El Pastor para sacarme el demonio me lo enterró todo.
Un chico que siente que es poseído por el demonio de la lujuria, el Pastor se ofrece a sacárselo, pero con el compromiso que que haga todo lo que el Pastor le diga, cosa que el chico hace..
El Pastor para sacarme el demonio me lo enterró todo.
Desde bien niño mis padre me llevaron de día al culto que realizaba el Pastor, pero al cumplir los 18, comencé a asistir al culto en horas de la noche, donde todos los feligreses que asistían a esas horas eran personas adultas.
Por lo que la manera de que el Pastor nos hablaba era bien diferente, mucho más cruda, y en ocasiones hasta utilizaba palabras bien fuertes, cuando nos predicaba.
En una de esas predicas, comenzó diciendo. Puedo sentir, al demonio del sexo que estaba alojado dentro de varios de ustedes.”
Entiendo que todos nos asustamos, y máxime cuando dijo que ese demonio con forma de hombre, que por lo general ataca a las mujeres, era mucho más pervertido, y estaba alojado dentro de un hombre.
Yo a todas estas comencé a sentirme nervioso, y aunque nunca había tenido relaciones sexuales, cuando el Pastor comenzó a describir que ese demonio despierta en los varones, un repentino interés en otros hombres, me asusté más.
Ya que en ocasiones me había dado cuenta, que estando en las duchas de los vestidores, mientras me duchaba prácticamente me era imposible el dejar de mirar las vergas de mis compañeros, y en cierto momento al sentir la fuerte mirada del Pastor, de inmediato procuré no mantener contacto con sus ojos.
En ese momento el Pastor dijo a toda voz. “Ya sé que el demonio trata de controlarte, el incubo te domina y aun no te has dado cuenta de eso, pero por el poder de Dios y si así me lo pides, lo expulsaré de tu cuerpo.”
El templo estaba lleno, y no puedo decir que me hablaba solo a mí, pero al finalizar el culto, tuve que esperar un rato, para hablar con el Pastor, ya que varias personas de todas las edades se me adelantaron.
Por lo que tuve que esperar hasta que finalmente estuviera solo, para acercármele, pero apenas lo hice, y sin que yo dijera una sola palabra, se me quedó viendo directo a los ojos, y me dijo. “Espérame en mi oficina, que ya hablamos.”
Yo le obedecí, y sin decir nada me dirigí a su oficina, y esperé sentado en un gran sofá, al poco rato comencé a escuchar como las puertas del templo se cerraban, y posteriormente como las luces del gran salón fueron apagadas, hasta que por último comencé a escuchar como sus pasos se iban acercando.
Apenas entró a su oficina, me dijo. “Por el poder de Dios siento que el incubo que te está poseyendo es uno muy fuerte.”
Mientras que yo completamente asustado no atinaba a decir palabra alguna, mientras que él continuó, diciéndome. “Para que te liberes, tienes que hacer todo lo que yo te ordene sin protestar o negarte, tienes que demostrarme que tienes fe y confianza en el gran poder que Dios me ha dado para hacer que ese demonio abandone tu cuerpo.”
Yo me limité a mover mi cabeza afirmativamente, aun sin pronunciar palabra alguna, fue cuando acercándose a mí me dijo ya en un tono de voz más bajo. “Ahora necesitamos que te quites toda la ropa.”
Cosa que, sin pensarlo dos veces, le obedecí, solo que al final me quedé en interiores, hasta que, de manera más dulce o suave, le escuché decirme. “También los interiores, y no te avergüences, que eso es precisamente la estrategia que quiere usar ese demonio, para que te marches de aquí.”
Reconfortado por sus palabras, de inmediato me despojé de mis interiores, quedando completamente desnudo ante el Pastor, quien de inmediato me ordenó que me recostase en aquel mullido sofá.
Cosa que también hice sin demora, de inmediato me siguió diciendo. “Ahora comenzaras a escucharme hablar en lenguas, y probablemente no entiendas nada, pero no te preocupes por eso, y al mismo tiempo te comenzaré a ungir con un aceite milagroso, que me han traído de Israel.”
Y tal como lo dijo comencé a escuchar como el Pastor hablaba en lenguas, y también como con sus manos me iba embadurnando con un aceite, por todo mi cuerpo.
A medida que seguía hablando en lengua, sus manos me las fue pasando por mi espalda, mis muslos, y hasta mis nalgas, haciendo que a la vez separase mis piernas.
De momento entendí que el Pastor me preguntaba. “¿Desde cuándo te llaman la atención los hombres?”
Yo no supe precisarle una fecha, pero a mi mejor recuerdo después de que cumplí los dieciocho mi interés por los hombres, y sus vergas aumentó.
Sin dejar de acariciar todo mi cuerpo, siguió diciéndome. “Ese interés tuyo se manifiesta en los baños, cuando te quedas viendo el miembro de otros hombres.”
Eso era del todo cierto, por lo que no tuve el valor de decirle que se equivocaba, ya que estaba en lo cierto, por lo que, asintiendo afirmativamente con mi cabeza, sin decir nada respondí que sí.
El Pastor continuó masajeándome toda la espalda, los muslos, y en especial mis nalgas, sus siguientes palabras fueron. “Este demonio que te tiene poseído, para hacer que te abandone, tengo que castigarlo, con lo único que él no soporta que le hagan.”
Yo en ese momento me sentí muy confundido, con eso de castigarlo, con lo que ese demonio no soporta que le hagan.
Y precisamente en ese instante sentí los embadurnados dedos del pastor, penetrando mi esfínter anal, yo me quedé tenso, paralizado, sin saber que hacer, ni que decir.
Mientras que el pastor comenzó a seguir introduciendo sus dedos dentro de mi ano, una y otra vez, sin dejar de decirme. “No te preocupes, que yo sé lo que hago, relájate, ese demonio, antes de que den las doce de la noche ya habrá abandonado tu cuerpo.”
Yo me moría en parte de la vergüenza, y el temor de tener dentro de mí a ese pervertido demonio.
Mientras que los dedos del pastor continuaban entrando y saliendo de mi culo, al principio seguramente fue uno, luego dos, y posteriormente todos, ya que no era tan solo sus dedos, sino gran parte de su mano, que la tenía enterrada entre mis nalgas.
Lo cierto es que en un principio me resultó incómodamente doloroso, pero poco a poco la sensación de tener su mano dentro de mí culo, como que se fue convirtiendo en cierta forma o manera en algo agradablemente placentero.
El Pastor en ese instante me siguió diciendo. “No te mortifique si te das cuenta de que te está agrando, ya que no es a ti a quien realmente le gusta lo que te estoy haciendo, sino al demonio que tienes dentro.”
Por un buen rato las caricias, y la penetración continuaron, a medida que yo, de manera involuntaria, pienso yo, comencé a menear mis nalgas, a medida que el Pastor continuaba metiendo y sacando casi toda su mano de entre mis nalgas.
Al tiempo que con la otra mano no dejaba de acariciar mis muslos, y agarrar suavemente mi miembro.
Era algo sumamente increíble para mí, que el tener dentro ese demonio, me estuviera provocando tanto placer.
Ya estaba yo con los ojos cerrados, sintiendo como esa mano milagrosa del Pastor entraba y salía una y otra vez de mi culo, cuando él después de hablar nuevamente en lenguas, me dijo. “Ahora es que vamos a castigar a ese Incubo.”
En ese momento extrajo todos sus dedos de entre mis nalgas, mientras que yo me quedé con mis piernas bien abiertas, y a los pocos segundos comencé a sentir que algo duro y caliente comenzó a atravesar mi esfínter.
La sensación, era única, yo seguí moviendo mis nalgas, hasta que el pastor me dijo al oído. “Si cariño síguete moviendo así, que al Incubo eso le hace tanto daño, que pronto va a querer abandonar tu cuerpo.”
Acto seguido sentí sus labios y lengua sobre mis orejas, y cuello, a medida que el Pastor continuaba enterrando y sacando toda su verga de mi culo, seguía hablando en lenguas, mientras que yo no paraba de mover mis caderas, como jamás ni nunca lo había hecho.
En cierto momento me preguntó si me gustaba lo que me estaba haciendo, y la verdad era que sí, y así se lo hice saber.
Yo no me lo esperaba, pero de golpe me sacó toda su verga de entre mis nalgas, y agarrándome por el cabello, dirigió su verga a mi boca diciéndome. “Ahora ponte a mamar, para evitar que se quiera escapar por la boca.”
En esos momentos me encontraba tan y tan excitado, que no tuvo que decírmelo dos veces para que yo ciegamente le obedeciera.
Sin importarme donde antes había tenido metido su miembro, mientras que yo estaba mama que mama, sintiendo su venosa verga dentro de mi boca, él me agarró mi miembro y comenzó a masturbarme, y nuevamente sin previo aviso, y sin decirme nada se detuvo, sacó su verga de mi boca.
Pero en lugar de volverse a colocar tras de mí, me tomó por los tobillos, separó mis piernas y vi claramente como su verga comenzó a desaparecer dentro de mi culo.
Yo seguí moviéndome, disfrutando plenamente del placer que me estaba haciendo sentir, gimiendo, y hasta dejando salir algunos quejidos de mi boca.
En una de esas, no pude aguantarme más y comencé a masturbarme, y en un dos por tres me vine.
Al poco rato sentí como el pastor se venía dentro de mi culo, yo quedé extenuado, jamás había hecho algo semejante, en toda mi vida, pero me sentí agotado, pero a la vez sumamente relajado y complacido.
Fue cuando el pastor al poco rato después de sacarme su verga de mi culo me dijo de manera bien seria. “Ya estas libre del incubo, pero como él sabe que tú eres una presa fácil volverá atacarte.”
Fue cuando muy serio me preguntó. “¿Y si eso sucede que piensas hacer?” Yo sin dudarlo le respondí que lo volvería a buscar a él para que me lo sacase.
Lo cierto es que después de esa primera vez, seguí buscando al Pastor en innumerables ocasiones, para que me volviera a sacar al Incubo.
Hasta que finalmente me di cuenta, de que la verdad es que me gusta no tan solo que me den por el culo, y me pongan a mamar vergas, sino que también vestirme y que me traten como a una chica.
Ya que, en una ocasión me reuní con unos chicos del barrio, y tras tomarme unas cervezas, algo borracho en la casa de uno de ellos, se me fue la lengua.
Ya que comencé a contarles con lujo de detalles como el Pastor, me sacaba el demonio, cada vez que yo sentía que ese incubo me quería poseer, como estaba sucediendo en ese mismo momento.
De inmediato varios de ellos, se ofrecieron para sacarme el demonio, lo que voluntariamente quitándome la ropa acepte que me hicieran.
Pero en lugar de que uno en uno me quisiera sacar el demonio, tal y como lo hacía el Pastor, al tiempo que uno me enterraba su sabrosa verga por el culo, otro me ponía a mamar su verga, por lo que estoy bien seguro que ese demonio estaba destinado a sufrir mucho.
Y cuando terminaba uno de ellos de darme por el culo, apenas me aseaba y expulsaba todo, de inmediato aparecía otro y volvía a caerle a palos al demonio que yo tenia dentro de mí.
Como era de esperar, esa noche todos ellos me dieron por el culo, y me pusieron a mamar sus vergas, al tiempo que desde el principio el dueño de la casa hizo que yo me vistiera de mujer, cosa que hice gustosamente, ya que según él dijo. “Ese demonio, de esa manera no te volverá a encontrar.”
Después de eso me quede con la fama, no tan solo de que me gusta que me den por el culo y me pongan a mamar, sino que también me encanta vestirme de mujer cuando estoy borracho, y cuando no lo estoy también.
El Pastor eventualmente fue arrestado, por abuso sexual a varias feligresas, y feligreses, pero les juro que yo no tuve nada que ver con eso.
excelente relato me encanto