Desde bien joven he sido un masoquista gay.
Un tipo que es masoquista, disfruta el tener sexo con otros hombres, cuando es obligado a hacerlo, supuestamente en contra de su voluntad. .
Algo que debo reconocer, es que, desde mi temprana juventud, he sido un masoquista empedernido.
Disfruto el ser humillado, maltratado y vejado a tal grado que, en numerosas ocasiones, he quedado en situaciones extremadamente comprometidas.
Hace algún mucho tiempo atrás, cuando era bien jovencito, yo lo disfrutaba muchísimo más al ser regañado, y en ocasiones hasta castigado físicamente, por masturbarme.
Pero cuando comencé hacerme la paja fuera de casa, en los escondites en los que jugaba con mis amigos, algunos de ellos, al descubrirme haciéndome una sabrosa paja, en consecuencia, se burlaban de mí.
Pero la cosa más rara del mundo, o por lo menos para mí lo era, es que sentía un mayor placer, igual o superior a que cuando jugando a la lucha libre con mis amigos, ellos me vencían, ya fuera al someterme con una llave, o quedar del todo indefenso, bajo su peso.
No fue hasta que todos fuimos creciendo un poco más que, en cierta ocasión, pasando el fin de semana, tres de mis amigos y yo, solos en la casa de campo de los padres de uno de ellos.
Como ni televisión había en ese lugar, esa noche estuvimos bebiendo de todo un poco, mezclando en ocasiones ginebra y cerveza, ron con huisqui, o tequila, aparte de que uno de.
A pesar de lo borracho que me encontraba, noté en la mirada de mis tres amigos, su intención de aprovecharse de mí, además me di cuenta que entre los tres se intercambiaron secretos.
Lo que al principio me asustó mucho, pero al mismo tiempo, algo que no me lo podía explicar a mí mismo, me emocionaba y excitaba bastante.
Los tres se habían puesto de acuerdo, y me invitaron a jugar a la lucha libre, y de momento que me sujetan, y prácticamente arrancándome toda la ropa, hasta dejarme del todo desnudo.
Lo que sin demostrárselos me calentó bastante, me amenazaron en ese mismo momento, con llevarme en la camioneta a la fuerza y dejarme abandonado tal y como me encontraba, en el barrio más malo de un cercano pueblo.
Sumisamente acepté hacer todo lo que ellos me ordenasen, ese fin de semana, en medio de mi borrachera, me obligaron no tan solo a que me comportase o actuase como si fuera una mujer, sino que la gracia para ellos era que lo hiciera como si yo fuera una esclava.
Esa noche entre los tres se cansaron de romperme el culo las veces que quisieron, y no conforme con ello, me obligaron a mamar sus vergas y tragarme todo su semen, hasta que ya ninguno de los tres pudo soltar una sola gota más de leche.
Hasta esa noche, nunca me había sucedido algo semejante, y desde luego tampoco me habían dado por el culo, y mucho menos puesto a mamar.
Pero como dice un viejo dicho, la ocasión la pintan calva, creo que eso significa, que cuando algo se te presenta, te debes aprovechar.
Y eso hicieron ellos tres, por lo que después que les dije que sí, sin consideración alguna, me obligaron a que continuase bebiendo, lo que hizo que yo agarrase una borrachera tremenda.
Una vez así todo desnudo como me tenían, fue que comenzaron a jugar y divertirse a costa de mi persona.
Al principio el que era hijo de los dueños de la casa, sacó de quien sabe dónde un montón de ropa de mujer, incluyendo pantis sostén y hasta pantimedias.
La que bajo la amenaza de llegar a golpearme me obligaron a que me fuera midiendo varias de esas prendas hasta que finalmente escogieron la que a su juicio me quedaba mejor.
Después ellos comenzaron a darme sencillas caricias sobre mis nalgas, a las que a pesar de mi borrachera en un principio me opuse, lo que los excitó más todavía.
Con la amenaza de que si no hacía o repetía lo que él decía, me entrarían a golpe entre los tres, por lo que yo continué haciendo y diciendo todo aquello que me ordenaban, a pesar del estado en que me encontraba.
Hasta el mismo momento en que me ordenaron que pusiera en cuatro patas, con mi culo bien abierto.
Aunque les pedí casi llorando, que no siguieran con ese juego, me di cuenta que lejos de que desistiesen, eso los excitaba más y más.
Lo que a su vez producía en mí un oscuro placer al verme siendo sometido y obligado a actuar en contra de mi voluntad.
Cuando uno de ellos prácticamente arrancándome las pantimedias que me habían puesto, comenzó a pasar su erecta verga por entre la raja de mis nalgas, le pedí casi a gritos que se detuvieran, diciéndole a los tres, que yo no era ninguna puta, ni maricón, que era su amigo.
Pero a la vez disfrutando profundamente de lo que me estaba sucediendo, y sabiendo que mientras más les rogase que no me hicieran daño, más cruelmente se comportarían conmigo.
Comencé a sentir, como la verga de mi amigo se abría paso dentro de mi culo, el dolor fue tremendo, hasta las lágrimas se me saltaron, a medida que él continuó clavándome profundamente todo su miembro, sin consideración alguna, lo que yo sin expresarlo de forma alguna disfrutaba intensamente.
No bien mi amigo terminó de meter toda su verga, que se detuvo por unos instantes yo sentí como ese raro placer, imposible de describir, continuaba creciendo dentro de todo mí ser.
Los escuche decirme durante todo el tiempo, “Puta, perra, mueve ese culo, maricón te agrada que te lo metan, mira como llora la nena, te voy a seguir violando hasta cánsame perra.”
Sabía de sobra lo que ellos me estaban sodomizando e insultando a gusto y gana, pero al mismo tiempo, yo lejos de sentirme mal, el placer de sentir esa dolorosa verga partiendo mi culo y el sin fin de insultos que me decían, me hacían que disfrutase más en esos instantes, era algo increíble.
No bien todavía mi culo se había acostumbrado, a tener esa verga dentro, cuando uno de ellos, me agarró por el cabello, y levantándome la cara, me dijo. “Ahora ponte a mamar mi verga.”
Al principio, me negué y casi de inmediato él comenzó a cachetear mi rostro con su propia verga, hasta que, dándome un fuerte coscorrón, me dijo. “Acostúmbrate a que eres nuestra puta, así que abre la boca o te vas arrepentir.”
Sus palabras me sonaron bastante amenazantes, y el golpe que me dio en la cabeza, me hizo ver claramente que no estaba jugando.
Por lo que, aunque le di la impresión de que no quería hacer lo que me estaba obligando hacer, finalmente abrí la boca, rápidamente él me introdujo por completo su verga casi hasta mi garganta.
Pero aun y así me dediqué a mamársela, hasta que de repente, sentí que casi me ahogaba con su semen.
Durante el resto de la noche, mis tres amigos, hicieron conmigo de todo lo que les dio la gana, me maquillaron, me hicieron volverme a cambiarme de ropa.
Hasta que en la mañana del día siguiente me desperté, con todo mi cuerpo adolorido, oliendo a sexo, sudor y orines, por lo que me imaginé que ya una vez que me quedé completamente dormido alguno de ellos se orinó sobre mí.
Durante un buen tiempo siguieron haciendo conmigo lo que les daba la gana, pero de manera individual, en ocasiones más de uno de ellos tres, me ordenaba que me pusiera ropa o prendas femeninas.
Mientras sin consideración alguna me clavaban sus vergas, ignorando ellos que mientras ellos se complacían en ocasiones siendo medio sádicos, yo por mi parte y muy íntimamente disfrutaba intensamente, pero sin demostrárselo.
Ya una vez que entré a estudiar a la universidad, me encontré con un profesor, que al parecer nada más de verme le debí caer muy mal, ya que desde el principio no perdía la oportunidad de hacerme quedar en ridículo frente al resto de la clase, lo que él ignoraba es que lo adoraba por eso.
Siempre me daba las peores calificaciones, hasta que un día decidí hablar con él, Diciéndole que, si no mejoraba mis notas, perdería la beca, lo que en realidad no era cierto.
Pero el profesor al escucharme decir eso, le brillaron los ojos como a mis amigos, y cuando le dije, casi rogándole, que yo haría lo que me ordenase, rápidamente me dijo, que lo viera en su casa, al caer la noche.
Pensé tontamente que me daría algún trabajo extra o algo así por el estilo, pero apenas toqué la puerta me ordenó entrar, diciéndome. “Desnúdate de inmediato.”
Cuando pregunté qué para qué, me sonó tremenda cachetada, diciéndome. “O haces lo que te ordenó sin oponer la menor resistencia, o da por perdida la beca, que tanto te interesa.”
Así que, sin oponerme, comencé a desnudarme mientras que él, me comenzó a burlarse de mí, hasta que ya no me quedó nada de ropa encima.
Ya una vez completamente desnudo, me ordenó que me tirase al piso, y actuase como un perro, y así lo hice.
Casi de inmediato me puso una correa al cuello, para luego tomar asiento en un gran sofá que tenía en su sala.
Después me ordeno que gateando llegase donde él, y apenas estuve a sus pies, tras quitarse los zapatos, me ordenó que lamiera sus pies.
Por un instante dudé en hacerlo, y casi de inmediato recibí un ardiente correazo contra mi espalda y nalgas.
Por lo que para que no se repitiese el castigo, me puse a lamer sus pies, incluso hasta me chupé sus dedos por orden del.
El profesor no era precisamente un Adonis, por lo menos debía tener unos cincuenta y tantos años, y como uno diez o doce kilos de sobre peso.
Yo seguía lamiendo sus pies, cuando tirando de la correa que me había puesto al cuello, sacando su verga del pantalón, me ordenó que se la mamase.
No me tenía consideración alguna, y un día que me ordenó ir a su casa, apenas llegué como de costumbre me desnudé y esperé recostado sumisamente en el piso a que me dijera que hacer.
Así que cuando me ordenó que me pusiera en cuatro patas, para penetrase, no bien me lo había comenzado a meter, que quizás por la misma excitación o por miedo, mientras él me penetraba me vine de inmediato.
Eso lo puso bien bravo conmigo, y descargó toda su furia contra mis nalgas, dejándomelas prácticamente en carne viva de los muchos correazos que me dio.
Lo que sin que él lo sospechase me hizo tremendamente feliz al escuchar sus insultos y como me reclamaba el que yo me hubiera venido.
En más de una ocasión me introdujo, su gruesa verga por mi culo, al tiempo que no dejaba de llamarme maricón.
Pero una vez que me gradué, dejé de ir a su casa, ya que mi trabajo me lo impedía al ser bastante retirado.
Pero eso no me impidió el que yo siguiera disfrutando de mi tan particular gusto, solamente me adapto a las circunstancias que se me van presentando.
Hubo un tiempo que en mis amistades y familiares decían, que yo tenía sangre dulce para ser asaltado, ya que, en más de una ocasión, eso me había sucedido.
Los delincuentes no se conformaban con robarme el auto, además también me robaban toda la ropa que llevaba puesta, quedándome completamente desnudo ante ellos.
Por lo que a medida que me iba quitando la ropa, dándoles la espalda y mostrándoles mis nalgas, comenzaba a pedirles una y otra vez que no me fueran hacer daño, que no me fueran a dar por el culo.
Por lo que en varias ocasiones que me robaron el auto y la ropa, no tan solo me sodomizaron, sino que me obligaron a mamar sus vergas, para luego dejarme completamente desnudo, con mi culo al aire, en un cruce de carretera.
Como se habrán dado cuenta, no soy el típico tipo que busca, quien lo mantenga sometido, no, eso me produce placer, bueno si lo puedo disfrutar y mucho, pero no es lo mío realmente.
Siempre procuró generar una situación en la que aparentemente o por lo menos antes sus ojos, me encuentro totalmente desvalido, y sin que se den cuenta, propicio el que abusen de mí.
Como me sucedió en una ocasión en que por tercera vez me robaron al auto, y tras sodomizarme y abusar de mí, como les dio gusto y gana, los ladrones me abandonaron en una carretera, a muy altas horas de la noche.
Cuando caminaba desnudo, de regreso a la ciudad, una pareja de ancianos, al verme así se detuvieron y cuando les comenté que me habían asaltado, me permitieron subirme en la parte trasera de su camioneta, para luego dejarme frente a un cuartel de policía.
El policía que se encontraba de reten, haciendo guardia, al verme entrar, desnudo, caminando con el culo abierto, y chorreando semen por mis muslos, de inmediato me preguntó si me habían asaltado, a lo que respondí que sí.
De inmediato me condujo a un baño, diciéndome que él era el único policía en el cuartel, ya que sus dos compañeros se encontraban prestando vigilancia a un cadáver hasta que llegue el fiscal y la funeraria para llevárselo, y eso con suerte, será en unas cinco horas.
Mientras tanto, me pude comenzar a asear, y expulsar lo que me habían dejado dentro de mi culo, para continuar dándome una buena ducha, pero sin darme cuenta de que el policía durante todo el tiempo que me estuve bañando, no retiró sus ojos de mis paradas nalguitas.
No fue hasta que me preguntó que me había pasado, que me vine a dar cuenta de que no apartaba sus ojos de mis nalgas.
En ese momento al tiempo que comencé a pasar la barra de jabón entre mis nalgas, le di la espalda, y mostrándole mis nalgas, comencé a explicarle que me detuve a orinar en la carretera cuando unos tipos, los que no sé de dónde salieron, a los que no pude ver, me asaltaron, a punta de pistola, me robaron el auto, quitándome toda ropa, dejándome completamente desnudo.
También le dije que los asaltantes que fueron tres, no conforme con todo eso, cuando yo pensé que me iban a golpear, de lo asustado que me encontraba, llorando les pedí que no me hicieran daño.
Cuando uno de ellos, me agarró las nalgas diciéndome. “Ponte en cuatro, para que te comamos el culo, ¿O prefieres que te caigamos a patadas entre los tres?”
Sin dejar de pasarme el jabón por entre mis nalgas, y hasta un poco más adentro, le dije con cierto tono de picardía, al joven oficial de la policía. “Como se habrá dado cuenta, no me cayeron a patadas, pero si, entre los tres le cayeron a verga a mi culo, y hasta a mi boca, ya que también me pusieron a mamar, sus vergas.”
Mientras el policía se agarraba la verga por encima de la tela del pantalón, me preguntó. “¿Y cómo fue eso de que se puso en cuatro?”
Yo haciéndome el tonto, apenas pude y con aun todo mi culo bien enjabonado, a medida que iba hablando, fui haciendo lo que le decía. “Señor policía, ponerse en cuatro es cuando a uno lo obligan a que se arrodille, separe las piernas, levante las nalgas, y apoyando las manos contra el piso, uno baja el pecho hasta casi tocar el piso.”
En ese instante mi enjabonado y abierto culo apuntaba hacía él, casi de inmediato sentí sus manos agarrándome las caderas, y en un abrir y cerrar de ojos, sentí como su parada verga, atravesaba mi culo.
Lo único que se me ocurrió decirle, al mismo tiempo que comencé a mover mis caderas, fue. “Así mismo me lo hicieron ellos.”
Yo sentía como aquella larga y gruesa verga del policía, continuó entrando y saliendo de mi abierto culito, mientras que yo no dejaba de gemir de placer, y de mover mis nalgas, el joven policía no paraba una y otra vez de empujarme toda su estaca.
No conforme con eso, después de venirse completamente dentro de mí, me puso también a mamar su verga, al tiempo que yo me hacía una tremenda paja.
Luego que terminamos, me volví a bañar, y después de secarme él me entregó una manta para cubrirme, y haciéndome el pendejo, le dije. “No creo que deba contarle todo a sus compañeros cuando vuelvan, ¿verdad?”
A lo que él me respondió que no que solo les contara lo que me hicieron los asaltantes, cuando llegaron los otros policías, aparte de que me yo actuando como si me encontrara sumamente avergonzado por lo que me había sucedido, así hice.
Posteriormente me llevaron al dispensario médico, donde un doctor después de entrevistarme, me examinó, y dictaminó que me habían sodomizado.
Los policías me llevaron a mi casa, me entregaron un papel con el número de caso, diciéndome que el fiscal se comunicaría conmigo cuando tuvieran alguna pista de los delincuentes, si mi auto apareció, pero todo quemado, y el seguro me lo pagó.
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