Dulces recuerdos Parte 6
Chuyito, de 7 acepta «jugar» de nuevo conmigo en el arroyo.
Continúo con el relato de nuestros juegos en el arroyo una calurosa tarde de verano…
Después de ser descubiertos por Pedro, un vaquero que pidió que Chuyito, de casi 8 años le hiciera un oral a cambio de su silencio y que yo convenciera a mi hermoso y complaciente sobrino de dejarse penetrar por entero, le propuse lo hiciéramos de nuevo antes de regresar a casa…
–¿Entonces qué, Chuyito? Vamos cogiendo una vez más, anímate…
–Mmmmmmmmh, no sé tío, aún me duele mi colita y siento un poquito de ardor…¿Y si mejor se la chupo y me como su lechita?
–Amorcito, ya casi terminan las vacaciones, y no nos vamos a ver hasta diciembre, dentro de cuatro meses, déjame llenar tu culito una vez más con mi lechita, anda, sé bonito y dime que sí…
–Es que me va a doler, tío…
–Chiquito, usaré de nuevo la cremita que te puse hace rato, no te va a doler mucho y va a ser más fácil que pueda meterte todo mi pene en tu colita…¿Siiii?
–Bueno, está bien, ¿pero me la saca si me duele mucho?
–Sí, mi amor, te lo prometo…
–¿Quiere que otra vez me le suba y me vaya sentando en su pito?
–Ahora me gustaría subirte en una piedra de espaldas, abrir tus piernas y que las pongas en mi pecho u hombros mientras te cojo, para poder ver tu carita mientras lo hacemos…pero primero voy a preparar tu culito con mi lengua y dedos y a llenarte de cremita ahí y en mi pene para luego llenarte con él…¿está bien?
–Siiii, tío…está bien…
Y puse una toalla doblada sobre una piedra apropiada para hacer lo planeado, primero lo coloqué boca arriba para besar, acariciar, pasar mi lengua por su cuerpecito y chupar largo rato sus genitales hasta hacerlo gemir y tener un orgasmo seco que me dejó asombrado y a él como muñeco desmadrado.
Luego, le pedí darse la vuelta y colocarse como perrito para besar y lamer su agujerito hasta hacerlo gemir…metí uno, dos y finalmente tres de mis dedos embadurnados de crema en su interior y cuando sentí que estaba dilatado, le pedí ponerse de espaldas y subir sus pies a mi pecho y hombros, uno a cada lado para dejar expuesto y abierto su apretadito hoyito para que mi pene entrara en él…
Coloqué la punta de mi glande en su entrada, empujé un poco y suavemente entré en su interior…
–¡Tío, tío! ¿Ya entró la cabeza, verdad?
–Sí, amorcito…¿Te duele?
–No, tío, sólo siento como calientito y abierto mi culito…
–¿Sigo? ¿Me dejas meterte poquito más?
–Sí, tío, pero despacito…
–Ok…ahí te va otro pedazo de mi verga, aguanta…
Y empujé un poco más de manera lenta…¡era hermosísimo ver cómo desaparecía más de la mitad de mi pene en su culito, mientras él suspiraba y se tensaba un poco…
–¡Ay, ay! Hasta ahí, tío…
Y puso sus manitas en mi pubis, como deteniéndome. Lo hice y permití que su recién desvirgado anito se acostumbrara a la nueva sensación de sentirse lleno y abierto, mientras sentía yo cómo sus esfínteres apretaban mi miembro viril queriendo estrangular al invasor.
Después de un rato le dije…
–Amorcito, ya casi te entra toda…
–¿Deveras, tío?
–Sí, mira…pon tu mano para que lo notes tú también…
Y lo hizo, le faltaban alrededor de 4 de mis 17 cm para ser totalmente penetrado…
–Cómo ves? Ya te falta bien poquito…¿aún te duele?
–Casi no, tío…
–¿Entonces? ¿Me dejas empujar hasta enterrarte todo mi pene en tu culito? Se ve bien rico entre tus nalguitas…
–Está bien, tío…
Y empujé hasta ver desaparecer mi virilidad devorada por su infantil hoyito hasta chocar mis testiculos en sus nalguitas…
–¡Ay, ay, ay, tío, tío, me duele mucho, sáquemelo por favor! ¡Ay, ay, ay!
Y lloró un poco mientras trataba de separarse, pero yo lo tenía atrapado de su cintura y no se lo permití.
–Ssh, ssh, amorcito, relájate, si no te relajas, te va a seguir doliendo…mira, ya entró toda, tranquilo; mira, lo voy a sacar poquito y voy a entrar de nuevo hasta el fondo, vas a ver qué rico vas a sentir…
Y comencé a bombearlo con suavidad y de manera cuidadosa para no provocarle algún desgarre. Poco a poco dejó de llorar y una tímida sonrisa afloró en sus labios infantiles y después de un momento empezó a gemir de manera involuntaria. Su penecito se puso como piedra y con una mano lo comencé a acariciar y masturbar mientras continuaba penetrándolo.
El gemía cada vez más por la sensación nueva de ser penetrado y masturbado a la vez y yo comencé a acelerar mis movimientos pélvicos hasta dejarme caer sobre él y abrazarlo mientras depositaba, con seis o más potentes y abundantes disparos, la carga de mis testículos en su interior.
Nos relajamos un poco mientras besaba su rostro y labios. Con cuidado, salí de su infantil anito, le pedí sentarse y pujar para echar fuera lo guardado en su recto.
Lo llevé de nuevo al agua y lavé y bañé muy bien y con cuidado todo su cuerpecito. Lo hice agacharse para darle besitos en su culito y agradecerle lo lindo que se había portado.
Finalmente, y como al besar y ver su culito mi pene despertara de nuevo, y él lo notara, me dijo:
–Mire, tío, ya se paró otra vez su pito…¿no quiere que se lo chupe?
–¡Me encantaría! ¿Y te vas a comer a tus primitos?
–Sí, tío, claro…¡sabe bien buena su lechita!
¿Quién era yo para decirle que no?
Así que lo complací, la verdad es que mi sobrino, con casi tres años de mamarme por primera vez él pene y comerse mi semen, era ya todo un experto en ello. Sabía donde pasar su lengua y cómo hacerme sexo oral para excitarme y hacerme sentir complacido.
Acabé, nos bañamos por vez última y emprendimos el retorno a casa felices ambos, yo por haber desvirgado por entero su lindo y rico culito y él llenito de semen que gustoso recibió por boca y anito…
Que buen relato… me encanta la forma que tienes de narrar.
Ufff no sabes lo caliente que estoy ahora mismo… tengo la polla super dura.
He visto esta parte de casualidad.. ya que no le pusiste la etiqueta (gay) y por ello no salía en categoría gay. Te lo digo para que a la gente no le pase lo mismo que a mi.
Pero aun así como siempre un gusto leer esta maravillosa y excitante historia. Gracias por hacernos disfrutar con ella.
Buen relato, me encanta la forma que tienes de escribir, espero con ansias la siguiente parte.