Definitivamente, el ser seminarista no era su destino….
Un joven que sus padres desean que entre al seminario, aprovecha que ellos salen de viaje y se va a pasear de noche, encontrándose con un conocido que lo emborracha y se lo lleva a su casa y le da por el culo..
Definitivamente, el ser seminarista no era su destino….
Cuando uno de mis clientes cumplió los veinte años, estaba a punto de ingresar al Seminario, aunque no tenía vocación alguna, lo pensaba hacer, porque sus padres ya lo habían decidido.
Por suerte sus padres, se fueron de viaje en un crucero por unos quince días, momento en que aprovechó para hacer cosas que él nunca había hecho, como salir de noche, acostarse tarde, y hasta atreverse a tomar una cerveza.
Pero lo cierto es que ni amigos tenía con quien salir, y tampoco tenía dinero como para entrar a un bar, y pedir una cerveza.
Así que se conformó con ponerse a caminar, por las calles sin rumbo fijo, pero cuando comenzó a anochecer, decidió regresar a su casa.
Fue cuando por pura casualidad, pasó frente a mi tienda, en la que su madre, acostumbra a comprar su ropa, justo cuando yo, iba saliendo.
Al verlo de inmediato lo saludé, y hasta le pregunté por sus padres, él me dijo que se encontraban de viaje, y así nos fuimos juntos caminando, y charlando.
Por lo que en cierto momento me comentó que, aunque no lo pareciera, en esa semana ya había cumplido veinte años, y que como estaba solo en casa, le había provocado salir a caminar.
Me alegré, y sin que me lo pidiera lo invité a tomarnos unas cervezas, para celebrar eso de inmediato aceptó con mucho gusto, pero de enseguida me comentó que él no tenía dinero, por lo que yo insistí en que él era mi invitado.
Así que nos fuimos a un bar cercano, pero apenas entramos, el dueño le dijo que no podía entrar, por lo que le pregunté la razón, y nos dijo. “No quiero que me cierren el bar, por dejar entrar a un menor de edad”.
De inmediato le dije. “Pues te equivocas, él es uno de mis mejores clientes, y estamos celebrando que ya cumplió los veinte en estos días.
Además, míralo bien, ya no es un niño, es todo un hombre, al tiempo que le dije que se diera una vuelta, lo que él de inmediato hizo.
Ignorando que yo, sin que él se diera cuenta, le mostraba sus nalgas al dueño del bar. Quien, riéndose, nos dijo. “Está bien, quédense. Pero eso si para consumir, no para quedarse viendo a la mesera”.
Así que nos sentamos en una de las mesas, y pedí un par de cervezas, y a medida que fuimos hablando de todo un poco, y preguntándole que si él tenía novia.
Me contó que sus padres no lo dejaban, por lo del seminario. Y así seguimos charlando, y bebiendo.
Luego de ya habernos bebido como cinco o seis cervezas, pedí la cuenta, y el del bar por cuenta de la casa, nos sirvió un fuerte trago, por lo que cuando salimos del bar, él se sentía sumamente mareado, tanto que hasta vomitó en el medio de la calle, ensuciando su ropa.
Pero cuando se vino a dar cuenta, en lugar de estar llegando a su casa, nos encontrábamos en mi casa, fue cuando fácilmente lo convencí, al decirle que mejor entrabamos primero a mi casa, para que él se limpiase, y descansara, y que no llegase borracho a su casa, no fuera a ser que alguna vecina lo viera, bebido y luego se lo contase a sus padres.
Ya dentro de mi casa, lo ayudé a quitarse toda la ropa, y de inmediato la puse a lavar, él que aún se sentía mal, cuando se fue a recostar, le volvieron a dar ganas de vomitar, y por suerte tuvo tiempo de llegar al baño.
Donde después de que votó todo, abrí la ducha, para que él se refrescase, así que ya estando bajo la ducha, de momento comencé a ir pasando un jabón por su espalda.
Pero como Armandito estaba aún algo mareado, tanto que tuvo que buscar apoyo en la pared, sin llegar a decir nada.
Continué pasándole el jabón por todo su cuerpo, incluso entre sus paradas nalgas, sin que él se opusiera o dijera nada, además, al parecer se sentía tan bien, que se quedó callado.
Mientras que aquella agua medio tibia, continuaba cayéndole por sobre todo su cuerpo, fue al rato que se dio cuenta, cuando le pedí que separase las piernas, de que yo estaba tan desnudo como él, y que me encontraba de tras del, bajo la ducha, al mismo tiempo que con mis manos continuaba enjabonando sus nalgas.
Él sencillamente me obedeció, separando un poco sus piernas, en ese momento con mis dedos enjabonados, además de estar pasándolos por sus nalgas, los comencé a ir introduciendo uno, a uno dentro de su cuerpo, una y otra vez, sin que protestase.
Es más, eso lejos de incomodarle, me pareció más bien que le agradaba, al punto, que después de un corto rato, mientras él continuaba apoyado contra la pared de la ducha, se dedicó a mover de lado a lado sus caderas, a medida que yo seguía introduciéndole casi toda mi mano, entre sus nalgas.
Fue cuando le pregunté, en un tono de voz bien suave, y calmado, si me dejaba que lo penetrase.
Realmente, no dijo ni que sí, ni que no, pero el extraje mis dedos de su cuerpo, y de inmediato comencé a ir penetrando lentamente su esfínter.
En ese instante, se quedó como paralizado, a medida que mi miembro continuaba penetrándolo, hasta que su cuerpo y el mío se unieron.
Mis manos lo tomaron por la cintura, apretándolo con fuerza, y sintiendo como esas sabrosas nalgas se tragaban toda mi verga, la que comenzó a entrar y salir de su cuerpo una y otra vez.
Sin que él dijera, o hiciera algo para evitarlo, o detenerme, lo único que hizo fue volver a ponerse a menear sus nalgas, a medida que yo no paraba de meter y sacar mi verga de su apretado culo.
Él no dejaba de mover sus nalgas, y de gemir profundamente a medida que yo seguía empujando una, y otra vez toda mi verga dentro de su cuerpo.
A cada rato le decía, lo rica que estaban sus nalgas, al tiempo que ocasionalmente con mi boca, dientes, o lengua, besaba, lamía, o mordisqueaba su nuca, y sus orejas, haciendo que sintiera como una especie de corriente recorriera todo su cuerpo.
El agua continuaba cayendo sobre nosotros dos, y él seguía sintiendo, y disfrutando calladamente de todo lo que yo le estaba haciendo, aunque en ocasiones se le escapaba algún que otro gemid o agudo chillido de placer, hasta que apretándolo fuertemente entre mis brazos, y dejándole por un buen rato, toda mi verga dentro de su culo, me detuve.
Luego que me vine dentro de él, extraje mi verga, y al terminar de hacerlo, le ordené que se sentase en el inodoro, lo que sumisamente hizo, y ya que sin yo se lo dijera, expulsó todo aquello que yo le había dejado dentro del.
Luego le volví a ordenar que se duchase nuevamente, y después de que él mismo se enjabonó todo su cuerpo, incluso hasta el hueco de su culo.
Le entregué una toalla y lo conduje hasta mi cama, él aún estaba sumamente mareado, cuando se sentó en la cama, y a su lado me senté yo, abrazándole y diciéndole. “Descansa, Cariño descansa, que lo has hecho muy bien para ser tu primera vez”.
Mi invitado estaba confundido, ya que a medida que lo fui abrazando, mi boca comenzó a besarlo, sin que él opusiera ninguna resistencia.
En esos momentos, comencé suavemente a presionar sus hombros, hasta que hice que él, poco a poco se fuera bajando de la cama, y quedase entre mis piernas, agachado frente a mí.
Al levantar la vista, se encontró con mi miembro a pocos centímetros de su boca, mientras que yo sin dejar de sujetarlo, comencé a decirle de manera suave. “Ponte a mamar, chupa, y pasa tu lengua.”
Tímidamente abrió su boca, y fui sintiendo como poco a poco mi adormilado miembro, lo iba introduciendo entre sus labios, nuevamente en un tono de voz más fuerte, le repetí que me lo mamará, por lo que siguiendo mis órdenes comenzó a hacer.
Y a medida que me lo fue chupando, y mamando, fui sintiendo como mi verga se fue poniendo bien dura dentro de su boca.
Hasta que sacando mí ya parada verga de su boca, le ordené detenerse, sin pérdida de tiempo, le indiqué que se acostase boca arriba en el borde de mi cama, y apenas lo hizo, lo agarré por los tobillos, levanté sus piernas, y tras separarlas, de inmediato dirigí mi parado miembro, al centro de sus nalgas, volviéndolo a penetrar.
A diferencia de lo que le hice en la ducha, en esos momentos estábamos de frente, y pudo ver como su culo se fue tragando toda mi verga.
Para luego, a medida que no dejaba de enterrársela una, y otra vez, lo volví a besar, ya en esos momentos, lo único que hizo fue ponerse a mover sus caderas, a medida que yo seguía metiendo y sacando toda mi verga de su sabroso culito.
Hasta que, al momento de venirme, en lugar de hacerlo dentro del, saqué mi miembro, y derramé mi leche sobre su cuerpo.
Después de eso sin que yo se lo dijera, Armandito se fue al baño, y nuevamente se duchó.
Pero al regresar, a mi cama, se puso a llorar, precisamente yo no sabía por qué él estaba llorando, pero cuando lo volví abrazar, y le pregunté que le pasaba. Sin dejar de llorar me dijo. “Te pare poco, todo lo que me has hecho. Ya que aparte de emborracharme, me has dado por el culo, no una sino dos veces, además de obligarme a mamar tu verga.”
En ese momento, riéndome le dije. “No eres ni el primero, ni al último que le pasa eso. Pero si es verdad, que la primera vez que te di por el culo cuando estabas bien borracho, también es cierto que te gustó mucho que lo hiciera, ya que moviste tus nalgas, gemiste y chillaste como una chica, con tanto gusto, y placer, que no me queda la menor duda de que gustó bastante.”
“Y cuando te pusiste a mamar, si no lo hubieras querido hacer, no lo hubieras hecho, pero lo hiciste, y muy bien, por cierto.”
“Y cuando te di por el culo la segunda vez, con decir que me detuviera, o pararte de la cama hubiera bastado, pero no, en cambio te quedaste acostado boca arriba, y con tus piernas bien abiertas, esperando que yo te lo volviera a meter, A ver dime si no es verdad”.
Él no supo responderme, al tiempo que me le acerqué, y dándole otro beso, y abrazo, seguí diciéndole. “Tú, y yo sabemos que te gustó, que no lo quieras aceptar ahora es otra cosa, pero dime la verdad, ¿te gustó?”
A lo que él algo avergonzado me respondió que sí, esa noche se quedó durmiendo conmigo en mi cama, pero en la mañana se despertó al sentir que nuevamente lo estaba penetrando, lo que continué haciendo, sin que me dijera que me detuviera.
De la misma manera que cuando nos estábamos duchando, lo puse nuevamente a mamar mi verga, lo que hizo hasta hacerme venir dentro de su boca, y tragarse gran parte de mi leche.
Antes de salir de mi casa, me dijo en ese momento, que todo eso fue a causa de lo mucho que él había bebido, y que jamás volvería hablar conmigo.
Pero apenas anocheció, ya se encontraba tocando la puerta de mi casa, ya que como sus padres no regresarían por lo menos en dos semanas, me dijo que decidió que bien podía aprovechar ese tiempo antes de entrar al seminario.
Al verlo de inmediato lo hice pasar, y tras darle un enorme beso, le dije. “Te tengo una sorpresa sobre mi cama, así que te la pones, a ver qué tal te queda”.
Él sin idea de lo que podía ser, rápidamente entró a mi cuarto, y se encontró sobre mi cama, un sencillo conjunto, de falda y blusa, acompañados por un set de ropa íntima femenina.
De momento me dio la impresión de que se molestó, pero casi de inmediato, como que le dio algo de curiosidad por ver cómo le quedaba.
Así que, tras cerrar la puerta se quitó toda su ropa, y sin perder tiempo se puso todo, incluso hasta la ropa íntima, y unas sandalias que hacían juego con el conjunto.
La cosa es que al verse al espejo, quedó asombrado, ya que con su abundante y larga cabellera, y con esas ropas puestas, parecía realmente una chica.
Apenas salió de mi habitación me dijo que “No sé cómo reuní el valor para salir de la habitación, así vestido”. Al verlo, le dije que se veía linda y bella.
Pero cuando me dio las gracias, de manera exageradamente femenina, le dije. “Trata de hablar de manera más normal, sin esforzarte tanto”, lo que, sin cuestionar mi consejo, comenzó hacer de inmediato.
Por lo que, desde ese momento, cada vez que venía a visitarme a mi casa, se vestía como una chica.
Para luego yo comenzar a besarle, y acariciar todo su cuerpo, mientras le iba quitando parte de la ropa, y nuevamente le volvía a dar por el culo, o lo ponía a mamar mi verga.
Como a la cuarta noche, que me fue a visitar, ya estaba bien dispuesto para que lo siguiera tratando como una chica, lo sorprendí, invitándole a cenar fuera de mi casa, por lo que, aunque al principio me dijo que no, finalmente lo convencí.
Y así seguimos saliendo, el resto de la semana, hasta que lo llevé a una fiesta de unas amistades mías, en la que al poco rato se dio cuenta, de que no era la única chica o, mejor dicho, chico vestido de mujer.
Algunos eran verdaderamente ridículos, ya que hasta bigotes tenían, pero había otros que al igual que eran confundidos con mujeres.
Esa noche, lo compartí con varias de mis amistades, los que al tiempo que le daban por el culo, a otros les mamaba su verga, y todo eso ante mi atenta mirada, muy contento, por como él me obedecía.
Cuando sus padres regresaron del crucero, lo primero que les dijo fue que no deseaba ir al seminario, que lo que deseaba estudiar era para peluquero.
Y aunque a su padre casi le da un ataque, su madre lo apoyó, y eso bastó para que él se olvidase de ingresar al Seminario, y se dedicara a estudiar peluquería.
Su padre no le habla, pero la verdad es que a él no me importa, mientras que su madre, después de graduarse lo ayudó a montar su propio Salón de Belleza.
Ocasionalmente se queda a dormir en mi casa, lugar que aprovecha, para no tan solo vestirse, y maquillarse como más le gusta, y dejar que yo sabrosamente la trate como mi mujer…
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