El Profesor Eleazar
Después de casi 20 años al fin me cogí a un profesor de Secundaria, el cual había sido mi fantasía desde que me daba clases de Historia.
Desde niño fui muy travieso e inquieto en la escuela derivado de esto tuve que estudiar en muchísimas escuelas y mudarme constantemente para terminar mis estudios.
Ahora de adulto decidí ir a visitar una tía, en una comunidad cercana a Chihuahua, para agradecerle por ese año en la que fue mi tutor.
Pasaría el fin de semana con ella.
Cuando llegué a su casa ya me esperaba con una gran comida ella y algunos de sus sobrinos, mi tía es una mujer solterona.
Era emocionante ver a los primos después de tantos años y sobre todo a ella.
Los refrescos se había acabado y le dije que iría por unos.
La tienda estaba muy cerca por lo que me fui caminando, al entrar a la plaza principal un hombre se me acercó
—Carlos ¡muchacho! Pero mira nomas como estás de grandulón— me decía ese hombre
—No soy Carlos pero de seguro usted me está confundiendo con mi hermano—
—Perdón Güero, tú y tu hermano son muy parecidos—
—Pero yo si me acuerdo de su nombre Profe Eleazar ¡cómo olvidarlo!—
El profe me dio un saludo de mano y se acercó a darme un abrazo, yo tuve que agacharme porque él es de estatura baja.
Al acercarme a él olí el mismo perfume que hace años me excitaba, vi sus vellos del pecho y mi verga de inmediato se puso dura.
Permítanme retroceder en el tiempo cuando a mediados del primer año de secundaria llegué a esa comunidad.
Un Pueblo de pocos habitantes pero donde tuve buenas experiencias.
Entre los tantos profesores que tenía Eleazar era uno que en aquella edad despertaba mis ganas de hacerlo con un hombre, soy bisexual pero en esa época aún no sabía bien qué pasaba.
Eleazar daba distintas clases.
Yo tomaba clase de Historia con él.
Era un señor muy delgado, quizá talla 26 cuando mucho, media aproximadamente 1.
60 metros, yo ya superaba su altura cuando era su estudiante, muy delgado, sin panza, blanco, cabello negro el cual siempre lo tenía muy peinado, vestía de vaquero, siempre con botas y sobre su camisa se le salían los vellos del pecho, aún cuando hacía calor el jamás usaba camisas de manga corta.
Sus ojos color miel enormes y una nariz aguileña, muy respetuoso y educado, casi nunca nos hacía bromas.
Recuerdo que en ocasiones él se sentaba en su escritorio y abría los pies, se le notaban unos huevos enormes y eso despertaba mi inquietud, de vez en cuando se los rascaba pero discretamente y me echaba unas miradas, todos los días en el receso me daba un abrazo y acariciaba mi cabello, mi hermano y yo éramos muy conocidos en la escuela por ser los nuevos, a él también lo habían expulsado de la escuela.
Algunas veces cuando saludaba al profe le veía sus manos muy peludas pero jamás le miré los brazos o antebrazos descubiertos, sus enormes pelos se le salían de la camisa por el cuello y eso se me hacía excitante pero jamás pasó nada de unos cuantos abrazos largos y duraderos o un pequeño roce.
—Ay Güerito, tú y tu hermano eran muy vagos, siempre me pregunté dónde estarían pues nomas terminó el año y se fueron ¿Vienes de visita?—
—Sí profe, sólo vengo a visitar a mi tía este fin de semana, el Lunes o quizá Martes me voy—
—Que bien, al menos me tocó verte—
—Me da mucho gusto verlo a usted también profe— le dije mientras me sobaba mi verga dura
Entre la charla salió el tema de una ocasión cuando me encontró bebiendo una cerveza y besando a una compañera de clases, detrás del laboratorio de química y nos reímos mucho
—Me expulsaron una semana jajaja—
—Ya desde ahí tomabas cervezas, eras muy vago— me decía el profe
—Y ahora tomo muchas más—
—Pues que te parece si en la tarde noche vamos por unas, te invito y sirve de que platicamos—
—Mejor yo lo invito porque le va a salir caro profe con tantas que tomaré—
Así quedamos de acuerdo en vernos en esa plaza y después de comprar los refrescos regresé a casa, en el camino venía ya uno de mis sobrinos a buscarme pues mi tía lo había mandado.
Creo era el hijo más chico de mi primo Raúl.
Llegando a la casa dejé los refrescos en la hielera y me fui al baño, no podía tener la verga así de dura todo el rato y me la jalé ahí recordando al profe.
Salí ya más relajado y anciaba se llegara la hora de salir a reunirme con Eleazar.
Cuando se acercaba la hora me salí sin avisarle a mi tía puesto que ella es demasiado preguntona.
Al llegar a la plaza el Profesor Eleazar ya estaba esperándome, me imagino que se había bañado y todo porque estaba vestido de otra manera y seguía oliendo rico.
Yo ni me había bañado, me fui tal cual me había visto cerca del mediodía
—Ya te estaba esperando Güerito, mira estás enorme, muy alto—
—Y usted está igualito Profe— le dije porque realmente seguía casi igual, bueno unas cuantas canas y arrugas
—Ven, vamos por acá está la cantina, no es muy lejos—
Llegamos a la cantina y nos sentamos en la barra, pedimos unas cervezas y nos dieron carne seca y otras botanas, de vez en cuando el pedía shots de tequila, me ofrecía pero esos casi no me gustan, mi verga ya estaba dura, la de él también, podía notarlo, de vez en cuando yo rosaba mi pierna contra la de él, que en verdad se veían muy diferentes tanto en tamaño y grosor
—Debes de tener muchas novias verdad o hasta hijos— me decía el Profe
—No, nada de eso.
No me he casado, así me divierto más ¿y usted ya cuántos hijos tiene?—
—Yo tampoco me casé—
—¿Se quedó esperando a mi tía?— le pregunté porque mi tía me había contado que ella estaba enamorada de el profe
—Tú tía ni siquiera me habla, mejor cambiemos de tema—
—Bueno necesito ir al baño pero no veo dónde está—
—Ven, sígueme, es que esta cantina es muy vieja y los baños siguen donde mismo—
La cantina era una casa antigua, al lado izquierdo había un largo pasillo que llegaba a un gran corral en la parte de atrás y un poco al fondo estaban los baños, ya había oscurecido, entramos al baño y me puse a orinar en el mingitorio, el profe entró y cerró la puerta, obviamente mi verga estaba dura, muy dura, el profe se puso a orinar también, su verga era de tamaño promedio pero gruesa, muy peluda y también la tenía dura, yo comencé a jalármela un poco y el no dejaba de observarla
—¿Está grande?— le dije mientras me la sacudia
—La tienes enorme mijo—
—No sé por qué se me paró, bueno casi siempre me pasa—
—A mí no muy seguido pero andamos igual—
Seguí masturbándome y él observando, puso seguro a la puerta y supe que era el momento, sin decirle nada lo hice agacharse un poco y le arrimé mi verga a la boca, él contento abrió su boca y me la comenzó a mamar, su bigote rosaba mi verga y se sentía bien, no podía metérsela toda pero yo le daba tiempo de que la disfrutara, se quitó y me decía que nos fuéramos, yo quería más así que lo tomé del cuello y le metí mi verga dura en la boca haciéndolo que se la metiera más hasta donde aguantara, era hermoso verlo inclinado y como disfrutaba mi verga en su boca mientras me veía a los ojos
—Mámame los huevos puto— le dije
—Si mijo, lo que me pidas—
Así me mamó un rato los huevos y decidimos irnos, y fue a buen tiempo pues en el pasillo miramos a un mesero que ya iba quizá al bañó o quizá a ver qué nos había pasado, él me dijo que me saliera mientras pagaba la cuenta, al salir pidió un taxi y nos fuimos a su casa.
Tan pronto llegamos a su casa y entramos cerró la puerta, aún con las luces apagadas lo tomé de la cintura, lo levanté de tal manera que nos pudiéramos besar, lo sostuve con una mano mientras con la otra me sacaba la verga, él profesor Eleazar me besaba frenéticamente, mi verga ya estaba babeando, tantos años esperando a que pasara algo así, lo bajé, lo hice hincarse y en seguida comprendió que tenía que mamarme la verga
—¿Te gusta puto?— le dije en voz alta
—Sí, mijo, me encanta.
Pero no grites mucho
Lo dejé mamarme la verga a su antojo y después de un rato le pedí que me mamara los huevos.
Mientras él me mamaba los huevos yo me jalaba un poco la verga.
Había siempre fantaseado desde la secundaria tenerlo así, hincado y mamándome la verga.
Le quité la camisa, nuestros ojos ya se habían adaptado a la oscuridad aunque por la ventana entraba algo de la luz de la luna, pude ver su abdomen plano, su diminuta cintura y sus vellos que no tenían fin, bajaban desde el cuello y se perdían en el inicio del pantalón, le di unos cuantos vergazos en la cara y eso le gustaba, le pregunté donde cogeríamos y me dijo que subiéramos a su recámara, cuando entramos el ya tenía todo listo porque en el buró estaba un lubricante y condones.
Yo lo había subido cargado en mis brazos, me gustaba cargar su pequeño y delgado cuerpo.
La luz del baño de su recámara estaba encendida, le dije que me quitara las botas, me quitó el pantalón y las trusas, la camisa ya la había dejado abajo.
Fui y me senté en la tasa del baño
—¡Ven acá puto!— le grité al profesor —Así no, quítate toda la ropa y gatea hasta aquí—
El muy obediente hizo todo, cuando llegó a mis pies le di un par de cachetadas
—De hoy en Adelante serás mi puta cada vez que venga—
—Sí Güerito, seré toda tuya—
—No me digas Güerito, siempre he odiado eso, dime Capi—
—Claro, ahora recuerdo que así te decían desde la secundaria—
—Estás hablando mucho perra—
Lo jalé del cabello hacia mi verga y lo hice metérsela lo más profundo, sus dientes me lastimaban un poco, pude ver como sus enormes ojos se ponían llorosos y como si quisiera vomitar de tan profundo que se la metía
—No la saques puta, aguanta más—
Y así lo tuve un rato con mi verga en su boca, lo arrastré a la ducha
—Cierra los ojos y abre mucho la boca putita— le dije mirando a los ojos y el obedeció así hincado
Lo empezé a miar en su cara, cuello y cabeza, él se sorprendió pero no hizo nada más que aguantar, luego apunté mi verga hacia su boca para que lo orinara ahí, él como podía trataba de tragarse mis miados
—Eres una buena putita obediente, enjuágate y te espero en la cama, no tardes perra—
Y así me fui a la cama, abrí el el cajón del buró donde estaba el lubricante y encontré 4 dildos de diferentes tamaños incluyendo un butt plug.
El profesor Eleazar salió desnudo y secándose los vellos del pecho
—Ven aquí putita— le dije señalándome a mí
Le pedí que se pusiera en forma de 69 y comencé a mamarle su culo peludo, mientras él se retorcía de placer y yo le metía hasta tres dedos, cuando lo vi dilatado me puse un poco de lubricante en mi verga y lo hice sentarse
—Siéntate en la verga de papi—
El múy obediente se ensartó la verga poco a poco, ganas me daban de hacerlo metérsela de un solo golpe pero lo dejé disfrutar, mientras el me cabalgaba yo acaricia sus peones y le metía un dedo en su boca para que lo mamara
—Siempre quise cogerte desde que me dabas clases— le dije
—¿en serio? Yo siempre fantaseaba con que me cogías pero era arriesgado en mi trabajo hacer algún intento, aparte creía que jamás jalarías—
—Anda puta date más sentones, ahora sácate la verga y chúpamela así—
El profesor estaba muy excitado y obediente.
Me puse de pie y lo puse a él a orilla de la cama, le abrí sus piernas mientras lo tenía acostado sobre su espalda y le dejé caer toda mi verga
—Espérate mijo, así no, lento, que así me duele— me decía el profesor que ya tenía la cara roja
—No te pregunté si querías así o sí te dolía—
Y entonces, viendo que era muy flexible a pesar de su edad, puse mi cuerpo sobre él y sus patitas en mis hombros, vaya que rico cogerlo así y verle su cara entre dolor y placer, le di lo más duro que podía y él gritaba de placer, se la saque varias veces y se la metía a fondo de nuevo, era tan rico, como cogerse a un morrito de secundaria pero demasiado peludo y eso me excitaba bastante.
Me puse de pie con él ensartado en mi verga, le puse su cabeza recostada en mi hombro, lo apreté fuerte de la espalda con un brazo mientras que con él otro lo sujetaba de sus nalguita y él con su pies me abrazaba
—¿Quién es mi putita?—
—Yo, papi.
Yo soy tu putita—
Me decía mientras lo subía y bajaba a mi ritmo, me daban ganas de ya echarle la leche pero quería disfrutar más, caminé con él ensartado en mi verga y lo llevé al buró, mientras él se sujetaba con sus brazos de mi cuello y sus pies sobre mi cintura yo saqué un dildo, le puse lubricante y se lo empecé a meter en su culito peludo aún con mi verga dentro de él
—Espérate papá que me duele—
—No te hagas que te dule puto si ya vi el butt plug que te metes—
—Pero con calma bebé— me decía mientras cerraba sus ojos y apretaba los dientes del dolor que le provocaba al entra el dildo o el placer quizá.
—Ya me voy a venir putita—
—Si te pusiste condón ¿verdad papi?—
—Claro putita— le decía mintiendo mientras lo acostaba sobre su espalda en la esquina de la cama, era obvio que él sabía que no usé condón porque me la había mamado al sacarla de su culito pero supuse era una forma indirecta de pedirme que lo preñara.
—Ahora sí te daré como nunca te han dado puta—
lo hice un poco más a la orilla y con una mano doblé su pierna hasta su hombro, con la otra apretaba su cuello asfixiándolo un poco, con el peso de mi pierna me le subí de tal manera que no pudiera moverse y mientras le daba duro, mi verga podía entrar y salir fácilmente de su culito peludo y así le di duro, los dos sudábamos intensamente, él estaba rojo de lo que yo le daba y apretaba, mi cara soltaba muchas gotas de sudor al igual que mi cuerpo, de vez en cuando le soltaba el cuelo para darle unas cachetadas duras en su cara como puta que es y luego volvía a apretarlo del cuello, así un buen rato hasta que le empecé a echar toda la leche dentro de él, chorro tras chorro que él podía sentir en su interior, la verdad me salió bastante leche esa mezcla de cumplir una fantasía que tenía desde la secundaria, las cervezas que me tomé, el morbo de su pequeño cuerpo y la excitación de tratarlo como puta me hicieron aventarle demasiada leche, cuando terminé lo apreté del cuello y deslicé hasta mi verga para que me la limpiara del semen que había quedado, su culito estaba muy limpio, señal de que se había preparado bastante bien para nuestro encuentro “no planeado”.
Quedé rendido y dejé mi cuerpo caer sobre él y noté que ya se había venido
—¿Te veniste putita?—
—¿Cómo no hacerlo? Si tu verga está rica que hasta me vine 3 veces mientras me dabas—
—Vaya, que putita eres cabrona, y ya sabes que eres mía las veces que venga—
—¿ya te vas a ir mijo?—
—Sólo voy a ducharme para no llegar oliendo a sexo a la casa de mi tía—
—¿Te veré mañana?—
—Si te portas bien nos veremos frecuentemente— le dije aún sabiendo que era poco probable que volviera a visitar a mi tía con frecuencia.
Me bañé, me vesti y él seguía desnudo en la cama, al salir lo vi tan rico desnudo que lo volví a mamarme los huevos mientras yo me masturbaba y poco antes de venirme se los eché en la boca obligándolo a que se los comiera.
Me fui de prisa a casa de mi tía en un taxi aún con la verga semidura, mi tía me estaba esperando junto con un pequeño sobrinito que aún no se dormía, le dije que estaba cansado y me fui al cuarto donde me quedaría a dormir, cansado y satisfecho a la vez de haber cumplido mi sueño de cogerme al profe, como tantas veces fantasee mientras me daba clases.
Aunque ver el culito del hijo de mi primo también me calentaba.
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