El marido de mi hermana me convirtió en su chica.
Un joven es descubierto por su cuñado, usando la ropa íntima de su mujer, al mismo tiempo que se masturbaba, y se empujaba un envase plástico de forma fálica por el culo, el chico al darse cuenta de que fue descubierto, del susto se puso a llorar. .
Cuando yo era casi adolescente, debido a que mis padres fallecieron, me tuve que ir a vivir con mi hermana mayor, ella gustosamente me recibió en su casa la que compartía con su marido.
Así que durante un largo tiempo yo me dediqué a estudiar, mientras mi hermana y su marido trabajaban, hasta que un día que no tuve clases, cansado de ver la televisión y de jugar con mi Nintendo, me picó la curiosidad y entré a la habitación de mi hermana y su marido.
Realmente no lo hice por nada malo, simplemente fue por pura curiosidad, hasta que, revisando las gavetas de la ropa íntima de mi hermana, no se que me pasó que me provocó probarme algunas de esas prendas.
La primera vez me conformé únicamente con mirarlas, y tenerlas entre mis dedos, pero a medida que fueron pasando los días, fui sintiendo un enorme deseo de ponerme algunas de sus prendas íntimas, pero por temor a ser descubierto, siempre me detenía por lo menos de dos a tres horas antes de que ella y su marido llegasen del trabajo.
Ya que me di cuenta que de ponerme alguna de sus prendas debía después volverlas a colocar, de la misma forma en que las encontré, pero a los pocos días solucioné eso, ya que en lugar de agarrar su ropa íntima limpia, buscaba entre su su ropa sucia, aunque la realidad es que ni tan siquiera olía mal.
Al principio me desnudaba por completo, y luego me iba poniendo algunas de sus prendas íntimas, por ejemplo, los pantis me quedaban a la medida, pero en cambio sus sostenes, aunque me quedaban justos, lo cierto es que siempre debía meterle algunas de mis medias, para rellenar las copas.
Luego de eso me miraba en el espejo de mi habitación, y como a los pocos días comencé a toquetear tanto mis paradas nalgas, como mi pequeño miembro, al punto que también comencé a experimentar, introduciéndome mis propios dedos, por mi apretado culito.
Así que además de masturbarme, previamente llegué a ir penetrándome con un juguete que inventé, se trataba realmente de un envase de plástico, alargado y grueso que originalmente contenía champú para el cabello.
El juguete que uso a diario, al compararlo con mi propio pene, el mío propio resulta ser mucho más pequeño en todos los aspectos, para que se den una ligera idea, si ustedes son de manos grandes mi pene sería más o menos como su dedo meñique, si son de manos medianas, sería como el dedo índice, pero si son de manos pequeñas, mi pequeño pene sería como su dedo anular, o sea el de los anillos.
Pero volviendo a lo que me sucedió con el marido de mi hermana, todo eso claro sin que ni ella, ni mi cuñado, se dieran cuenta, o por lo menos eso pensaba yo inocentemente.
Hasta que un día que me encontraba en mi habitación, usando unos pantis y sostén de mi hermana, disfrutando de mi juguete favorito, el cual metía y sacaba dentro de mi culito, y jaloneándome salvajemente mi pequeño miembro, llegó a la casa mi cuñado.
Mi cuñado por lo menos se había llegado unas tres horas más temprano, lo peor de todo es que cuando él entró a la casa yo estaba tan concentrado disfrutando de lo que yo mismo me estaba haciendo, que ni lo sentí llegar, él al escuchar mis fuertes gemidos, se dirigió directo a mi habitación, encontrándome recostado de lado, sobre mi cama, mientras que me empujaba el grueso envase de plástico, por mi culo, mientras que con la otra mano me masturbaba salvajemente.
En ese momento en que me descubrió, sentí que me moría de la vergüenza, tanto porque me hubiera encontrado con la ropa íntima de mi hermana puesta, como por estar haciéndome la paja, con ese grueso envase, el cual yo empujaba y me lo sacaba de mi culo, al mismo tiempo que me masturbaba.
Cuando me di cuenta de su presencia, me quedé paralizado por unos instantes, y de inmediato me puse a llorar, no sabía ni que hacer, y mucho menos ni que decirle, es más no me atrevía ni tan siquiera mirarlo a los ojos.
Mi cuñado se me acercó, y colocando una de sus manos sobre mi cabeza, lo escuché decirme. “Tranquilo, no ha pasado nada, deja de llorar, respira profundo, luego vas al baño, te duchas, y cuando termines de secarte, hablamos.”
Yo la verdad es que me moría de la vergüenza, pero su cálida manera de hablarme, me tranquilizó, por lo que después de ducharme al salir del baño me lo encontré sentado en mi cama.
Fue cuando me dijo. “Sí te agrada ponerte la ropa íntima de tu hermana, por mí no te sientas mal, pero eso sí, por favor dime cuando lo haces ya que me gustaría seguirte viendo así vestido.”
Desde ese día yo le decía a mi cuñado todo lo que pensaba hacer, a lo que él en ocasiones me decía que mejor era que esperase más tiempo en volver a convertirme en ser una chica, ya que mi hermana durante esos días regresaría mucho más temprano.
De igual manera cuando mi hermana planeaba llegar más tarde, mi cuñado me lo comunicaba, y posteriormente se encontraba presente, mientras que yo usando la ropa íntima de mi ella, soñaba despierto en que me había convertido en una chica.
Pero luego con el tiempo, en los días que mi cuñado me acompañaba, él comenzó por ir tocando mi cuerpo, poco a poco comencé a sentir su mano sobre mi cabeza, luego la comenzó a deslizar por mi espalda, y así siguió hasta acariciar mis nalgas detenidamente.
Lo que yo ante todo eso, no hacía comentario alguno, por lo que mi cuñado continuó con sus caricias, y así poco a poco comencé a ir sintiendo sus dedos presionando mi esfínter, a lo que yo tampoco me opuse.
En ocasiones mientras que yo me dejaba acariciar por él, me fue diciendo que tenía un lindo cuerpo, y hasta me sugirió que me depilase todo mi cuerpo, y volviera a jugar con el envase de champú, introduciéndomelo dentro de mi apretado culito, lo que yo encantado de la vida comencé hacer frente a él.
A medida que el tiempo fue pasando, me fui depilando todo mi cuerpo, incluso mis nalgas, por lo que las caricias de mi cuñado iban en franco aumento, hasta que un día recién cuando él había regresado de trabajar, y que mi hermana no iba a llegar en las próximas horas, de inmediato me vestí con mi ropa de nena, cuando de repente al levantar la mirada, me encuentro que él, tenía su miembro fuera del pantalón agarrándolo con una de sus manos.
Para mí eso fue toda una sorpresa, además esa cosa era muchísimo más grande y gruesa que la mía, mi cuñado se colocó frente a mí, y manteniendo su miembro entre sus dedos, de manera algo seca, y sin emoción alguna me ordenó que se lo mamase.
Yo la verdad es que nunca había llegado a pensar que algo así me fuera a suceder, y fue cuando lo escuché preguntarme. “¿Quieres ser toda una mujercita, y que te traté de esa manera, has lo que te ordené?” a lo que yo sin decir una sola palabra le respondí, afirmando con mi cabeza.
Por lo que, sin pensarlo mucho, agarré su miembro con una de mis manos y lentamente, lo primero que hice fue ponerme a lamérselo, como si fuera un helado de vainilla, lo que trajo en consecuencia, que su ya erecto miembro, se pusiera más duro y caliente, y casi de inmediato me dedicara a chupárselo.
Yo me encontraba de lo más inspirado mama que mama, cuando sentí una de sus manos acariciando mis nalgas, y al poco rato, como iba penetrándome con uno de sus dedos, a lo que a los pocos segundos le sumó un segundo dedo, y así sucesivamente, hasta que prácticamente tenía casi todos sus dedos dentro de mi.
Y aunque eso para mí no representaba ninguna molestia, cuando los sacó y tomándome por los hombros, se colocó tras de mí, me imaginé lo que me iba a suceder, pero una cosa es pensarlo o imaginárselo y otra muy diferente el sentir como su parado, caliente y duro miembro comenzó a penetrarme, en esos momentos lloré por el fuerte dolor que sentí, al tiempo que él me iba diciendo que me relajase, para que no me doliera tanto.
Aunque en un sin número de veces yo mismo me había penetrado usando un envase plástico, de forma falica, y quizás hasta más grueso que el miembro de mi cuñado, en esos momentos lo único que me quedó por hacer fue seguir llorando, sin poder ofrecer resistencia alguna.
Hasta que su cuerpo quedó por completo sobre el mío, y su verga por completo dentro de mi apretado culito, por un corto rato mi cuñado no se movió, pero de momento comenzó a sacar y meter su dura y caliente verga dentro de mí, al tiempo que yo no sé ni cómo ni por qué, comencé a menear mis nalgas, a medida que él continuaba metiendo y sacando toda su verga de mi culo.
Por un tiempo que a mí se me hizo corto, su verga seguía abriéndose paso entre mis nalgas, al tiempo que mi cuñado decía lo rico que estaba mi culito, me besaba el cuello, o me mordisqueaba las orejas, a lo que yo con voz afeminada, le pedía que me diera más y más duro.
Yo no podía creer que, a pesar de aquel insoportable dolor, en esos momentos yo estuviera moviendo mis nalgas, como lo estaba haciendo, restregándolas contra su cuerpo, y pidiéndole que me diera más y más duro.
Él cuando le dio su real gana, sacó su verga de mi cuerpo, y haciendo que me sentase sobre su miembro me volvió a penetrar, manteniéndome así por otro rato, hasta que nuevamente me sacó su verga de mi culo, y haciendo que me recostase boca arriba, luego me tomó por los tobillos, levantó mis piernas y las separó, y acto seguido me volvió a enterrar todo su sabroso pedazo de carme.
Por un largo rato estuvo metiendo y sacando su miembro de mi recién desvirgado culito, hasta que finalmente aceleró sus movimientos, y se vino por completo dentro de mi.
Después de sacar su verga, yo me quedé tirado sobre mi cama, con las piernas abierta, sintiendo como su semen salía de mi cuerpo sin que yo realizara ningún esfuerzo, mientras que él se fue a lavar, pero al regresar no conforme con todo lo que me había hecho, me puso a mamar su adormilada verga, hasta que, a los pocos minutos, se le volvió a poner bien dura.
En ese momento, me agarró por mi largo y abundante cabello, y continuó clavándome toda su verga dentro de mi boca, hasta el punto que la sentí varias veces golpear mi garganta por dentro, así lo estuvo haciendo hasta que se vino, obligándome a tragar toda su leche, al finalizar me dio una ardiente nalgada, y me ordenó que me fuera a bañar, además de que cambiara la sabana de mi cama.
Desde luego que mi hermana ignora todo eso, y no le cuento lo sucedido entre su marido y yo, ya que él me amenazó con abandonarnos, aparte de que todo lo que él me hace me encanta, y la verdad es que sí mi cuñado no me siguiera tratando como lo está haciendo, me moriría de tristeza.
Pero recientemente mi cuñado, me regaló además varios juegos de pantis y sostén, un vestidito floreado, una mini falda, y una blusa, además de unas zapatillas, prendas que me pongo, ocasionalmente para salir con él.
Riquísimo!
Yo descubrí a mí cuñadito metiendose cosas en el orto jajaja
Uufff… que rico… me encanta como inicia esta historia. Como sigue?
Me gustó mucho el relato pero no tuve quien se tomara la leche que derrame