Dulces recuerdos Parte 5
Continúan los juegos entre Chuyito y yo.
Sí, tío…¿Con qué quiere que lo desleche? ¿Con esto, (abriendo su boca y metiendo en ella uno de sus deditos) o con esto? (Parando su colita y moviéndose un poco)
Así termina la cuarta parte, donde fuimos sorprendidos por un vaquero que pidió un oral de Chuyito a cambio de su silencio.
Una disculpa por no continuar esta serie de relatos. Estuve un poco ocupado, pero aquí estoy de vuelta…
Como no me había deslechado yo aún, me agarré mi pene y le pregunté si me prestaría su boca o culito para llenarlos de semen obteniendo de él la respuesta arriba citada…
–Mmmhhh, pues el vaquero ya te alimentó con su leche, ¿me prestarías tu culito para echarte adentro mi semen?
–Sí, tío, pero no me la meta toda. Acuérdese que me duele mucho aún cuando me coge…
–No te preocupes, amorcito, hasta donde tú la aguantes, ya sabes…
Y lo acerqué a mí, lo abracé y acaricié un buen rato. Toqué sus genitales y jugué un poco con ellos hasta que su penecito se erectó.
Le pedí salirnos del agua para evitar ser sorprendidos o interrumpimos de nuevo, tendí una toalla atrás de unos arbustos y ahí lo recosté boca arriba para comenzar a besar todo su cuerpecito, de arriba abajo, besé sus orejitas, su cuello, sus mejillas y boca, su pecho y tetillas, su abdomen y ombligo hasta llegar a sus huevitos y penecito, los cuales besé y lamí a placer. Él se abría de piernas para facilitar mi labor.
Los introduje en mi boca arrancando dulces gemidos de su parte. Luego, le pedí se levantará para acostarme yo boca arriba y él sobre mí para dar inicio a un rico 69.
Tener su culito al alcance de mi lengua mientras él iniciaba a chuparme mi pene era muy excitante. A él y a mí nos encantaba eso.
Besé y acaricié sus pequeños glúteos y anito y después dirigí ansiosamente mi lengua a su aún apretadito hoyito, mientras él introducía mi glande y poco más de mi pene en su pequeña boca para darme una rica mamada, a la vez que con su lengua tocaba mi frenillo.
–Amorcito, ¿Me traes una cremita de la bolsa para ponerla en tu culito y en mi pito para metértelo más rico y no te duela tanto?
–Sí, tío…
Y fue y trajo lo que le pedí. Metí uno de mis dedos en el frasco de crema y embadurné su culito y froté con mi dedo su anito a lo largo y después en círculos haciendo que soltara risitas de manera ocasional.
Metí lentamente un dedo y él lo recibió sin mucho dolor, jugueteé con él y después agregué otro dedo y finalmente un tercero para dilatarlo y prepararlo para ser penetrado.
Le pedí me pusiera crema en todo mi pito y él lo hizo sonriendo con un.poco de nervios…
–¿En todo su pito, tío? ¿Pero no me lo va a meter todo, verdad?
–Hasta donde lo aguantes, ya sabes…
–Ah, bueno…ya está tío…¿cómo quiere que me ponga? ¿De ladito o como perrito?
–Amorcito, me gustaría probar una nueva forma de amarnos…
–¿Cómo, tío?
–Mira, me voy a acostar boca arriba, y quiero que tú solito te sientes en mi verga, como si fueras a hacer del baño. Así, tu culito se abrirá mejor y podré meterte mi pito sin que te duela tanto…¿Quieres que lo intentemos?
–Mmmmmmmmh, no sé tío…¿y si se me mete toda?
–No, tú te vas a ir sentando poco a poco, hasta donde la aguantes, y después te das sentones para que entre y salga mi verga hasta que me saques la leche…¿Sí?
— Bueno, está bien…
Así que nos acomodamos y él, con miedo, se sentó un poco mientras yo sostenía con una de mis manos mi erecto pene para facilitar la penetración. Después de varios intentos, coloqué mi glande en su entrada y le pedí bajar un poco para que le entrará.
Él así lo hizo y sentí abrirse su capullito para recibir mi glande. La suavidad, calidez y lo apretadito de su anillo se sentía muy rico en verdad…
–Ay! Dió un gritito y se paró un.poco…
–¿Qué pasó? ¿Te dolió?
–Poquito, tío…¿Entró toda la cabeza, verdad?
–Sí…y te entró más fácil que otras veces…anda, vuelve a sentarte, pero trata de bajar un poquito más, anda…
Y así lo hizo, era rico ver los gestos de temor, dolor y gusto que hacía mientras se sentaba en mi pene hasta poco más de la mitad…
—-¿Hasta ahí, tío, está bien? Es que me siento bien lleno y con ganas de hacer popó…
–Así se siente, pero no pasa nada. Deja qué tu culito se acostumbre a tener mi pene adentro, y después sube y baja como si estuvieras jugando a montar un caballito.
Y comenzó a hacerlo, y en una de esas se sentó un poco más hasta recibir tres cuartas partes de mi pene…
–Ayyyyy, tiooo!!! Ahora sí me entró más!!! Ayyyy, ayyyy, me duele, tío!
–Tranquilo, así pasa las primeras veces. Quédate quieto y verás como tu dolor pasará.
—Tío, tío…me dijo después de un ratito…ya no me duele tanto, pero ya me cansé de mis brazos y piernas…
–Mmmmmmmmh…y si te dejas caer hasta que te entre toda? Para que descanses…
–Pero tío, me va a doler mucho! No lo voy a aguantar todo!
–Anda, ya falta poco…tú puedes! Ándale, dí qué sí, por favor…y te doy un billete más grande que el que te dió el vaquero…sí?
–¿Deveras, tío? Y se iluminaron sus ojitos…
–Claro, pero que te entre toda y me dejes echarte adentro dos veces mi leche…¿está bien?
–¿Dos veces, tío? ¡¡¡Me va a doler mucho!!!
–Bueno, está bien, una y después vemos si me dejas cogerte otea vez…
–Está bien, tío!
¡¡¡Y que se deja caer en mi pubis!!!
Uyyyy! Sentir cómo me apretaban sus esfínteres y mi glande llegar hasta donde nunca había llegado, ver cómo se quejaba a la vez que unas lágrimas asomaban a sus ojitos verdes me calentó como nunca…
–Ya estuvo…¿Ves que sí lo aguantaste mi niño? ¡Por eso me gustas tanto y te quiero más que nadie!
Él sonrió un poco a pesar del dolor y lo empecé a acariciar y a felicitarlo y decirle lo feliz que me sentía al dejarme amarlo por completo, logrando qué se relajara.
Después, le pedí levantarse un poco y volverse a sentar para que permitiera salir un poco y entrar de nuevo a mi pito En su culito. Y él así lo hizo, con dolor y esfuerzo al principio y muy lentamente. Luego de un buen rato el dolor desapareció y comenzó a gemir de placer. Lo tomé por la cintura y lo penetré aun más levantando mis glúteos mientras él se sentaba y así lo sostuve para llenar sus entrañas con mi semen. Dejé qué mi verga perdiera dureza y le pedí levantarse. Al hacerlo se escucho un sonido semejante al descorche de una botella.
Le pedí sentarse y hacer del baño. Salieron muchos gases acompañados de popó, semen y un poco de sangre de su desvariando culito.
Se asustó un poco al ver eso y tocarse y sentir muy abierto su anillo, pero lo llevé al agua fría para aminorar su dolor y se cerrara su agujerito.
Lo abracé a mí y llené de besos su rostro. Jugueteamos un poco más, y revisé su culito para asegurarme se hubiera cerrado. Lo toqué un poco y él solamente se estremeció un poco.
–¿Duele, amorcito?
–Ya no, tío…
–¿Te gustó lo que hicimos?
–Sí, tío, aunque me dolió mucho al principio…
–Mmmmmmmmh…
–¿Y a usted, tío? ¿Le gustó también?
–Siiiiiiii…¡Me encantó! ¡¡¡Sentí riquísimo!!! Oye…¿Y me dejarías cogerte otra vez antes de regresar a casa?
–Mmmmh…
C O N T I N U A R Á…
Uff me encanta esta historia y me encanta como escribes… siempre consigues que se me ponga dura la polla.
Gracias por tu comentario! Para eso escribimos!
Que delicia tener esa creatura a tu disposición