El gerente de la sucursal me tiene chantajeado, por lo que además de vestirme y actuar como mujer, debo dejar que me dé por el culo y le mame su verga
Un empleado bancario, que le roba los fondos a algunos cliente, es descubierto por su jefe, este lo chantajea con meterlo preso, y el chico termina vistiéndose de mujer y dejando que su jefe le como el culo y lo ponga a mamar. .
Un viernes en la tarde justo antes de salir, el gerente de la sucursal me llamó a su oficina, y sin pérdida de tiempo me dijo que se había dado cuenta de que yo estaba robando a los clientes.
Al principio me hice el desentendido, que no tenía idea de lo que me hablaba, cuando de momento sacó de una de las gavetas de su escritorio, una carpeta roja, me la entregó y me dijo. “Léela con calma, y no te preocupes en destruirla, ya que es una copia, los originales los tengo bajo llave, bien asegurados.”
De inmediato continuó diciéndome. “Una vez corrobores que no te miento, quiero que vayas a esta dirección el sábado a las ocho de la noche, si no lo haces, más vale que tengas un muy buen abogado para que evite que te metan preso por robo y fraude bancario.”
Nada más le di unas ojeadas, para darme cuenta de que me tenía en sus manos, pensé que de seguro quería parte del botín.
Así que me fui preparando para ofrecerle hasta un cincuenta por ciento de todo, y si presionaba demasiado, podía transar con quedarme con un veinte por ciento, y darle el resto a él.
Tal y como me lo exigió, llegué a las ocho en punto, me hizo pasar, me invitó un trago de uisquí, y se tomó su tiempo para comenzar a decirme que era lo que yo debía hacer, si no quería que él me denunciara.
Cuando lo escuché decirme que me quitase toda la ropa, no lo podía creer, y hasta le ofrecía el cincuenta por ciento del botín, a lo que él me respondió, en un tono de voz que me causó miedo. “A mí no me hace falta ese dinero, pero a ti si te hace falta mi silencio, por lo que o haces todo lo que te ordeno, sin protestar, o ve preparándote para perder tu trabajo, y pasar de diez a veinte años preso.”
Después de escuchar eso, no hizo falta que me volviera a repetir que me quitase toda mi ropa, lo que de inmediato comencé hacer, hasta quedarme totalmente desnudo.
Luego caminó a mi alrededor, observó mi desnudo cuerpo, y dándome una ardiente nalgada me dijo. “Sígueme hasta el baño, donde te vas a depilar, y luego te darás un buen baño.”
Sin atreverme a decir nada sumisamente lo seguí, y ya en un elegante cuarto de baño me entregó una crema que olía a cítrico, diciéndome. “Esto te lo vas a pasar por sobre toda tu piel, incluyendo tus nalgas, testículos, y axilas, pero no te lo pongas en tu cabello, a menos que quieras quedarte calvo, y cuando hayas terminado de ponértela, me llamas.”
Tal y como me lo ordenó así lo hice, me embadurné todo mi cuerpo, incluso entre mis nalgas, con esa crema, y al rato apareció él, con unas pequeñas toallas, las que comenzó a pasarme por todo mi cuerpo, asombrado vi como todos los vellos de mi piel fueron desapareciendo, por lo que me depiló todo mi cuerpo, incluyendo mis testículos, y hasta mis nalgas.
En esos momentos me sentía raro, supuse que de seguro él quería tener sexo anal conmigo, y aunque nunca lo había hecho, estaba resignado a dejarme hacer lo que fuera, por no ir a la cárcel, o perder mi empleo.
Después de eso me di una buena ducha, y al terminar él ya me esperaba con una mullida toalla, con la que me secó, mientras que yo permanecía de pie sin atreverme a decir o hacer nada, solo sentía sus manos, y dedos explorando cada rincón de mi desnudo cuerpo.
Luego pasamos a una habitación que estaba llena de ropa femenina, y siguiendo sus instrucciones tomé asiento en una banqueta frente a una gran peinadora, él mismo escogió toda la ropa que yo me iba a poner.
Pantis, sostén, medias, liguero, en fin, poco a poco me fue vistiendo de mujer, incluso hasta me colocó él mismo unos zapatos con tacones de punta, luego me escogió un corto vestido, y tras ponérmelo, me ordenó que me sentase frente al espejo, y sin más ni más comenzó a maquillarme.
Cuando terminó conmigo, me dijo. “Ponte a caminar, mientras que me baño y me cambio de ropa, practica mirándote al espejo.”
Tal y como me lo ordenó me puse a practicar, lo que al principio me dio algo de trabajo, pero al verme al espejo, a pesar de lo corto de mi cabello, realmente parecía una chica.
Cuando regresó, trajo una abundante peluca negra, zarcillos, un collar de perlas, y llamativos brazaletes, además que prácticamente me baño con el contenido de un pequeño frasco de perfume.
Ni idea tenía lo que pensaba hacerme el viejo loco ese, pero el miedo a que me fuera a denunciar, continué haciéndole caso, hasta cuando me dijo. “De ahora en adelante, procura hablar como una chica, sin llegar a exagerar, y no hables a menos que yo te lo indique.”
En la sala de la casa, puso a funcionar el equipo de música, y tras darme otro gran trago de uisquí, comenzó a tratarme como si yo fuera en realidad una chica, me fue enseñando toda aquella enorme casona.
Luego de beberme otro par de tragos, me invitó a bailar, al principio me sentía incomodo por la situación y porque desconocía realmente cuales eran sus intenciones.
Pero a medida que fuimos bailando, me tocó dejarme llevar por él, y poco a poco sus manos comenzaron a ir acariciando mi cuerpo, y sus labios besando mi cuello, aparte de que seguía tratándome como si yo fuera una mujer.
No sé si sería lo mucho que bebí, o qué, pero a medida que él seguía bailando conmigo, comencé a sentirme mucho más relajado, al punto que cuando sus manos comenzaron agarrar mis nalgas, ni tan siquiera protesté.
Después de que bailamos por un buen rato, me llevó hasta un sofá, donde sin perder tiempo comenzó a besarme, introduciendo su lengua dentro de mi boca, la que yo no sé por qué comencé a chupársela.
Al poco rato hizo que me subiera el vestido, él mismo me medio bajó los pantis que me había puesto, y colocándome como si fuera a gatear, comenzó a lamer mi culo, en mi vida ni tan siquiera había pensado en algo así, pero a los pocos segundos, yo estaba disfrutando de todo lo que él me hacía con su lengua.
Al poco rato, me fue introduciendo uno a uno todos los dedos de una de sus manos, mientras que yo seguía bebiendo uisquí, y disfrutando de todo lo que él me hacía.
Hasta que sin decirme nada, extrajo sus dedos de mi apretado culito, y cuando me vine a dar cuenta, el viejo ya me tenía bien clavado por el culo.
El ir sintiendo como todo su miembro entraba y salía de mi cuerpo, al principio me produjo algo de dolor, es más hasta se me salieron par de lágrimas, pero a medida que él continuó, golpeando mis nalgas con sus bolas, y su verga entraba y salía de mi culo, una y otra vez.
Yo comencé a mover mis caderas, como si fuera toda una puta, es más en un tono de voz bastante afeminado, le pedía que me diera más y más duro.
Cuando finalmente se vino, al poco rato me puso a mamar su verga, hasta que se le volvió a poner bien dura, y nuevamente me la empujó por el culo.
Yo sé que esa primera vez, llegué a su casona, a las ocho de la noche, pero salí al día siguiente, como a las diez de la mañana, con mi culo tan abierto como una flor, y con el compromiso de que regresaría el siguiente fin de semana.
Lo que he seguido haciendo, de manera regular, a menos que él me indique lo contrario, pero siempre vestidito de mujer, además de eso, en ocasiones él invita a algunos chicos, algo más jóvenes que yo, y mientras a mí me dan por el culo o me pone a mamar sus vergas, a él alguno de los invitados le da por el culo, mientras que yo se la mamo a él.
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