Definitivamente mi esposa nunca me va a perdonar….
Un esposo se encuentra realizando unas remodelaciones en su nueva casa, cuando estando en el baño trabajando queda impresionado por la verga del tipo que lo ayuda, se la mama le da el culo y su mujer lo encuentra en plena faena.
Definitivamente mi esposa nunca me va a perdonar….
Mi esposa con la que llevaba más de un año de casados, recién, y habíamos adquirido finalmente nuestra primera casa.
Es verdad que había que hacerles unos cuantos arreglos, aparte de pintarla, por lo que para ahorrar aproveché parte de mis vacaciones, para dedicarme a pintar, al tiempo que contraté a un tipo, para cambiar las puertas, y ventanas, arreglar los roperos, y montar los nuevos gabinetes de la cocina.
Ya prácticamente entre él, y yo habíamos terminado todos los arreglos de la casa, cuando él se presentó a trabajar, con unos muy ajustados pantalones cortos, en los que, a simple vista, destacaba el grueso bulto entre sus piernas.
Al principio procuré no ponerle atención, pero ya como a media mañana le dio por quitarse la camiseta, diciendo que tenía calor.
Mostrando sus velludos pectorales, yo por mi parte, reconozco que al estar un rato viéndolo así, prácticamente desnudo.
No sé por qué, me comencé a sentir nervioso, en mi vida me había sucedido algo como eso, y lo peor de todo fue, que, de seguro, él se dio cuenta del efecto que verlo así, me producía.
Ya que cuando me encontraba dándole los últimos toques al lavamanos del cuarto de baño, entró a orinar, y sin decirme nada ha sacado su grueso, largo, y oscuro miembro, sin ningún tipo de vergüenza ante mí.
Yo me encontraba entre asombrado, y confundido, sin saber cómo reaccionar, luego para colmo, después de terminar de orinar, y sacudir su miembro, con los pantalones aun en sus tobillos, se acercó al lavamanos, y de la manera más descarada, justo a mi lado, se puso a lavar la morada cabeza de su verga.
Mientras que yo, con la boca abierta, no dejaba de observarlo atentamente, fue cuando mirándome fijamente a los ojos, me dijo sonriendo. “Si quieres puedes tocarlo.”
Algo dentro de mí, hizo que no saliera corriendo del baño, al tiempo que estiraba mi mano, y temblorosamente agarrase su verga.
A los pocos segundos, no podía creer, que yo le estuviera agarrando su miembro, ya estaba por soltarlo, cuando colocando una de sus manos sobre la mía, al tiempo que la fue moviendo como si lo estuviera masturbando, acercándose más a mi cuerpo, me dijo. “¿Te gustaría probarlo?”
La verdad es que no le respondí nada, no dije ni que sí, ni que no, simplemente me quedé de pie, frente a él, con su ya erecto y caliente miembro entre mis dedos, sin saber qué hacer.
Cuando sentí sus cálidos labios contra los míos, y casi de inmediato su lengua la fue introduciendo dentro de mi boca.
Sin que yo en ningún momento, le ofreciera la menor resistencia, no sé en qué tiempo, me continuó besando de manera ardiente, ni como, a medida que acariciaba todo mi cuerpo, me quitó la ropa.
Lo que sí sé es que de momento me encontré, completamente desnudo entre sus brazos, manteniendo su erecto miembro entre mis dedos, sin que ninguna de sus manos me obligase a seguir sujetándolo.
Él me soltó, colocó sus manos sobre mis hombros, y sin hacer mucho esfuerzo, hizo que yo me fuera agachando frente a él.
Hasta que mi rostro se encontró a la altura de su miembro, y sin necesidad de que él me dijera nada, yo abrí mi boca, y de inmediato él comenzó a penetrarla con su verga, por lo que yo, como pude me dediqué a mamársela, por un buen rato, hasta que él sacando su verga de mi boca, me indicó que me pusiera de pie.
Yo simplemente, de manera lenta, al ponerme de pie, le di la espalda, apoyando mis manos e inclinándome un poco sobre el lavamanos, y separando mis piernas, sin decir una sola palabra.
Casi de inmediato comencé a sentir como con sus ensalivados dedos, comenzó a penetrar mi esfínter.
Sin que yo hiciera nada por evitarlo, por un corto rato no dejó de meter y sacar casi todos los dedos de esa mano dentro de mi culo, a medida que yo al ritmo que él me iba dilatando mi apretado esfínter, movía mis nalgas de lado a lado, dejando escapar una que otra vez algún profundo gemido.
Hasta que sacó del todo sus dedos de mi culo, y dándome una ardiente nalgada, me dijo. “Ahora relájate que viene lo bueno.”
Casi de inmediato comencé a sentir como esa cosa, dura y caliente que era presionaba contra mi esfínter.
Lo comenzó atravesar sin dificultad, al mismo momento en que me sujetó con sus fuertes brazos, y su parada verga fue penetrando mi todo culo, hasta que lo sentí completamente dentro de mí, y su cuerpo bien pegado al mío.
Desde ese momento, comenzó a sacar, y meter toda su dura verga de mi cuerpo, al tiempo que yo volví a mover mis caderas, frotando con fuerza mis nalgas contra su fibroso cuerpo.
En mi vida nunca, me había sucedido algo como eso, y lo más extraordinario de todo es, que me estaba gustando tanto, que a medida que él me empujaba toda su caliente verga dentro de mi culo, yo no dejaba de chillar y gemir de placer intensamente, sin dejar de mover mis nalgas.
Cuando él me apretó con sus fuertes brazos, y con su boca continuó besando, y mordisqueando intensamente mi nuca, yo creí que me iba a morir, pero, de placer, por lo que con más fuerza, apretaba y soltaba mi esfínter, buscando sentir más, y más aún su dura verga dentro de mi cuerpo.
Momentos antes de que él se detuviera, nada más me bastó que agarrase mi verga, para de inmediato yo me viniera por completo entre sus dedos, al tiempo que él se vino dentro de mi culo, sin soltarme.
Un ruido tras de nosotros, hizo que nos volteamos a ver, nos dimos cuenta de que se trataba de mi esposa, que nos observaba, con su teléfono en mano sin decir nada, quien sabe desde cuándo.
Él evidentemente se sorprendió, tanto que apenas sacó su verga de mi culo, comenzó a subirse los ajustados pantalones.
Yo por mi parte me encontraba como si estuviera drogado, el que mi mujer me hubiera descubierto, dejando que aquel tipo me estuviera dando por el culo, como que no me importó mucho en esos momentos.
Por lo que ella, antes de darse la vuelta, y salir del baño, de manera seca e impersonal, me dijo. “Hablamos luego.”
Él se desapareció de por todo eso, hasta dejó todas sus herramientas, mientras que yo tras expulsar lo que él me había dejado dentro, y asearme.
Me vestí sin prisa alguna, pensando en que le iba a decir a mi esposa, y como ella me iba a responder.
Cuando salí del baño, ella me esperaba en lo que es hoy en día la sala, pero antes de que yo comenzara a hablar me dijo. “No te acerques, voy a escucharte atentamente, todo lo que me tengas que decir, sin interrumpirte. Pero cuando termines de hablar, quiero que tú me escuches, de la misma manera que yo te voy a escuchar a ti.”
Así que a medida que comencé a contarle todo lo sucedido detalladamente, y cada vez que podía le pedía que me perdonase, cuando casi llorando de vergüenza, y miedo a que me dejara, terminé de decirle todo.
Mi esposa se me quedó viendo de pies a cabeza, diciéndome. “La verdad es que me has sorprendido, ignoraba esa rara faceta tuya, pero como ya llevamos un año casados, pero si quieres que nos divorciemos, la causal de divorcio va a ser tu infidelidad con otro hombre, mostrándome su teléfono, en el que había grabado todo. Pero si tú quieres que sigamos casados, no se te ocurra jamás reprocharme lo que yo haga, o deje de hacer, con quien yo quiera hacerlo.”
Tras escucharla, entendí que en realidad, nunca me va a perdonar, y aunque vivimos en la misma casa, dormimos en la misma cama, y ocasionalmente tenemos relaciones.
La verdad es que cuando le da la gana, sale, se emborracha, y se acuesta con otros hombres, o mujeres, luego para colmo viene, y me lo cuenta todo, en detalles.
Cosa que yo no hago nunca cuando le soy infiel con otros hombres y dejó que me den por el culo salvajemente
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