Departamento de separado
y ahí en el pequeño hall de mi sucucho me arrodillé y la tragué saboreando suavemente la cabeza roja y caliente, empezó a manosearme con fuerza, entonces me levanté y desnudándome sólo un poco caminé tres pasos para llevarlo a la cama.
Hombres y mujeres aparecieron en mi vida casi como por arte de magia, las mujeres me duraban un mes, yo no quería más que eso, a veces no más de una cita o un polvo, pero los hombres eran muy de paso, cada cita con ellos era momentánea a pesar que se repitiera; lo que sí se incrementó fue mi deseo por el uso de ropa femenina, en el término de un año llegué a tener más ropa de mujer que de hombre, usaba vedetinas, tangas y bombachas de forma diaria y muchas veces me animaba a un corpiño también; conjuntos y todo aquello que resalte mi figura lo deseaba tener y lo ponía como objetivo, debo aclarar que estaba bastante flaco, me depilaba casi todo el cuerpo y soy alto. Desde aquella vez he tenido varios ajuares en mi ropero, cada tanto pongo la ropa en una bolsa y decido que nunca más volveré a usar, donando toda la que tengo….pero siempre vuelvo y mejorado. Me he maquillado y usado pelucas varias veces, algunas a pedido de algún hombre, pero no me gusto y por eso no lo hago normalmente, pero salir a trabajar con ropa interior femenina es cotidiano para mí. Alguien me dijo una vez que le gustaba cuando me disfrazaba de mujer y yo fui claro: “-No me disfrazo, ni quiero ser mujer, sólo me gusta usar ropa femenina”
Esta definición fue de a poco moldeando mi personalidad y eso hizo que las relaciones vayan siendo más duraderas. Pero esa historia es para más adelante.
Estuve 7 años con el psicoanálisis y me ayudó muchísimo a ser yo, a no volverme loco con mi personalidad bisexual casi gay, digo yo. Mi vida o mejor dicho, mi mente y mi alma se iban serenando y aprendiendo a vivir conmigo mismo.
Fue así que me animé a salir a caminar de forma sensual por el barrio, nadie me conocía, era nuevo en él y no me preocupaba que me vieran. La primera noche me puse un conjunto de corpiño y tanga, unas calzas bien ajustadas y una remera escotada, no usaba peluca, no me maquillaba, ni me hacía nada especial, sólo era un hombre que se vestía con ropa femenina y caminaba por la calle a la una de la mañana; en el pasillo por el que llegaba al sucucho había 3 departamentos más, el que daba a la calle habitado por una señora mayor muy amable, luego venía el mío, el de un hombre que vivía solo de unos 45 años y una señora que vivía con su hija, yo tendría unos 10 mts hasta llegar a la puerta que daba a la calle y reconozco que si bien me gustaba salir, me daba cierto pudor cruzarme con alguien directamente de los que vivían ahí, pero llegaba a la puerta y abrirla para salir a caminar me excitaba en sí mismo, fui hasta la esquina y volví, hice el recorrido hasta la otra esquina y volví, me animé a ir un poco más allá y al cabo de unas 20 minutos me di la vuelta manzana, volví a casa y me acosté feliz de mis nuevos primeros pasos, al otro día me levanté muy temprano ya como a las 7,30 de la mañana me puse a tomar sol con una tanga solamente. Fueron pasando los días y mis salidas nocturnas eran frecuentes, me crucé con dos o tres personas, pero sin que pase nada, solo me veían; pero un día al volver, alguien había en la esquina que parecía que me esperaba, yo solo pasé y nos saludamos, vi que me siguió entonces frené y le dije:
– ¿Cómo estás?
-Bien, está linda la noche para pasear
-Así es. Vos vivís en la otra cuadra, ¿no? Pregunté más directamente
-Sí, con mi mamá
-¿Y qué hacés ahora?
-Nada, buscaba algo para entretenerme, no podía dormir.
– ¿Querés venir a casa? Propuse algo nervioso, aunque ya sabía quién era.
-Dale me gustaría, respondió
Y empecé a caminar con él por detrás, en cinco minutos estábamos pasando la puerta del pasillo y sentí como me tocaba la cola, por lo que caminé más lento para excitarlo un poco; ni bien ingresamos a mi departamento me di vuelta y el ya tenía la pija afuera, dura, y ahí en el pequeño hall de mi sucucho me arrodillé y la tragué saboreando suavemente la cabeza roja y caliente, empezó a manosearme con fuerza, entonces me levanté y desnudándome sólo un poco caminé tres pasos para llevarlo a la cama, donde le saqué el pantalón y sus calzones para dejar ante mi vista una linda poronga y excelentes huevos que llevé a mi boca mientras lo masturbaba muy suavemente, sus manos prendidas a mi corpiño masajeaban las tetitas y el rogaba que me deje coger, me puse en 4 sobre la cama, me sacó la tanga y sentí su fuerte penetración hasta el fondo, con violencia erótica, empecé a mover el culo casi como una puta y sentí sus manos afirmarse a mis caderas, obviamente no tardó mucho en llenarme de leche, cuando la sacó aún chorreaba y poniéndola entre mis labios la limpié.
-Sos increíble, me encantó. Dijo
-Gracias, cuando quieras podés volver
-Voy a venir seguido, estás mejor que mi novia.
Lo hizo, pero no tan seguido, creo que en el año que estuve en el sucucho lo habré visto 3 veces, pero sí se encargó de desparramar por el barrio que yo me vestía de mujer y salía por las noches a caminar. Con esta modalidad me levanté 2 tipos más, un chico de unos 25 años que me llevó a su casa y mi vecino del departamento de al lado, que al verme una mañana tomando sol con la tanga se puso a charlar y por la noche luego de cenar vino de visita no recuerdo con qué excusa y al verme en un camisolín muy sexy terminamos en mi cama para una mamada bastante larga; pero no tardó en invitarme a su casa y pasar la noche juntos, la primera vez me cogió hasta quedarnos dormidos, pero luego los roles fueron interactuando y era meterla uno al otro. La circulación de hombres en aquel lugar no fue menos de 5 por semana, a veces dos en la misma tarde, aunque siempre en diferentes horarios, mi vida homosexual se liberó, nunca dejé de tener sexo con mujeres (me encanta hacerlo) pero reconozco que hacerlo con ellos es algo a lo que no le di pausa jamás en mi vida desde el momento de mi separación.
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