El maduro de palermo
Experiencia real de como un maduro me hizo su puta.
Soy de Gualeguay, tengo treinta y tantos, novia desde hace mucho tiempo, pero desde hace mucho tiempo también que me gusta la pija… Empezó cuando era pendejo, pajeandonos con amigos, en la calentura la paja de volvió algo mas.
Digo que me gusta la pija porque no me atraen los hombres en si, no me enamoraría de uno o vería a un hombre como «lindo», sino que me calienta la pija, los huevos grandes, la leche… Esa sensación de tocar un pedazo de carne caliente y lubricada que quiere explotar cuando ya no das más de las ganas.
Tengo varias experiencias, pero siempre recuerdo una en particular. Cuando tenía unos 23 años aproximadamente, vivía en Buenos Aires y como es de esperarse, en una ciudad grande no te conoce nadie y podes explorar un poco, cosa que en un pueblo chico se complica. En esa época estaba la página g4me, (alguno la recordará) y casi todos los días la miraba, recibía algunos mensajes, algunas fotos de pijas de todo tipo, hasta que un día un perfil me llamo la atención. Era un tipo de 53 años, grandote pero no gordo, que vivía relativamente cerca de mí departamento. Empezamos a chatear por MSN hasta que me invitó a la casa. Al principio me dio un poco de miedo, pero la calentura pudo más, así que fui. Llegué y me atendió él, vivía solo en una casa muy linda, grande. El tipo era arquitecto y se notaba que tenía un buen pasar. El estaba vestido de pantalón blanco y camisa, recién bañando y afeitado… Me hizo pasar, me dio un beso y nos fuimos al living, nos sentamos en un sillón muy cómodo y charlamos unos minutos hasta que me estiró su mano y la pasó por mí pierna, acercándose. El tipo olía bien y me estaba calentando la situación, por lo que yo le correspondí también tocándole la pierna, subiendo la mano hasta que pude sentir su pija. Él ya me había mandado algunas fotos… Era una hermosa poronga de 21×6, derecha, cabezona, apenas las venas marcadas y unos huevos bastante grandes! Ahora era el momento de saber si las fotos eran reales y si, lo que sentía por arriba del pantalón me decía que si y eso me calentaba más. El tipo me saco la remera y me empezó a chupar las tetillas, a morderlas despacito mientras me acariciaba la verga por encima del pantalón hasta que me desprendió el botón y metió la mano por debajo, me empezó a masajear los huevos y cada tanto deslizaba un dedo hacia mí orto. A todo esto, sus 21×6 estaban totalmente marcados en su pantalón blanco cuando se bajó el cierre y los dejo salir. Era una pija hermosa, muy dura, de piel suave y algo peluda, como él. Se me hacía agua la boca. No hizo falta que me dijera nada para que yo me arrodille entre sus piernas y la empiece a disfrutar. La agarre con una mano y con la otra saqué los huevos… Estabamos muy calientes, él porque se estaba comiendo un pendejo y yo que estaba por probar esa hermosa poronga. Y así fue, le puse saliva en la punta y le pase la lengua, desde los huevos hasta la cabeza, dejándole un hilo de baba para después meterme toda la cabeza en la boca. Empecé a chupar con ganas, tratando de que me entrara lo más posible, quería sentir sus huevos en los labios, pero no pude, era demasiado grande.
Asi estuve varios minutos hasta que me hizo parar y fuimos arriba, a su cama. Yo ya estaba muy caliente y decidido a ser la puta de este maduro, quería sentir esa verga aunque me daba miedo porque nunca había estado con una tan grande.
Ya en su habitación, el tipo hizo sacar toda la ropa y me pidió que me acostara boca arriba en la cama. El se arrodilló, me abrió las piernas y me empezó a chupar la pija con una maestría excepcional, fueron varios minutos en donde el tipo se comió toda mí verga, mis huevos, me besaba las piernas y me chupaba el orto. El seguía vestido, yo totalmente en bolas y eso me calentaba, esa especie de sumisión con un maduro grandote, vergudo que me quería cojer como a una putita.
El se sacó los zapatos y me dio vuelta, me dijo que me relaje y así lo hice. El me empezó a tocar la espalda, bajando hasta la cola para abrirmela con las dos manos y empezar a literalmente cojerme con la lengua. Yo sentía su lengua dura, caliente y mojada entrando en mí cola… Era la gloria, me relajó totalmente y ya sentía el orto dilatado, el estaba dedicado a comerme y yo quería pija.
El tipo busco un poco de lubricante de la mesa de luz, se puso un forro y se tiró encima mío… Tranquilo me dijo, te voy a cojer y te va a gustar.
Senti esas palabras al oído junto con su perfume, sentí todo su cuerpo, su panza sobre mí espalda y sentí su verga… Y la sentí! Quise arrepentirme, pero ya era tarde, tenía a un tipo de 53 años, 95 kilos y 21cm de verga encima mío, abriéndome el orto lentamente, respirandome en la nuca, cojiendome con un macho a su puta.
Y me gustó, una mezcla de dolor y placer que de a poco se fue transformando todo en calentura y de repente ya no dolía. Tenía los 21×6 de pija adentro, el tipo haciendo fuerza lentamente para que me entre toda y yo gimiendo. Casi siempre fui activo pero esta vez me hicieron una putita, una putita bien cojida que pedía más pija.
Y cambiamos, yo ya definitivamente esa gozando ese vergon y lo quise cabalgar, para consagrarme como puta, quería sentarme arriba de esa pija y disfrutarla, agarrarle el pecho, moverme encima de él y ser yo quien se entierre toda la pija hasta el fondo.
Su cara de placer era tan grande como la mía…u ahí estaba, un chico de pueblo, de vida «normal» de repente cabalgandole la verga a un extraño en Palermo que podría ser mí viejo… Y me calentaba.
Llevabamos media hora cojiendo, yo disfrutaba de su verga y me pajeaba, me tiraba sobre su pecho mientras me coja y me decía lo mucho que le gustaba. Y de un momento a otro, sin sacarla, giramos en la cama y quedé yo abajo, patitas al hombro dirían y podía ver la verga dura y gruesa como se perdía en mí orto.
El seguía comiéndome hasta que empezó a tirarme todo el peso de su cuerpo encima y a gemir más fuerte, a comerme un poco más rápido… podía escuchar el ruido de sus huevos golpeandome la cola hasta que acabó, acabó durante varios segundos dándome unos pijasos muy profundos que hicieron que yo también acabara dejándome el pecho lleno de leche y el cuerpo totalmente flojo.
Y ahí volví a la realidad, a la realidad de que tenía el vergon de un maduro, con un forro lleno de leche adentro mío… Y saben qué? Me gustó.
Volvimos a cojer algunas veces más hasta que perdimos contacto, pero nunca me voy a olvidar de esas cojidas y de esta verga.
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