Desvirgué a Diego sin que se diera cuenta
Es un relato real. Me dedico a desflorar hombres heterosexuales. Desvirgué a mi amigo Diego, un hetero de ojos hermosos.
Desvirgué a Diego sin que se diera cuenta
Diego es un amigo con ojos hermosos color miel, hetero a más no poder, voz y gestos masculinos, porte tosco de un albañil, y es precisamente a lo que se dedica.
Ha sido mi compa desde hace mucho, pero ignora que fantaseo con él y piensa que también me gustan las mujeres. Me consta que el nunca tendría nada con otro hombre. Nuestras pláticas siempre terminan siendo de chicas guapas y cosas así. Yo no me considero guapo pero tengo mi pegue, soy también masculino y no se me nota nada fuera de lo común.
Un viernes por la tarde, tuvo que pasar a visitarme, tenía una cita médica en la ciudad y tenía que quedarse varios días hospedado en mi departamento. Olvidé decir que el vive como a cuatro horas en un pueblo llamado Azoyú.
En un principio no pensé en nada especial, pero al verlo supe que tenía que coger su muy bien formado culito virgen. Así que lo lleve a su habitación, le dije que se bañara y se relajara mientras preparaba la cena y después no tomábamos algo para «conbeber».
Encargué pizza y abrí unas botellas de vino. Secretamente coloque unas gotas de clonazepam en su copa, suficientes para que pudiera ceder a mi fantasía. Bajó al poco rato en un short holgado y una playera blanca tipo polo. En la sala pequeña con vista al mar, encendí la televisión y puse música grupera como la que le gusta, y empezamos a comer. El no notó nada raro en su bebida.
Después de hora y media y acabarnos dos botellas (en realidad yo casi no bebí, solo disimulaba sin que lo notara), Diego empezó a hablar mucho y con cierta lentitud, como un borracho muy pasado de copas. Le sugerí que nos fuéramos a descansar, pero el se negó, quería seguir tomando. Yo acepté y en cuanto se distrajo, le puse una pastilla de viagra ligeramente molida en su copa. Al poco tiempo noté que tenía calor y un bulto de tamaño nada despreciable se asomaba en short a pesar de ser muy holgado. Hice como si no me diera cuenta y fui a la cocina a dejar los sobrantes y trastes de la comida. Intencionalmente me tardé casi 15 minutos esperando que todo hiciera efecto.
Al regresar Diego estaba tendido en el sillón con una erección bestial. Lo llamé por su nombre y entre sueños despertaba y se volvía a dormir. Así que bajé su short y tomé su verga de unos 18 o 20 cm, realmente me sorprendió su tamaño y su grosor, además de estar prieta y venuda. Se la empecé a chupetear y lamer con mucha pasión, después de un rato contrario a mis previsiones, entre sueños y consciente trato de quitar mi boca de su pene con un golpe, pero como no tenía fuerza lo ignoré y seguí subsionando su palo. Diego luchaba por separarse pero yo más me pegaba hasta que sentí su leche invadir mi garganta hasta la campanilla casi ahogándome.
Después de eso, Diego se relajó y se quedó quieto. Esperé unos minutos y empecé a escuchar sus ronquidos. Poco a poco empecé a desvestirlo, primero la playera, luego el short y por último el bóxer. Lo contemplé un buen rato y saqué algunas fotos, su cuerpo era muy hermoso para un hombre de 27 años. Su pene se había puesto flácido después de la deslechada. Fui a mi cuarto por un lubricante especial para alguien que experimentará por primera vez la penetración anal, creo que eso ya lo dice todo. Mi dedo empezó a acariciar su amigo lentamente y con cuidado, después de un rato lo introduje lentamente hasta llegar al fondo, después dos dedos repitiendo el mismo patrón. Luego de un rato, su culito ya estaba listo para recibir verga. Así que levanté sus dos piernas, las puse en mis hombros y puse mi pequeña cabeza en su pequeño hoyo. Me detuve un momento, quería recordar esto en mi memoria: «el día que me cogí a mi amigo Diego». Fui empujando lentamente, cada vez más profundo, lo sacaba y lubricaba y volvía a meterlo, su recto se iba amoldando a mi fierro y ¡por fin!, entraron los 23 cm hasta el fondo sin un solo quejido de parte de Diego. Estuve adentro un rato en el que su culo se acostumbraba y después empezó el bombeo: lento y después rápido. Fue después de la tercera embestida cuando Diego se comenzó a quejarse, sus jadeos me excitaban más y más. Su culito ya era uno con mi pito, se comía como si fuera un bebé hambriento. Noté en eso que la verga de Diego se empalmaba nuevamente, así se la empecé a jalar mientras mis huevos hacían el sonido de cloc cloc con sus bellas y torneadas nalgas. Lo increíble es que después de un rato soltó una gran cantidad de semen que llegó hasta la cara y eso que acaba de exprimirlo con mi boca.
Ya era casi media hora en que Diego tenía mi pija adentro sin darle descanso. Para ser su primera vez creo que ha quedado más que satisfecho ese culito de macho hetero. Me salí de él para experimentar con otras cosas y tomar fotos de su ano abierto. Fui a mi cuarto y traje un consolador superrealista de 25 cm y grosor de 7 cm, muy moderno, textura natural y se mete y saca solo con presionar un botón. Realmente es muy grande, y creo que esto le dejará el culito aún más ancho. Así que procedí a lubricar y grabar todo el espectáculo. Lo moví del sillón de tal manera que quedará boca abajo y sus piernas fuera del sillón, con su culo al descubierto. Introduce la gran cabeza de látex, casi lo doble que el mía, y note como Diego daba espasmo, realmente le dolía. Sin duda que si no fuera por el somnífero y el alcohol quizás gritaría. La saqué y al ver su culito tan rojo, decidí meter mi lengua un ratito, realmente era glorioso conquistar un lugar prohibido donde nadie ha pasado antes. Después de chupar ese culito, volví a lubricar, ahora con exceso para continuar con mi juego. Fui introduciendo el dildo gigante poco a poco sin ser brusco, sacaba y lubricaba y volvía a meter hasta que por fin le entró todo. Pulse el botón y empezó el espectáculo: Diego intentaba retorcerse y liberarse de su suplicio. Su pene se puso erecto nuevamente y al poco tiempo lo vi eyacular muchísimo semen por tercera vez. Lamí y tragué cada gota a pesar de haber ensuciado mi sillón. Dejé que el consolador trabajará por unos 20 minutos, quería asegurarme de que ya no fuera el mismo nunca más. Cuando lo detuve, decidí darle la última estocada preñando a mi amigo. Lo cogí sin piedad con todas mis fuerzas. Él ya no se resistía, mi pene comparado con el dildo era un simple dulcecito. Mientras lo poseía tomé el dildo gigante y se lo metí en la boca, encendí el botón y me excito ver como mamaba a su propio verdugo.
Había pasado más de una hora en que Dieguito había dejado de ser virgen por detrás, este macho que se había echado a muchas mujeres, hoy es poseído por un hombre con deseos muy torcidos. Mis penetraciones eran cada vez más rápidas hasta que ya no pude más y aventé chorros de semen en su intestino.
Me senté un rato, pues estaba cansado. Lo miré, seguía inconsciente. Pocos minutos después lo vestí y con mucho esfuerzo logré que caminara a su cuarto. Todo había concluido, la violación de Diego se consumó. Obviamente borré toda evidencia y me dispuse a dormir.
A la mañana siguiente Diego se levantó tarde, hicimos bromas sobre la borrachera de anoche y me dijo que le había dado como diarrea qué quizás le había caído mal la pizza y le di pepto bismol. Diego se quedó 3 noches más, y su diarrea siguió apareciendo cada mañana :).
Me encanta. Para eso están los amigos.