Dicen que borracho no vale, cuando dejas que te coman el culo…
Un tipo se da cuenta de que cuando se emborracha, inexorablemente termina dejando que le coman el culo, al principio trata de negar que eso sea cierto, pero poco a poco se va acostumbrando a que eso pase, por lo que entiende que debe dejar de beber, pero eventualmente se da cuenta que es él..
Dicen que borracho no vale, cuando dejas que te coman el culo…
Realmente no sé por dónde comenzar, ya que cuando descubrí que el beber en exceso me afectaba, por un buen tiempo dejé de beber.
Cada vez que bebía, terminaba dejando que más de uno de mis acompañantes me dieran por el culo, y hasta me pusieran a mamar sus vergas sin que yo les ofreciera la más mínima resistencia.
Aunque el siguiente día, me despertaba sintiéndome de lo peor por dejar que me pasara todo eso, me decía a mí mismo que yo no era maricón, que todo era a consecuencia de beber ron sin control, por lo que temporalmente dejaba de beber.
Cuando comencé a salir de noche, y a beber con alguno de mis amigos, comencé a tener problemas con la bebida.
Ya que una vez que comenzaba a beber, no terminaba, hasta perder el sentido, y no es que mis amigos esperasen a que yo me quedara dormido, para comerme el culo.
Ya que no les hacía falta esperar, a medida que yo continuaba bebiendo, me iba poniendo atrevido, sin vergüenza alguna les trataba de agarrar sus miembros por encima de su pantalón, o si estaba más borracho, era yo quien me bajaba los pantalones, y les mostraba mis nalgas, y no me quedaba tranquilo hasta que alguno de ellos, me clavase su verga o me pusiera a mamar.
Claro que al siguiente día yo decía no acordarme de nada de lo sucedido, y cuando alguno me decía lo que habíamos hecho, hasta me ponía a pelear.
Negando en todo momento que eso fuera cierto, y que de haber pasado fue que se aprovecharon de que yo había perdido el sentido por lo borracho que estaba, además decía que estando borracho no vale, que por eso uno no era maricón.
Para no tener más problema, deje de beber, por lo menos con mis amigos, me las arreglaba para ir a algún otro lugar a beber, y aunque lo hice a manera de experimento, pensando que, si me encontraba solo, no bebería tanto.
Pero como decía mi abuela, pero peor fue el remedio que la enfermedad, ya que la primera vez que me emborraché estando solo, fui a un retirado y pequeño bar en las afueras de la ciudad.
Comencé a beber y a poner canciones en la Rockola, al poco rato invité unos cuantos tragos, y finalmente, en lugar de dejar que uno me diera por el culo, terminé dejando que tres o cuatro completos desconocidos, me dieran por el culo, y me pusieran a mamar.
Eso después de que cerraron las puertas del negocio, cuando me puse apostar, a que si perdía me quitaba toda la ropa, y desde luego que perdí.
Esa noche por lo visto hasta al dueño o encargado del bar le mame la verga, mientras que otros tres tipos me daban salvajemente por el culo.
Claro que, al siguiente día, me despertaba con ese fuerte complejo de culpa, negando a mí mismo ser el responsable de que todo eso pasara.
Y así como en esa ocasión, me pasó en un sin número de veces en innumerables ocasiones.
Pero con el tiempo nuevamente trataba de no salir a beber, en ocasiones hasta podía estar tres meses, sin tomar una sola gota de alcohol.
Pero eventualmente volvía a salir, y tras darme unos cuantos tragos, terminaba dándole el culo a quien me lo pidiera.
Eso sin contar el feo espectáculo que montaba, en una ocasión hasta me puse a llorar, diciendo que nadie me comprendía, hasta que apareció un tipo y me dijo que lo acompañase.
Yo lo acompañe, terminamos en lo que yo pensé era su casa, que después resultó ser un hogar para pacientes mentales, en el que después de que él me invitase unos cuantos tragos.
Fácilmente me convenció no tan solo que me vistiera de mujer, sino que actuase como una, cosa que hasta esos momentos jamás había hecho, y en medio de mi borrachera, lo hice de lo más contento.
Esa noche o mejor dicho durante esa madrugada, perdí la cuenta del número de pacientes mentales que me dieron por el culo, y me pusieron a mamar su verga.
Todos ellos eran pacientes mentales, retardados, locos, en fin, cuando me desperté, tenía un liguero, y un sostén puesto, toda mi cara pintoreteada con maquillaje, y mi culo bien adolorido.
Cuando hablé con el tipo que me llevó a ese lugar, me dijo que yo mismo le había ofrecido mis servicios.
Lo que realmente creo que no paso, pero con el cuento de que yo no me acordaba de lo que había pasado, me tuve que quedar callado, y tras darme un baño y vestirme, me fui para mi casa.
La cosa es que, en ocasiones posteriores, estando bien borracho, regresaba a ese mismo lugar, y no hacía falta que me dijeran nada, me desvestía, me ponía las prendas de mujer, y tras darme otro buen trago, bajo la supervisión del encargado, iba visitando uno a uno a todos los pacientes en ese hogar.
Ya había llegado a un punto, en que bueno y sano, me cuestionaba como era posible que llegase a caer tan bajo.
Para colmo, en una clase de la universidad, un profesor estuvo hablando de los efectos del alcohol en el cerebro.
Yo quería hacer una pregunta, sobre cómo algunos tipos cuando beben hacen cosas que buenos y sanos jamás harían, pero por miedo que pensaran que eso me pasaba a mí, me quedé callado.
Pero una compañera de clase hizo más o menos la misma pregunta, en su respuesta el profesor, puso el dedo en la llaga, diciendo hay hombres, y desde luego mujeres, que cuando beben, dicen que pierden la cabeza que hacen cosas que después no se acuerdan de haberlas hecho.
Como los que después de que se emborrachan, les da por querer que les sodomicen, en otras palabras, para quienes no entiendan, eso significa que le den por el culo.
Yo me quedé frio, esperando su respuesta, y el profe continuó diciendo, nada de eso sucedería si en el fondo realmente ese tipo no disfrutase de eso.
El que, estando borracho, mantiene relaciones homosexuales, eventualmente es muy probable que lo haga bueno y sano, la diferencia es que, al beber su nivel de inhibición, se reduce drásticamente, lo que le permita actuar como realmente quiere.
Sus palabras me dejaron sumamente confundido, yo como que ya había aceptado que beber, me hacía daño, por las consecuencias de terminar dejando que cualquier hombre me diera por el culo, ponerme a mamar y hasta vestirme de mujer.
Pero eso de que, en el fondo, era algo que yo desear hacer o que me hicieran, no lo quería aceptar, ya que aceptar eso significaba que yo era maricón, y pensaba yo que no lo era, que todo era consecuencia de la bebida.
Dejé de beber, y en lugar de eso me puse hacer ejercicios, estando en el gimnasio al que acudía, comencé a hacer amistad con un hombre mayor que yo, que desde un principio entablamos buena amistad.
Una noche al terminar de hacer nuestra rutina, él me invitó a su casa, para mostrarme una máquina que recién y había adquirido, durante el trayecto, fuimos charlando de cosas sin importancia.
Pero al llegar a su casa, mientras me mostraba la máquina, me dijo que se había dado cuenta de la manera que yo lo miraba, en especial cuando fijaba mi vista entre sus piernas.
Aunque al principio no lo quise reconocer, finalmente acepté que era cierto, que no podía dejar de mirar su miembro aun por encima de la tela de su ropa, y hasta finalmente, me sinceré con él, al contarle todas las cosas que me habían sucedido cuando me emborrachaba.
Él tomó asiento a mi lado, mientras me hablaba, lenta y suavemente me fue poniendo sus manos encima, cuando sentí una de sus manos en mi nuca, sin mucho esfuerzo de su parte, yo dejé que mis labios se uniesen a los suyos.
En cosa de pocos minutos ambos, nos besábamos y acariciábamos intensamente, y al poco rato yo mismo me había quitado toda la ropa y quedado por completo desnudo entre sus brazos.
Él continúo besándome y acariciando por todas partes, y sobre el sofá de su sala, yo me recosté boca abajo, y separando mis piernas, esperé deseoso a que me comenzara a penetrar.
Sus dedos comenzaron a hacer la delicia en mi esfínter, y a los pocos segundos, cuando él se quitó la ropa, me llevé una agradable sorpresa, al comparar su erecto y gran miembro con el mío, que a simple vista resultaba ser bastante más pequeño y delgado que el de mi amante.
Cuando comencé a sentir su grueso y caliente glande que me penetraba, me di cuenta de que, en mi vida estando consiente como lo estaba en esos momentos, no había disfrutado de algo semejante, aparte de la sensación de paz y seguridad que me daba el estar entre los brazos de mi amante.
A medida que su miembro me fue penetrando divinamente, yo comencé a mover mis caderas, y a gemir mientras que con mi aflautada voz le pedía que me diera más y más duro, el placer que mi amante me provocaba era increíble, mientras que él continuaba sin cansancio enterrándome toda su gruesa verga.
Ya era algo innegable, me encantaba lo que me estaba haciendo, así estuvimos durante largo rato, cambiamos de posición, quedando yo recostado boca arriba sobre su sofá.
Mientras él me sujetaba por los tobillos y manteniendo mis piernas bien separadas, sin problema alguno, me volvía a enterrar toda su verga, pero esta vez ante mis ojos.
Hoy en día ocasionalmente de manera voluntaria me visto de mujer para él, y mantenemos relaciones, y hasta disfruto intensamente el mamar su verga.
He dejado de beber, o mejor dicho de emborracharme, ahora bueno y sano, cuando se me presenta la oportunidad, he mantenido encuentro con otros hombres, y aunque no lo crean también me he acostado con una que otra mujer.
Pero para serles franco, sigo prefiriendo un macho sobre mis espaldas, que una hembra bajo mi cuerpo.
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