DOMINADO
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por dulces.placeres.
DOMINADO
Alguna vez escucharon hablar de dominación femenina? Yo tampoco había escuchado hasta que ella llegó a mi vida, con ustedes, mi historia…
Me llamo Bernardo, tengo cuarenta y cinco, soy un tipo simple, reconozco que soy un tanto débil de carácter y bastante desprolijo con mi vida.
No tuve muchas mujeres en mi vida, a los veintiséis formé pareja con una chica del barrio con la que conocíamos desde la infancia, tuvimos dos hijos, pero pasados los años empezaron los problemas, problemas que nunca supimos enfrentar y que fueron dañando la relación, en algún punto decidimos seguir cada cual por su camino.
Hoy nos cruzamos de tanto en tanto, quedamos como buenos amigos, nos une nuestra herencia, Pablo y Roxana, hoy, dos hermosos adolescentes.
Paola sería mi segunda mujer, era algo mayor que yo y lo que en principio parecía el cielo, en poco tiempo se transformaría en infierno, yo trabajo en la calle y conozco demasiadas mujeres, pero es parte de mi vida y los celos de Paola se hicieron enfermizos, y celos sin motivos, porque soy un caballero, pero ella me revisaba todo, dudaba de todo, y veía en cada mujer una amenaza.
Por un lado la comprendía, porque venía de dos experiencias anteriores donde la destrozaron los cuernos, pero yo no era de esos…
Como fuera, me hartó con sus planteos y fui yo quien dio por terminada la situación.
Siete años atrás estaba bien con mi soledad, trabajaba, veía a mis hijos cada tanto y tenía tiempo para visitar a mi madre que había enviudado hacía ya unos años.
Fue cuando Bruna apareció en mi vida, había ido a una consulta médica de rutina y ella era una de las recepcionistas del centro médico.
Tuvimos unos cruces de palabras de rutina pero nada fuera de lo habitual, más que unas miradas.
A la semana me llamó por teléfono para que pasara a retirar los estudios médicos, y nuevamente nos cruzamos, y una cosa llevó a la otra y después de dos años nos mudamos bajo el mismo techo.
Bruna es un tanto gordita, picarona y de sonrisa contagiosa, es joven para mí, le llevo diez años, siempre digo que encontré la horma de mi zapato, siempre fui muy desprolijo con el dinero, vivía endeudado gastando más de lo que ingresaba, las tarjetas siempre en rojo y sacaba un crédito para saldar otro crédito.
Y ella me puso en regla, férrea como pocas, empezó a llevar adelante la economía familiar, a tomar las decisiones, esto sí, esto no, acá se gasta, acá no, y siendo honesto me sentí cómodo en mi posición, es sabido que en toda pareja uno lleva las riendas y el otro acompaña, y como dice mi madre, ‘Bruna lleva los pantalones’.
Y no sé si tendrá algo que ver o solo es casualidad, pero como en la vida diaria, encontré a una mujer bastante dominante en la cama, de tomar decisiones, nada que ver con Paola ni con Jimena, mi primera mujer, quienes eran tradicionales y me dejaban a mí decidir, que, como, donde y cuando.
Después de un sexo bastante tradicional, una noche empezaron los cambios, ella estaba leyendo un libro de contenido sexual que evidentemente le dieron ideas y me pidió experimentar conmigo, quiso que fuera su ‘conejillo de indias’.
Ya en la cama, ambos completamente desnudos, paso unas correas por mis muñecas y me sujetó fuertemente al espaldar de la cama y luego mis tobillos al otro extremo, a media luz trajo una vela enorme encendida, yo la miraba resignado, atado, inmóvil, esperando su jugada, ella entonces probó dejarme caer unas gotas de cera caliente y al sentir ese hermoso ardor en mi piel supe que ya no tendría retorno…
Bruna jugó todo lo que quiso, dejando rastros de cera en mi piel, mi verga estaba dura como nunca y estallé en un terrible orgasmo, producto del placer de la excitación, ella se masturbó a mi lado y terminamos cogiendo como locos…
Ese fue el principio, y si bien eran situaciones especiales, porque habitualmente teníamos un sexo más tradicional, en verdad ambos esperábamos y necesitábamos estos juegos, cuando ella me ataba y quedaba a su merced me podía embravecido, como un toro enjaulado y los juegos poco a poco fueron cambiando, probando nuevas cosas, Bruna se encargaba de todo, para mí todo eran sorpresas y me gustaba que me sorprendiera, un día fueron esposas, otra vez un pequeño látigo con el que me castigaba, y hasta compró un traje de cuero con el que cumplía su rol dominante.
Tomó la maldita costumbre de torturar mi pija, teniéndola tiesa, apretada entre sus dedos, acariciando apenas mi glande, podía estar siglos haciéndolo sin inmutarse, me dejaba acabar cuando solo llegaba al límite de mis posibilidades, ella miraba y se reía, con sus ojos fijos en mi glande, escupiendo litros y litros de leche, la tortura era eterna y el placer de acabar infinito…
Y Bruna no decía, Bruna hacía, Bruna no consultaba, Bruna decidía, ella se sentía muy cómoda en ese rol de hacer todo a su manera, sus decisiones en la vida diaria se prolongaban a la cama, donde era ama y señora y yo hacía lo que quisiera que haga…
Tiempo después mi cuerpo evidenciaba los castigos, latigazos, ataduras, mis pezones vivían adoloridos por tantos pellizcos, ella me exigía que me depilara por completo, en especial mi intimidad, y era todo como una maldita droga, más teníamos más queríamos…
Y llegó el día del juguete, Bruna me ató a la cama como solía hacerlo, disfrutó golpearme, mi verga dura era evidencia de mi placer, tenía unos altos tacos, empezó a pisarme, literalmente, la suela fría aplastaba mi pija y mis bolas contra mi cuerpo, cerraba los puños en infinito placer.
En un momento me dejó solo retirándose de la habitación, cuando volvió, para mi sorpresa tenía una enorme verga de juguete entre sus piernas, se acercó a mi lado mientras untaba el juguete con lubricante, levantó mis piernas con el sadismo pintado en su rostro, empezó a empujar en mi esfínter, empezó a doler, y con el dolor el placer, maldita…
Minutos más tarde Bruna me sodomizaba, esa larga y ancha verga entrando y saliendo de mi culo, me hacía gritar, mi pija permanecía rígida y sentía un raro placer, me sentía acabar en cada embate, pero no acababa…
Podríamos haber estado todo el día así, ella nunca se cansaba… pero la leche terminó al fin saltando de mi interior…
Se hizo una puta y hermosa costumbre, mi esposa rompiéndome el culo, y mi culo destrozado, con el tiempo mi esfínter estaba tan dilatado que parecía un puto cualquiera, pero mi placer solo se resumía a una situación de completa y sumisa entrega…
Para todos éramos una pareja normal, común y corriente, vecinos, conocidos, amigos, incluso para mis hijos quienes nunca llegaron a imaginar nuestra perversa sexualidad…
Llegaron unas enormes bolas chinas, normalmente hubieran sido para ella, pero en nuestro caso eran para mí, mi esposa me las metía una a una en el trasero y me obligaba a pasar varias horas así, hasta me dejaba atado mientras ella hacía sus cosas…
Una cosa llevaba a otra, y jugaba con miles de combinaciones…
Hace ya unos meses fue mi cumpleaños, nos reunimos el sábado en familia, recibiría varios obsequios, de parte de ella una hermosa camisa, pero terminados los festejos, solo en nuestra intimidad, ella apareció con una nueva sorpresa, quería algo solo para nosotros.
El envase contenía algo que yo había visto en algunos videos, pero en ese momento se hacía realidad, un cinturón de castidad para penes!
Fue ella misma que quien encarceló a mi miembro y a mis testículos, cerró el candado y guardó la llave, la excitación intentaba hacer parar mi verga, pero la prisión en la que estaba cautiva lo imposibilitaba…
Fuimos a dormir y al amanecer Bruna me llevó al comedor, desnudo como su esclavo, tenía ganas incontenibles de orinar y me obligó a hacerlo ahí, en ese lugar, y otra vez a sodomizarme, empezó a culearme sin piedad con el falo de juguete, no pude resistirlo, y aun prisionera, aún sin erección mi verga empezó a largar semen, una locura, imposible de resistir…
Ese domingo me mantuvo enjaulado todo el día, y cada vez que necesitaba orinar debía hacerlo sentado, como una mujer y ella gozaba con ello…
Y nada parecía ser suficiente, usando nafta para apagar el fuego…
Hace un mes me comentó que había conocido a un tipo, creo que por internet, y que gustaba de estos juegos, pero que él era un tanto como ella, gustaba ser ‘amo’ y se habían hecho bastante confidentes, incluso le había dado nuevas ideas…
No tardó en darme pruebas…
Al día siguiente, luego de torturarme un rato enfundada en cuero, me hizo recostar y vino sobre mí, arrodillada y con sus piernas abiertas, sobre mi rostro, apretando su jugosa concha contra mi boca, obligándome a lamerla y refregándose contra mis labios.
Esto era una práctica habitual, solo que esta vez, tomó su celular y llamó al tipo en cuestión, poniendo el altavoz para que yo escuchara.
Bruna le dijo que la excitara para masturbarse y el tipo mordió el anzuelo, empezó a enloquecerla, con una voz ronca y suave, a decirle que la comería toda, que le lamería las tetas y que le haría chupara la verga, que se la metería por la concha y por el culo, que la llenaría de leche, mi esposa se perdía en las palabras y realmente se masturbaba con la situación, apretando su clítoris contra mi boca y le contestaba siguiendo el juego, le decía que lo deseaba adentro, por todos sus agujeros, lamerle la verga, su hermosa verga, él le decía que quería sentirla gemir, todo fue en aumento hasta que ella no pudo más y dejando caer el móvil a un costado se acabó en mi boca.
Esa tarde no acabé, mi pija estaba enjaulada, pero había vivido el placer de mi esposa como si fuera propio…
Días después volvió a hacerlo, solo que esta vez fue honesta con él, le dijo que el ‘esclavo de su esposo’ estaba chupándole la argolla y escuchando todo lo que hablaban, por lo que necesitaba que la excitara en un trío de esclavitud, el tipo entonces dijo algunas cosas más o menos así
– Le contaste a tu esposo lo que me dices? Lo que te gustaría coger conmigo? le mostraste las fotos que te envié? Tu sabes bebé… muéstrale mi verga, a ver qué opina, si tu no exageras cuando dices que soy un burro y que lo triplico en tamaño…
Bruna solo gozaba y admito que yo también lo hacía, el hilvanaba palabra tras palabra…
– Te está lamiendo la concha? qué bueno… que estás imaginando? Que me chupas la pija y tragas toda mi leche? como sueles decirme… le dijiste que tarde o temprano te cogeré? Dile que lo empiece a asumir desde ahora…
El ‘low battery’ del móvil terminó de repente con la conversación, mi esposa entonces me dio una mamada como hacía tiempo no me daba…
Así siguieron las rutinas, penetraciones, látigos, ataduras, velas, cuero, bolas chinas, el extraño del teléfono y todo en nuestra más absoluta intimidad…
Ayer dimos un nuevo paso, al atardecer Bruna me pidió que me depilara, apenas tenía vellos de una semana, pero me quería bien lampiño, le hice caso, es mi ama, no debo contradecirla, luego me pidió que me desnudara, trajo mi cinturón de castidad y enjauló a mi pájaro, dejando la llave a un costado, me hizo sentar en un amplio sillón, tomó un fibrón indeleble y sobre mi pubis, donde estaban los vellos escribió ‘SLAVE’, me dejó por unos minutos, quedé solo, desnudo y prisionero.
Volvió luego casi desnuda, con una sonrisa en los labios me tomó de la quijada y me dijo
– Te tengo preparada una sorpresa…
La intriga me invadió, no había prótesis entres sus piernas, ni látigos, ni correas, ni bolas chinas.
Solo fue a la heladera por un refresco, se apoyó en el borde de la mesa y empezó a saborearlo con su mirada fija en la mía, y yo no debía mantenerle la mirada, así que me perdí en su silueta, también noté que estaba completamente depilada y ahí me quedé, inmóvil, mientras la aguja del segundero del reloj de pared giraba en círculos sin parar…
El timbre de la puerta rompió el inquietante silencio, no entendía nada, seguí a mi esposa con la mirada hasta que cruzó la puerta y la perdí de vista, pronto la escuche dialogar con alguien, una voz masculina que en algún punto se me hacía familiar, recorrí personajes en mi mente hasta dar con él, el tipo del celular! el tipo con el que ella se masturbaba!
Pronto vinieron a mi encuentro, el tipo era un moreno, bastante grande y musculoso, un tanto rapado y con barba tupida, Bruna tomó la palabra y dijo
– Mi amor, te presento a mi amigo, Andrés, Andrés, mi esposo, mi esclavo
El tipo me tendió la mano derecha y me dijo
– Encantado de conocerte, hoy será el día, hoy probaré a tu esposa, te lo había advertido, no?
Ellos rieron y ella preguntó
– Trajiste lo que te pedí?
– Si! – contestó secamente alcanzándole un paquete que tenía bajo el brazo
Ella lo abrió, había un collar con una correa y ante mi pasividad lo ajustó a mi cuello
– Ahora serás mi perrito, y quiero ver como disfrutas mientras le dan placer a tu ama…
En ese momento estaba fuera de mí, me sentía enloquecido, deseoso, y necesitaba averiguar cómo seguiría la historia adivinando que ellos ya tendrían todo planificado, la situación de verla gozar con otro me devoraba el alma, y nuevamente esa imposible erección en de mi pija enjaulada solo me hacía hervir la sangre.
Bruna se sentó a mi lado en el sillón, como lo hacíamos para ver televisión, solo que el tipo se quedó parado a su lado, ante mi mirada, sin dudarlo ella bajó el cierre del pantalón, metió la mano y buscó en la profundidad, entonces sacó la pija de nuestro amigo que colgaba amenazante y lucía enorme
– Dios mío! – dijo ella – es perfecta!
Sus ojos estaban llenos de placer, la pija del tipo este sí que era grande, un enorme y negro morcillón cuya pesada cabeza miraba al piso, ella empezó a masturbarla tomándola entre sus manos, suavemente, corriendo un largo prepucio que parecía no tener fin, estaba perdida, admirándola, era tan larga y gorda que parecía que nunca tendría una erección completa, entonces me miró y sentenció
– Es perfecta! No te parece?
No dije nada, solo deseaba en mi perversa sumisión que una vez por todas se la chupara, y empezó a hacerlo, bien cerca de mi rostro, en primer plano, metiéndola lo más profundo que podía, recorriéndola de punta a punta, comiéndole el glande, solo escuchaba los chasquidos de la lamida y su respiración excitada, deseaba masturbarme, pero no podía hacerlo…
Después de una buena chupada, Bruna giró hacia mi lado, me tomó con fuerzas por la correa de mi collar y me arrastró hacia su lado, solo para darme un terrible y profundo beso de lengua, metiéndola hasta mi garganta, volvió entonces a chuparle la pija y volvió a mi boca, y a su pija, y a mi boca, cada vez más profundo, cada vez más continuo, cada vez más caliente, acercándome más y más a la verga de nuestro amigo, pensé que me obligaría a chupársela, estaba tan cerca que con solo estirar mi lengua hubiera llegado a ella, pero Bruna solo quería besarme, darme besos con sabor a él…
Y esto no duraría mucho tiempo, Andrés pareció no resistirlo, y comenzó a masturbarse y noté como empezaba a llenarle la boca de leche a mi esposa, su entrecejo fruncido y su boca apretada en el glande, sus cachetes hincándose y un placer inocultable…
Al fin la soltó abriendo la boca aun agitada, para poder tomar aire, con un brillo particular, se abalanzó sobre mí para darme un último beso mortal, un beso diferente, con un amargor diferente, con los restos de saliva aun mezclados con semen…
Mi pija contenida empezó a correar, un orgasmo incontenible, un nuevo paso en mi absoluta sumisión…
Y ya es tarde Bruna hace tiempo que se quedó dormida, estoy terminando de narrarles esta parte de mi vida, no pasó más que esa mamada espectacular, Andrés se fue, pero me dejó la promesa que mañana domingo vendría y me mostraría como le iba a enterrar ese monstruo, primero en la concha, luego en el culo…
Y deseo el momento, por ahora, solo intentaré dormir un poco…
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