El joven, obedientemente hizo todo aquello que yo le indicaba, separó sus piernas y esperó, a los pocos segundos comencé a penetrarlo con mi verga.
En una caballeriza, un peon se puso a orinar y un joven jinete que fue a practicar equitación lo vio, quedó sorprendido, el peón se dio cuenta y se aprovechó de la situación por lo que le comió el culo y lo puso a mamar..
Un sábado bien temprano, en la mañana cuando, me encontraba orinando fuera de la caballeriza, cuando entró uno de los niños ricos, que practican equitación, cargando su sillín para montar, se dirigía al picadero, creo que accidentalmente me vio orinando, no sé qué le sucedió, pero se quedó embelesado, observando mi instrumento.
Pero cuando lo miré a los ojos, me di cuenta de que él se sentía muy avergonzado, y nervioso, disimulado apresuró el paso, mientras que yo me le quedé viendo sus paradas nalguitas, sin hacer comentario alguno.
Ya a eso de las diez de la mañana, suspendió las prácticas porque hacía demasiado sol, luego regresó, al parque ecuestre, como a eso de las seis de la tarde, se cambió de ropa, pero en lugar de ponerme los acostumbrados pantalones de vaqueros, los que siempre ha usado para entrenar, se puso unos viejos pantalones de equitación, que le quedaban bien apretados.
Ya después de estar como una hora entrenando, de momento me vio a lo lejos, me encontraba limpiando uno de los establos, a esa hora éramos las únicas personas en todo ese lugar, ya que yo me encargo de cerrar todo y hasta duermo en una de las caballerizas.
Después de que él, desensilló el potro que estaba montando, lo llevó a su caballeriza, cuando me volví a topar con él, yo me encontraba sin camisa, descalzo, y en pantalones cortos, al verlo lo saludé, y le dije. Que, si él quería, yo me encargaba de bañar, y alimentar al potro.
El joven, sin quitarme los ojos de encima, me dijo que no me molestase, que él mismo lo haría, así que, tomando la manguera, le dio un rápido remojón al animal, pero justo antes de que comenzara a pasarle el cepillo al potro, en ese momento como que se dio cuenta que yo, no le quitaba la vista de sus nalgas.
Fue cuando le comenté, que se le podían dañar las botas, y el pantalón de montar, con tanta agua, lo que le debió parecer bien razonable, y como no había más nadie por todo eso, sin pérdida de tiempo se quitó las botas las medias y el pantalón, quedándome con el pequeño slip que estaba usando y la camiseta.
Él continuó bañando al potro al tiempo que lo cepillaba, por lo que también él se mojó completamente, durante todo ese tiempo, yo continuaba observándole sus paradas y bien formadas nalgas, aun bajo la camiseta mojada.
En una de esas me le acerqué por dé tras diciéndole. “Mira no lo estas cepillando bien.” Justo en ese instante coloqué mi mano derecha sobre la del, que sujetaba el cepillo, mientras que con mi mano izquierda la coloqué sobre la izquierda mía, diciéndole. “Lo mejor es que te pegues más al animal.”
Tras decir eso presioné mi cuerpo contra el del, haciendo que prácticamente su pecho pegase contra las costillas del potro.
El chico se quedó de lo más tranquilo, como si fuera la cosa más natural del mundo, que yo lo tuviera así, acto seguido comencé a mover mi mano de manera circular sobre el costillar del caballo, mientras que con la otra mano dirigía el chorro de agua de la manguera, prácticamente contra nosotros dos.
En esos momentos no dudo que él comenzó a sentir mi dura y caliente verga, contra sus casi desnudas nalgas, y de inmediato le dije, prácticamente lamiéndole su oreja. “Dejemos de juegos tontos, tú tienes algo que me vuelve loco, y yo tengo lo que tú quieres. Así que no perdamos el tiempo, te parece.”
Mis palabras resonaron en sus oídos, así que, sin decir ni esta boca es mía, él soltó tanto el cepillo como la manguera, y de inmediato se desprendió de su mojada camiseta, así como de su pequeño y ajustado interior que más bien parecían unos pantis, quedando del todo desnudo, entre el potro, y yo.
Al ver lo que él estaba haciendo, me terminé de quitar los pantalones, de inmediato sentí sus nalgas, pero en ese instante completamente desnudas, nuevamente contra mi verga, de inmediato le dije. “Así me gusta, ahora separa un poco las piernas, y trata de relajarte.”
Obedientemente hizo todo aquello que yo le indicaba, apoyándose contra el potro, separó sus piernas y esperó, a los pocos segundos comencé a penetrar con mi verga su esfínter, poco a poco fui ejerciendo presión, a medida que lo fui penetrando, él comenzó a quejarse por el dolor que fue sintiendo.
Pero aun, y así permaneció en silencio, como quien dice gritando para dentro, lentamente fue sintiendo, como mi miembro centímetro, a centímetro lo iba penetrando, con mis manos, lo sujetaban por las caderas, pegando más, y más mi cuerpo al del.
Hasta que todo su cuerpo, y el mío se puede decir que eran uno solo, por un rato permaneció sin moverse, hasta que comenzó por iniciativa propia, a mover sus paradas nalgas.
Suavemente al principio, pero a medida que yo comencé a ir penetrándolo, él también comenzó a mover sus caderas, mientras que yo, seguía metiendo y sacando toda mi verga de su cuerpo.
Los movimientos de sus caderas fueron más bruscos, y prolongados, con ello el placer que estaba comenzando a sentir, era algo prácticamente indescriptible, a medida que tanto él como yo, nos movíamos, de manera divina, yo le continúe hablando, diciéndole. “Tienes un culito divino, no sabes desde hace cuánto tiempo, que estoy antojado del”.
No tan solo las cosas que le seguía diciendo, sino la manera en que se las decía, al tiempo que le agarraba las nalgas, el pecho, y su cabeza.
Casi sosteniéndolo entre mis brazos, lo retiré del potro, que ya comenzaba a ponerse algo nervioso, con toda mi calma, lo conduje a una de las jaulas que se encontraba vacía, donde ya los dos tirados sobre el heno, continuábamos intensamente nuestra relación.
En cierto momento, saqué todo mi miembro de su cuerpo, mientras que él, se quedó recostado sobre el heno, observando mi miembro entre mis dedos, y aun bastante deseoso de que yo continuase metiéndoselo.
Lo tomé por los tobillos, y al mismo tiempo que se las levantaba, hice que separase las piernas, tras lo cual no tan solo volví a sentir, como enterrar dentro de su cuerpo, mi pedazo de carne, sino que pudo ver con toda claridad como lo hacía.
Para él fue algo casi delirante, fue cuando me dijo, que no tan solo sentir, sino que ver de manera tan clara, como toda mi verga le entraba por el culo, casi no podía creer que su apretado culito se tragase todo eso.
Mientras él se deleitaba moviendo sus caderas, y restregándolas contra mi cuerpo, yo me dedicaba al mismo tiempo a seguir manoseando sus nalgas, por un buen y largo rato, continúe metiendo y sacando mi verga de su culo, al tiempo que continuaba diciéndole lo sabroso que lo tenía, y el tiempo que había deseado clavarle mi verga.
Hasta que finalmente mis movimientos aceleraron, y mis apretones fueron más, y más fuertes, hasta que me vine por completo dentro del, después de eso se quedó tirado sobre el heno, yo saqué mi verga de su culo y tras levantarme salí de la jaula, para lavarme y orinar.
Al regresar a su lado, lo miré a los ojos, y como si él hubiera podido leer mi mente supo, que yo deseaba que me lo mamase, por lo que sin asco alguno cuando tuvo mi adormilada verga al alcance de su boca, comenzó por lamerme mi colorado glande, en cosa de segundos se me volvió a tonificar por completo, para luego sin detenerse continúo chupando todo aquello que le cabía en la boca.
Yo me recosté sobre el heno y fue él, quien prácticamente arrodillado a mi lado, continuaba chupando, mamando y lamiendo toda mi verga, así estuvo por un buen rato, hasta que coloqué mis manos sobre su cabeza, y con ellas fui guiando su cabeza, y acelerando los movimientos hasta que solté un gran chorro de mi semen dentro de su boca, garganta.
No quedándole más remedio que terminar de tragárselo por completo, el chico estaba completamente desnudo, agotado, sudado, oloroso a sexo, su ano, le palpitaba, y en parte se comenzó a sentir avergonzado, pero muy feliz.
Hasta que lo llamé y le dije. “Bueno amor date una buena ducha, y te vistes que, en cualquier momento, puede llegar alguien, y de seguro no te gustaría que te fueran a ver así”.
Él obedientemente, sin decir nada, tras ducharme con la manguera que uso para bañar al potro, se dirigió con su ropa a su casillero, se cambió y al ver el reloj, se dio cuenta que casi eran las ocho de la noche.
Esa noche antes de irse me dijo que tenía que salir con su novia, desde esa fecha y por buen tiempo, disfruté de las atenciones del, hasta que por sus estudios universitarios fue dejando la equitación, pero ha conseguido en un sin número de ocasiones, volver al club ecuestre para que yo lo vuelva a montar.
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