El pequeño Uriel: la playa.
El nene favorito llega a nuevas alturas.
El sol apenas se había metido por una rendija de la ventana y como si el propio astro rey estuviese enamorado del infante dormido acaricio su rostro. Uriel no hizo caso continuo durmiendo pero una estrujada más fuerte lo hizo despertar por completo. Sobre su diminuta cama, sentado se encontraba Andrés, el chófer (y niñero no oficial). -andale Uriel, ya despierta. Llamaron tus papis, te van a ver en la playa!- se lo decía a la par que lo sacaba de las sábanas blancas y calientitas, lo levanto en el aire y lo posa sobre sus piernas. Uriel aún dormido se talla sus diminutos ojos y habré grande la boca, para jalar aire con un bostezo.
-no quieres ver a tus papás? Están en la playa. Allá te van a ver… No vas a tener que ir al colegio- escuchaba lo que le decía el chófer y trato de mostrarse entusiasmado pero Uriel sabía lo que significaba ir a la playa: soledad!
Al bajar a desayunar vio varias maletas en la entrada de la casa y otras tantas que el chófer ya estaba metiendo en el maletero del coche. Uriel comió poco, pues técnicamente aún seguía dormido. Mal termino de comer sus pancakes cuando el chófer lo subió a la parte trasera del automóvil. Era raro que el niño fuese en el asiento trasero. Por lo regular siempre va adelante, en el copiloto o sobre las piernas del chófer, cuando nadie los ve.
El pequeño viaje transcurrió sin pena ni gloria y en menos de una hora ya habían llegado al aeropuerto, el chófer se enfiló hasta lo más profundo de la estructura, hacia los hangares donde ya los estaba esperando el avión privado de la familia. El niño bajo del auto con ayuda del chófer y caminaron por el hangar, unos hombres ya los estaban esperando abajo del avión. -es el niño?- pregunto el hombre más joven y alto de los dos. -si, se llama Uriel- le contesta el chófer mientras lleva al niño tomado de la mano.
-hola Uriel, mi nombre es Octavio, soy el segundo capitán de esta nave, quieres conocerla por dentro?- Octavio es un piloto joven, 26 años, recién casado. Es más alto que Andrés, el chófer. De cabellera negra y corta. Su rostro es redondo y de tez muy blanca. Se arrodilló sobre una de sus piernas para tratar de estar a la misma altura que el niño. El pequeño Uriel volteo a mirar a Andrés, luego al copiloto quien le sonreía cálidamente. Volvió a mirar a Andrés y este le indica ir con el copiloto, Uriel si dudarlo suelta la mano del chófer y va a abrazar al piloto que se queda un poco aturdido por qué el niño le abraza a la primera. Sus enormes y largos brazos rodean la diminuta cintura del niño y lo levanta como si el nene no pesará nada. Se da media vuelta y lo sube al avión. El niño voltea hacia atrás y ve como Andrés habla con el otro capitán del avión.
Octavio sienta al niño en uno de los lugares libres del avión. Le cierra el cinturón de seguridad y le acicala la cabellera -en cuánto hayan subido las maletas al compartimento estaremos listos y nos iremos!- dijo el copiloto con la voz más suave que pudo hacer para no asustar al nene.
Sube el capitán y se dirige a la cabina, Octavio lo sigue y ambos hombres desaparecen, en pocos minutos el avión estaba en el aire. Los minutos transcurrieron y el pequeño Uriel inquieto como lo es, desabrocha su cinturón de seguridad y camina hacia la cabina. Al entrar ve un cielo azul y a dos hombres de espaldas sentados maniobrando el equipo de vuelo. -no hay comida? Tengo hambre!- lo dice con una voz que casi resulta en un susurro. Ambos hombres voltearon a verse primero y al voltear hacia atrás se encuentran con un pequeño niño de seis años, con unos pantaloncillos cortos arriba de las rodillas, unos tenis azul eléctrico y una camisa tipo polo blanco.
-Heeeey que tenemos aquí? Un polizonte- exclama el primer piloto. Se desabrocha el cinturón de seguridad y se levanta del asiento. Uriel ve como un enorme hombre rubio se dirige hacia él, por un momento sintió un poco de miedo pero respiro fuerte y recordó lo que el chófer le decía: tu eres un niño grande, los niños grandes no tienen miedo.
-perdon, te asuste!?- le pregunto el capitán del avión al pequeño niño, con la voz más suave que pudo hacer. -ven, vamos a volar como superman- y lo levanta en brazos, se sienta él primero y luego acomoda a Uriel entre sus piernas. El semblante del niño cambio por completo, una sonrisa se dibuja en sus labios. -estamos muy alto!?-pregunto el pequeño a la par que se apoyaba en las piernas del capitán para levantarse en las puntas de sus pies y ver mejor el cielo. -asi es pequeño, estamos muy alto. A más 5 mil pies de altura!- -woooow- dijo Uriel quien volvió a sentarse en la entrepierna del capitán y pudo sentir el bulto grande del capitán.
-ya conoces a Octavio, él es el segundo capitán. Yo soy su maestro y el está aprendiendo a volar. Mi nombre es Hans. -Tú cómo te llamas pequeño?- pregunto el capitán a la par que movía sus manos en freneticos círculos. -me llamo uriel- contesto el niño con una sonrisa diminuta. -pues mucho gusto Uriel- y ambos capitán y niño estrecharon sus manos sin saber que su destino ya estaba entrelazado.
Hans es un hombre de 50 años, se mantiene en forma a pesar de su ajetreada forma de vida. Está divorciado, tiene tres hijos y un nieto, casualmente de la misma edad que Uriel. Es de ascendencia teutona por parte de su padre que le heredó los genes de sus antepasados, hombres altos y con una gran corpulencia.
El pequeño Uriel no dejaba de moverse en la entrepierna de aquel gran hombre. Lo cual intensificó el bombeo de sangre a la morcillona virilidad de Hans. -vere que hay allá atrás, para que el niño pueda comer o sino no nos dejara en paz y podrías chocar con un pingüino. Estás a cargo Octavio.- y le da una palmada a su joven copiloto. -hay pingüinos en el cielo?- pregunto Uriel mientras era conducido por el estrecho pasillo hacia la parte trasera del avión.
– espérame aqui- le indico el capitán del vuelo y desaparece detrás de una diminuta puerta, la cual tiene el emoji internacional de bañó. El niño veía todo a su alrededor, los sillones de cuero, la mesita entre ellos, las ventanillas que iban cerradas y su pequeña bolsa de mano junto a su asiento. Unos segundos después la puerta de la diminuta cabina se abre y de ella sale Hans, quien se había quitado la estorbosa corbata que le hacían llevar como parte de su uniforme. Pero también había otra cosa que al parecer Hans había olvidado hacer y que no pasó desapercibida para nuestro pequeño infante y era que no había subido la cremallera de su pantalón. Un hoyo se mostraba al frente de su pantalón, rodeado de plateados y diminutos dientes. Uriel abrió grandes sus ojos al verlo y con sus pupilas dilatas pudo observar un tronco blanco y grueso dentro del pantalón.
El capitán se fue hasta la parte trasera del avión no sin antes tomar un paquete de galletas envueltas en un papel de estaño sellado. Se sienta y con sus piernas abiertas invita al pequeño Uriel a sentarse. El niño obedece al instante y se sube en la gruesa pierna del capitán quedando entre sus piernas, con una imagen panorámica del cielo y de el pantalón abierto del capitán.
– sabes? Yo tengo un nieto, más o menos de tu edad. Lo quiero mucho pero lo veo poco- -si?- respondió Uriel tomando la galleta de avena que el capitán le ofrecía. – si. Y sabes qué es lo que más quiero y extraño de él?- le pregunto el capitán al pequeño Uriel quien movía sus hombros de arriba a abajo. – lo quiero porque me da besos – el capitán se aleja y hace una mueca burlona y el niño ríe con entusiasmo. – tú das besos?- Le pregunta el capitán a Uriel y en el rostro se ilumina, con una sonrisa pícara. – a ver dame uno- le ordenó el capitán quien le muestra su mejilla izquierda para que el niño plantara ahi el beso. -otro acá – dijo el capitán pero ahora mostrando la mejilla derecha. – ahora uno aca – indicando ahora su barbilla gruesa que denotaba una barba de dos o tres días no ser cortada
– y ahora acá – le dijo en voz baja el capitán pero está vez indicaba su grueso pene que lo tenía sostenido con dos dedos fuera del pantalón. Uriel vuelve a sonreír pícaramente y olvidándose de la galleta, baja de la pierna del capitán con su mano pequeña agarra el grueso falo, lo voltea a ver con la misma sonrisa pícara que el nene siempre tiene en sus labios y sin mediar palabras alguna su boca engulle el glande de Hans. El capitán cierra sus ojos y se deleita con el calor húmedo de la pequeña boca de esta devorado su verga.
Uriel abría su boca tanto como podía pero el glande que estaba tragando era de más para él. Su manita tiesa en el resto del cuerpo cavernoso apenas si se cerraba. El niño hacia su mejor esfuerzo pero una tarea realmente titánica – no metas los dientes y usa más tu lengua precioso – Hans le dice al nene quitándole la boca de su pene, tomándolo de la barbilla y cerrando la distancia entre ambas cabezas. Le da un beso de piquito, al principio, para luego pasar a unos besos intensos donde el la boca de Uriel es invadida por la lengua del Hans. Ambas lenguas juguetean, ambas lenguas se tocan y se tuercen en un espacio reducido. Los ojos de Uriel no los cerró, veían las cejas doradas en el rostro del capitán, mientras sentía en su boca la lengua juguetona del adulto. Un niño de seis años se deja llevar y de forma automática se aferra a la gruesa erección de Hans. Uriel se separa del capitán y se lleva a la boca el glande rosado del capitán, con su manita derecha jala hacia atrás el prepucio dejando a su paladar el sabor perfumado del capitán.
El niño de pie entre las piernas del capitán engulle hasta donde puede ese enorme mástil blanco y lleno de venas, el capitán por su parte poso sus manos en la cabeza del nene, empujándole cada vez más adentro su pene. El niño saboreaba como ninguno al tragar verga, sus ojos se cerraban y se abrían , su boca se abre tanto como puede para tragar más centímetros de carne y no meter los dientes en la faena que estaba realizando. Enseñanza que otros hombres le habían mostrado y que el capitán estaba disfrutando mucho.
-mmm, mmmm, mmm- se escuchaba como Hans gime, resultado de la mamada que Uriel, un nene de 6 años le estaba dando. En un movimiento rápido, Hans desabrocha su cinturón, el pantalón lo acomoda abajo de las rodillas, permitiéndole abrir más las piernas, con sus manos grandes toma la cabeza de Uriel y marca el ritmo de la felación. Uriel apoya sus manos en las piernas velludas de Hans, afloja aún más su cielo y mandíbula porque sabe que lo que viene será intenso.
Las manos del capitán se aferran al cuero cabelludo de Uriel, acelerando el ritmo, en ese espacio pequeño se escucha el sonido de los chupetes que Uriel le da al falo. El rostro de Hans ha cambiado de un blanco pálido a un rosado intenso. Sus piernas flácidas ahora son duras marcando los músculos. Una y otra vez Hans hunde con fuerza su pene en la boca del niño, llevándolo a sentir delicias indescriptibles. Uriel solo atina abrir tanto como puede su boca, recibiendo embestidas duras y constantes.
En un instantes sucede todo. Las piernas de Hans se endurecen, llevando la energía del orgasmo a su entrepierna, viajando por su uretra y lubricando la garganta del Uriel, quien tiene su boca albergando más de la mitad de la verga del maduro capitán. Apenas si puede respirar, sus manitas se mueven tratando de empujar su cabeza y sacar el grueso palo, pero la fuerza de Hans es muy superior. De sus ojitos verde oliva escurren gruesos lagrimones, que van a caer a las piernas de Hans. Una cantidad considerable de leche es depositado en la garganta de Uriel y otra tanta se escurre por el resto de la verga de Hans.
La respiración vuelve a ser normal, Hans suda a borbotones de su frente, su boca abierta jala tanto aire como puede, el orgasmo fue intenso y copioso. Uriel, con su cabeza ya libre, ha tragado como pudo la leche caliente del enorme capitán frente a el. Limpia su boca con su manita desnuda, sus labios mojados entre saliva y leche esboza una sonrisa pícara, su sonrisa pícara tan característica.
como sigue
En eso estoy! Bb
Me encanta… como sigue?
Que gran relato… me gusta mucho tu forma de narrar.
Gracias!!!
Como sigue?
No sabes lo que me excita esta historia… me encanta la vida del pequeño Uriel.
A mí también!
El pequeño Uriel es todo un putito… me encanta como disfruta.
Como sigue? me encanta esta historia… necesito mas.
Felicidades por todos tus relatos… me encanta tu forma de escribir y de narrar todo… siempre haces que me ponga súper cachondo.
De verdad!??
Como sigue?
Vaya putito, le estuviera dando verga a cada rato…