Durmiendo a mi hermano de 16 años para violarlo
Mi hermano se había estado burlando de mí por ser gay durante mucho tiempo el muy hijo de puta. Siempre le deje claro que algún día me vengaría de él….
Elías es mi hermano, él es un año más joven que yo con apenas 16 años. Ambos vivimos con nuestros padres y vamos a la misma escuela. Él es un tipo bastante deportista. Yo, bueno, digamos que no tanto como él. Mide lo mismo que yo. 1,70, pero el pesa más, porque hace ejercicio con pesas un par de veces a la semana. A mi me gusta el ejercicio, pero no tanto como para levantar pesas.
Él y yo nunca fuimos lo que se dice hermanos íntimos, con todo y el hecho de que compartimos el mismo cuarto desde que tengo memoria.
Él tiene novia, pero ella no se acuesta con él. Sólo se la chupa, o al menos eso dice.
Y siempre se ha burlado de mí por no estar interesado en tener novia o en querer salir con las niñas como hacen la mayoría de los deportistas. Nunca le contestaba cuando me hacía lo que yo consideraba «preguntas directas».
—Eres puto, ya sabía —exclamó entre risitas, aguantándose las ganas de carcajearse justo después de que por fin se lo dijera. Me había estado molestando de nuevo, así que pensé en decírselo de una vez por todas.
—Ríete todo lo que quieras —le respondí—, no me molestas, puedo hacerte invisible.
—Apuesto a que te gusta por el culo —se burló.
—Y apuesto a que tú nunca te has cogido a una chica —solté.
—Vete a la mierda
Solté una risita sabiendo que tenía razón. Elías era probablemente uno de los masturbadores ambidiestros más prominentes de todos los tiempos. Lo he oído masturbarse muchas veces, durante la noche o por la mañana antes de levantarse. Quizá lo hace pensando que yo estoy dormido. También sabía que eyaculaba rápido y estaba casi seguro de que también le gustaba probar su propio semen.
Elías empezó a burlarse de mí en casi todos los sitios a los que íbamos o cada que alguien nos veía juntos. Continuó así durante un par de meses mientras yo me enfadaba cada vez más sin que él supiera que estaba hiriendo mis sentimientos. Y entonces un día, mamá y papá se fueron por un fin de semana entero a una cita o algo así, y obviamente yo me quedé a cargo de “cuidar” a Elías mientras ellos dos estaban fuera. Se fueron a su pequeña escapada justo después de que papá llegara del trabajo un viernes por la tarde.
Para eso ya había leído sobre una droga que usaban los violadores. Y me parecía muy bien. No recuerdo el nombre, pero terminaba en “nol” o algo así. Pensé en lo mucho que me encantaría tener un poco para poder romperle el culo a mi hermano por todo lo que me había hecho. Pero tampoco me iba a esperar a tenerla en las manos para poder hacerlo, así que busqué algo que pudiera servirme en el botiquín de la casa y encontré un medicamento extraño. Era un relajante muscular, a la vez un potente somnífero. Lo busqué en internet, ahí me di cuenta de que también funcionaba bastante rápido.
Había una receta médica dentro de la caja de las pastillas, llevaba el nombre de mi madre. Decía que tomara una antes de acostarse solo si era necesario. Eran 30 pastillitas en forma de tic-tac. Todavía quedaban 26 en el frasquito de plástico. Quería darle una a Elías. Tenía que hacerlo. Algo dentro de mí me decía que le diera una. Así que fui a la tienda a comprar dos envases de caramelos de menta Tic-Tac. Vacié ambos, dejándoles entre 8 y 10 caramelos, y luego metí varias pastillas en uno de ellos.
Cuando mi hermano entró en la cocina me vio sentado en la mesa. Le dije:
—Hola, ¿qué tal el día?
Me miró como si estuviera loco y me contestó diciendo:
—Seguramente divino, puto.
Me reí entre dientes y le dije:
—Buena esa, hermano
Se río. Tomé uno de los envases de Tic-Tac del centro de la mesa. El que no contenía las pastillas.
Y tal como pensé que haría. Elías tomó el otro rápidamente. Lo sacudió viendo la cantidad de “caramelos”.
—Maldito cerdo, casi te los tragas todos y ya tienes otro en el puño.
No le contesté nada. Él solo echó la cabeza hacia atrás y golpeó la base del envase para que todo el contenido cayera en su boca, incluidas las pastillas. Luego me miró como si acabara de morder un limón.
—Una de ellas no sabía a nada, sabía a puta tiza o algo así.
Tuve que resistirme para no explotar a carcajadas. Aparté la mirada de él y miré mi reloj. Marcaba las 17:55.
Elías salió de la cocina sin decir una sola palabra más, se subió directamente a nuestro dormitorio. Lo oí dar un portazo.
Me reí entre dientes, ahí en la mesa. Luego me levanté y me acerqué al refrigerador. Lo abrí, tiré del cajón de las verduras. En su interior había colocado 3 pepinos que compré de camino a casa. También había pasado por la farmacia para comprar lubricante.
Me quedé mirando el reloj. La verga me empezó a temblar. Exactamente a las 18:20 tomé mis cosas, los pepinos y el lubricante. Subí las escaleras.
Tenemos una mesita en el pasillo y coloqué ahí mis cosas. Me froté la entrepierna. Se me había puesto dura. Abrí la puerta del dormitorio muy despacio. Allí estaba Elías, tumbado de espaldas, dormido como un tronco, roncando suavemente con una sonrisita en la cara.
Me dio un vuelco el corazón. Estaba tan jodidamente feliz. Tomé los pepinos y el lubricante y los metí al cuarto. Los dejé encima de la cama. Me desnudé tan rápido que mi ropa interior cayó encima de mis zapatos. No los que llevaba puestos sino de los que tenía en el armario.
Corrí al baño. Busqué debajo del tocador y saqué dos paños para la cara y dos toallas pequeñas para las manos. Me sentí tan libre. Tenía el control total, yo, sobre el ardiente Elías.
Grité su nombre.
—¡Elías!
Nada de nada. Estaba tan dormido como un tronco.
—Ay Elías, ¿estás despierto? —pregunté.
Mi verga rezumaba de nuevo. Probé mi preseminal. Estaba delicioso.
Me incliné sobre Elías diciendo:
—Ay Elías, voy a violarte mientras tienes esos calientes y dulces sueños conmigo, tu hermano.
Él no se movió.
Me ocupé de quitarle la ropa. Murmuró y gimió un par de veces como si estuviera teniendo un sueño caliente. Ante aquello me reí entre dientes.
Decidí dejarle la puta camiseta puesta. En aquel momento sólo me interesaba su culo.
—Ooh sí —dije, mirando su verga. Solté una risita. Me incliné y me metí la cabeza de su pene en la boca. Elías gimió y su cuerpo se estremeció un poco. Solté una risita y me metí la verga entera en la boca, dentro la hice girar. La sentí pararse por completo mientras la sacaba de mi boca—. No tan rápido hermanito, es hora de darse la vuelta —dije riéndome suavemente.
Coloqué a Elías en el centro de su cama, tumbado boca abajo. Le puse los brazos a los lados, dirigiéndolos hacia arriba, hacia los lados de su cabeza. Quité las almohadas. Tomé mis almohadas más las de Elías y las metí debajo de su abdomen. Levantaron su trasero en el aire para mí.
Yo estaba ahí riéndome como un niño inocente, pero yo no era nada de eso. Sabía exactamente lo que quería e iba a hacerle en el culo. Mi verga estaba goteando pero no me importaba. No sabía si metérsela en el culo primero o usar la más pequeña de las tres vergas verde que compré para aflojarlo primero.
Elegí el pepino más pequeño. Me encogí de hombros como si fuera un diablillo. Separé las mejillas del culo liso y caliente de Elías y le lubriqué el ano. No me compadecí de los pliegues de su ano, solo le metí rápidamente el dedo medio en el culo. Él gimió y yo me reí.
Se sentía tan caliente. Trabajé mi dedo dentro de su recto. El cuerpo de Elías se estremeció en respuesta. Después le metí el dedo índice en el agujero del culo y empecé a dividir mis dedos en tijeras, trabajándolos rápidamente. Metí la mano debajo de él y sentí su pene. Estaba goteando preseminal. Sabía muy bien.
—Es hora de que este pequeño vegetal visite tu culo, hermanito —dije riendo.
El pepino más pequeño tenía una pequeña perilla en el extremo. La verdura no tenía un aspecto perfectamente normal. Separé los labios vírgenes del culo de mi hermano, muy despacio, con la punta del pepino. Solté una risita.
—Ábrete para tu nuevo mejor amigo —le dije a Elías mientras le metía un centímetro por el culo. Y luego otro. Ahí gimió. Luego gimió. Yo gruñí como un oso—. Ahí tienes, puto hetero falso —le dije, metiéndole otro centímetro de pepino por el culo.
Yo estaba tan caliente. Le metí 15 centímetros de pepino por el culo. Dentro y fuera hasta que entró y salió con facilidad. Tenía que cogerme a Elías. No había nada que me detuviera.
—Quieres que te meta el pene, ¿verdad Elías? —le dije, medio riendo—. Pues así será, y hoy no habrá lubricante para mí verga.
Me metí entre sus piernas. Estaba encima de mi hermano. Le quité el pepino que tenía metido en el culo y lo dejé sobre una de las toallas de mano que había junto a nosotros. Me apoyé sobre mi mano mientras le introducía la cabeza de mi verga palpitante en el culo.
—No voy a ser amable contigo, hermano —le dije, metiéndole mis 18 centímetros en el culo. Gemí y lo oí gemir a él. Separé más sus piernas con las rodillas para poder meterme entre ellas. Empujé hacia delante hundiendo toda la longitud de mi verga dura, tanto como una roca en su caliente, en su maldito apretado y virgen agujero. Mi verga entro lentamente varias veces y se sentía tan jodidamente bien.
Elías gimió y yo gruñí.
Metí las manos debajo de él mientras empujaba mis genitales más profundamente. Giré la cabeza hacia un lado y nuestras mejillas se tocaron. Se sentía caliente, cálido y acogedor teniéndolo ahí con mi verga metida en el culo. Empujé mis caderas un par de veces. Él gimió.
Le susurré al oído:
—Quieres que me venga en tu culo, ¿verdad, Elías? —murmuro.
Empecé a mover las caderas de un lado a otro.
Me sentía tan bien violando a mi hermano. Seguí empujando, pero muy despacio durante un minuto o dos hasta que no pude aguantar más. Necesitaba cogerle el culo con fuerza. De nuevo, apoyé mi cuerpo con una palma de mi mano, doblé un poco las rodillas y empecé a embestir el agujero de Elías con mi verga.
—Quieres que me venga ya, ¿verdad? Le pregunté, sin importarme mucho si me contestaba o no.
Él gimió.
Y me pareció oírlo suspirar entre el ruido de mis gemidos, mientras yo le decía:
—Te estoy cogiendo Elías, y te encanta putito, chupavergas, putito de mierda, tú, tú, tú.
Empujé mis caderas repetidamente. Podía sentir los espasmos de los músculos del culo de Elías. Pensé que era bastante inusual, pero no me detuve. Seguí arando sus nalgas.
—Ya me estoy viniendo, todo tuyo hermanito —bramé.
No quería venirme, pero tenía que hacerlo, no podía parar.
Me dejé caer sobre la espalda de Elías otra vez, metiendo mis manos debajo de él, sosteniéndolo firmemente mientras clavaba mi verga tan profundamente como fuese posible en su culo. Girando, rechinando mis caderas muchas veces mientras mi verga se agitaba.
—Sí, sí, sí, Elías, aquí está todo mi semen solo para ti, aprieta Elías, me estoy cogiendo tu culo y me encanta, me estoy viniendo otra vez.
Disparé en total cuatro cargas de semen adolescente caliente, profundamente dentro del culo de mi hermano mientras él yacía allí como un fideo mojado, gimiendo ligeramente con su cara un poco enrojecida.
Saqué mi pene de su culo y empezaron a escurrir chorros de semen por su ano. Agarré el pequeño pepino y se lo volví a meter por el culo. Entero. Sería su plug anal.
Tenía la intención de usar todavía los otros dos pepinos para cogérmelo, pero pensé en darle un respiro.
Después de todo es mi hermano, ¿no?
No pude evitar partirme de risa al verlo despertarse lentamente dos horas después. Estaba atontado. Cuando por fin fue capaz de entrar en razón, se llevó la mano a la espalda. Yo le había vuelto a poner la ropa en el cuerpo asegurándome de hacerle un calzón chino para evitar que el pepino se deslizara por el agujero de su culo.
—¿¡Qué mierda está pasando!?
como sigue
Me encanta, espero seguir leyendo más de ti
Abra parte 2 ,aber como reacciona a lo sucedido y así
Muy bueno, luego pidió verga solo👍