El niño apuesta y arriesga
Un grupo de amigos desafía a un niño de 14 años muy atractivo. Si pasa la prueba, ganará dinero… Pero si no….
Lo habíamos pensado bien. Ahora teníamos que encontrar al candidato.
Mi hermano menor me mostró fotos de sus compañeros de clase.
-Ese rubio, ¿Quién es?
-¿Eric? No lo conozco mucho. Es nuevo en el colegio.
-¿Qué te parece?
Maicol, un colombiano mulato, observó la imagen.
-Es guapo. Me gustan los chicos rubios.
-Déjame ver.
Nadia era mi novia entonces.
-Es perfecto. Pero, ¿aceptará?
Miré a mi hermano menor. Dependía de su astucia.
Eric aceptó el desafío. Le vendrían muy bien esos 500 dólares. Arreglamos el punto de encuentro: el sótano de la casa de Maicol. Allí podríamos estar tranquilos.
El desafío consistía en someterse a estímulos eróticos durante cinco minutos sin eyacular. Antes de que Eric llegase, preparamos la mesa donde él debería acostarse. Nadia revisó su equipo de juguetes: dildo, vibrador, gel…
Maicol preparó la cámara. El material sería muy interesante y podía servir para futuros experimentos. Eric y mi hermanito llegaron juntos. El chico era muy atractivo.
-Llegan puntuales.
-Estoy impaciente por ganarme esos 500 dólares.
Nos miramos y sonreímos.
-¿Qué tengo que hacer?
-Por lo pronto, desnudarte y darte una ducha.
-Ok.
Mientras el muchacho se bañaba, nosotros nos pusimos nuestros disfraces. Máscaras, zungas, tanga en el caso de Nadia.
-Vamos a tener que prepararte – le dijo Nadia a Eric.
-¿Por qué?
-Ya tienes vello púbico. Eso no se verá bien en cámara. Voy a depilarte, querido.
Me reí, el pobre chico apenas tenía unos pocos pelitos.
Ya acostado en la mesa -donde habíamos puesto un acolchado, para que estuviese cómodo- Nadia se ocupó de rasurar al chico. Tenía un cuerpo perfecto, con largas piernas y abdomen plano.
-Listo, ahora pareces un niño.
-¡Ya tengo 14 años!- protestó.
Nos reímos.
-Bien, Eric, vamos a poner el reloj en marcha.
-Pero, ¿Qué me vas a hacer?
-En realidad, los cuatro vamos a trabajar.
-No entiendo.
-Por lo pronto, vamos a poner el cronómetro en cero.
En eso no había trampa. Si Eric resistía sus cinco minutos, se llevaría los 500 dólares. Estaba acostado, cuan largo era. Pero esa no era la posición que habíamos previsto.
-Debes abrir las piernas. Flexiona un poco las rodillas. Perfecto. Ahora, tu compañero de clase va a hacer la lubricación. Tranquilo, eso no va a excitarte. Jugaremos limpio.
-Ok
Mi hermanito echó gel íntimo sobre el pene y los testículos de su compañero. El aceite fue deslizándose hacia su agujerito.
-Es frío- dijo Eric. -Oigan, ¿no va a dolerme?
-Claro que no. Recuerda, debes controlar tu cuerpo. Si eyaculas antes de que el cronómetro llegue a los 5 minutos, pierdes.
-Sí, eso lo sé. No va a ser difícil, me parece.
Sostuve los brazos del chico, para inmovilizarlo. Pero suavemente.
-¿Lista la cámara? Bien, Nadia, tú empiezas.
Nadia se inclinó sobre el chico y comenzó a besarlo. Al principio, solo rozó sus labios. Después, empezó a trabajar con su lengua. La conocía, Nadia podía estar besándote hasta que te quedaras sin aire. Mientras tanto, con una de sus manos acariciaba las tetillas del chico. Tal como habíamos previsto, el niño no pudo evitar la erección.
-Tu turno.
Mi hermanito empezó a trabajar con el dildo más pequeño y flexible, penetrando suavemente a su amigo. El gel ya estaba en la zona, así que no hubo problemas para empezar a estimular su ano.
-Maicol
Mi amigo prendió el vibrador, a la velocidad mínima, y empezó a rozar el pene del rubiecito. Maicol es un artista en eso.
El cronómetro ya estaba llegando a los veinte segundos.
Mi hermano cambió de dildo. Este era un poco más grande, sin ser monstruoso.
Maicol, con la mano libre, acariciaba el muslo derecho del muchacho.
Cuando llegamos al primer minuto, los ronroneos del chico empezaron a elevar el volumen.
-Mmmm…
Levanté una de sus piernas y mi lengua empezó a trabajar sobre los dedos de su pie izquierdo. Sé que no soy el único que tiene un fetiche con los pies de los niños.
Cuando Nadia dejaba de besarlo, Eric podía gemir a gusto.
-Aaahhhh….
¿Cómo se sentiría? Su pene, vibrando. Su culito, penetrado una y otra vez por los dildos de mi hermano. Sus tetillas, enervadas por las caricias de Nadia, que solo dejaba de darle besos de lengua para que él pudiese tomar aire. Y mi lengua, haciendo gozar sus pies.
-Dos minutos.
Maicol puso al vibrador en velocidad media. Una gotita transparente asomó por el glande de Eric. Estaba temblando, seguramente nunca había experimentado tanto placer en sus catorce años de vida.
Mientras con una mano mi hermano metía y sacaba el tercer dildo (este ya tenía el tamaño del pene de un hombre), con la otra, le acariciaba los testículos.
-Aaahhhh…
Eric era un chico hermoso, su piel tan suave, tan sedosa… Maicol acariciaba su estómago, su pubis.
-Vibrador a máxima velocidad.—dije.
-No, por favor… No…- gimió Eric.
Nadia le besaba el cuello. Ahora era importante que el chico tuviese la boca libre.
-Córrete, bebé, le decía Nadia. Estaba haciendo un trabajo increíble en el pecho del chico. Jugaba con sus pezones, haciéndolo arquearse de gozo.
El chasquido del dildo (era el cuarto, el más grande que teníamos para él) se acompasaba con el vibrador. Mi hermano se inclinó y empezó a lamerle las bolas.
-Mmmm…
-Vamos, córrete…
-Nooo…
El chico prácticamente estaba convulsionando de placer. Miré el cronometro. Todavía nos quedaba un largo minuto. Conmovido porque de los ojos del chico brotaban lágrimas, le acaricié la mejilla.
-AAAAAHHHHHHH….
Cuatro minutos, seis segundos. El chico disparó su carga. Fue un orgasmo tan explosivo que su propia cara quedó bañada en leche…
Maicol, viendo que el pene del muchacho ya se había vuelto fláccido, puso el vibrador en sus testículos. Mi hermano dejó puesto el dildo en el ano de su amigo y con su lengua limpió el vientre y el estómago de Eric. Sé, porque lo conozco, cómo le gusta saborear la piel y el semen. Nadia volvió a buscar con su lengua la del chico. Este respondió débilmente. Estaba agotado.
-Perdí- dijo el muchacho.
-Lo hiciste bien. No pensé que fueras a aguantar tanto.
-Fue increíble. Lástima que no pude ganar mis quinientos dólares.
-Todavía puedes…
El chico se incorporó y vio. Su amigo, Maicol y yo estábamos excitadísimos. Y con muchas ganas de seguir jugando. A Maicol le gustan especialmente los chicos así.
-Bueno, pero no sean rudos.
Mientras mi hermano le hacía una mamada, Maicol lo penetró. El miembro de mi amigo colombiano es enorme, pero el agujerito de Eric ya estaba listo. Nadia se sentó sobre el chico, que empezó a lamerle el clítoris.
Aunque el rubio estaba muy bien, el mejor trasero que tenía a mi disposición era el de mi hermano, y lo aproveché.
Nos divertimos mucho esa tarde.
Y lo bueno fue que Eric se quedó también a pasar la noche. Pero, claro, apenas durmió. Eso sí, se llevó sus dólares. Se los merecía.
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