya que ese cliente se había encariñado conmigo.
Por lo que sumisamente, tuve que bailar con aquel tipo, y a medida que estábamos bailando, él continuó agarrándome las nalgas, y diciéndome que las tenía bien lindas y paraditas.
Mientras que yo únicamente sonreía, sin atreverme a decir nada, ya que hasta miedo tenía de decirle algo, no fuera a ser que se diera cuenta de que en realidad no era una chica, y se fuera a molestar, y quizás hasta quererme golpear.
Pero a medida que seguimos bailando, comenzó a besarme por el cuello, y poco a poco así continuó, hasta que de momento me encontré con su lengua dentro de mi boca.
Al tiempo que una de sus manos, acariciando y agarrando de manera descarada todas mis nalgas.
Yo la verdad es que estaba tan asustado, y digamos que, al mismo tiempo excitado, al grado que, en cierto momento, mientras me tenía entre sus brazos, comenzó a introducir una de sus manos, por la parte posterior de la pequeña falda que yo estaba usando,
Casi de inmediato comencé a sentir como uno de sus dedos, fue acariciando mi esfínter.
Pero en lugar de hacer que retirase su mano, lo dejé que continuase introduciendo unos de sus dedos dentro de mi apretado culito.
Mi mayor temor era que él se diera cuenta, de que en realidad yo era un chico, y no una chica, cuando en una de esas, dejamos de bailar.
Éll me dejó en la mesa, se dirigió a la barra, y habló con mi tía, de inmediato sonriendo regresó a la mesa, en la que nos encontrábamos, me tomó de la mano, y se dirigió a uno de los reservados del bar, que usan las putas para atender sus clientes.
Yo estaba sumamente asustado, tanto que, al pasar frente a mi tía, me detuve, y fue cuando ella sonriendo me dijo. “No te preocupes cariño, que él sabe lo que eres.”
Al escuchar a mi tía decirme eso, me quedé sin saber que hacer, y simplemente cuando él tipo ese continuó caminando en dirección al reservado, yo lo seguí.
Ya dentro continuó besándome, y acariciando todo mi cuerpo, en especial mis nalgas, sin que yo ofreciera resistencia alguna.
Cuando de momento tomó asiento y después de servirse un buen trago de ron, me dijo. “Cariño quiero que me lo mames ahora” así que después de que también me serví un trago, y me lo tomé, me agaché frente a él.
Como pude lo ayudé a extraer su adormilada verga, del pantalón, y aunque no estaba erecta, a simple vista, era más grande y gruesa que la mía.
Yo en medio del estado en que me encontraba, pensé. “si se lo mamo, lo suficiente, quizás se venga, en mi boca, y con eso le baste.”
Pero la verdad es que apenas comencé a mamar, su verga se fue poniendo cada vez más y más grande, bien dura, y caliente, cuando de momento él me dijo. “Así está bien cariño, ponte en cuatro que te voy a partir ese culo, que según la dueña del bar nunca nadie antes te lo ha tocado”.
Yo casi me desmayo al escucharlo decirme eso, pero aun en el estado en que me encontraba, le di la espalda, me subí un poco la minifalda que estaba usando, dejando mis nalgas al descubierto.
Luego me bajé ligeramente los pantis, procurando ocultar mis testículos, y me fui agachando hasta quedar en cuatro patas, tal y como él me dijo que lo hiciera.
Por unos momentos comencé a sentir sus dedos embadurnados en su propia saliva, introduciéndomelos poco a poco por mi apretado culo.
Al principio fue uno, luego dos, y así sucesivamente, hasta que al poco rato ya me tenía casi toda su mano dentro, metiéndola y sacándola, mientras que yo me mantenía con mis piernas abiertas, y él se masturbaba.
Yo sentía como me continuaba penetrando sabrosamente con sus dedos, cuando de momento, los sacó de mi culo, y sin más ni más, tras colocarse tras de mí, me ha empujado toda su verga de un solo golpe.
Les juro que vi al diablo y hasta las estrellas, cuando sentí que esa cosa me penetraba, el grito que di, se debió escuchar en la calle, y desde luego que, dentro del bar.
Del tiro hasta se me salieron las lágrimas, no tanto por el fuerte dolor que me hizo sentir al penetrarme, sino más bien por la indignación, de no haber ni tan siquiera tratado de evitarlo.
Por un corto rato él también se quedó como paralizado, con toda su gruesa y caliente verga dentro de mi culo.
Pero a los pocos segundos comenzó sin compasión alguna a seguir metiéndola y sacándola, a medida que, llorando, y con voz afeminada le pedía que me la sacase.
Pero en lugar de hacer eso, con más fuerza me enterraba toda su dura verga dentro de mis nalgas, al punto que cada vez que me penetraba una y otra vez, yo sentía como sus testículos chocaban contra mis nalgas.
Yo no paraba de llorar, y de pedirle que me lo sacase, mientras que él comenzó a reírse, y a decirme lo sabroso que era mi apretado culito.
Mientras continuaba clavándome toda su verga una y otra vez, hasta que, en cierto momento, ni cuenta que involuntariamente comencé a mover mis caderas, y restregaba mis nalgas contra su cuerpo, como buscando sentir más y más dentro de mi aquel tremendo gran pedazo de carne.
Ya para esos momentos había dejado de llorar, y en lugar de pedirle que me sacase su verga, lo que hacía era gemir de placer a medida que él seguía penetrándome una y otra vez, como que con más fuerza.
Es más, a medida que él me apretaba contra su cuerpo, yo apretaba mi esfínter, y cuando me volvía a empujar toda su verga dentro de mi culo, yo lo soltaba.
A medida que en lugar de seguir pidiéndole que me lo sacase, comencé a pedirle que me diera más y más duro, al mismo tiempo que, sin darme cuenta, yo mismo comencé a masturbarme.
Así estuvimos por un buen, y largo rato, hasta que de seguro se vino dentro de mi apretado culo, al mismo tiempo que yo lo hice entre mis dedos.
Cuando sacó su verga de entre mis nalgas, me agarró por el cuello, y colocando mi rostro frente a su verga, no tuvo ni que decirme nada, para que yo de inmediato me volviera a poner a mamársela.
Y mientras yo permanecía tirado en el piso sobre la alfombra, su gruesa y larga verga entraba y salía de mi boca, al tiempo que nuevamente comencé a masturbarme.
Hasta que al poco rato también se vino nuevamente, pero dentro de mi garganta, mi boca, y sobre mi cara.
Dejándome después de eso tirado en el piso con mi culo bien abierto, y lleno de leche por todas partes, incluso hasta en mi cabello, y mis orejas.
Cuando me recuperé, estaba tirado sobre la alfombra del piso, chorreando leche por el culo, y mi boca, al verme en un espejo, me di cuenta de que además de que la peluca estaba completamente despeinada.
Todo mi maquillaje se me había corrido, y el vestidito de mesera estaba tirado en el suelo, extremadamente sucio, y lleno de su leche por todas partes.
Era como si aquel tipo, luego de haber terminado de darme por el culo, se hubiera limpiado su verga con mi ropa.
Yo como pude, dando tumbos, comencé a ponerme de pie, me dolía todo el cuerpo en especial mi culo, fue cuando me dije a mi mismo, lleno de rabia. “Está bien que todo eso te pase, por pendejo, y maricón”.
Pero casi de inmediato, me di cuenta y reconocí lo mucho que me había gustado todo lo que me había hecho aquel tipo, incluso que me pusiera a mamar su verga y me obligase a tragarme gran parte de su leche.
Al poco rato entró mi tía al reservado, con cara de asustada, diciendo.” Tus gritos se escucharon muy fuerte. Para la próxima vez no grites tan duro. Que puedes espantar a los clientes”.
Cuando yo pensaba decirle lo desgraciada que era ella, digamos que me calló la boca, al mostrarme toda la propina, que ese cliente me había dejado.
Bueno ahora además de mesera, digamos que también soy la única puta del grupo con verga, y aunque por lo general la gran mayoría de mis clientes les encanta darme por el culo, o ponerme a mamar, hay uno que otro que discretamente prefieren que sea yo, el que los penetre, pero esos son los menos.
Bueno hoy por hoy, aparte de que estoy tomando pastillas anticonceptivas, y no porque piense que pueda salir embarazado, sino más bien por las hormonas de estrógeno, que me han ayudado a que se hayan comenzado a desarrollar mis pequeñas tetas, así como que mi piel se ponga más tersa y suave.
Sigo estudiando de día, y trabajando de noche en el bar, y en ocasiones disfruto tanto lo que mis clientes me hacen que, de no ser por mi tía, por mi parte ni les cobraría……
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