Definitivamente, el ser seminarista no era mi vocación, ni mi destino….
Un chico al que sus padres querían obligarlo a ser sacerdote, antes de entrar al seminario se encuentra con el dueño de una tienda que lo conoce y este lo invita a salir, el chico se emborracha, le comen el culo, y lo pone a mamar, además de vestirlo de chica, cosa que al chico le gusta..
Cuando cumplí los veintiún años, estaba a punto de ingresar al Seminario, aunque reconozco que no tenía vocación alguna, lo iba hacer, porque mis padres ya así lo habían decidido.
Por suerte mis padres, se fueron de viaje en un crucero por unos quince días, momento en que aproveché para hacer cosas que nunca había hecho, como salir de noche, acostarme tarde, y hasta atreverse a tomar una cerveza.
Pero lo cierto es que ni amigos tenía con quien salir, y tampoco tenía mucho dinero como para entrar a un bar, y pedir una cerveza, aunque la realidad es que no sabía cómo hacerlo, así que me conformé con ponerse a caminar, por las calles sin rumbo fijo, pero cuando comenzó anochecer, decidí regresar a mi casa.
Fue cuando por pura casualidad, pasé frente a la tienda, en la que mi madre, acostumbra a comprarme mi ropa, justo cuando el dueño, iba saliendo, al verme de inmediato me saludó muy cordialmente, y hasta me preguntó por mi madre.
Le dije que mis padres se encontraban de viaje, por lo que luego que cerró la tienda, nos fuimos juntos caminando, y charlando, en cierto momento le comenté que, aunque no lo pareciera, en esa semana ya había alcanzado la mayoría de edad, y que como estaba solo en casa, me había provocado salir a caminar.
El dueño de la tienda se alegró, y sin que se lo pidiera me invitó a tomarnos unas cervezas, para celebrar eso, de inmediato acepté con mucho gusto, pero de enseguida le comenté que no tenía dinero suficiente, por lo que fue él quien insistió en que yo era su invitado.
Así que nos fuimos a un bar cercano, pero apenas entramos, el dueño me dijo que no podía entrar, por lo que mi acompañante, le preguntó la razón, y nos dijo. “No quiero que me cierren el bar, por dejar entrar a un menor de edad”.
De inmediato, él le dijo. “Pues te equivocas, él es uno de mis mejores clientes, y estamos celebrando que ya cumplió los veintiunos en estos días. Además, míralo bien, ya no es un niño, es todo un hombre.” Al tiempo que le dijo eso, a mí me pidió que me diera una vuelta, lo que él de inmediato hice. Ignorando que mi acompañante, sin que yo me diera cuenta, le mostraba mis nalgas al dueño del bar, cosa de la que me enteré mucho tiempo después.
Quien, riéndose, nos dijo. “Está bien, quédense. Pero eso si para consumir, no para quedarse viendo a la mesera”. Así que nos sentamos en una de las mesas, y él pidió un par de cervezas, y a medida que fuimos hablando de todo un poco, y preguntándome que si yo tenía novia.
Le conté que mis padres no me dejaban, por lo del seminario, y así seguimos charlando, y bebiendo, luego de ya habernos bebido como cinco o seis cervezas, el dueño de la tienda de ropa pidió la cuenta, y el del bar por cuenta de la casa, nos sirvió un fuerte trago, que yo inocentemente me tomé como si fuera agua.
Por lo que cuando salimos del bar, comencé a sentirme sumamente mareado, tanto que hasta vomité en el medio de la calle, ensuciando mi ropa, pero cuando me vine a dar cuenta, en lugar de estar llegando a mi casa, nos encontrábamos entrando en su casa.
Fue cuando fácilmente me convenció, al decirme que mejor entrabamos primero a su casa, para que me limpiase, y descansara, y que no llegase borracho a mi casa, no fuera a ser que alguna vecina me viera, bebido y luego se lo contase a mis padres.
Ya dentro de su casa, me ayudó a quitarme casi toda mi ropa, y de inmediato la puso a lavar, yo que aún me sentía mal, cuando me fui a recostar, me volvieron a dar ganas de vomitar, y por suerte tuve tiempo de llegar al baño.
Donde después de que voté todo, él abrió la ducha, para que me refrescase, así que ya estando bajo la ducha, de momento el dueño de la tienda comenzó a ir pasando un jabón por mi espalda.
Pero como yo estaba aún algo mareado, tanto que tuvo que buscar apoyo en la pared, sin llegar a decir nada, él continuó pasándome el jabón por todo mi cuerpo, incluso entre mis nalgas, sin que me opusiera o dijera nada.
Además, me sentía tan bien, que me quedé callado, mientras que aquella agua medio caliente, continuaba cayéndole por sobre todo mi cuerpo, fue al rato que me di cuenta, cuando me pidió que separase las piernas, de que mi anfitrión estaba tan desnudo como yo, y que se encontraba de tras de mí, bajo la ducha, al mismo tiempo que con sus manos continuaba enjabonando mis nalgas, mis testículos, y hasta mi pequeño pene.
Debido a lo borracho que me encontraba, sencillamente le obedecí, separando un poco mis piernas, en ese momento con sus dedos enjabonados, además de estar pasándolos por entre mis nalgas, los comenzó a ir introduciendo uno, a uno dentro de mi cuerpo, una y otra vez, sin que yo protestase, o me opusiera a que lo siguiera haciendo.
Es más, eso lejos de incomodarme, más bien me agradaba, al punto, que después de un corto rato, mientras continuaba apoyado contra la pared de la ducha, me dediqué a mover de lado a lado mis caderas, gimiendo y disfrutando de todo lo que él me hacía, a medida que él seguía introduciéndome casi toda su mano, entre mis nalgas.
Fue cuando me preguntó, en un tono de voz bien suave, y calmado. “Si dejas que te penetre.” Realmente, no dije ni que sí, ni que no.
Pero al extraer sus dedos de mi cuerpo, y de inmediato comenzó a ir penetrándome lentamente mi esfínter, en ese instante, me quedé como paralizado, a medida que su miembro continuaba penetrándome, hasta que mi cuerpo y el del se unieron.
Sus manos me tomaron por la cintura, apretándome con fuerza, y sintiendo como mis nalgas se tragaban toda su verga, la que comenzó a entrar y salir de mi cuerpo una y otra vez, sin que yo dijera, o hiciera algo para evitarlo, o detenerlo.
Lo único que hice fue volver a ponerme a menear mis nalgas, a medida que él no paraba de meter y sacar su verga de mi apretado culo, yo no dejaba de mover mis nalgas, y de gemir profundamente a medida que él seguía empujando una, y otra vez toda su verga dentro de mi cuerpo.
A cada rato me decía, lo rica que estaba mi apretado culito, al tiempo que ocasionalmente con su boca, dientes, o lengua, besaba, lamía, o mordisqueaba mi nuca, y mis orejas, haciendo que sintiera como una especie de corriente recorriera todo mi cuerpo.
El agua continuaba cayendo sobre nosotros dos, y yo seguía sintiendo, y disfrutando calladamente de todo lo que mi amante me estaba haciendo, aunque en ocasiones se me escapaba algún que otro gemido agudo, o profundo chillido de placer, hasta que, apretándome fuertemente entre sus brazos, y dejándome por un buen rato, toda su verga dentro de mi culo, se detuvo.
Luego que se vino dentro de mí, extrajo su verga, y al terminar de hacerlo, me ordenó que me sentase en el inodoro, lo que sumisamente hice, y ya sin que me lo dijera, expulsé todo aquello que me había dejado dentro de mí.
Luego me volvió a ordenar que me duchase nuevamente, y después de que yo mismo se enjaboné todo mi cuerpo, incluso hasta el hueco de mi culo, me entregó una toalla y me condujo hasta su cama.
Aún me sentía y estaba sumamente mareado, cuando me senté en la cama, y a mi lado se sentó él, abrazándome y diciéndome. “Descansa, Cariño descansa, que lo has hecho muy bien para ser tu primera vez.”
Yo me encontraba super confundido, ya que a medida que me fue abrazando, su boca comenzó a besarme, sin que yo opusiera ninguna resistencia, en esos momentos, comenzó suavemente a presionar mis hombros, hasta que hizo que yo, poco a poco me fuera bajando de la cama, y quedase entre sus piernas, agachado frente a él.
Al levantar mi vista, me encontré con su miembro a pocos centímetros de mi boca, mientras que él sin dejar de sujetarme, comenzó a decirme de manera suave. “Ponte a mamar, chupa, y pasa tu lengua”.
Tímidamente sin pensarlo, abrí mi boca, y fui sintiendo como poco a poco su adormilado miembro, lo iba introduciendo entre mis labios, nuevamente en un tono de voz más fuerte, me repitió que se lo mamará, por lo que, siguiendo sus órdenes, comencé hacerlo.
Y a medida que se la fui chupando, y mamando, fui sintiendo como su verga se fue poniendo bien dura dentro de mi boca, hasta que, sacando su parada verga de mi boca, me ordenó detenerme.
Sin pérdida de tiempo, me indicó que me acostase boca arriba en el borde de su cama, y apenas lo hice, me agarró por los tobillos, levantó mis piernas, y tras separarlas, de inmediato dirigió su parado miembro, al centro de mis nalgas, volviéndome a penetrar.
A diferencia de lo que me hizo en la ducha, en esos momentos estábamos de frente, y pude ver como mi culo se fue tragando toda su verga, para luego, a medida que no dejaba de enterrármela una, y otra vez, me volvió a besar.
Ya en esos momentos, lo único que hice fue ponerse a mover mis caderas, a medida que él seguía metiendo y sacando toda su verga de mi culito, hasta que, al momento de venirse, en lugar de hacerlo dentro de mí, sacó su miembro, y derramó toda su leche sobre mi boca y cara.
Después de eso sin que me lo dijera, me fui al baño, y nuevamente me duché, pero al regresar, a su cama, no sé porque precisamente me puse a llorar, pero cuando se dio cuenta, me volvió abrazar, y me preguntó que me pasaba.
Sin dejar de llorar le dije. “Te parece poco, todo lo que me has hecho. Ya que aparte de emborracharme, me has dado por el culo, no una sino dos veces, además de ponerme a mamar tu verga”.
En ese momento, riéndose me dijo. “No eres ni el primero, ni al último que le pasa eso. Pero si es verdad, que la primera vez que te di por el culo cuando estabas bien borracho, también es cierto que te gustó mucho que lo hiciera, ya que moviste tus nalgas, gemiste y chillaste como una chica, con tanto gusto, y placer, que no me queda la menor duda de que gustó bastante. Y cuando te pusiste a mamar, si no lo hubieras querido hacer, no lo hubieras hecho, pero lo hiciste, y muy bien, por cierto. Y cuando te di por el culo la segunda vez, con decir que me detuviera, o pararte de la cama hubiera bastado, pero no, en cambio te quedaste acostado boca arriba, y con tus piernas bien abiertas, esperando que yo te lo volviera a meter. A ver dime si no es verdad.”
No supe responderle, al tiempo que se me acercó, y dándome otro beso, y abrazo, siguió diciéndome. “Tú, y yo sabemos que te gustó, que no lo quieras aceptar ahora es otra cosa, pero dime la verdad, ¿te gustó?”
A lo que él algo avergonzado le respondí que sí, esa noche me quedé durmiendo con él en su cama, pero en la mañana me desperté al sentir que nuevamente me estaba penetrando, lo que continuó haciendo, sin que le dijera que se detuviera.
De la misma manera que cuando nos estábamos duchando, me puso nuevamente a mamar su verga, lo que hice hasta hacerlo venirse dentro de mi boca, y tragarme gran parte de su semen.
Antes de salir de su casa, le dije en ese momento, que todo eso fue a causa de lo mucho que yo había bebido, y que jamás volvería hablar con él, pero apenas anocheció, ya me encontraba tocando la puerta de su casa, ya que como mis padres no regresarían por lo menos en dos semanas, le dije que decidí que bien podía aprovechar ese tiempo antes de entrar al seminario.
Al verme de inmediato me hizo pasar, y tras darme un enorme beso, me dijo. “Te tengo una sorpresa sobre mi cama, así que te la pones, a ver qué tal te queda.” sin idea de lo que podía ser, rápidamente entré a su cuarto, y me encontré sobre su cama, un sencillo conjunto, de falda y blusa, acompañados por un set de ropa íntima femenina.
Casi de inmediato, como que me dio algo de curiosidad por ver cómo me quedaba, así que, tras cerrar la puerta me quité toda mi ropa, y sin perder tiempo me puse todo, incluso hasta la ropa íntima, y unas sandalias que hacían juego con el conjunto.
La cosa es que, al verme al espejo, quedé asombrado, ya que, con mi abundante y larga cabellera, y con esas ropas puestas, parecía realmente una chica, apenas salí de su habitación le dije que “No sé cómo reuní el valor para salir de la habitación, así vestido”.
Al verme, me dijo que me veía linda y bella, pero cuando le di las gracias, de manera exageradamente femenina, me dijo. “Trata de hablar de manera más normal, sin esforzarte tanto.”
Lo que, sin cuestionar su consejo, comencé hacer de inmediato, por lo que, desde ese momento, cada vez que iba a visitarlo a su casa, me vestía como una chica, para que luego él me comenzara a besarme, y acariciar todo su cuerpo, mientras me iba quitando parte de la ropa, y nuevamente me volvía a dar por el culo, o me ponía a mamar su verga.
Como a la cuarta noche, que lo fui a visitar, ya estaba bien dispuesto para que me siguiera tratando como una chica, me sorprendió, invitándome a cenar fuera de su casa, por lo que, aunque al principio le dije que no, finalmente me convenció.
Y así seguimos saliendo, el resto de la semana, hasta que me llevó a una fiesta de unas amistades de él, en la que al poco rato me di cuenta, de que no era la única chica o, mejor dicho, chico vestido de mujer.
Algunos eran verdaderamente ridículos, ya que hasta bigotes tenían, pero había otros que al igual que yo eran confundido con mujeres, esa noche, el dueño de la tienda de ropa, me compartió con varias de mis amistades, los que al tiempo que le daban por el culo, a otros les mamaba su verga, y todo eso ante su atenta mirada.
Cuando mis padres regresaron del crucero, lo primero que les dije fue que no deseaba ir al seminario, que lo que deseaba estudiar era para peluquero, y aunque a mi padre casi le da un ataque, mi madre me apoyó, y eso bastó para que me olvidase de ingresar al Seminario.
Me decidí a estudiar peluquería, mi padre no me habla, pero la verdad es que a mí no me importa, mientras que mi madre, después de graduarme me ayudó a montar mi propio Salón de Belleza.
Ocasionalmente me quedo a dormir en la casa de mi amante, lugar que aprovecho, para no tan solo vestirme, y maquillarme como más me gusta, y dejar que mi amante sabrosamente me trate como a su mujer…
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!