El colegio de Luis, Un chico de Baja estatura 3 «Mi primer anal»
Diego estaba decidido a desvirgar mi pequeño ano, yo no estaba preparado, después de eso, mi ano ya no sería el mismo..
Definitivamente mi historia estaba lejos de terminar, sinceramente nunca pensé que las cosas llegarían hasta estos extremos, pero viéndolo bien, a este punto ya estaba acostumbrado a la rutina con Diego.
Primero tendría que decir que en esos años tenía 14 años, mientras que Diego ya tenía 17 y debo suponer que sus amigos también.
Esta es mi tercera parte de esta historia, así que deberán buscar las dos primeras partes ya saben, soy Luis, un chico de baja estatura y a mis 14 años empecé a vivir mis más sucias y exitantes experiencias, que como dije en mi anterior relato, no fueron pocas.
En esta ocasión les contaré lo que hasta ese momento fue mi primera experiencia considerada <fuerte> ¿y por qué?
Si eres pasivo ya sabrás el por qué, y sí, la primera experiencia anal de un pasivo siempre será una experiencia fuerte, claro, para unos más que otros.
Mis lecciones de tutoría con Diego habían finalizado, yo le daba tutorías, él debía pasar un examen para conservar su matrícula.
El primer examen no fue nada bien ¿cuál fue mi premio? Pues mamar el pene de Diego en dos ocasiones más después de la primera vez, y no conforme, tuve que hacerlo con Fernando, uno de los amigos de Diego.
Recordarán que Diego me fotografió con mi boca llena de semen producto de la primera mamada que le di, y como lo supuse, sus amigos vieron la foto. Ahora no solo Diego usaba mi boca a su antojo, Fernando también lo hacía.
Los siguientes días después del examen, que Diego logró pasar, fueron <normales> dentro de lo que cabe.
Y es que a pesar de eso Diego seguía dándome su pene para mamarlo. No les negaré que lo hice en repetidas ocasiones. Al salir del colegio, durante los recesos, en su casa.
Con Fernando la cosa no era diferente, Fernando tenía un auto, ese auto fue testigo de todas las mamadas que le di.
No me molestaba hacerlo, tampoco me gustaba, pero sentía que estaba formando cierto acuerdo con ellos, me sentía valorado, útil y podía sentirme lo suficientemente bueno como para tener sexo con dos chicos a la vez mientras las chicas del colegio rogaban por un poco de atención.
Nunca supe qué me vieron esos dos, tampoco quería averiguarlo, sin embargo, una vez, justo después de terminar una de las mamadas que le di a Diego este dijo algo que fue el indicio de mi experiencia más fuerte.
“¿Cuándo dejarás que te penetre” Me dijo diego mientras estaba acostado, sudando y con el pene ya flácido producto de la mamada.
“¿Penetrarme?” le dije sin siquiera detenerme a pensar “Eso es imposible, también soy hombre” le dije mientras limpiaba mis lentes.
Él se levantó de la cama y me dio una nalgada “¿Y esto qué?” me dijo mordiéndose el labio “De qué te sirve tener un ano si no puedes usarlo”
“Lo uso” Le dije pensando en lo único para lo que nos sirve el ano a los seres humanos.
“Pues vamos a darle un segundo uso” Me dijo mientras se envolvía el cuerpo en una toalla y se metía a la ducha de su habitación “Te va a gustar, solo tienes que seguir mis instrucciones”
Después de eso no dije nada y me fui a mi casa.
Recuerdo que esa noche pasé media hora en la computadora buscando información sobre el sexo anal en primerizos, descubrí mucha información.
Pero en todas las notas, post, blogs y demás hacían hincapié en el dolor y como apaciguarlos, les juro que tuve miedo, mucho miedo.
Fui hasta el espejo y me bajé los pantalones y la ropa interior, vi mi ano en el espejo lo más que pude, no me podía imaginar un pene entrando y saliendo, me iba a lastimar seguramente.
Encontré información sobre como <preparar> el ano para el sexo pero debo confesar que en el fondo no quería, tenía mucho miedo.
Pensé en que desde la primera vez, Diego no había sido malo conmigo, a veces era un poco autoritario o agresivo pero nunca me dañó, nunca me ofendió y siempre actuaba de lo más tranquilo.
Dos días después Diego me dijo que lo haríamos un fin de semana “Quiero ese ano para mí toda la tarde” me dijo y me asustó.
Dentro de mí estaba muy confundido. había visto videos sobre el sexo anal, chicos y chicas, ambos gritaban, quejían, algunos lloraban y otros gozaban. definitivamente entre más lo pensara más me aterraba.
El tan esperado Fin de semana llegó, crean cuando les digo que no fue un fin de semana normal.
Por la mañana Fernando fue a la casa de Diego mientras yo estaba ahí, Diego preparaba unas cosas mientras Fernando empezaba a bajarse los pantalones “Ven” me dijo mientras se quitaba la ropa interior.
El pene de Fernando ya me era familiar, grueso y curvado hacia arriba, huevos grandes colgantes y un ligero crecimiento de bello púbico adornando toda su ingle.
Miré a Diego que seguía preparando unas cosas “Hazlo” me dijo sin importarle estarnos viendo.
Yo estaba confundido, pero aún así lo hice.
Estuve mamando cerca de ocho minutos, en los cuales lamí, chupé y tragué su pene y huevos, todo mientras Diego seguía en sus asuntos.
“No creas que no sé que se ven a escondidas” Dijo Diego mientras sacaba una pequeña cajita de su armario.
Fernando sólo se rio mientras se aproximaba a llegar al orgasmo.
Fernando me folló toda la boca mientras Diego contestaba unos mensajes en su celular.
«Ahhg” Escuché un quejido y de pronto mi boca ya estaba llena de semen nuevamente. Para serles sincero, ya me había acostumbrado al semen, nunca me dio asco, pero tampoco me gustaba, aunque, de tanto recibirlo fácilmente podía tenerlo en mi boca sin ningún problema.
Fernando se vistió y se fue al poco tiempo.
“Sigo yo” Dijo Diego mientras se bajó la bragueta del pantalón y el boxer, su pene largo y venudo ya estaba erecto.
Dude un poco pero pensé que seguramente solo chuparía su pene y al estar cansado ya no querría más, pero estaba equivocado.
Se la chupé muy bien, tomé la iniciativa todo el tiempo, todo con tal de dejarlo sin ganas y salvar mi ano.
Pero al poco tiempo todo cambió “Es hora” me dijo.
Se levantó de la cama y se quitó toda la ropa, luego quitó mi camisa y me quitó los pantalones. Empezó a rozarme su pene por encima de mi ropa interior, pude sentir como su pene luchaba por traspasar mi ropa interior y llegar a mi ano.
En ese momento metió su mano y apretó mis nalgas muy fuerte “Están suaves” me dijo mientras se reía.
Sin previo aviso metió su dedo anular por mi ano y les juro que me dolió, estando su dedo adentro lo agitó un poco y sentí dolor, me estaba doliendo, un simple dedo me estaba doliendo.
en eso, trajo una botella transparente y la cajita que había sacado desde el inicio, cuando aún se la mamaba a Fernando. Un objeto con punta circular de goma, leí la cajita leve decía <plug>
sin voltearme a ver llevó el objeto del aparente lubricante de la botella transparente, me trajo hacia él, se arrodilló detrás de mí, me bajó el boxer y metió el plug en mi ano.
Me volvió a doler aún más, aunque no era tan espantoso como pensé, sentí cierto ardor en mi ano, pero la frescura del lubricante cubría ese ardor haciendo que pudiera soportarlo un poco más.
“No te lo vayas a sacar” Me dijo mientras le bajó de nuevo y me puso a mamar.
Empecé a mamar nuevamente con los labios temblorosos, les juro que tenía mucho miedo, sabía que Diego era muy caliente, pero estaba a punto de entregarle mi ano virgen.
Después de Diez minutos vino a mí sacó el plug, en ese momento yo sabía que no había marcha atrás, pensé en pelear, reprochar, persuadir o inventar cualquier excusa, pero algo dentro de mí me hacía estar ahí.
“si no te relajas esto no va a funcionar” Dijo diego mientras ponía más lubricante en mi ano “Te va a doler pero lo vas a disfrutar… si colaboras”
Me acostó boca arriba, subió mis piernas y pude sentir la punta de su pene, me lastimaba, me sentía lastimado ya. Y aún no había metido su pene, de pronto empezó a meterlo.
Pude sentir cada centímetro, cada parte de él, sentí que mi ano se rompió, sentí que me partía en dos, el peor dolor de mi vida hasta ese momento. Sentí como me separaba en dos partes, sentí como la piel de su pene forzaba a mi ano a abrirse cada vez más y solté muchos quejidos de dolor.
“Aún vamos a la mitad” Me dijo y en ese momento lloré un poco, si con la mitad me hacía sentir ese dolor ¿qué será de mí cuando lo haya metido todo?
Y justo eso pasó, en un solo movimiento metió el resto de su pene, sentí como mis nalgas y su ingle se juntaron, su pene había entrado por completo, mi ano había sido desvirgado por Diego.
Era como si nos hubiéramos conectado y transformado en un solo cuerpo, sentí una sensación extraña en mi estómago, el dolor era intenso y mi ano estaba completamente desgarrado, habían pasado diez minutos desde que Diego entró en mí, pero juraría que había sido una eternidad.
“Está muy húmedo y apretado” me dijo mientras empezó a moverse.
Cada embestida era un nuevo golpe en mi estómago y un nuevo quejido, empezó a follarme sin pudor o piedad, simplemente su pene entraba y salía a voluntad, el ardor aún continuaba, sentía como los pliegues de mi ano se estiraban tanto que sentía como se rompía cada uno de ellos.
Diego me estaba embistiendo como un profesional, en ese momento no lo sentí así, pero ahora que lo pienso, Diego se movía muy bien.
Pero mi llanto no cesaba, trataba de ahogar mis lamentos pero no podía hasta que…
Sentí que el pene de Diego rozó algo dentro de mí, sentí que algo empezaba a sentirse bien, sentí que dentro de todo ese dolor una pequeña luz me empezaba a dar gozo.
Diego se movía cada vez más rápido mientras mi ano soportaba cada centímetro de su pene.
La respiración de Diego empezó a ser rápida y sus piernas empezaban a temblar, de pronto se acostó sobre mí haciéndome cargar el peso de su cuerpo mientras su cabeza descansaba sobre mi hombro, me sentí como esas esposas resignadas a complacer a sus maridos, así me sentí.
De pronto Diego empezó a hacerlo más fuerte, más duro y me dolía más y más “Ya no puedo dijo mientras respiraba y se contraía “adentro adentro” decía mientras mis piernas rodeaban su torso y mis manos estaban apoyadas en su espalda, y ya no pudo más…
Sentí que el semen de Diego me llenaba por dentro, sentí que ese líquido caliente se mantenía espeso y viscoso dentro de mí, Diego aún no sacaba su pene, se quedó más de diez minutos acostado sobre mí, sudado y exhausto, pude sentir como su largo pene se hacía pequeño dentro de mí hasta que lo sacó y se mantuvo acostado a mi lado.
“Se sintió muy bien” Me dijo mientras respiraba y se reía “¿Te sentiste bien?”
En ese momento yo no podía pensar bien, tenía ganas de decirle que no, que me sentía mal, adolorido, usado y violado, pero recordé ese momento, ese pequeño momento en que su pene rozaba algo dentro de mí y sin pensar tanto, salvo para calmar su sed experiencia le dije que sí.
“Vas a costumbrarte” me dijo mientras se metió a la ducha.
Me quedé acostado un tiempo más, mi ano aún me dolía y sentía que mi estómago estaba un poco irritado, sentía una molestia, como un pequeño bulto dentro de mí, pero muy chiquito, sentía que ese bultito estaba hinchado pero no sabía porqué. Poco tiempo después supe que era mi próstata inflamada producto del roce con el pene de Diego, podría decir que era la prueba de haber perdido mi virginidad anal.
Fui a ducharme a la ducha de diego mientras él limpiaba un poco, me costaba caminar, sentía que mis nalgas se rozaban y eso me daba la sensación que me iba a doler, pero quizá yo estaba exagerando.
Después de vestirme y estando listo para irme Diego me entregó el plug “Esto debes usarlo antes del sexo, te ayudará para preparara tu ano” me lo entregó.
¿A caso sabía Diego si yo quería una segunda vez?
En ese momento no quería saber nada del sexo anal, me fui a mi casa y sólo me acosté, me acosté sin saber que una vez perdida mi virginidad anal debía estar preparado para desafíos más demandantes.
Serie: Luis, un chico de baja estatura.
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