Desde ese día salgo a mariconear un poco para liberar el estrés.
El dueño de una boutique, comenzó a sentir algo de estrés, por lo que despues de visitar a su esposa en la clinica, decide irse a beber algo, conoce a un extranjero que lo invita a una fiesta, en la cual lo confunden con un maricón y él se deja hacer de todo para bajar el estrés. .
Desde ese día salgo a mariconear un poco para liberar el estrés.
Mi esposa y yo somos los propietarios de varias boutiques, pero ella por no querer delegar, o por no pagar una administradora.
Se hizo cargo personalmente de la más grande, lo que eventualmente le produjo un ataque al corazón por el exceso de trabajo, y de estrés.
Yo, aunque soy diseñador, llevo trabajando el mismo tiempo que ella, no quise que me sucediera lo mismo que a mi esposa.
Ya que apenas comencé a ser víctima del estrés, y como para colmo de males, no tenía donde ni con quien desahogarme.
Así que un viernes, cuando comenzaba a anochecer, y después de visitar a mi esposa en la clínica, decidí irme a pasear cerca de una de nuestras tiendas por la zona turística, luego entré en un pub, y me tomé algo, con la idea de posteriormente marcharme a casa.
Pero la verdad es que comencé a beber, y de ese pub fui a otro, y luego a otro ya que había escuchado que tenía un buen ambiente.
Ya con unas cuantas copas de más, pensando en irme a casa a penas me tomase un último trago.
Estando en la barra, se me acercó un elegante hombre mayor alto, moreno, muy simpático, y varonil que comenzó a sacarme conversación.
Después de un rato me dijo, que él y varios de sus socios, iban a tener una fiesta, y que gustosamente me invitaba.
Yo no sé en qué diablos estaba yo pensando, que, sin conocerlo, me acuerdo de que sonriendo le dije que si aceptaba su invitación.
La cosa es que, en el camino, creo que me preguntó cuánto, y yo como no sabía de qué me hablaba, lo único que se me ocurrió decirle fue. “Que ni idea tenía.”
Así que apenas llegamos a la habitación, me encontré en compañía de varios hombres extranjeros muy mayores.
Yo si me di cuenta de que era el único que estaba bastante bebido, y de que dichos socios eran demasiado confianzudos.
Ya que apenas sin conocerlos, comencé a sentir sus manos agarrándome por todas partes en especial por las nalgas.
Fue cuando les pregunté que se habían pensado ellos que yo era, uno de ellos, sonriendo me dijo. “Si quieres, como somos seis, te pagamos el doble, y algo más.”
Yo me quedé entre confundido, e indignado, ya que, aunque no me lo dijeron, yo no tenía ni la menor idea, del porque ellos pensaban evidentemente que yo era un maricón.
Es cierto que soy algo delgado de estatura promedio, de cabello abundante, y reconozco que mis modales y manera de comportarme son algo afeminados.
Pensé sacarlos de su error, y retirarme, cuando nada más de pensar lo que ellos podrían hacer conmigo, me momento me detuve justo antes de dirigirme a la puerta.
Lo cierto es que desde mucho antes de que mi esposa cayera en la clínica, no teníamos sexo, y desde luego después de la operación tampoco.
Pero aparte de eso, en ese instante mi loca mente comenzó a divagar, imaginándome todo lo que todos ellos me podían hacer, si me quedaba en la habitación.
Fue cuando la gruesa voz de uno de esos hombres me preguntó. “¿Qué me pasaba?” Sonriendo, y dándome la vuelta les dije al tiempo que me dejé caer sobre un sofá, diciéndoles. “Es que me siento algo mareado, pero ya se me pasa.”
Así que los dejé que continuasen acariciando, y agarrándome por todas partes, al tiempo que algunos de ellos me fueron quitando toda mi ropa, hasta dejarme completamente desnudo en medio de todos ellos, que permanecían vestidos.
De momento, sentí una gruesa mano sobre uno de mis hombros, obligándome a que me agachase, rodeado todos ellos.
En ese instante vino a mi memoria las veces que algunos de mis compañeros de diseño, tras darme de beber fácilmente me convencían de que me dejase dar por el culo.
De eso a que me pusieran a mamar no pasó mucho tiempo, la verdad es que me dejé llevar por el gusto de sentirme deseado, no por uno sino por esos cinco o seis extranjeros.
Pero algo de lo que más disfruté fue el sentir como una de sus enormes vergas penetraba mi culo, por lo que casi hasta lloró, pero de alegría.
Sentí sus bocas chupando mis planos pechos y pequeños pezones, sus manos acariciando todo mi cuerpo.
El placer que todos ellos a la vez me proporcionaban, era algo que jamás yo me hubiera llegado a imaginar.
Así que mientras ya fuera que tuviera enterrada una de esas enormes vergas dentro de mi culo, o mi boca, con mis manos masturbaba a algunos de ellos, por lo que podía sentir lo fibroso de su miembro entre mis dedos.
El evidente contraste de nuestras pieles también fue algo que me embelesó, viendo como aquellas enormes vergas, entraban, y salían de mi sonrosadas nalgas y hasta de mi boca, en la mayoría de las ocasiones a un mismo tiempo.
Yo la verdad es que movía mis caderas, lo más que pude, el sentir algunas de sus manos apretando mis testículos y mi verga hizo que en más de una ocasión hasta eyaculase del placer.
Y algo que yo jamás pensé que podría llegar a disfrutar, fue del fuerte aroma de sus cuerpos.
Del raro sabor, entre dulce y salado, de su semen dentro de mi boca, en fin, el olor de su solo sudor me volvió loco de placer.
Así que, en la madrugada, cuando en lugar de quedarme a dormir, tomé mi ropa, y me vestí, y el tipo que me llevó hasta la habitación, aparte de lo mucho que lo disfruté todo, me entregó una buena cantidad de billetes.
Yo no pensaba aceptarla, la verdad es esa, pero me momento me puse a pensar, que un verdadero maricón no haría eso.
Por suerte los agarré los metí en mi cartera, y al llegar a la calle, de inmediato detuve a un taxi que me llevó hasta donde yo había dejado mi auto.
De momento me preguntó, cuanto yo cobraba, como yo en realidad tenía ganas de sentir otra buena verga, ya fuera dentro de mi culo, o mi boca le dije. “Dime si no tuviera dinero para pagarte, ¿cómo podríamos arreglárnoslas?”
Él deteniendo el auto, y volteándose hacia mí me dijo, con una sádica sonrisa. “Mi amigo, podemos buscar un lugar donde detener el auto, y después de que me dejes darte los dos golpes, quedaríamos a mano. ¿Conoces algún sitio por aquí que sea seguro?”
Yo le indiqué que metiera en taxi en la entrada del estacionamiento, casualmente es donde están nuestra tienda, que como ya era bien tarde, permanecería cerrado.
Así que mientras él se pasó para el asiento trasero, yo me quité toda mi ropa, incluso hasta mis interiores y medias.
Sin pérdida de tiempo, me dediqué a mamar su tremenda verga, hasta que él me pidió que me colocase en cuatro patas sobre el asiento trasero.
Al principio comencé a sentir como su verga, penetrando bruscamente mi culo, pero de momento comenzó a ir penetrando, mí ya abierto culo.
La verdad es que, a pesar de lo incomodo del lugar, lo disfruté, y bastante, ya que el tipo ese, a medida que no paraba de meter y sacar toda su verga de entre mis nalgas.
Al poco rato me agarró la verga con sus grandes manos, apretándomela con fuerza, hasta que yo, disfruté de una salvaje eyaculación, para finalmente dejarme todo mi culo y mis nalgas, llenas de su leche.
Luego me bajé, y tras dirigirme a una llave de agua, comencé a lavarme frente a sus ojos, luego me puse mi ropa, y tras despedirme de él salí caminando moviendo mis caderas, en dirección a la calle.
No regresé al estacionamiento hasta que estuve bien seguro de que el taxista ya se había marchado.
Fue cuando me di cuenta de que había dejado mis interiores dentro de su taxi, desde esa fecha, y después de que mi esposa fue dada de alta del hospital, ocasionalmente cuando me siento extremadamente estresado, salgo a mariconear un poco para liberar el estrés.
Claro que sin que mi esposa se enteré, además como ella aún debe guardar reposo y no puede hacer nada, hasta que su doctor le de permiso, yo sigo haciéndome cargo de nuestros negocios, y liberando todo mi estrés de esa forma y manera de cuando en cuando.
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