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Dominación Hombres, Fetichismo, Gays

El asistente es obligado a violar a un niñito secuestrado.

El Asistente 03. Rigo introdujo su enorme verga lentamente en el anito del pequeño, que de inmediato chilló y se retorció bajo su peso intentando apretar su culito para que el hombre que en ese momento abusaba de él, no pudiera penetrarlo, pero todo era en vano..

Capítulo Tres.

 

Las risas y los aplausos se escuchaban en todo el set. Lamar Hill hablaba con una desenvoltura propia de cualquier miembro de la industria para la que trabajaba, su voz era completamente seductora y parecía terciopelo en el aire; una caricia delicada.

 

Era la primera vez que entraba en uno de esos sets de grabación, el tamaño del lugar lo abrumó en cuanto entró, era mucho más grande de lo que había imaginado y el estar en ese lugar tan inmenso, generaba una sensación de vacío extraña que el presentador y Lamar Hill parecían no notar. 

 

Aquel era su medio, estaban acostumbrados a las cámaras y a los inmensos reflectores que generaban inmensas sombras por todas partes dentro del set, excepto en el escenario. Ahí nada proyectaba una ligera sombra, todo brillaba y relucía tanto que parecía sacado de una verdadera película, en donde el presentador hacía una pregunta, el entrevistado respondía y la audiencia en vivo reía de forma sistemática y a intervalos que parecían ya estar programados y que sin embargo, no lo estaban, todo ocurría en vivo, pero el papel que jugaban aquellos dos hombres frente a la audiencia, era perfecto, una mezcla de actuación y gracia que mantenía a los espectadores sonriendo y sin poder apartar la vista de esos dos simples hombres. 

 

J. Limel retomó el hilo de la conversación con una sonrisa – ¿así que en verdad no sabías lo que estabas haciendo? – Lamar Hill le lanzó una mirada juguetona y miró a la audiencia mientras sonreía.

 

¿Vas a hacer que me comprometa? – dijo. 

 

Claro que sí, es a eso a lo que viniste – las risas volvieron a escucharse en todo el lugar y el cantante sonrió casi complacido. 

 

Es verdad, mentí – dijo con una sonrisa y levantando las manos como si acabara de ser descubierto – sabía perfectamente lo que estaba haciendo.

 

Una nueva oleada de risas llenó todo el espacio – sabía que se trataba de Jay T. y que hiciera lo que hiciera, terminaría manchándolo – Lamar Hill dejó escapar una risa que encantó a la audiencia – pero no me importó, lo único que quería era salir de ahí lo antes posible, tú sabes qué tan loco se puede poner Jay T. cuando ensucian sus juguetes. 

 

La audiencia enloqueció y las carcajadas llegaron hasta sus oídos, no entendía nada de lo que estaban diciendo y parecía una simple historia de cómo había ensuciado una sala de exorbitante precio en la casa de Jay T, el productor de música. Aquella era una estúpida historia sobre algo trivial, pero que había convertido en una anécdota memorable en tan solo segundos. 

 

J. Limel rió junto a la audiencia de forma mecánica – ¡ahí lo tienen señoras y señores, Lamar Hill! – la gente se puso de pie y comenzó a aplaudir, muchos gritaban y el cantante sonreía a todos mientras juntaba las manos y agradecía de forma tan humilde que parecía una persona completamente diferente de la que había conocido tan solo un par de horas antes. 

 

Frente a ellos, se veía encantador y agradable, un hombre ideal y perfecto. 

 

Entonces la magia se cortó abruptamente en cuanto una voz gritó y las luces disminuyeron, haciendo que todos en el set comenzaran a moverse como hormigas especializadas, varias de ellas fueron hasta donde se encontraba J. Limel y comenzaron a limpiar su ropa, sus zapatos y a poner polvo en su cara mientras él seguía hablando con Lamar Hill que también ya tenía un séquito de personas revoloteando a su alrededor. 

 

De pronto, ambos hombres miraron hacia donde él se encontraba, desde su posición, no podía escuchar lo que decían, los micrófonos habían sido desconectados y su voz apenas era un murmullo entre todo el ruido a su alrededor. 

 

El presentador hizo una mueca que no supo interpretar y ambos estrecharon las manos, un par de fotógrafos dejaron que sus flashes inundaran el set y una vez más, todo volvió a ese extraño crepúsculo.

 

De un momento a otro Lamar Hill avanzó hasta donde se encontraba seguido por Emilia que sin saber cómo había aparecido a su lado en cuando se bajó del escenario, su boca se movía pero el cantante parecía no escucharla, parecía sumido en su propio mundo. 

 

Nos vamos – dijo en cuanto estuvo lo suficientemente cerca para que lo escuchara y sin esperar confirmación, avanzó hacia la salida. 

 

Rigo lo siguió casi corriendo, se sentía torpe y fuera de lugar, no conocía ninguno de los protocolos que seguía una estrella como Lamar Hill, no tenía idea de qué hacer con toda la gente que constantemente le preguntaba cosas que parecían importantes y se sentía como un completo imbécil. 

 

En cuanto llegaron a la puerta del edificio se detuvieron – iremos con Chad más tarde, puedes mandar el paquete a su casa no antes de las dos, estaremos ocupados con varias cosas antes de eso. Dile a Rebecca que no podré acompañarla esta noche, pero que después se lo compensaré, puedes buscarle algo lindo en Cartier y por favor cancela todo para mañana, no creo que esté listo antes de mediodía, por lo demás puedes encargarte – Emilia asintió sin dejar de teclear en su teléfono la información y después de eso salió por la puerta mientras decenas de flashsos se estrellaban contra ella en una lluvia de luz cegadora. 

 

Ahora tú – dijo encarando a Rigo y mirándolo de pies a cabeza como si buscara algo en especial – saldrás, irás al auto negro que está esperando y abriras la puerta, confirmarás que es Raul y esperarás a que entre, lo demás ya está revisado. 

 

El hombre asintió sin moverse, desatando una mirada glacial por parte de Lamar Hill – ¿Esperas una maldita confirmación? ¡Ahora!

 

Rigo casi saltó presa del pánico, era la primera vez que estaba siguiendo órdenes de alguien y todo le parecía nuevo, nada lo había podido preparar para aquel cambio de vida. 

 

En cuanto salió, las luces lo cegaron y encontrar el camino en medio de toda esa luz le fue casi imposible, era un mar de gritos y caos, no entendía cómo era posible que alguien pudiera moverse en medio de aquella selva de medios de comunicación, o tan siquiera que pudiera gustarle algo así. 

 

Divisó el coche, habló con el chofer y esperó. Lamar Hill salió por la puerta con un atuendo totalmente diferente del que llevaba solo minutos atrás, una diminuta playera transparente dejaba ver todo su musculoso cuerpo y una chamarra que brillaba con las luces de las cámaras apenas si cubría su espalda. 

 

El cantante sonreía y posaba juguetón mientras todos a se arremolinaban a su alrededor buscando la mejor fotografía, lo llamaban por su nombre y le pedían que volteara hacia ellos, pero Lamar Hill simplemente jugaba y se lucía frente a ellos, era increíble el nivel de confianza que destilaba, lo bien que representaba su papel. 

 

Ambos entraron en el auto y este aceleró dejando detrás las cámaras, ahora el silencio era casi absoluto y Rigo no sabía qué hacer, era la primera vez que estaba a solas con Lamar Hill después de su encuentro de aquella mañana. 

 

Un torrente de recuerdos inundaron su mente, pero de inmediato los bloqueó, no podía pensar en ello ahora, había tomado una decisión y tenía que seguir el plan. 

 

Bájate los pantalones – la penetrante mirada del cantante lo traspasó – estoy aburrido. 

 

Rigo se quedó helado y sin saber qué hacer, no podía ser cierto, no podía estar pasando otra vez. 

 

La carcajada del cantante llenó todo el auto, cambió de asiento para quedar a su lado y lo tomó por el rostro con una mano – no me hagas pedirte las cosas por segunda vez – Rigo ahogó un grito, Lamar Hill lo había tomado con la mano libre por los testículos y se los apretaba con fuerza – recuerda que me perteneces. 

 

Rigo sentía como las manos de Lamar Hill recorrían todo su cuerpo de forma obscena y lasciva mientras este no paraba de besarle el cuello, trataba de controlar la respiración, pero le costaba mantener la compostura, todo su cuerpo estaba tenso y apretaba los puños con fuerza, no podía hacer nada, estaba indefenso; ese hombre lo estaba asaltando. 

 

Lamar Hill se detuvo, le rasgó la camisa y examinó su cuerpo, apretó sus pezones con una fuerza desmedida que hizo que Rigo gimiera y después acarició su torso con deseo, desabrochó su pantalón y lo bajó junto con sus calzones. Su pene estaba flácido y retraído, estaba claramente asustado por lo que estaba ocurriendo. 

 

No te preocupes – dijo mientras intentaba masturbarlo sin mucho éxito – la noche es larga. 

 

++++

 

Era la primera vez que estaba en una mansión como esa, claro que las había visto en las noticias y en internet, pero la inmensidad de aquella construcción lo aplastó en cuanto el auto se detuvo frente a la puerta. Adentro se escuchaba música. 

 

Deja el auto en donde siempre – le dijo Lamar Hill al chofer en cuanto estuvieron afuera. 

 

El hombre sin decir nada regresó al auto y el motor rugió en cuanto aceleró, dejándolos completamente solos. 

 

Vamos – dijo el cantante avanzando por las escaleras que conducían a la entrada de la mansión – algunos amigos quieren conocerte. 

 

Rigo intentó objetar, pero le era imposible, había algo en la forma en cómo lo trataba ese hombre que lo obligaba a seguir todas sus instrucciones, era una fuerza que no podía describir ni entender. 

 

Señor… mi camisa – la mirada de Lamar Hill lo dejó petrificado, era una mezcla de rabia y asco que parecía emanar desde su alma y escurrirse por sus oscuros ojos. 

 

Sin decir una sola palabra se dio la vuelta y entró en la mansión. 

 

¿Acaso estaba asustado? No, era algo más, una sensación de constante alerta, como si supiera que su vida corría peligro en todo momento, como si la seguridad que en algún momento sintiera, hubiera desaparecido, estaba indefenso y vulnerable. 

 

¿Debía seguir adelante? Aparentemente ya no tenía opción, había entrado en la guarida del lobo y ahora salir, parecía imposible. 

 

La escena que encontró cuando cruzó el umbral lo dejó sin habla, decenas de hombres jóvenes totalmente desnudos se encontraban repartidos en cada rincón de la mansión, todos estaban inmóviles y llevaban solo un pequeño moño de color dorado alrededor del cuello, eran como estatuas a la espera de alguna orden especial. 

 

Varios de los hombres que estaban en la casa y platicaban entre ellos en los diferentes salones lo observaron en cuanto entro, sus miradas eran parecidas a las que J. Limel el presentador le había dedicado, parecían evaluarlo. Se sentía observado y fuera de lugar. 

 

Entonces reconoció a varios de ellos, actores, deportistas, presentadores y personas extremadamente famosas y que solo había visto en la televisión lo miraban, ahí estaba Rad Pitt, el famoso actor de películas, Michael Evans uno de los jugadores de la NBA más importantes de los últimos años, Leigh Ford el diseñador de modas, Tom Legend el cantante ganador de varios premios de la academia, T. Zey el magnate del rap y varios hombres más que por sus atuendos debían ser productores y empresarios. 

 

Entonces un par de manos lo tomaron por la espalda y lo hicieron saltar asustado, volteó esperando encontrar a Lamar Hill, pero a quien encontró fue al presentador que tan solo un par de horas atrás había visto.

 

El hombre le dedicó una sonrisa espectacular idéntica a la que utilizaba en su programa – ¿Rigo no es verdad? Por aquí, no tengas miedo, estás entre amigos, cualquier amigo de Lamar es amigo nuestro.

 

El hombre lo condujo al interior de la casa con una voz melosa mientras varias personas a su alrededor los miraban con curiosidad al pasar – Lamar me dijo que te encontró hace apenas unas horas y que tenía tantas ganas de presentarte con todos sus amigos. A todos nosotros nos gustaría en verdad conocerte. 

 

El presentador pasó una de sus manos por sus nalgas sin ningún reparo y Rigo sintió como se le cortaba la respiración – Lamar siempre ha tenido buenos gustos. Entenderás que la gente común y corriente despierte en nosotros cierta fascinación – el hombre parecía hablar consigo mismo más que con él – es normal supongo, tenemos tan poco contacto con ustedes que la idea de tenerlos cerca nos hace sentir intrigados. 

 

El hombre continuó acariciando sus nalgas sobre el pantalón sin reparo alguno, lo condujo hasta un salón pobremente iluminado con una luz rojiza que provenía de varias lámparas cubiertas con paños de seda y lo sentó en un sillón al centro del lugar. 

 

Rigo trataba de controlar su respiración y el miedo que sentía, quería salir corriendo de ese lugar, pero sus piernas no respondían. 

 

Llevábamos tiempo sin tener a alguien como tú con nosotros – dijo el presentador mientras comenzaba a quitarle la camisa sin siquiera explicarle lo que estaba pasando – pero ya teníamos ganas de contar con alguien como tú, sobre todo después de lo que Lamar nos contó. 

 

Sus ojos brillaron mientras desabrochaba su pantalón y se lo bajaba. Rigo instintivamente se cubrió los genitales asustado, pero el presentador apartó sus manos con un movimiento ensayado y le sonrió alegre – no hagas eso – en su voz había una advertencia, algo que le indicaba que aquel hombre era peligroso. 

 

Lentamente la sala comenzó a llenarse de hombres que tomaron asiento en unas sillas que formaban un círculo alrededor de aquel escenario improvisado, varios lo miraban y hacían comentarios entre ellos, Rigo buscó entre los asistentes a Lamar Hill pero no lo encontró por ningún lado. 

 

Su respiración estaba agitada y temblaba ligeramente. El presentador agarró su pene entre sus manos e inhaló profundamente – delicioso – dijo sin mirarlo y prosiguió a desnudarlo por completo. 

 

¿QUÉ DEMONIOS ESTABA OCURRIENDO? ¿Cómo es que se encontraba en esa posición y sobre todo, por qué no podía moverse? Estaba desnudo en una mansión llena de hombres poderosos y por más que sus instintos le gritaban que corriera, no podía, ¿POR QUÉ? 

 

Era el miedo que lo controlaba, el terror que aquellos hombres emanaban y lo hacía actuar como un simple infante. Estaba completamente sometido. 

 

Después de tanto tiempo llega a nosotros Rigo – comenzó el presentador sin dilación – Rigo es un aspirante a cantante que hoy nos deleitará con una pieza de su autoría – varias risas se escucharon al fondo – pero antes, tiene preparado un pequeño espectáculo para nosotros, ¿no es verdad Rigo?

 

Rigo se quedó helado ahí en medio de todos, no sabía qué hacer y las palabras no le salían de la boca, estaba en blanco. 

 

Puedes empezar – dijo J. Limel y se sentó en el asiento más próximo sin dejar de mirarlo. 

 

El pánico se apoderó de él, no sabía qué hacer, no entendía qué es lo que ocurría, intentó pensar en algo pero nada vino a su mente, quería salir corriendo de aquella pesadilla. 

 

Las risas inundaron el lugar y varios hombres chiflaron y aplaudieron mientras gritaban obscenidades. “Muéstranos el culo” “Hazte una paja” “Muéstranos los pies” “Correte en mi cara” 

 

Amigos, amigos – dijo el presentador claramente feliz con toda esa situación – Rigo es nuevo en nuestro círculo y creo que es correcto que lo ayudemos un poco. Por favor Lamar haz los honores. 

 

Del fondo de la habitación apareció Lamar Hill jalando algo pequeño que claramente se resistía, era una figura humana que pese a sus intentos, era arrastrada hasta el escenario por el cantante con una cadena que estaba atada alrededor de su cuello. 

 

Lamar Hill llegó hasta donde estaba Rigo, le sonrió con maldad y atoró la cadena a un grillete que se encontraba en el suelo – no me hagas quedar mal – le susurró mientras se alejaba y se sentaba en un extremo de la habitación. 

 

Los forcejeos atrajeron la mirada de Rigo que de inmediato sintió un vacío en el estómago. Amordazado, claramente aterrado y tratando de escapar de sus cadenas, se encontraba un pequeño niño de no más de diez años. Estaba completamente desnudo y su blanca y suave piel relucían con la poca luz que había. 

 

Lloraba y se veía claramente aterrado. 

 

Puedes empezar – dijo el presentador mientras se quitaba el saco, se abría la camisa y comenzaba a frotar sus pezones.

 

Rigo contempló a los demás hombres, todos habían adoptado posiciones parecidas, algunos incluso ya estaban en ropa interior y se frotaban el pene con lujuria. En el fondo, Michel Evans se besaba con Rad Pitt. 

 

El peso de la realidad lo invadió en ese momento, ¿debía huir? ¿Era acaso posible? Estaba rodeado de decenas de hombres poderosos e influyentes, aunque huyera, lo encontrarían y no tenía idea de qué harían con él, había entrado en un círculo muy turbio y terrible y ahora no tenía escapatoria. 

 

Era matar o ser asesinado. 

 

Controló sus temblores y tomó la decisión, descendería al infierno en aquella mansión. 

 

El pequeño secuestrado lo miró implorante, sus ojos marrones estaban llenos de lágrimas detrás de su cabello castaño que le caía sobre la cara dándole un aspecto más infantil y adorable, tenía las manitas atadas con una cuerda roja y una mordaza en la boca que le impedía emitir sonido. 

 

Rigo lo contempló un segundo y de inmediato su pene reaccionó con una potente erección, dejó toda su humanidad detrás y le soltó una fuerte bofetada. Varios de los hombres gimieron en la sala. 

 

El pequeño comenzó a llorar con más fuerza y trató de alejarse del asistente, pero este era mucho más fuerte y además estaba libre. Sabía lo que aquella gente quería, ¿o era acaso lo que él quería? 

 

Tomó al pequeño con facilidad y lo colocó sobre sus piernas dejado al descubierto sus perfectas y redondas nalgas de niño, entonces comenzó a golpearlas con fuerza, una nalgada tras otra. El pequeño chillaba y se retorcía presa del dolor intentando escapar, pero era imposible, Rigo lo sometía con su peso y continuaba dándole nalgadas sin cesar. 

 

Entonces el hombre lo lanzó al suelo y comenzó a azotarlo con una vara que alguien discretamente dejó a su lado y de quien Rigo no se molestó en buscar la identidad. El pequeño recibió varios azotes en el pecho que de inmediato se le llenó de líneas rojas ahí donde la vara lo golpeaba. 

 

¿Qué estaba haciendo? Tenía la cabeza nublada, su corazón le palpitaba en los oídos y todo le daba vueltas, pero podía sentir como su erección palpitaba con fuerza, oleadas de placer corrían desde su miembro hasta su cabeza sin tregua. 

 

El pequeño chillaba y se retorcía en el piso presa del dolor. Rigo lo tomó por los pezones y comenzó a retorcerlos con fuerza haciendo que el menor se controsionara del dolor. Agarró con una mano sus pequeños testículos y su pene de niño y los estrujó en su puño con sadismo. 

 

El niño chilló de dolor tan fuerte que casi se ahogó con la mordaza en la boca, pero el placer que sentía Rigo en todo su cuerpo era indescriptible, ¿acaso siempre había querido cometer un acto tan vil como aquel? La idea solo hizo que se excitara todavía más. 

 

Se acercó al pequeño y comenzó a lamer su cuello con desenfreno mientras seguía estrujando sus genitales en su puño, la idea de causarle dolor lo estaba llevando a un nuevo sitio que no conocía. 

 

Rigo se levantó y comenzó a soltarle varias cachetadas con fuerza, una tras otra. Era como una bestia, no podía detenerse. Quería lastimarlo y causarle dolor, sentía que entre más dolor le causaba al pequeño niño, más excitado estaba. 

 

Entonces fuera de sí y completamente poseído por el placer, le dio la vuelta y le abrió las pequeñas nalguitas que estaban completamente rojas por los golpes, revelando un anito rosado, lampiño y completamente virgen. 

 

El pequeño al descubrirse en esa posición y todavía intentando escapar, trató de moverse, de darse la vuelta y de cubrir su pequeño ano con las manos, en un pobre intento de esconderlo de su agresor, pero Rigo ya no pensaba, estaba completamente fuera de sí y con un simple movimiento sometió al niño con una mano mientras con la otra se masturbaba y escupía en su miembro erecto. 

 

Rigo introdujo su enorme verga lentamente en el anito del pequeño, que de inmediato chilló y se retorció bajo su peso intentando apretar su culito para que el hombre que en ese momento abusaba de él, no pudiera penetrarlo, pero todo era en vano. 

 

Rigo se abrió paso por entre el esfínter del niño con brutalidad y en un solo movimiento introdujo su poderosa verga por completo en el interior del pequeño. Este chilló con la mordaza puesta y se arqueó cuanto pudo mientras las lágrimas corrían sin tregua por su hermoso rostro. 

 

Estaba tan apretado y tan tibio que Rigo sintió como la locura se apoderaba de él y sin pensar en el dolor que le provocaba, comenzó a meter y sacar su poderoso miembro una y otra vez de aquel virgen anito. 

 

El niño chillaba, se retorcía y pataleaba sin lograr nada, Rigo lo estaba violando con brutalidad y sus movimientos comenzaban a ser cada vez más rápidos y agresivos. 

 

Su enorme verga entraba y salía del culito del niño a una velocidad brutal, su esfínter se había relajado un poco y ahora penetrarlo era mucho más fácil. 

 

Rigo lo giró de tal manera que quedara boca arriba, tomó una pierna con su mano y comenzó a penetrarlo nuevamente mientras chupaba y lamía uno de sus pies, aquello era el éxtasis más grande, en cualquier momento eyacularía. 

 

Aumentó la velocidad de sus embestidas ya sin encontrar resistencia y en un acto brutal y despiadado descargó toda su leche en anito del pequeño con un grito gutural de placer. 

 

Había consumado su primera violación, había cruzado un punto sin retorno y había descendido al infierno mismo. Jamás volvería a ser el mismo. 

 

Rigo se dejó caer al lado del pequeño y en ese momento se dio cuenta de que estaba inconsciente, en algún momento de aquel brutal ataque había perdido la razón. Levantó la mirada y un nuevo golpe de realidad lo invadió al contemplar la escena ante sus ojos. 

 

Lamar Hill estaba siendo penetrado por Tom Legend mientras T. Zey era penetrado por dos hombres a los cuales no reconoció. Todos en esa sala estaban completamente desnudos y en una bestial orgía. 

 

Entonces alguien lo tomó por detrás, lo obligó a doblarse y sin advertencias, comenzó a penetrarlo. Era la primera vez que alguien le metía cualquier cosa por el ano, el dolor era insoportable, trató de resistirse, pero alguien más lo sostuvo por las muñecas para que no pudiera moverse, gritó y trató de liberarse pero estaba condenado, era momento de pagar por lo que había hecho. 

 

Otro hombre se puso detrás del niño inconsciente y comenzó a abusarlo otra vez, aquello era un bacanal, una blasfemia total. 

 

Rigo sintió como su interior se llenaba de un líquido espeso y las lágrimas corrieron por su rostro sin que pudiera evitarlo, ¿en qué se había convertido? ¿Qué demonios estaba haciendo? Ya no sabía quién era. 

 

Dejó que el dolor lo invadiera mientras otro hombre lo tomaba sin siquiera preguntar, estaba perdido, fuera de sí. El aturdimiento lo embotaba, ya no sabía qué ocurría a su alrededor y antes de que pudiera pensar en algo más, se descubrió en el suelo apenas respirando, el dolor en el recto era insoportable y sentía que su alma estaba rota. 

 

Me voy en diez minutos, estés listo o no – dijo la voz de Lamar Hill a lo lejos como en un sueño, pero él no podía moverse y ahí se quedó. 

 

*****

 

Hasta aquí este capítulo porque creo que ya fue muy largo, espero que les guste. Intenté complacer a varios lectores que querían algo más intenso y espero haberlo logrado. Intenté también resumir la historia y puede que el inicio sea muy largo, pero me parece que le aporta sustancia a la historia conocer esos detalles. Díganme si les gustó así o prefieren solo la parte sexual de la historia y veré cómo adaptarla. 

Gracias a todos los que me compartieron material y fotos de sus hermosas vergas, me encanta que me manden cómo terminaron después de leer el relato y también que me cuenten sus fantasías más puercas. Recuerden que me pueden encontrar en tele como: @indigovz. Saludos a todos. PS. Si pides, primero manda. 

 

126 Lecturas/29 septiembre, 2025/0 Comentarios/por Indigo Vizcon
Etiquetas: amigo, amigos, chofer, culito, culo, leche, recuerdos, virgen
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