Eddie Ya es un hombre
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por wastedLalo.
Eddie terminaba de fregar los platos cuando oyó el timbrazo.
Se secó las manos y se dirigió hacia la habitación de donde procedía la llamada.
Llamó con los nudillos suavemente y pasó al oír la orden que le autorizaba a entrar.
?Me llamaba señora? – dijo deteniéndose ante el amplio lecho, pies juntos, manos delante, como si se ofreciera, mirada al suelo.
?Cuantos años llevas a mi servicio,eddie?
? seis, señora.
?Y aún no has aprendido cómo quiero el café? Dime Eduardo lo haces expresamente? Lo haces para que te castigue?
?No señora, le pido perdón si no la he servido bien.
?Hace seis años te hubiera azotado pero ahora no me apetece.
Retira la bandeja – ordenó secamente.
Adriana estaba recostada en el cabezal de la cama, entre almohadones.
Sobre sus rodillas la bandeja con los restos del desayuno.
Fabián cogió la bandeja y la dejó sobre el mueblecito para llevársela luego a la cocina.
La señora retiró la colcha y sacó las piernas fuera, apoyando sus hermosos y bien cuidados pies sobre la alfombra, una piel de tigre auténtica.
eddie se arrodilló, dobló su cuerpo y rindió homenaje a la que desde hacía diez años era su dueña, besándole los pies.
Dos besos, uno en cada pie.
Adriana dejó que su esclavo se quedara un rato postrado.
Eddie no se movería de aquella postura hasta recibir permiso de su dueña.
Movió los dedos delante de la cara del criado y éste los besó con delicadeza.
Adriana levantó uno de los pies poniendo los dedos bajo el mentón de eddie, obligándole a levantar la cara.
Adriana terminó el movimiento cabalgando una pierna sobre la otra.
Balanceó el pie desnudo ante la mirada fija de Fabián.
?Dime,eduardo.
aún me quieres?
?Sí ama, más que a nada en este mundo.
?No me odias?
?¡Oh, no.
– dijo con sinceridad el joven que buscó de nuevo besar el pie que ahora balanceaba ante sus ojos.
Adriana se sonrió.
Valoraba la fidelidad y la devoción que Fabián le profesaba.
El pobre muchacho había tardado 5en ganarse el reconocimiento de su ama.
Levantó un poco el pie y le ofreció la planta.
Fabián la besó con amor.
?¡Vamos.
que se me hace tarde.
! ¡Vísteme.
y los zapatos.
saca del armario los negros.
y límpialos!
?Sí señora.
Eddie se levantó.
Recogió del suelo algunas prendas tiradas y rápidamente se puso a vestir a su ama.
Le ayudó a ponerse el vestido que descansaba en el galán.
Después sacó del armario zapatero los elegantes zapatos de salón con tacón fino de un par de pulgadas, los cepilló con esmero y luego se arrodilló para calzárselos.
?Bien eddie.
muy bien.
ya puedes besarme los zapatos – le dijo Adriana con voz cálida.
Eddie volvió a inclinarse y besó los zapatos de su señora.
Adriana caminó hacia su escritorio, recogió algunos documentos que metió en el bolso e hizo ademán de salir.
Eddie corrió a abrirle la puerta.
Adriana salió de la habitación y bajó las escaleras que daban al recibidor.
Fabián la siguió con una capa negra que le colocó sobre los hombros y que fijó a su cuello mediante un broche de oro.
Adriana se enjoyó mientras tanto los dedos.
?No regresaré hasta la tarde.
?Sí señora.
tiene alguna orden especial para mí,?
?¡Ah, sí, lo olvidaba.
Tienes que estar a las doce en el aeropuerto.
Ahora que tu padre ha muerto tu hermana finalmente regresa a casa.
Espero que se quede a vivir con nosotros.
Ella lo ha deseado desde niña pero tu padre lo impidió siempre.
Ahora ya no puede hacer nada para que mi hija regrese a mi lado.
?Tengo una reunión muy importante.
La veré cuando vuelva y si se queda tendré toda la vida para resarcirme de su dolorosa ausencia.
Posponer unas horas el reencuentro no hará más que excitar mis deseos de volver a tenerla, de abrazarla, de besarla.
?Pero señora.
debería usted ir a recibirla.
– insistió Fabián que no acababa de entender que su madre no cancelara o pospusiera aquella reunión que le impedía ir a recoger a su hija.
Por importante que fuera aquella reunión no podía compararse a la importancia de volver a ver al ser cuya ausencia la había hecho sufrir tanto.
La mano de Adriana salió disparada y abofeteó el rostro de eddie.
Un hilillo de sangre se deslizó por el labio del joven.
Fabián bajó la mirada al suelo y musitó palabras de perdón.
?No olvides que no eres más que un esclavo y no te permito que me digas qué debo o no debo hacer.
Entendido? – le dijo en un tono duro y seco – Y recuerda, obedece a tu hermana en todo, ella también tiene todos los derechos sobre ti.
aunque aún no lo sepa.
ni siquiera creo que te recuerde – añadió Adriana mirándose una uña de la mano con que lo había golpeado, buscando un posible desperfecto.
?Descuide señora.
la serviré como si de usted misma se tratara.
?Sabía que no me decepcionarías – le dijo Adriana cambiando súbitamente de actitud y apretándole cariñosamente los mofletes con los dedos de una mano.
Luego se le acercó y depositó un beso breve y fugaz en los labios del niño , justo en el sitio donde momentos antes le había golpeado.
Eddie pareció sufrir una descarga eléctrica al contacto de los dulces labios de su idolatrada dueña.
?¡Ah, por cierto.
no le digas nada a la señorita Micaela de nuestra relación!
?Me preguntará quien soy.
es lógico.
?Limítate a decirle que eres mi criado.
Eddie miró la esbelta figura de su ama avanzar hacia el coche.
Tenía 32 años pero no aparentaba más de 26.
El chófer le hizo una profunda reverencia antes de abrirle la puerta de la limusina.
El imponente auto arrancó y Adriana aprovechó para retocarse el maquillaje.
Estaba realmente nerviosa.
Aunque delante de su esclavo se hubiese mostrado como un témpano de hielo lo cierto es que le temblaban las piernas.
La perspectiva de reencontrarse con su querida hija la tenía en ascuas.
Adriana repasó mentalmente lo mucho que había sufrido cuando su marido logró la custodia de la pequeña Mónica.
El juez había repartido a los niños pero no como ella quería Canalizó el odio que sentía por su ex-marido convirtiendo al débil y sumiso Eddie primero en una especie de criado y finalmente en su esclavo
Eddie se convirtió en el criado, en el lacayo.
en el esclavo de su madre.
Él hacía todas las labores domésticas, fregar, barrer, cocinar, planchar, limpiar.
servía la mesa, hacía de lacayo, de mayordomo y hasta de doncella.
Más adelante su madre lo usó para su placer sexual.
eddie , cuanto más lo humillaba su madre más la quería.
Cuando no hacía las cosas con rapidez o no las hacía a gusto de su madre, ésta no dudaba en castigarlo.
Adriana prohibió a su hijo que la llamara «mamá».
En su lugar debía llamarla «señora».
Cada vez que al niño se le escapaba llamarla «mamá» ella le pegaba y después tenía que besarle los pies.
Al principio Eddie sufría en silencio, debatiéndose entre el amor filial y la devoción que le profesaba como dueña y señora que era de su cuerpo y su alma.
Con el tiempo Fabián terminó por aceptar que le pegara en lugar de que le acariciara o de que lo humillara en lugar de que le besara.
Había momentos en que Adriana se dejaba enternecer y trataba a su hijo con cariño.
Ella había superado la ausencia de su pequeña hija conviertiendo en esclavo a su hijo, ,
Con los años eddie fue creciendo hasta cumplir 11 años y el placer que le producía a Adriana tener de esclavo a su propio hijo se exacerbó, a lo que contribuyó el que el muchacho deviniera un apuesto efebo con el que satisfacer sus necesidades sexuales.
La llegada de Mónica tras el repentino fallecimiento de su ex-marido creaba una situación nueva.
Estaba dispuesta a compartir a Fabián con su hija pero aceptaría Mónica que su propio hermano fuese su esclavo? No lo sabía.
No sabía nada de su hija.
Tan sólo tenía las fotos que en cada cumpleaños de la niña le hacía su ex-marido y que le envíaba.
Adriana había visto crecer a su hija en esas fotos recibidas de año en año.
Ahora habían pasado 6 años.
Eddie era un lindo preadolescente de 11 años amoldado a su rol de sirviente de su madre y desde ese día también al de sirviente y esclavo de su hermana.
Los mecanismos de razonamiento que seguía la mente de Eddie no eran los mismos que seguiría una persona con una relación materno-filial normal.
Desde los seis años
Micaela Una muchacha de unos quince años, bonita, metro sesenta y cinco, cabello negro largo lleno de bucles desordenados que caían a ambos lados de su rostro delgado y blanco , ojos color miel.
delgada pero con formas, se plantó delante de él.
?Señorita Micaela?
?La misma.
Vienes de parte de mi madre?
?Sí señorita micaela.
Me llamo eduardo– dijo el niño?Y mi madre, no ha venido a recibirme?
?Me ha dicho que le comunique que lo siente muchísimo, una inaplazable reunión la tiene ahora ocupada pero que esta tarde regresará a casa en seguida que pueda para estar con usted, señorita.
La joven resopló con gracia.
Tampoco parecía excesivamente molesta por el hecho de que su madre no estuviera allí para recibirla.
De hecho pensó «si hemos estado diez años separadas no vendrá de un par de horas más».
?Bueno.
y tú quien eres? El pequeño hijo de una amiga de mamá? – preguntó Mónica que estaba un poco mosqueada de que aquel guapo mozo no le hubiese dirigido la palabra en el corto viaje.
?No señorita Micaela.
soy.
soy su criado.
Micaela se le quedó mirando, un poco extrañada.
Aquel niño tan joven, tan guapo, bien vestido.
el criado de su madre? Se sonrió disimuladamente.
No acababa de creérselo,
?¡Uy.
qué bien.
precisamente eso es lo que yo necesito ahora.
un criado que me prepare un baño y me haga un relajante masaje.
?Ahora mismo, señorita Micaela.
en seguida le preparo un baño.
.
Micaela se estiró en la cama , boca abajo, los codos clavados en el colchón y la barbilla apoyada entre sus manos.
Se sacudió las sandalias con un gesto y levantó las piernas hacia atrás, jugando a cruzarlas en forma de tijera, una arriba y la otra abajo, y viceversa.
Eddie de vez en cuando lanzaba furtivas miradas a las torneadas piernas de su hermana, observando discretamente cómo se movían.
Colgó en perchas los vestidos y en los cajones ordenó la ropita interior.
Micaela no le quitaba ojo.
,Eddie entró en el aseo y se puso a prepararle el baño.
Cinco minutos después salió.
Micaela estaba terminando de desnudarse.
Eddie quedó impresionado al ver el cuerpo de su hermana.
Carraspeó ligeramente.
?¡Ejem.
esto.
el baño está listo, señorita.
cuando quiera!
Micaela levantó los ojos y se cruzaron durante un corto espacio de tiempo con los del niño.
Eddie bajó rápidamente la mirada al suelo.
Así se lo había enseñado su madre.
La muchacha cruzó la habitación y pasó delante de él con movimientos sinuosos.
Estaba convencida de que era el amante de su madre y que todo aquello de que era su criado no era más que una pantomima que pronto desvelaría.
?La señorita quiere que le enjabone la espalda? – preguntó eddie
?Sí claro.
he tenido que dejar a mi criada en Accra por problemas con los papeles y es un engorro estar sin ella.
Una no se da cuenta de lo necesario que es el servicio hasta que le falta – dijo dejando escapar una risita tonta y añadió – tendré que pedirle a mamá que haga lo que pueda para conseguir que me la traigan.
No puedo pasar sin mi Kali.
Micaela se metió en la bañera y Fabián se acercó para enjabonarla.
Permanecieron en silencio un rato, mientras él la enjabonaba.
?Qué hay para comer? Tengo un hambre atroz – comentó ella.
?Puedo prepararle una ensalada y tenemos filete.
Le parece bien, señorita?
?Perfecto.
Tras el baño él le tendió la toalla y la ayudó a secarse.
?Bueno eddie, ahora toca el masaje, no?
?Desde luego, señorita.
Si tiene la bondad de estirarse en la cama.
Las manos de Eddie relajaron el cuerpo de la muchacha.
Casi se durmió bajo sus reparadores efectos.
Media hora más tarde Eddie le pidió permiso para ir a hacerle la comida.
Eddie se sonrió.
Cada vez estaba más convencida de que aquel joven estaba representando un papel que no era el suyo, aunque tuvo que reconocer que parecía conocer bien el trabajo de criado pues era atento, discreto, eficiente y de actitud humilde.
Cuando Micaela bajó al salón la mesa estaba dispuesta y la comida servida.
Fabián le retiró una silla ligeramente y ella se sentó.
El joven la sirvió con elegancia y luego se apartó hasta la pared, pies juntos, manos delante, mirada baja, como le había ensañado su madre durante todos esos largos años de servirla.
?Bueno eddie.
he de reconocer que podrías pasar perfectamente por un criado, pero ya puedes sentarte y comer.
por cierto.
dónde está el servicio doméstico de esta casa? Es que hoy tienen fiesta?
?Perdone señorita, pero como ya le he dicho, soy el criado de la señora.
y ahora también el suyo.
Espero que no tenga queja alguna de mi comportamiento, señorita.
?¡oh vamos¡Siéntate a comer de una vez y cuéntame qué pasa aquí.
!
?Lamento que la señorita no me crea, pero le digo la verdad.
Además no me está permitido sentarme a la mesa para comer.
Yo comeré cuando la señorita haya terminado, si es que no me necesita para lo que desee ordenarme.
Micaela se lo quedó mirando pero él tenía ya otra vez la mirada clavada en el suelo.
No podía ser que le estuviera mintiendo.
Repetía la misma versión una y otra vez y lo cierto es que tenía maneras de criado.
Sería verdad? Decidió probarlo.
Había bajado a comer con un vestido ligero y descalza.
?Bien, si de verdad eres mi criado sube a buscarme las zapatillas.
?Sí señorita.
Eddie subió corriendo las escaleras y en cuestión de segundos regresaba con las zapatillas en las manos.
?Son éstas, señorita?
?Sí, pónmelas – ordenó secamente.
Eddie se arrodilló.
Micaela tenía los pies descalzos apoyados en la barra transversal inferior de la mesa.
No hizo el menor movimiento por lo queeddie tuvo que meterse bajo la mesa para calzarla.
Antes de ponerle las zapatillas le besó los pies.
Así le había enseñado su madre.
Siempre que le ordenaba que la calzara antes tenía que besar sus pies.
Eddie salió de debajo de la mesa y volvió a ocupar su lugar pegado a la pared, pies juntos, manos delante, mirada baja.
Micaela siguió comiendo.
Cuando terminó,Eddie solícito, retiró la mesa y se fue a la cocina a fregar los platos.
Micaela entró en la cocina y se sentó en una silla, junto a la gran mesa adosada a la pared.
Se descalzó y subió las piernas a la silla para ponerlas debajo de sus nalgas.
Sus bonitos pies asomaban entre sus piernas.
?Tomaré café aquí – le dijo.
Fabián preparó café al terminar de fregar y se lo sirvió en la mesa de la cocina.
Se quedó de pie, como siempre.
Mónica removió la cucharilla para deshacer el azucarillo y sorbió el café.
?¡Mmm.
está muy rico.
! Dime una cosa, Eddie así que eres el criado de mi madre?
?Sí señorita, y ahora también el suyo.
Pues sería cierto.
El caso es que Eddie le recordaba algo, no sabía muy bien el qué.
?Yo tenía un hermano que vivía con mamá.
Se llamaba erick.
sabes si aún vive con ella?
?Lo siento señorita, no estoy autorizado a hablar de este tema.
?¿Qué quiere decir que no estás autorizado? Sabes algo o no? – preguntó sacando a relucir el mal genio
?La señora, mi ama, no me permite hablar de ello.
Le ruego que se lo comente a ella.
No creo que tarde en volver.
A Micaela se le subieron los colores
En ese momento llamaron a la puerta.
Eddie no había oído la limusina y no había ido a abrir la puerta antes de que su madre llamara.
En otras circunstancias este error le habría costado ser castigado.
Abrió y se arrodilló para besar los pies de su madre.
Adriana pasó por encima de él.
Le pisó una mano con las prisas por ir a abrazar a su hija que había salido de la cocina.
?¡¡¡Mamá.
!!!
?¡¡¡Hija.
!!!
El encuentro fue emotivo.
Adriana tenía tanta ansiedad que a punto estuvo de sufrir un desmayo.
?¡eddie,eddie.
! – llamó Adriana – ¡Mis sales.
rápido, estúpido!
El niño rebuscó en el bolso que su ama había arrojado al suelo al ver a su hija y regresó con un frasquito que abrió y dio a oler a su madre.
Adriana se calmó y tomó asiento en el sofá.
Micaela lo hizo a su lado.
?Qué tal se ha portado eddie? – le preguntó Adriana a su hija mientras el muchacho le hacía un masaje en los pies antes de calzarle las zapatillas.
?Bien.
me ha dicho que es tu criado.
la verdad, me ha sorprendido un poco, pensé que tendrías una mucama, como tiene todo el mundo y no un bello y apuesto niño pequeño– se rió Mónica.
?Caprichos de la madurez, hija.
en cualquier caso tiene que obedecerte en todo lo que le ordenes.
?Pues no me ha obedecido del todo.
Le he preguntado por mi hermano y me ha dicho que no tiene permiso para hablar de este tema, que hable contigo.
Adriana se mordió los labios.
Había pensado mucho en eso, en cómo contarle a su hija lo que había hecho con su hermano.
Había considerado la posibilidad de contarle una elaborada mentira y esconderle la verdad.
Lo cierto es que aún no tenía claro del todo qué hacer.
?Vive aquí – le contestó finalmente Adriana.
?¡Oh.
! ¿Está fuera? ¿Cuándo vendrá?
?Ya está aquí.
es él – dijo señalando a Eddie
?Quéeeeeeee.
? Cóoooomoooooo? Pero si recuerdo que mi hermano se llamaba erick.
?Le cambié el nombre.
A Eduardo es un nombre más adecuado para un sirviente.
Además de esta manera mataba simbólicamente a mi hijo y nacía mi esclavo.
Adriana, mientras Eddie le masajeaba los pies, le contó la historia a su hija que la escuchaba atónita.
Micaela no acababa de creerse que aquel muchacho que estaba ahora a sus pies fuese su hermano, aquel niño menor que ella que la consentía y la mimaba y que la adoraba.
Eddie les sirvió la cena.
Mientras comían el muchacho permaneció contra la pared, esperando que lo reclamaran para servir.
Madre e hija siguieron charlando.
Tenían mucho que contarse, diez años de separación forzosa daban para muchas horas de charla ininterrumpida.
Eddie después de que cenaran su madre y su hermana, se retiró a la cocina donde dio cuenta, en el tiempo que se preparaba el café, de los restos que ellas habían dejado en sus platos.
Eddie sirvió el café a sus amas y se arrodilló ante ellas aguantando un cenicero para que arrojaran la ceniza de sus cigarrillos.
?Te hablaré francamente, Micaela Eddie es mi esclavo para todo.
Normalmente lo uso por las noches para que me «alivie»,
Micaela le dio un beso a su madre, un beso mimoso, agradeciéndole la deferencia.
?Gracias mami.
le permitiré que me sirva de alfombra de cama.
Es como permitía a ?¡eddie , esta noche servirás a la señorita Micaela.
Entendido? – dijo Adriana.
?Sí señora.
Eddie subió las escaleras tras su hermana.
El niño le llevaba en la mano las sandalias que ella se había hecho descalzar.
En la alcoba Eddie ayudó a desnudarla y le puso un ligero y breve canesú de seda transparente que dejaba ver la maravillosa figura de aquella joven de quince años.
eddie tuvo una erección en el momento que se arrodilló ante su hermana para besarle los pies.
Micaela lo miró desde lo alto.
Estaba acostumbrada a ver a la negra figurita de Kali postrada a sus pies y al ver ahora a su propio hermano tuvo una sensación extraña.
Se sentó en el borde de su cama y obligó con el pie a que Eddie levantara la cabeza.
?Ven.
– le susurró – desde el primer momento que te he visto he tenido una extraña sensación.
No me resultabas indiferente pero no podía ni imaginar que fueras mi hermano.
?Soy tu esclavo, ama – contestó Eddie una vez se hubo erguido y quedado de rodillas ante su hermana y humilló la mirada.
?Dime una cosa.
te gusta darle placer a mamá?
Eddie no contestó.
El enrojecimiento de su rostro fue la mejor respuesta.
?Kali me aliviaba por las noches el ardor que tengo casi siempre entre las piernas.
?La señora me ha dicho que debo servirte en todo lo que me ordenes, ama – repuso eddie
?Soy muy exigente.
A Kali la azotaba si no me dejaba suficientemente satisfecha.
– le comentó Mónica mientras hacía descender su mano y acariciaba el henchido bulto que asomaba bajo la tela del pantalón de su hermano.
Eddie se estremeció al notar el contacto de la cálida mano de su joven ama en su palpitante entrepierna.
Mónica se dejó caer lentamente hacia atrás hasta que su espalda descansó en la cama.
Separó bien las piernas y a los ojos de Eddie se apareció el jugoso coñito de su hermana que semejaba unos labios sonriéndole.
El joven se acercó lentamente hasta enterrar su rostro entre las escarchadas estrías que parecían tener vida propia y por las que empezaban a rezumar blanquecinas humedades producidas por el deseo.
Las manos de Micaela se posaron con suavidad sobre la cabeza de su hermano y arqueando ligeramente la espalda se entregó a las andanadas de su lengua y sus labios.
Micaela comenzó a gemir.
Sus dedos se engarfiaron en el largo cabello de Eddie .
Le apretó la cabeza como si pretendiera engullirlo.
Eddie apenas podía respirar pero no importaba.
Su hermana le exigía que la hiciera gozar y eso era lo único que importaba.
Se entregó con toda su alma.
Su lengua entraba y salía de los surcos jugosos, del agujero encharcado.
Se ayudó de la nariz y de toda la cara para apretar con fuerza los resortes de placer que tenía a su alcance, restregándose sin descanso contra el cada vez más húmedo y oloroso coñito de su joven ama.
Micaela pasó de los gemidos a los jadeos, de los jadeos a los estertores y finalmente comenzó a gritar.
La muchacha puso los pies desnudos sobre la espalda de su hermano y le engarfió el cuello para poseerlo con más fuerza.
Sus caderas se movían frenéticamente.
Fabián se restregaba con fuerza.
Micaela gritó, y gritó.
Y apretó más sus piernas y aferró con sus manos el cabello de eddie
Un grito largo, lento, continuado, de obscena felicidad puso el punto y aparte de un maravilloso orgasmo.
Luego vino la lenta relajación, entre espasmos y pequeñas sacudidas cada vez más espaciadas.
Las piernas de Micaela aflojaron su presión así como sus manos.
Eddie pudo retirar la cara lo suficiente para tomar aire.
Estaba agotado pero se sentía feliz: su ama parecía realmente satisfecha.
Permaneció aún mucho rato con la cara entre las piernas de su hermana, respirando el olor de sus fluidos, un olor fuerte pero a la vez excitante.
Eddie pensó en su madre.
Le encantaba darle placer pero lo que acababa de hacer a su hermana lo había excitado como nunca y ahora tenía una erección de las que si no hacía algo para remediarlo se mantendría en su máxima expresión toda la noche, impidiéndole pegar ojo.
Su madre no le permitía penetrarla, eso por supuesto, y sólo de vez en cuando, muy de vez en cuando, le autorizaba a eyacular masturbándose.
Cuando eso sucedía debía hacerlo frotándose el pene entre las botas que previamente había tenido que calzarle y entonces era el ser más feliz del mundo.
Micaela se incorporó en la cama.
Estaba hermosa.
El cabello, producto del sudor se le había pegado parcialmente a la cara.
Tenía los ojos brillantes.
Había quedado más que satisfecha.
?Creo que te has ganado que no te azote como me veía obligada a hacer con Kali.
Es más, creo que mereces una recompensa.
Mamá te permite masturbarte?
Eddie le contó que sólo de vez en cuando y de la manera que se lo permitía, frotándose contra sus botas.
?Te gustaría frotarte contra las plantas de mis pies? – le preguntó guiñándole un ojo al tiempo que levantaba una pierna y le ponía la planta del pie en la cara
?Gracias le contestó emocionado Eddie besando con emoción la planta del pie de su adorada hermana.
?Vamos , quítate los pantalones.
acabémos rápido con esto.
tengo sueño.
Eddie se bajó los pantalones y Eddie puso las plantas de sus pies sobre su miembro a punto de reventar y empezó a frotárselo suavemente, muy suavemente.
No necesitó Micaela emplear demasiado tiempo.
Tras unos cuantos apretones con su cálido y mórbido pie Eddie comenzó a vomitar tremendos chorros de semen.
El rostro del niño era de la máxima felicidad.
Micaela no tuvo que ordenarle nada.
Lo primero que hizo Eddie fue lamerle los pies de los goterones de semen con que se los había salpicado.
Después hizo lo mismo con los charquitos que poblaban el suelo.
Micaela mandó a su esclavo a dormir en el suelo, en el lugar de la alfombra de cama.
La llegada de su hermana podía ser que le hiciera la vida aún más dura, pero a la vez más feliz.
FIN
WastedLalo
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!