Diego y Elías: historias del dotado bombero y el mejor petero, rumbo a la mayor perversión de sus vidas (capitulo 3).
En este tercer capítulo de la saga (se sugiere leer las anteriores) contamos las últimas proezas de Diego y Elías antes de coincidir para dar rienda suelta al mayor placer de sus vidas. .
No importa el que momento que sea, a lo largo y ancho de la tierra, la certeza de que habrá gente disfrutando del sexo es total y absoluta, como en este momento, en que dos danzas con cinco cuerpos entregados al deseo carnal del placer, se destacan a fines de continuar la tercera entrega de esta candente y morbosa saga.
«Mmm, mmm, mmm», «ay papi si, que ricoooo», «ay, ay, ay, ay siiiii», salían sin parar, acompañados del sonido correspondiente al golpeteo de los testículos que impactaban en las nalgas de María, quien por enésima vez se sometía, en posición de cuatro / perrito, a las estocadas de Diego, que con toda su adrenalina enterraba su mazo hasta bien adentro suyo; un bombero de profesión pero macho empotrador de pasión; se encontraba ahí dándole laburo a su glande, rematando en su conchita preferida la calentura que le provocó una minita la noche anterior, que no se dejó coger y a causa de ello, María, en ese momento estaba a pocos minutos de recibir una nueva ración, especial y acumulada de leche bien caliente. Su cabello se zarandeaba al compás de la cogida, junto con el resto de su cuerpo, sin poder hacer nada más que recibir pija una y otra vez, para el disfrute y deleite de esta calentona adolescente.
Por otra parte, en otro escenario, aunque en simultáneo, retumbaban unos sonoros gemidos como «glup, glup, glup, ah, ah, ah», junto con arcadas, muchas babas e inevitables lágrimas, que eran el inevitable producto del intenso «fuck face» o «deep throat / garganta profunda» al que era sometido nuestro petero y sumiso Elías, siendo en esta oportunidad los proveedores de poronga dos ardientes, machos, juveniles y dotados amigos de la zona, quienes hartos de escuchar las hazañas del petero con su garganta, decidieron vía privado del instagram, darle trabajo a sus penes con un delicioso sexo por la garganta…ahi también restaba solo unos minutos antes del estallido seminal a beneficio del putito… «Ufff como la aguanta este putito…en breve se viene tu leche mi reinita», «Como la chupa, se nota que le encanta la pija a esta zorrita» iban intercambiando opiniones ambos machos, mientras daban de comer a experta petera, que agradecía a la vida por tener siempre deliciosas porongas a las cuales exprimir…
En la otra escena, nuevamente los gemidos de María se convertían en un arma de doble filo para el dotado bombero, ya que al sobreexcitarlo, también acortaba sus tiempos de aguante; Diego reconocía no poder evitar rendirse a los exquisitos gemidos de María, sonidos de una mujer hecha a la medida de su placer, que disfrutaba cada momento de aquel soberano garrote insertado en su canal vaginal. Y ya sin nada que hacer, Diego anunciaba con sus propios gemidos la inminente largada: tiró en la cama a su perrita y, cargando todo su peso sobre las espaldas de la empleada, redobló la intensidad del bombeo, a tal punto que los gemidos de ella se transformaron, por unos momentos, en sonoros gritos de dolor… esta escena de sometimiento brutal hizo que Diego disociara la realidad por unos momentos, recordando aquel sexo no consentido, de los que más disfrutó en la vida, al que sometió años atrás (quizá presionado por el desafío de machos con sus cuates del taller) a una vecinita suya de tan solo 12 años de edad, en esa misma posición, recordando el llanto de la niña, sus ojos bien abiertos y aterrorizados por las dimensiones de su poronga, luego sus desesperados pedidos para que pare, con intensos alaridos de dolor; así, «Sí, bebé, gritá, gemí, gritá lo que quieras porque para esto naciste, para ser una putita desde hoy» fue lo más suave que le dijo el bombero, en aquel acto pecaminoso e ilegal, en la que hizo trizas el himen y destrozó la vagina de una princesita de 12 añitos e hizo rebosar de abundante leche sus paredes vaginales; la víctima, quien poco y nada pudo hacer para evitar que sus lágrimas se derramen en sus mejillas y el semen en su recién estrenada conchita, tuvo que resignarse a guardar el secreto, tras las duras amenazas del semental, quien, no contento esa vez en robarle por delante la virginidad, la sometió dos veces más, sin ninguna culpa y cada acto con mayor fuerza y duración, hasta recordó, en ese breve pero eterno instante, el momento en que satisfecho se colocó y prendió el botón de su jeans, mirando orgulloso su leche brotar de la conchita de la nena violada, que llorando en la cama fue hecha mujer contra su voluntad. Regresando al contexto inmediato…sin parar con las penetraciones, una vez más procedió a llenar la cavidad vaginal de su empleada y ya putita preferida, quien bien cogida disfrutó, más allá de ciertos placenteros dolores, hasta tres descargas en su interior, durante toda la candente noche.
Y regresando a la escena que tiene a Elías como protagonista… seguía disfrutando de los embates que su punto G, instalado en su garganta, recibía por parte no de una, sino de dos largas y gruesas pijas, que se turnaban con la única misión de descargar toda su furia en el conducto laríngeo del pasi-petero, que se fue desarrollando en momentos como cuando los dos, sentados en la cabecera del gran sofá, guiaban la intensa felación con sus brazos y manos empujando la cabeza del putito: uno agarrando su cabello y el otro la nuca, golpeando la cara con la pija, pasándola por los labios, cutis y penetrandolo intensamente, poniéndolo boca arriba acostado en el sofá, con Elías disfrutando chupar las pijas y los huevos. Por más de media hora, en resumidas cuentas estos cuates hicieron lo que quisieron con su boca, laringe, garganta, labios, mejillas y nariz hasta que, presos de la excitación y el delirio; casi al mismo tiempo, ambos socios le dispararon espesa y abundante leche al más petero de los peteros: el mayor descargó 7 trallazos en el fondo de su garganta y el menor un tiro menos, pero suficientes para bañar toda la carita de putita, hasta quedarse ambos bien secos, con el receptor bebiendo leche y sus facciones empavonadas de chele. Luego del primer tiro, los recién mamados se dieron un descanso para luego, confiados en sus dotes y en el buen sabor de sus miembros, tantear darle por el culito a Elías quien, con un poco de suerte y mucha fortaleza, supo negarse a habilitar su «tesorito» y, con la habilidad bucal que lo caracteriza, hizo que ambos heterocuriosos se retiraran felices y deslechados, tras repetir una vez más las intensas descargas, esta vez todas en su tragona boquita. Parte de la faena que acaba de recibir Elías le hizo recordar deliciosos momentos de su pasado, por una parte la vez que mamó (forzadamente) la primera vez y, sobre todo, aquella vez que con apenas 9 añitos recién cumplidos, con su pinta delicada y amanerada, recibió pija por parte de su primo Joel, que con 17 años (y teniendo como gasolina la explosión de hormonas propias de la adolescencia) le cogió por la boca toda una lluviosa tarde (que calienta a todo hombre) una y otra vez, hasta eyacularle en tres buenísimos tiros: en el primero, le puso a mamar de rodillas en el piso, con el sentado al borde de la cama, guiando con sus manos en su nuca y agarrando sus cabellos hasta darle muchísima leche en su garganta; en el segundo le tocó a Elías estar acostado en la cama boca arriba al borde y, al insaciable primo, estar parado viendo asombrado su glande sobresalir en la garganta del primito, encantado de al fin poder pajearse con una deliciosa boca y admirar el aguante de su primo, que resistía super bien las arcadas, gozando con todo, lamiendo cada tanto la poronga con una auténtica cara de chupapija, dibujando muecas de gozo que pico después, fue bien decorada con abundante semen que impactó por toda su cara.
Y el recuerdo de aquella tarde acabó con el vaivén de los 17 cm del pendejo, quien estaba en proceso de su tercera eyaculación a beneficio del primito menor, quien boca abajo succionaba sin parar la venosa, que bien erecta gozada con el macho sentado, que dominaba aquella garganta que ya iba siendo leyenda, mediante el bombeo impulsada por sus piernas bien abiertas, flexionadas y con la espalda apoyada en la estribera disfrutando, combinando intensos movimientos suyos y en otros dejando que el nenito Elías tenga la iniciativa… «Chupá, sí, sí, chupame así que rico dale metela toda en la boquita así, así, que rico, seguí seguí»; hablándole sucio, Joel alternaba golpeteos de su pija en su boca, sus labios, le hacía chuparle los huevos, el tronco, le empujaba la pija hasta casi asfixiarle…»como te gusta la pija a vos, te voy a hacer tragar siempre que quiera, entendiste?»…y minutos después, entre fuertes gemidos masculinos, le largó en su boca y le obligó a que le mostrara su semen y tapándole la boca, le hizo tragar completita, aunque no había necesidad de forzar a que lo trague, ya que Elías era todo un adicto al esperma, a su cortísima edad, porque desde la primera vez quedó fascinado por el sabor y porque con el tiempo aprendió que a todo macho le encanta ver cómo tragan su leche, hasta la última gota.
Y así, entre conchitas de todo tipo y gargantas aguantadoras; entre pijas de todo sabor y tamaño, Diego y Elías pasaban sus días, sin aún cruzar sus caminos pavimentados de sus más lujuriosos deseos. Aunque no deberían quejarse, sentían un pequeño vacío: por mucha leche que uno daba y el otro recibía, ambos sentían que les faltaba algo…y ese algo era el poder encontrar ese alguien lo suficientemente pervertido y lujurioso, que para Diego significaba un petero que disfrute de cumplir con su garganta, el listado de morbosidades que construyó en su vida, que lo haga tan bien , que lo caliente tanto hasta que lo motive a cogerlo (o mejor dicho reventarle) por primera vez el culito de un homosexual; en el caso de Elías, era encontrar una pija tan deliciosa, tan morbosa y lechera, que pudiera revientarle una y otra vez la garganta, tanto hasta el punto en que lo invite a dar lo que nunca daba: su culito; que ese orificio pueda recibir tanto o incluso más placer que en su garganta…
Pero, para suerte de nuestros calientes protagonistas, el destino estaba por sonreírles de una buena vez, como se narrará en el siguente relato…
eres un crack, me sacaste mucha leche brother…
Henry, de corazón gracias por tu comentario. La verdad ya no planeaba hacer la cuarta parte hasta que leí este mensaje, me pongo a escribir para sacarte la mayor cantidad de leche posible jeje o al menos hacer el intento