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Dominación Hombres, Gays, Masturbacion Masculina

El chiquillo, parte 1

Ese chico me prendió a pesar de ser un adolescente puberto….
Está historia es 100% ficción.

Antes de comenzar, me encantaría que voten y comenten su opinión para traerles más historias que contar! Comencemos.

El día era cálido. No hacía ni frío ni calor. Las nubes blancas contrastaban con el sol del mediodía, haciendo que cada paso por el barrio sea llevadero.

 

Cada cuadra estaba repleta de gente, todas dirigiéndose a los únicos dos supermercados que había en este pequeño barrio de no más de 2000 habitantes en el que vivía. Las fiestas se acercaban, la navidad era muy bella aquí, todos gozaban de festejarla y era tradición hacerlo al máximo.

 

Me llamo Alan, tengo 25 años. Vivo en este barrio desde que nací, y no me mudaria por  nada en el mundo. No después de lo que me pasó hace unos tres días atrás, que hace que me de una razón para quedarme para siempre…

 

21 de diciembre, 2025 (hace tres días)

 

—¡Hola Alan! Tanto tiempo, ¿Eh?

 

—¡Hey, Enrique! ¿Cómo estas? Que cambiado… Hace tanto no te veía. —respondí amablemente—.

 

Enrique me sonrió y entró a mi casa, pero antes, movió su cuerpo hacia la izquierda, dejando a la vista a un chico adolescente de ojos verdes y pelo marrón desordenado. Llevaba puestos unos lentes, y tenía puesta una remera de fútbol y unos shorts un tanto apretados que hacía que sus piernas se marcaran notablemente.

 

—Él es mi hermano Felipe. Quiso venir porque estaba solo en casa entonces lo invité… ¿No te molesta?

 

—¡Pero no! ¿Cómo me va a molestar? Pasa, vení…

 

Felipe sonrió levemente y entró a la casa con la cabeza mirando hacia el suelo.

 

—vayan a la sala, ya les traigo algo de tomar.

 

Ambos caminaron hacia la sala de estar, que estaba en la parte izquierda de la casa. Yo me quedé observando un rato a Felipe, me llamó un tanto la atención su cuerpo atlético, se notaba que iba al gimnasio regularmente, y dónde se notaba mucho más era en sus nalgas, las tenía gordas y bien paraditas, unas nalgas en las que podés acostarte y usarla de almohadas…

 

Cada paso que daba, cada movimiento que hacía con sus piernas, hacia que se le marcaran en el pantalón con tanta facilidad que me prendía con solo verlo.

 

Luego de un rato, me dirigi a la cocina y les servi un vaso de gaseosa a ambos, para luego sentarme en el sofá, muy cerca de Felipe. El se encontraba sentado mirando su celular, en una pose muy relajada. La parte superior de sus piernas apretaban su short, parecía como si estos se iban a descocer de lo gorda que eran.

 

No podía dejar de mirarlo, tampoco quería ser tan obvio, pero me era muy difícil dejar de hacerlo.

 

Enrique me hablaba, me hablaba tanto que yo ya no lo escuchaba, no podía concentrarme con la imagen de esos dos pedazos de carne blanquitos que se posaban dentro de los bóxers de Felipe.

 

—¿Alan? ¿Me estás escuchando? —preguntó Enrique, confundido—.

 

—¿Qué? Ah, si, si. ¿Que me decías? —respondí volviendo a la «realidad»—.

 

—¿Estás bien? Te veo muy… Distraído, no sé…

 

—Si, si. Estoy bien, dime, ¿Que decías?

 

—Bueno, te estaba contando que hoy haré una fiesta en mi casa para inaugurarla… Me mudé hace menos de una semana y quería hacerlo diferente… Será como una fiesta de navidad, ya que lo haré ese mismo día… —contaba Enrique con mucho entusiasmo—

 

—¿Entonces es en tres días? ¿Ya tenés todo listo? —respondí—

 

—Obvio, boludo. ¿Si no por qué te lo estaría contando? Estás más que invitado. ¡Ah! Es una fiesta de disfraces con temática navideña, así que andá alquilando tú disfraz. —soltó una pequeña risa—

 

—Ja, ja. Si, si. Ya veré de que me puedo disfrazar… —respondí, también riendo—.

 

Todo quedó en silencio, y para romper nuevamente el hielo, miré con una sonrisa a Felipe y le pregunté: —¿Vos vas a estar en la fiesta?

 

Felipe, quitando tímidamente la vista de su celular y acomodándose sus lentes responde, con un tono cálido: —No. No me gustan las fiestas, seguro esté en mi habitación toda la noche, pero por las dudas… Tengo mi disfraz. —sonrió—

 

Esa sonrisa me hizo verlo de una manera en la que jamás había visto a un chiquillo… Una forma en la que me enamoró por completo, esa sonrisa… Tierna, con esos dientes blancos perfectos… Me prendía, y me urgía tenerlo conmigo…

 

Mire hacia el suelo y respiré hondo. —Y, ¿De qué va a ser tu disfraz?

 

—No sé, ya lo tengo en mi casa, pero no le voy a decir a nadie, total, nadie me va a ver con el disfraz puesto.

 

Solté una pequeña carcajada. —Bueno, si vos lo decís…

 

Luego de charlas un rato, Enrique se levantó y con una sonrisa expresó a su hermano que debían irse. Me levanté y los acompañé a la puerta. Saludé a Enrique con un apretón de manos, y también a Felipe, con la diferencia de que con mi otra mano toqué levemente su espalda baja, solo a unos centímetros de sus notables nalgas…

 

Él se dió cuenta. Se puso colorado al instante, pero yo saqué la mano rápidamente y volví a despedirme. Ambos salieron y cerré la puerta suavemente, miré hacia el techo y comencé a imaginarme todo lo que podía hacer con un chiquillo así…

 

Esos tres días pasaron volando. Parecía que el destino quería que vaya a la casa de Enrique para volver a ver a ese adolescente puberto con buenas nalgas…

 

La noche se acercaba, y yo estaba tomándome una ducha ya que luego de eso me vestiría y me iría a la fiesta rápidamente. En la ducha, no podía parar de pensar en él, me lo imaginaba desnudo, parado, acostado, en cuatro patas… De todas las formas más morbosas y sexuales posibles. Mi verga estaba dura, mide unos 28cm, es blanquita y tiene la punta rosadita. Bajo ella mis huevos medianos, rasurados como toda mi verga, suave y también venosa.

 

Me tocaba el cuerpo, pasaba mi mano por mi pecho, mis huevos, mi pubis, todo esto mientras el agua caliente corría por él. Me tocaba las nalgas, me las apestaba e intentaba meterme un dedo en el ano.

Cabe aclarar que soy mayormente activo, pero estoy completamente dispuesto a que alguien me la meta entera en mi culo virgen…

 

Me terminé de bañar y me cambié, me puse un disfraz de Santa Claus, pero no uno normal, unos pantalones rojos bien apretados y una camisa roja sin abotonar, dejando al descubierto mi pecho y mi abdomen marcado. También me puse el característico gorro, la barba y unos lentes oscuros.

 

Me subí al auto y me dirigi directamente hacia la casa de Enrique. Al llegar, se escucha música desde afuera y había mucho bullicio, se ve que había invitado mucha gente.  La casa tenía una fachada antigua de madera oscura y una puerta marrón con ventanas que no dejaban que el interior se viera.

 

Toqué el timbre y rápidamente me recibió Enrique, dándome un abrazo. Lo saludé y entre. La gente se veía por todos lados, había mucha gente, pero lo que me llamó la atención es que hayan solo hombres, hombres semi desnudos y bailando eróticamente…

 

Enrique llevaba puesto una remera corta, tan corta que dejaba al descubierto su ombligo, y debajo llevaba unos pantalones muy apretados que marcaban su paquete a propósito.

 

Cómo no conocía a nadie, me senté en una esquina. Un chico de me acercó y me ofreció de beber, y acepté. Estuve tomando de todo, vodka, vino, cerveza, todo lo que encontrara. Dos horas después, ya estaba borracho y con mucho dolor de cabeza, pero la fiesta seguía y seguía sin parar.

 

A todo esto, la casa era semejante, tenía tres pisos y un patio enorme, parecía casa de película.

 

Me comenzaron a dar náuseas, entonces pregunté que a dónde estaba el baño, y me dijeron que había muchos, y que podía ir a cualquiera, que se encontraban en el segundo  piso.

Y ahí estaba yo, tratando de buscar los baños, y para mí mala suerte, todos estaban llenos, todos los del segundo piso. Ya no podía pas, necesitaba vomitar. Entonces, se me ocurrió subir al último piso. Allí, la música casi no se escuchaba, y estaba vacío, era un pasillo con tres puertas, dos cerradas y una entreabierta. De ella, una luz violeta y un sonido raro me llamó la atención, pero no quise acercarme.

 

Abrí las otras dos puertas y nada, solo eran armarios o habitaciones, así que no me quedó otra que entrar a esa extraña habitación de dónde provenían esos sonidos. Me acerqué lentamente, y noté a una persona sentada en una silla de forma relajada frente a una computadora, pero esa persona estaba moviéndose de una forma un tanto… Extraña.

 

Asomé mi cabeza un poco más, y lo que ví me dejó con los ojos tan abiertos que parecía que se me iban a salir: Estaba viendo a Felipe, sentado de espaldas a la puerta, viendo directamente hacia su computadora, dónde se estaba reproduciendo un vídeo porno gay, de dos twinks follandose la boca a pelo.

 

Bajé la mirada hacia él, y lo que ví me sorprendió aún más: Su mano alrededor de su verga, una verga con unos pocos vellos marrones, de unos 17cm, venosa, gorda y blanquita, siendo ahorcada por su mano, y parecía que estaba a punto de correrse en ese mismísimo instante.

 

No sabía qué hacer. Mi verga se paró instintivamente al ver esa imagen, y sin querer, golpeo el suelo, haciendo que Felipe se dará la vuelta, aún con su verga en la mano, y me viera en shock, ambos estábamos en shock, y no hacíamos otra cosa que vernos a la cara, petrificados.

Continuará…

 

60 Lecturas/11 noviembre, 2025/0 Comentarios/por Bobolonwe2
Etiquetas: adolescente, baño, culo, gay, hermano, navidad, verga, virgen
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