DEGENERE ROAD – Capítulo 3: La Horda de los Perversos
Delincuentes extremos planean violencia.
Alejandro entró en la oscura habitación del sótano del Gang Bang Bar. Había dejado como prueba de buena actitud las carteras de tres hombres y las llaves de sus respectivas casas con sus correspondientes direcciones. Sabía que a esas familias no podía pasarles nada bueno. La Horda de los perversos era un grupo de hombres extremadamente sádicos que se dedicaba a robar, violar y mutilar a sus víctimas en orgías de violencia gratuita. No les importaba tanto el botín como la experiencia, y rara vez admitían nuevos miembros. Eran como una secta pero sin fe, ni moral, ni promesas de una vida mejor tras la muerte.
Sentados a la mesa estaban dos de sus miembros.
Roger, un culturista masivo de tan sólo 1,50 metros de altura pero con una polla que le pasaba el medio muslo, y Atanasije, un gigante serbio casi deforme de impresionantes manos, con venas muy marcadas por todo el cuerpo, enormes músculos bien marcados de forma natural, pelo por todo el pecho, barriga, espalda, brazos y piernas, y un estrabismo en el ojo izquierdo.
Los dos lucían sin pudor las heridas de golpes anteriores en sus duras caras sin afeitar.
Siguiendo las órdenes que previamente le habían marcado, Alejandro se despojó de su ropa, tomó la botella que le ofrecían y a duras penas consiguió beber todo el contenido. Los dos miembros de la Horda le miraban inmutables.
Sus ojos se empezaron a nublar y un tremendo retortijón le sacudió con dureza. Alejandro apretó los dientes y aguantó. Debía permanecer inmutable hasta que finalizase la reunión.
Roger: Sabemos bastante de ti y de tu amigo, hemos decidido darte una oportunidad, pero tienes que demostrar tu valía.
Alejandro (sudando): Estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario, quiero vivir vuestra vida.
Roger: ¿Tienes algo interesante que ofrecernos? A Atanasije le gusta bastante la mujer de tu hermano.
Alejandro: Había pensado en … (traga saliva) … algo mejor.
Roger: ¿Alguien de tu familia más directa?
Alejandro: No… (cierra con fuerza los ojos y los vuelve a abrir) …lo cierto es que había pensado otra cosa.
El gesto de los dos anfitriones se volvió aún más duro, Alejandro no parecía estar a la altura de sus expectativas.
Alejandro (conteniendo retortijones): Tranquilos… os propongo algo bueno …. (ceja derecha empieza a vibrar descontroladamente) … no quiero dejar atrás a mi amigo Izan … os he hablado de él… (traga saliva) …sólo es pasivo, pero no tiene en la cabeza otra cosa que no sea el vicio.
Roger: Sabemos bastantes cosas de tu amigo Izan, nuestro oráculo nos ha avisado del potencial de ese chico.
Alejandro (empieza a tener unas enormes ganas de mearse): No quiere a nadie de su familia … (las dos cejas vibran descontroladamente) …le da igual de todo … (traga saliva) …vive con su padre y su hermana.
Roger: Continúa.
Alejandro: Mañana el novio de su hermana va a ir con sus hijos que son gemelos a casa de Izan … (traga saliva) … cuatro hombres para nosotros … (aprieta con fuerza los ojos y vuelve a abrirlos) … y su hermana que está muy buena.
Roger: Me parece bien. Mañana nos llevarás a casa de tu amigo. Espera que nos pongamos en contacto contigo. Esta reunión ha terminado, recoge tus cosas y lárgate.
Alejandro agarró su ropa, y sin ponérsela salió corriendo por la puerta de emergencia del sótano. Los retortijones parecían puñaladas en su enorme barriga, le goteaba la polla casi incapaz de contener las ganas de mear, sus pelotas rebotaban contra los muslos a cada zancada, hasta que al fin, alejado al fondo del callejón, paró casi sin alentó. Ya no podía más, dejó caer la ropa al suelo y empezó a cagar y a mear de golpe, sin ningún tipo de control.
Cuando terminó se sintió aliviado.
Mientras tanto en el sótano del Gang Bang Bar el pequeño culturista y el gigante serbio no se habían movido.
Roger: Izan tiene que ser de los nuestros, ya has oído al oráculo, parece que todo va a ir más rápido de lo que creíamos, este pobre infeliz no sospecha nada.
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Te amo, hermano!