El maduro.
La edad solo es un número..
Todos hemos idealizado que como hombres jóvenes o maduros debemos estar con nuestros pares en edad. Pero qué hay con los hombres de mayor rango de edad? Qué pasa con esos hombres los cuales según muchos ya son llamados Daddy’s? Hombres que sobrepasan los 50 ó 60 años de edad…
Cuando tenía 25 años, recién salido de la universidad, queriendo me comer al mundo. Por fin me di cuenta, o más bien me acepte como un hombre homosexual. Atraído por hombres masculinos, llenos de testosterona y vida.
Mi vida transcurría entre el trabajo, mi casa y el gimnasio. Recuerdo bien que estando en el gym me llamo la atención un hombre mayor, canoso, con arrugas en la frente, una mirada fuerte e imponiendo respeto por dónde pasaba, me decía a mismo cuando llegue a su edad quiero ser como él.
Un día en la oficina me llamaron para reunirme con un cliente. De nuestros primeros clientes importantes, así que fui rápido a la sala, al entrar veo a dos de mis colegas y a otro hombre sentado frente a ellos, dándome la espalda. Al llegar me presentan al que sería «mi cliente». El hombre en cuestión se levanta de la silla y al verlo mi corazón sale de su ritmo normal.
Un maduro, calvo, con una mirada que refleja bondad pero también respeto. Más alto que yo, entendiendo que yo mido 1,70 cm con un cuerpo robusto pero firme. Una barba perfectamente rasurada. Al estrechar su mano, me doy cuenta que estoy ante un hombre trabajador, que le gusta hacer las cosas por él mismo. Su figura imponía pero a la vez daban ganas de sentarse con él a platicar de la vida.
Mis compañeros me recomendaron y tras una pequeña entrevista el maduro hombre volvió a estrechar mi mano para cerrar el trato.
Los días siguientes cambiaron mi vida por completo, todos los días lo veía, todos los días hablaba con él. Todos los días nos reuníamos por una u otra cosa. Lo cual fue desarrollando una estrecha amistad.
Surgió la necesidad que el maduro tenía que aprobar algunos cambios en los planes, así que lo llamé, al contestar me mi piel se erizó, me dijo con una voz de mando que me dirija a su casa pues él se encontraba ahí. Fui rápido con el corazón casi saliéndose me del pecho. Sudando como si me encontrase en un sauna. Al llegar a la casa del maduro, tocó el timbre, abre en automático y por interfón me pide que entre hasta su recámara. Mi cabeza estaba que explotaba. Aun con esa orden decidí esperar en la sala. Unos minutos después él llega y va vistiendo un pantalón de vestir negro y un par de sandalias solamente!!!
– Me agarraste saliendo del gimnasio – pffffff mis ojos lo contemplaban o más bien lo devoraban. Le entregué la carpeta con los nuevos cambios. Me acerco y se los entrego. Su torso desnudo se veía mucho más grande que cuando lleva ropa, su cuerpo despide una deliciosa fragancia masculina. Aún unas gotas escurren por su piel y las envidio. Todo esto hace que mi cuerpo despierte y ciertas areas reaccionen.
– Te gusta lo que ves? – me pregunta cuando me veo descubierto por él mirándole. No puedo hacer mas que agachar la mirada y sonrojarme.
El maduro suelta una sonrisa y avienta al sillón de la sala la carpeta y el bolígrafo. Cruza sus brazos sobre su pecho y con una mirada me desafia a hacer el siguente movimiento. Para ese punto estoy que explotó y solo hay dos opciones:
1- Salir corriendo como perro con la cola entre las patas y demostrar que soy un cobarde o…
2- Tirar toda la carne al asador y salir victorioso o echarlo todo a perder !
En un segundo pensé todo eso, analicé todas las posibilidades… Al segundo siguente estoy unido al maduro en un beso. Mis ojos se abrieron como platos cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo, me separé creyendo que todo se había hechando a perder.
– Qué, te vas a arrepentir ahora? – el maduro me cuestiona y yo no puede mas que dejarme ir y entregarme. Volvimos a besarnos pero está vez de forma más pasional. Nuestras bocas se abrían de tal forma que pensé en que nos íbamos a devorar, nuestras lenguas se enfrascaron en una pelea a muerte , donde el vencedor haría con el otro lo que quisiera.
Mi ropa termino tirada en el suelo de la sala en cuestión de segundo, muchos más de lo que le costó a él quitarse su única prenda de vestir. Ahí mismo comenzamos con un 69, el maduro debajo de mi. Su boca devoraba todo mi sexo y yo no quería quedarme atrás. Hice mi mejor esfuerzo para chupar su pene, sus enormes webos colgaban plácidamente mientras yo tragó todo su ser. También les di atención con mi boca. Lo que hizo que se encogieran tan sólo un poco y el maduro gimiera de placer. Su lengua se movía magistralmente, mi culo no recuerda mejor atención antes de él.
Terminamos en su cama yo en cuatro con mi culo bien levantado y su rostro hundido en mí. Tan solo se separó un segundo para enfundar su pene en un condón lubricado e introducir dos de sus dedos en mí. – Ya estás listo cabrón – lo escucho decir y seguido a eso siento como el maduro se va abriendo camino a través de mi culo. Una barra caliente se introduce en mí y yo no hago más que estirar los brazos hacia adelante, respirar profundo y dejarme hacer. Pero qué chingona sesión de sexo tuvimos… Me empotro como él quiso, me subí arriba de él y lo monte un buen rato. Se sentó en la cama y yo me senté en él dándole la espalda, frente a mi hay un espejo que me dejó ver lo guarro y puto que puedo llegar a ser. Sus manos grandes y callosas me acarician y pellizcan mis tetillas mandando oleadas inmensas de placer.
Me acostó y abrió mis piernas y ahora era él quien se contempla en el espejo. Su cuerpo firme se mueve al compás, visualmente es excitante, nos besamos como animales y fue él por quien adquirí el gusto de escupir, pero solo con él.
Se echa encima de mí, me abraza y su cuerpo me cubre por completo, su embestidas aumentan el ritmo y su respiración la siento fuerte en mi cuello. Yo lo abrazo, a todo él, bebo todo su sudor. No puedo más que sentir placer en ese momento. Entonces el levanta su cabeza, me abraza más fuerte y con uno gemidos y convulsiones de su cuerpo me doy cuenta que todo llega a buen término. Siento como su pene se mueve dentro de mí, cierra la boca y jale mucho aire por su nariz, las muecas de su rostro me dicen que está en éxtasis. Es tal el placer que siento, que sin tocarme llegó al paraíso detrás de él. Mi semen se escurre por mi abdomen y va a mojar sus sábanas.
Nos quedamos abrazados unos segundos más. El maduro se mueve retirándose de encima mío, saca su pene con cuidado y logro escuchar un claro «plop» nos reímos como niños, cómplices de una fechoría. Se quita el condón y lo deposita en el cesto, se acuesta junto a mi. Me ofrece de su cigarrillo y nos lo fumamos.
– Entonces esto también es parte de los cambios en los Planes? – lo volteo a ver y volvemos a reinos a carcajadas. Después de eso todos los días nos reunimos… en su casa… En su recámara.
Y… ¿Los cambios se dieron? Jajajajajaja