El entrenador del gimnasio, fue el primero pero no el único en comerme el culo.
Un joven finalmente decide ir a entrenar a un gimnasio, y su entrenador personal por medio de los ejercicios le desarrolla las nalgas y los pectorales, y en un descuido del chico lo penetra, lo que al joven le encanta…
No es que yo fuera un fanático de mantenerme en forma, más bien lo hice porque ya estaba cansado de que debido a mi delgado cuerpo, baja estatura, y mis finas facciones, así como mi aguda voz, mucha gente me confundiera con una chica.
Aun en mi trabajo, ya que más de un hijo de la gran puta que me llevan conociendo más de dos años, ocasionalmente se referían a mí como señorita, lo que me indignaba.
Por lo que desde que comencé a practicar los ejercicios, que me indicaba el entrenador, me llamó la atención que la mayoría de dichos ejercicios era para el fortalecimiento, o por lo menos así lo entendí yo, de mis caderas, y pecho.
Como al mes de ya estar realizando dichos ejercicios, me di cuenta de la manera en que el entrenador observaba mis nalgas, y pectorales, lo que me pareció algo raro, y cuando le pedí una explicación.
Me dijo que estaba supervisando mi avance, y que yo necesitaba mantener unas caderas, y pechos fuertes y bien formados.
Yo seguí entrenando, realizando todos los ejercicios que él me indicaba, hasta que una noche por curiosidad, medí mis caderas, y me pareció que ciertamente se habían tonificado bastante, y que mis pectorales, por lo menos yo lo veía un poco más desarrollados, tanto que ya parecían tetillas de una chica trece añera.
Cuando se lo comenté al entrenador, él se quedó observando, en especial mis nalgas, para luego decirme que una vez que terminase el entrenamiento, me quedase en el gimnasio, para evaluar mi avance de manera individual detenidamente.
Después de que se marcharon el resto de los que entrenaban, mi entrenador cerró la puerta diciéndome, que así podía concentrarse más y mejor en mí.
Primero fuimos a las pesas, y una vez que comencé a realizar algunos ejercicios de levantamiento, sin decirme nada se colocó justo tras de mí, y cuando me agaché para agarrar las pesas nuevamente.
En ese momento sentí su cuerpo pegado al mío, al tiempo que me decía. “Estas muy tenso, relájate, concéntrate en las pesas, olvídate de mí.”
Yo en ese momento seguí al pie de la letra, todo aquello que él me decía, así que cuando comencé a sentir ese bulto caliente y duro chocando con mis nalgas, procuré no ponerle atención.
Posteriormente nos fuimos a las colchonetas, frente a los espejos, y me indicó que volviera hacer los mismos movimientos, pero sin las pesas.
Yo repetí los mismos movimientos, y él volvió a pegar su cuerpo al mío, en ese momento cuando ya nos encontrábamos de pies, frente a los espejos, él me sujetó con uno de sus fuertes brazos, al tiempo que me preguntó, ¿Por qué me encontraba tan excitado?
Sin dejar de sujetarme, comencé a sentir como su cuerpo se pegaba al mío, pero lo que realmente me asustó fue sentir aquella cosa caliente, y bien dura, nuevamente contra mis nalgas.
Lo que más me llamó la atención, fue que justo cuando su mano izquierda la pegó a mi pecho, y la metió bajo la camiseta que yo estaba usando, su mano derecha me agarró entre las piernas.
De inmediato protesté, pero él hizo oídos sordos a mis reclamos, sus dedos me apretaban mis pequeños pezones, al tiempo que yo seguía protestando.
En ese momento lo escuché decirme. “Parece que tu pequeña verga va a estallar, sino hacemos algo al respecto”.
En ese instante el más sorprendido fui yo al ver en el espejo, la gran erección que tenía mi pequeño miembro, él sin dejar de sujetarme y mantenerme pegado a su cuerpo al mío, introdujo su mano dentro de los pantalones cortos que yo estaba usando, agarrando mi verga entre su enorme mano.
Como si yo fuera un muñequito de papel, prácticamente me arrancó el pantalón corto, y el interior que estaba usando, dejando mis nalgas al descubierto, y sintiendo esa cosa caliente y dura que pegaba contra mis nalgas, al tiempo que me comenzó a manosear mi parado miembro.
La verdad es que no sé qué me pasó, pero fue algo así como si me derritiera entre sus fuertes brazos, dejé de ofrecer resistencia, y en lo que canta un gallo, comencé a eyacular, como nunca antes lo había hecho.
Yo no sabía que me estaba sucediendo, pero en ese instante comencé a ver nuestras imágenes en el espejo, al mismo tiempo que comencé sentir como su caliente miembro, golpeaba una y otra vez mi apretado esfínter, por lo que casi de inmediato me comenzó a penetrar.
Y aunque el dolor se hizo presente, el estar más que consiente de que él me estaba metiendo toda su enorme verga entre mis apretadas nalgas, como que a pesar de lo que yo podía estar sintiendo en esos momentos.
Comencé a disfrutar de un placer totalmente desconocido para mí, y en consecuencia involuntariamente comencé a mover mis caderas como una verdadera loca, al tiempo que sin vergüenza alguna le pedía casi a gritos, que me diera más y más duro.
La verdad es que no sé cuánto tiempo me estuvo dando por el culo, lo que, si se es que, yo no dejaba de pedirle que no se detuviera, sintiendo como una y otra vez aquel gran pedazo de carne, invadía mi cuerpo.
Pero de momento extrajo su verga de entre mis nalgas, me la puso a mamar, yo me sorprendí al ver el tamaño de aquella cosa, y como entraba casi del todo dentro de mi boca, hasta que finalmente acabó dentro de mi boca, y garganta obligándome en parte a que yo me tragase todo su semen.
Una vez que terminó conmigo, yo tuve un sin número de emociones encontradas, por una parte, digamos que estaba molesto por lo que él me había hecho, pero por otra parte estaba infinitamente agradecido de que me lo hubiera hecho.
Yo sin decir nada, me fui al baño, me aseé, me duché, y tras vestirme cuando iba saliendo, él me agarró por el brazo, me ha plantado un enorme beso.
En ese momento, pensé que no iba a volver al gimnasio más nunca, pero al día siguiente, mientras estaba en mi trabajo, no podía dejar de pensar en lo que me habías sucedido, y como yo disfruté de todo lo que el entrenador me había hecho.
Por lo que apenas salí de mis clases, me dirigí al gimnasio, y después de que se marcharon las ultimas personas, rápidamente me quité toda mi ropa de ejercicio, y sin pensarlo completamente desnudito, me recosté sobre las colchonetas.
Esa noche sobre las colchonetas del gimnasio, él me volvió a penetrar, pero a diferencia de la primera vez, me recosté bocarriba, él me tomó por los tobillos, separó mis piernas, y dirigiendo su erecta verga directamente a mi culo, y de inmediato volví a sentir ese rico placer de ser penetrado por mi entrenador.
A partir de esa noche, yo esperaba ansioso que terminasen mis clases, para ir de inmediato corriendo al gimnasio, pero como a la cuarta o quinte noche, me llevé la sorpresa de que mi entrenador me esperaba, con todo un ajuar de ropa femenina pera hacer ejercicios, incluyendo los pantis y el sostén.
Sin decir ni una sola palabra me los puse, ya finalizar me dijo que me soltase el cabello, lo que así hice, para luego agarrando mi mano, me llevó fuera del gimnasio, cruzamos la calle, y entramos a la cervecería que se encontraba enfrente.
Por miedo a que alguien se diera cuenta de que realmente no era una chica, permanecí con la boca cerrada la mayor parte del tiempo, no fue hasta que comencé a tomar mi tercera o cuarta bebida, que me di cuenta de que yo no era el único chico, vestido de chica.
Mi entrenador me en varias ocasiones me sacó a bailar, y a medida que lo fue haciendo, sentí como sus grandes manos, acariciaban todo mi cuerpo, cuando no era que, sin aviso, me plantaba un tremendo y profundo beso de lengua, ante la mirada de todos los presentes.
Ya era de madrugada, cuando me encontraba de lo más alegre perreando, moviendo y restregando mis nalgas contra el fornido cuerpo de mi entrenado, que me percaté de que habían cerrado las puertas del negocio.
En esos momentos si había unas quince personas dentro del negocio, incluyendo a los meseros y el de la barra, pienso que eran muchos, como ya les dije, yo no era el único chico vestido como una chica.
Por lo que cuando uno de esos otros chicos, vestido como una chica, comenzó a desnudarse, los demás lo siguieron, incluyéndome a mí, aunque la mayoría no quedamos completamente desnudo, seguíamos bebiendo y bailando, como dice la canción, de Riqui Martin viviendo la vida loca.
Cuando mi entrenador, me tomó por un brazo y frente a todos los presentes, después de darme otro tremendo y profundo beso de lengua, me bajó los apretados pantis que carga puestos, y sin más ni más me penetró.
Lo que más me sorprendió a mí fue, que al igual que nosotros varias parejas ya lo estaban haciendo, así que a medida que mi entrenador me penetraba una y otra vez, yo podía ver a varias parejas haciendo lo mismo, hasta que un tipo le comentó algo a mi entrenador, y a medida que él seguía dándome sabrosamente por el culo, él tipo ese se sacó su verga, y colocándola frente a mi boca me puso a mamar.
Esa noche perdí la cuenta de las veces que quien sabe quién me dio por el culo, o me puse a mamar un sin número de vergas, lo que sí sé es que cuando desperté me encontraba en una cama de hospital, sin la menor idea de lo que había pasado, ni como había llegado ahí.
No fue hasta que llegó un enfermero, acompañado por una trabajadora social, que al preguntarme que me había sucedido, le dije que no recordaba nada en lo absoluto, fue cuando ella me explicó que me habían encontrado fuera del bar ese, completamente desnudo y sin sentido.
Luego llegó un investigador de la policía, y le repetí la misma historia, eventualmente casi anocheciendo apareció mi entrenador, diciendo que habíamos entrado al bar a tomarnos una cerveza, que él luego se marchó, por lo que él no sabría decir que me había sucedido.
Fue el investigador de la policía, quien trajo la teoría de que probablemente, alguien me había invitado un trago, cargado con quien sabe qué, en otras palabras, que alguien a quien no conozco me drogó, y se aprovechó de mí.
Cosa que le dije que no podía creer que eso me hubiera sucedido, pero sí él con larga su experiencia pensaba que eso fue lo que me sucedió, lo más probable es que sea cierto, ya que yo no le iba a llevar la contraria, porque no me acordaba de nada en lo absoluto.
Mi entrenador luego al salir del hospital me dijo, que esa noche, yo me dejé dar por el culo por todos y cada uno de los presentes, y no conforme con eso, salí a la calle completamente desnudo, a buscar quien más me podía volver a penetrar, pero como estaba tan borracho, al salir del bar, me tropecé y perdí el sentido.
Justo cuando iba pasando una patrulla de la policía, quienes llamaron a una ambulancia, la que me llevó al hospital, después de eso, he vuelto al gimnasio y mi entrenador me ha vuelto a entrenar, como solo él sabe hacerlo.
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