El Padre Gumersindo (5)
La bolsa del armario.
El cura siguió comiéndome mi cosita como si tal cosa y yo con mis manos en su cabeza meciendo sus plateados cabellos empujaba y empujaba para que siguiera, pero el Padre Gumersindo paró de comerme el coñito y le pidió a mi madre que trajera una bolsa que tenía en el armario.
Mientras la traía se tocaba el coño muy excitada y le preguntaba a Don Gumersindo cuando la iba a volver a follar. “Caaalma! Todo a su tiempo” le contestó el cura riéndose y abriendo la bolsa. Sacó de ella lencería roja y tacones, rojos también, de mi talla, y me dijo que me lo pusiera todo.
Yo no sabía que era todo aquello y él al percatarse de mi ignorancia, así tumbado boca arriba como estaba, me sentó en su barrigón y me empezó a vestir a la par que besaba mis pechitos cuando terminaba de ponerme alguna prenda. Era como un regalo por portarme bien y estar tan a su disposición.
Una vez estuve vestida me posó, con las piernas abiertas, sobre su pollon y cogió la tira de mi braguita y la aparto para poner su glande morado y grueso en la entrada de mi panochita dándole golpes con él. Entonces al ver como golpeaba mi raja con aquel pedazo de polla, me acosté encima de su gordo y fornido cuerpo dándole besitos en los labios, y le puse las manos detrás de su nuca para contemplar lo gruesos y redondos que eran sus bíceps.
Seguí besándole en esa postura y frotaba mi conejito con su barrigón. Era muy erótico ver al Padre así sometido en esa posición y yo encima jugando excitada con su robusto y orondo cuerpo. Él se descojonaba de la risa viendo como yo estaba montada en su barriga apoyando mis manos en ella. Como si estuviera montando a caballo me frotaba mucho con aquella panza y él me acariciaba las piernas y intentaba bajarme para penetrarme, pero yo corregía la posición de sus brazos y me inclinaba acostándome encima de él y le besaba sus enormes bíceps redondos que parecían hechos de nácar.
Así pues, el Padre Gumersindo se dejaba hacer por mi para complacerme. Era un hombre bondadoso y cariñoso pero sexualmente era un toro de huevos grandes y colgantes con un pollon grueso y venoso. Y yo, al ver aquel macho voluptuoso y fuerte a mis órdenes, me puse de pie como pude con mis tacones rojos que se hundían en el colchón y volví a sentarme sobre sus grandes y duras tetas dándole la espalda y me dejé caer hacia delante para lamer su prepucio.
Él volvió a reírse y dijo: “vaya con esta nena que me tiene esclavizado” pero yo notaba y sentía su gusto por mi proceder. Tenía la polla que le latía y mi placer y su placer, crecían cada vez más con aquel juego erótico de poder. Le daba besitos en su gordo capullo y lo lamía y él, sin variar la posición en que lo había puesto, me besaba el culito.
También extendía mis brazos para tocarle aquellas gruesas y musculosas piernas que tenía y a la vez que él seguía adorando mi redondo y blanco trasero, me sobrevino un gran orgasmo que Don Gumersindo chupó lentamente para mi gozo.
Su pollon estaba todo impregnado de mi saliva y su líquido pre-seminal y cuando parecía que se iba a venir me decía que parara y me diera la vuelta para volverle a dar piquitos en los bíceps y en los labios.
Así estuvimos un ratito hasta que el Padre Gumersindo me cogió por el torso y me sentó entre su polla y su duro barrigón, a lo que yo loca de placer no dudé en empezar a metérmelo. El cura respiraba aceleradamente mientras yo lo hacía sin variar la posición de sus brazos, pero cuando yo me la había metido hasta la mitad con un dolor tremendo, el cura dio un caderazo y me la metió hasta el fondo.
Mi chochito se empezó a abrir cada vez más y poco a poco empecé a cabalgar aquella preciosa polla. El Padre Gumersindo continuaba estirado e impasible y yo lo besaba y adoraba contemplando su erótico cuerpo pero de repente me cogió por la cintura y empezó a follarme.
Estaba en la gloria con el cura sintiendo aquella gruesa polla entrar y salir de mi concha. Me llegó otro gran orgasmo que facilitó la follada lubricándola bien con mis flujos. “Quiero que me desees siempre, eh” y diciéndome esto me preñó con unos cuantos trallazos de su espesa leche, que rebosó mi coño y mojó todas sus pelotas.
Continuará…
Hombres parecidos físicamente al cura escríbanme al correo.
Muy buenos tus relatos. Sigue contando, ya le toca el turno a tu hermanito de nuevo.
Gracias Poznan. Escríbeme al telegram y lo comentamos @jupiterzc