El espiritista apenas me vio dirigiéndose a mí me dijo. Además de que estas maldecido, te tienen cruzado, y te vamos a tener clavado, para limpiarte.
Un hombre recién divorciado, después de contarle a su mejor amigo todas las cosas malas que le están sucediendo, este lo lleva a ver un espiritista, para que le haga una limpieza profunda, haciendo que el hombre se desnude y emborrache a medida que el espiritista y su amigo, le comieron el culo..
Esa tarde del sábado, después de que le conté a mi amigo, todas las cosas malas que me estaban sucediendo, sin decirme nada, me agarró por el brazo, y rápidamente salimos de su casa.
En el camino detuvo su auto entró a una tienda de licores, y tras hacerme comprar varias botellas del aguardiente más barato y unos cuantos tabacos.
Fue entonces que me dijo que íbamos a ver un espiritista para que me ayudase.
Realmente ni idea tenia de que se trataba eso, pero como estaba desesperado, dejé que mi amigo continuase.
Llegamos a una gran casona, pero al acercarnos vi un sin número de autos, y ya dentro una gran cantidad de personas.
El espiritista, un hombre mayor, de oscura piel, algo panzón, medio calvo, era el tipo a quien, por lo visto, mi amigo me llevaba a ver.
Apenas entramos me presentó, al maestro que es como lo llama todos.
Nada más le bastó tomar mi mano y sin yo decirle nada comenzó a decirme. “Tú sí tienes problemas, lo de tu exmujer, eso tiene arreglo, ella querrá regresar a casa, pero tú no la aceptes, ya que no eres el padre del niño, es alguien de autoridad, en donde ella trabaja.”
“Tu hijo, definitivamente no es que sea gay, simplemente es que eso le gusta.”
“Pero en tu negocio si te han echado una maldición fuerte, estas re salado, además también estas cruzado, y te tienen bien clavado en una foto con un sin número de alfileres, para que te enfermes, quiebres.”
Yo me quedé asombrado después de escucharlo, mi amigo no pudo haberle dicho nada, ya que yo estuve presente desde que llegamos y mi amigo solo me presentó.
Estoy más que seguro que él pudo leer todo eso en mi rostro, con nada más tomarme la mano, por lo que cuando me dijo. “Todo tiene arreglo, pero es necesario que hagas un pequeño sacrificio, o sea que hagas todo lo que yo te ordene, sin tan siquiera pensarlo.”
“De lo contrario, mejor te retiras, te preparas para ser un marido cornudo, para criar a un hijo que no es tuyo, rechazar a tu hijo porque le gustan los hombres, y debido a todo eso te sentirás muy enfermo, por lo que o vas a la quiebra, o terminas por prenderle fuego a tu negocio, he ir preso.”
No lo pensé dos veces, y ante tan oscuro futuro, de inmediato respondí que si, por lo que el maestro, pasando a todas las personas que se encontraban antes que yo, me tomó de la mano y me condujo dentro de una pequeña habitación en compañía de mi amigo.
Una vez dentro me dijo. “Te quitas todo lo que tengas puesto, incluso el anillo, después te pones esta bata, y cuando estés listos, regresas a esta sala.”
Cuando terminé de ponerme la bata, mi amigo abrió la puerta y los dos nos dirigimos a la pequeña sala, donde nos esperaba él, una sala llena de fotos y figuras de santos, frente a una especie de altar.
Con un sin número de imágenes y estatuillas de santos, así como un sin número de velas de diferentes colores encendidas, y por todos lados un fuerte olor a incienso, a cera derretida, a tabaco y aguardiente.
El maestro me tomó de la mano y me llevó al centro de la habitación, indicándome con su grave voz, que me sentase en el piso, para que me bebiera un poco de aguardiente, mezclado con unas ramas y hojas y algo más, una vez sentado me tomé todo eso.
Él prendió uno de los grandes tabacos, y comenzó a poner a mí alrededor, muchos pequeños quemadores de incienso prendidos, mismo tiempo que él no dejaba de echarme el humo del tabaco en mi cuerpo.
Nuevamente llenó el tazón en el que yo estaba bebiendo con el menjurje que había preparado, para que yo me lo siguiera bebiendo.
Al principio no sentía nada especial, pero a medida que yo seguía bebiendo, el iba prendiendo los inciensos, por lo que comencé a sentirme un poco mareado y raro, pero a la vez más tranquilo, y relajado.
Era como si nada me preocupase, mientras que él continuaba echándome el humo del tabaco, oraba en un idioma que yo no comprendía, mientras que yo seguía bebiendo de aquel tazón.
Las luces se hicieron un poco más tenues, y de momento me dijo en un tono bien tranquilo. “Quítate la bata.”
Por unos instantes dudé en hacerlo, pero me acordé de lo de todo lo que me había dicho al entrar a su casa, así que sin más ni más me despojé de la bata quedando completamente desnudo y sentado en el piso ante él y mi amigo, que no dejaba de mirarme.
Por otro largo, mientras me volvía a llenar el tazón, el continuó manteniendo encendido los quemadores, echándome humo y orando, y de cuando en cuando se tomaba un poco del aguardiente a pico de botella.
Para luego rociar mi cuerpo, hasta que él volvió a llenar el tazón con más aguardiente, y tras tomármelo, me ordenó que me recostase bocabajo.
Luego me agarró por los tobillos e hizo que las abriera mis piernas de par en par, en medio de todo me sentía avergonzado, jamás había estado desnudo de esa manera frente a otro hombre.
Pero una vez que abrí mis piernas, nuevamente él continuó orando, y al poco rato le entregó una figura larga y gruesa hecha en negra madera oscura, bien pulida.
La que mi amigo habiéndose quitado toda su ropa y quedando tan desnudo como lo estaba yo, arrodillándose frente a mí, estirando sus manos, y bajando su cabeza, hasta casi pegar su frente al piso, me entregó aquella larga figura.
Una vez que la agarré, me di cuenta de que realmente estaba toda llena de algo como grasa, que se me parecía un soldado por el casco que tenía en la punta, mi amigo se me acercó a mi oído y me dijo. “Ahora pásatelo lentamente, por todo tu cuerpo, por tu cabeza, por tu pecho, por los brazos, piernas, y nalgas y finalmente lo comienzas a poner dentro de tu culo…”
Yo no podía creer lo que mi amigo me había pedido, pero a medida que el maestro continuaba orando, yo tratando de controlar mi nerviosa risa, ya bastante borracho por lo mucho que había bebido.
Como mejor pude, fui haciendo todo lo que mi amigo me había dicho, hasta el punto en que cuando me coloqué eso entre mis nalgas me detuve momentáneamente.
No por nada en especial, es que avergoncé, hacer eso frente a ellos dos.
Fue cuando la voz del maestro me dijo suavemente. “Empújalo dentro de tu cuerpo, para que saques, los malos espíritus que te han metido.”
Como un autómata, comencé a meter poco a poco esa cosa por mi culo y, pero a medida que lo iba haciendo, comencé a sentir algo de dolor e incomodidad, pero al poco rato no pude dejar de sentir cierto grado de placer.
Placer que a medida que continuaba empujándome eso dentro de mi culo, iba creciendo, al penetrarme con esa figura de madera.
La satisfacción que sentía era tan grande, que permanecí recostado bocarriba, con mis nalgas bien abiertas, mientras que con mis propias manos no dejaba de meter y sacar todo eso viciosamente dentro de mí.
Mientras que el maestro puso varias veces el pico de la botella en mi boca y seguí tomando más aguardiente.
Estuve haciendo eso, quien sabe por cuánto tiempo, hasta que finalmente entre gemidos y fuertes gritos de placer, que no sé cómo pasó, pero de lo excitado que me encontraba eyaculé sin tan siquiera tocar mi propia verga.
Tras el cual quedé completamente sudado, cansado y recostado sobre el piso, con la figura de madera medio enterrada dentro de mi culo, pero aun sujetada por una de mis manos.
De momento comencé a sentir, como sabrosamente alguien, extraía la figura y se encontraba acariciando todas mis nalgas, de una manera que nunca antes había sentido.
El placer que sentía era tal, que temí que, si abría los ojos, dejasen de hacerme lo que me estaban tan sabrosamente haciéndome.
De momento sentí unos labios contra los míos, al tiempo que unas manos acariciaban todo mi cuerpo divinamente.
En ese instante me di cuenta que el maestro dejó de acariciar mis nalgas, y extrayendo la figura de madera, colocó su verga dentro de mí.
Si el aparato de madera que yo sostenía aun entre mis dedos era grande, cuando sentí que él me empujó su verga, entendí que era mucho más grande y gruesa que la pieza de madrea que yo había tenido enterrada dentro de mi culo.
Mi amigo dejó de besarme, y casi de inmediato colocó su miembro sobre mi boca, y sin que me dijera nada, por lo que de manera casi automática me dediqué a mamárselo.
Por un largo rato el maestro y yo disfrutamos de un sexo como nunca antes yo lo había disfrutado, en cierto momento pensé en mi esposa, pero de inmediato me acordé de que ella seguramente ni tan siquiera pensó en mi cuando se enredó con su jefe.
También pensé en el maricón de mi hijo, por lo que en parte entendí que le gustase tanto que se lo cogieran.
Por lo que continué disfrutando de todo lo que tanto el maestro, como mi amigo me hacían, hasta que no pudiendo aguantarme, volví a eyacular.
Tras el cual me quedé tendido sobre el piso, hasta que sentí que ellos dos me pusieron bocarriba, levantaron y separaron mis piernas, tomándome por los tobillos.
Después sentí como los dedos de mi amigo, comenzaron a explorar mis nalgas, y a los pocos segundos, como al principio un dedo, seguramente embadurnado en vaselina, comenzó a introducirlo dentro de mi culo.
Luego dos, y más tarde tres, hasta que finalmente ya me estaba incrustando casi toda su mano, dentro de mi culo.
Pero lo raro es que quizás como fue algo gradual, no puedo decir que me haya dolido, todo lo contrario, lo disfruté tremendamente.
Al punto que comencé a mover mis caderas a medida que mi amigo prácticamente metía y sacaba su mano de mi culo.
Luego en fracciones de segundos extrajo todos sus dedos, y sin demora, me ha introducido toda su verga seguramente, lo extraño fue que apenas lo hizo sentí su cuerpo sobre el mío.
El maestro, me tomó por el cabello, y levantando mi cara, colocó su miembro dentro de mi boca, poniéndome a mamárselo.
Pero en cierto momento fue tan fuerte la manera en que me empujaba su verga que sentí que me llegó bien adentro de mi garganta, haciendo que yo no pudiera contener las ganas de vomitar, al tiempo que él sacaba su verga.
Quedé desfallecido, y hasta me dormí por un largo rato, al despertarme, mi amigo estaba a mi lado, bebiendo en compañía de varias personas desnudas que yo desde luego, no conocía.
Él me condujo al baño, y él mismo me dió una rápida ducha, y regresamos con todas esas personas.
Los que sin decirme nada comenzaron a tocarme por todas partes, mientras que yo volvía a darme otro trago de aguardiente.
En cosa de poco rato ya uno de ellos me estaba clavando su verga, mientras que frente a mi boca una gruesa señora, completamente desnuda, restregaba su peludo coño contra mi cara.
El resto de la noche la pasé de verga en verga, y mamándole el coño a cuanta mujer se encontraba presente,
Ocasionalmente el maestro se asomaba a echarnos un ojo, pero de inmediato se marchaba, mientras que nosotros mientras que mi amigo y yo disfrutábamos como locos.
Una vez que todo terminó, al día siguiente al despertarme me encontré con la verga de mi amigo dentro de mi culo, el maestro se nos acercó, y nos entregó una buena cantidad de dinero.
Por lo que me quedé bien confundido, hasta que mi amigo me explicó que, todas esas personas, le pagaban al maestro por limpiarlos, y como nosotros dos hicimos el trabajo sucio, él compartía su dinero con nosotros.
En medio de todo, al principio me sentía sumamente confundido, por una parte, me sentí como si hubieran abusado de mí, por lo que estaba algo molesto.
Pero, por otra parte, me encontraba sumamente satisfecho por lo mucho que disfruté lo ocurrido, incluso el que me hayan dado por el culo y puesto a mamar vergas y coños un sin numero de veces.
La verdad es que mi mujer finalmente se divorció de mí, mi hijo, definitivamente cambió, ahora cuando sale de casa lo hace vestido de mujer, por lo menos ya no lleva sus amigos a mi casa, ya que según supe después, lo llevan a algún motel.
Y finalmente tuve que vender mi negocio, a una tercera parte del valor en que lo quería vender, ya que era eso, o irme a la quiebra, ya que para colmo ninguna compañía aseguradora quiso venderme un seguro.
Pero a pesar de todo eso, vivo mucho más tranquilo, monté un nuevo negocio y continuó visitando al maestro en compañía de mi amigo, cada vez que él nos llama para que lo ayudemos a limpiar a varios de sus clientes.
Uff
Buen relato ya sabes porque tú hijo salió maricon, a tu también te gusta la verga
Saludos