El hijo del dueño, supuestamente me puso a trabajar horas extras, aunque la verdad es que le comí el culo.
El hijo del dueño de un negocio es gay, y le gusta poner a trabajar horas extras a algunos empleados..
Cuando el dueño de la empresa trajo a su hijo a las oficinas, el chico nos cayó mal a todos los empleados, no porque fuera el hijo del jefe, sino más bien por la manera en que nos veía, como dicen por encima del hombro, y nos hablaba como si él fuera de sangre azul.
Él a todos nos caía más pesado que el plomo, en otras palabras, era un puente roto, ya que nadie lo pasaba, para colmo su padre, se fue de vacaciones, y lo dejó a cargo de todo.
Yo en lo personal me llevaba bien con él, mientras que no abriese la boca, ya que cuando lo hacía, aparte de meter las patas, provocaba que los empleados se molestasen más con él.
Por lo que, para evitar que no fuera a despedir a ningún empleado, yo intercedía, hasta que él se dio cuenta de que era preferible, tratar conmigo que directamente con el resto de los empleados.
Cosa que a mí no me incomodó, por lo menos al principio, ya que, a los pocos días, su manera de mirarme sí que me comenzó a incomodar a mí, en varias ocasiones, me di cuenta de que no dejaba de observarme las nalgas.
Pero justo en el momento, en que se lo iba a reclamar, me indicó que deseaba hacer un inventario, por lo que necesitaba que algún empleado se quedase acompañándolo, y me pidió que buscase entre los empleados, quien se quería ganar un dinero extra, ayudándolo a realizar el inventario.
Cuando se lo comuniqué al resto de los empleados, ninguno de mis compañeros quiso quedarse a trabajar horas extras, con él, por lo mal que les caía a todos, por lo que no me quedó más remedio que decirle que yo lo ayudaría con el inventario.
Así que después de que salió el último de mis compañeros de trabajo, me reuní con el hijo del jefe, pero en lugar de comenzar a realizar el tan mentado inventario, me dijo que primero fuéramos a comer algo, que él pagaba.
Más que cenar, lo que hicimos fue tomarnos unas cuantas cervezas, con varias tapas, pero la mayor parte del tiempo el chico se estuvo quejando de un fuerte dolor de espaldas, ya que según él había levantado una casa sumamente pesada, y se la había lastimado.
Ya de regreso al negocio, él continuó quejándose por el dolor en la espalda, que de momento me dijo que lo mejor era suspender el inventario para otro momento, pero cuando yo ya estaba por marcharme, me pidió que le hiciera el favor de darle un masaje, en la habitación en la que ocasionalmente su padre se quedaba a dormir dentro del negocio.
Hasta esos momentos, yo no vi nada malo en ello, el joven se recostó en la cama, tras quitarse la ropa, quedando únicamente con un pequeño o, mejor dicho, un diminuto slip, que dejaba al aire sus paradas, y pálidas nalgas.
Por un corto rato simplemente me dediqué a pasar mis manos por su espalda, mientras permanecía de pie, a un lado de la cama, pero en cierto momento, él mismo me pidió que me pusiera algo de aceite en las manos, cosa que yo hice.
Pero a pedido de él concentré el masaje a la altura de sus caderas, pero por lo incomodo que me encontraba, me sugirió que me colocase tras de él en la cama, y continuase dándole masaje.
Ya que él se mantuvo con sus piernas algo separadas, colocándome yo entre ellas, mientras seguía masajeando sus caderas, y parte de sus nalgas, con más aceite, al tiempo que en un abrir y cerrar de ojos, se quitó el slip, diciéndome que no quería que se fuera a manchar con el aceite.
Pero a medida que le seguía masajeando las caderas y sus nalgas, comenzó a moverla suavemente, y al tiempo que mis manos pasaban por sobre su piel, él gemía, y suspiraba profundamente.
Hasta que me propuso que me quitase los pantalones para que no los manchase de aceite, ya en ese momento, me di cuenta de lo que realmente él buscaba era que yo le enterrase mi verga entre sus paradas nalgas.
Así que le dije que iba hacer lo que él me recomendaba, solo que no tan solo me quité los pantalones, sino que me quité toda la ropa, quedando tan desnudo como lo estaba él.
Y al volver a ponerme a masajear sus nalgas, fui pegando mi cuerpo al de él, sin que expresara molestia alguna, al sentir mi parada, y caliente verga, en pleno contacto con sus bien formadas nalgas.
En cosa de pocos segundos, de estar pasando mi verga entre sus nalgas, comencé a presionarlas contra su esfínter, momento en que soltó un profundo gemido, que me dio a entender claramente que continuase.
Por lo que, sin pérdida de tiempo, dirigí la cabeza de mi verga, al centro de su bien formado, y aceitado culo, yo seguí presionando, por lo que toda mi verga se fue deslizando, gracias al aceite, dentro de su apretado, culito.
Hasta que nuestros cuerpos quedaron completamente unidos, momento en que él continuó moviendo rítmicamente sus caderas, y gimiendo profundamente de placer.
Yo seguí penetrándolo, una y otra vez, a medida que él no paraba de mover sabrosamente todo su apretado culo, chillando cual si fuera una puta.
En cierto momento, le dije. “Que culo más sabroso tienes.” Él de inmediato, me respondió con afeminada voz. “Gracias.” Por lo que yo seguí refiriéndome a él como si realmente fuera una chica, a medida que movía deliciosamente sus caderas, gimiendo de placer, cada vez que yo lo volvía a penetrar una y otra vez.
Hasta que después de un buen rato dándole verga, me vine dentro de sus nalgas, a medida que, seguía chillando, y pidiéndome que le diera más, y más duro por ese culo.
Cuando finalmente saqué mi verga de su culo, me quedé tendido en la cama, mientras que él, se fue a lavar las nalgas, y expulsar todo lo que yo le había dejado dentro.
Cuando al rato regresó, con unas tollas húmedas, y sin decirme nada se dedicó a limpiar toda mi verga, ya estaba pensando en vestirme, cuando acercó su rostro a mi verga, y poco a poco se fue dedicando a lamerme todo el tallo, para luego ponerse a besar mi glande.
El sentir sus labios en contacto con la cabeza de mi verga, hizo que nuevamente se revitalizara, y pienso que aún no estaba del todo dura, cuando abriendo su boca, se dedicó a mamármela.
Lo cierto es que al sentir su húmeda, y caliente boca, prácticamente tragándose toda mi verga, hizo que se me volviera a poner bien dura, tanto que lo que me provocó fue volverle a dar por el culo.
Pero cuando se lo comenté, sacándose mi verga de la boca, y con voz extremadamente afeminada, me dijo. “Si no te molesta, yo prefiero ahora seguir mamando, hasta que te vengas dentro de mi boca.”
Yo me quedé recostado boca arriba, con mis manos colocadas de tras de mi cabeza, mientras que el mariconcito ese, seguía divinamente mama que mama, hasta que hizo que me volviera a venir, tragándose todo mi semen.
Luego de eso me volvió a limpiar la verga con una de las tollas, para luego vestirse, al ver que Julio ya se había vestido completamente, yo también lo hice, pero antes de que yo saliera, con su verdadera voz, me dijo. Que él esperaba que no le comentara nada de lo sucedido a nadie.
Durante cierto tiempo seguimos teniendo relaciones, en la empresa, yo desde luego que no le dije a nadie, y ha si fue, hasta que un día llegó su padre, y nos sorprendió a todos diciéndonos, que su hijo se había marchado de viaje para a Francia.
Posteriormente nos enteramos en la empresa, que al chico lo detuvieron vestido de mujer, en compañía de varias otras personas, en algo que la prensa llamó un valet rosado, o sea una orgía de maricones, en la que por lo que la noticia comentaba, había políticos, personas de la televisión, y probablemente hasta menores de edad, así como mucho alcohol, y drogas.
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