EL PUERCO
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por mogwligdl.
Arrastrando los pasos se dirigió con dificultad hacia su salón de clases. ¡Puta Madre! Como odiaba esta escuela. Al llegar se sorprendió de ver tan pocos alumnos. Bueno, era natural pues era pleno puente y la gran mayoría de ellos prefirió salir que venirse a aburrir en este viernes y menos para recuperar una estúpida clase que debieron de haber tenido y que por culpa del maldito profesor ahora tenían que recuperar. A lo mejor si hubiese sido otro profesor pero el maldito antipatico ese no se merecía que fueran para complacerle. Para colmo de males su unica amiga no se encontraba por ahí ya que las mujeres estaban ensayando una tabla gimnastica y se habían ido a organizarla a otro lado. Eso significaba que solo estarían la bola de malandrines que estaban obligados a ir so pena de reprobar el pendejo curso. Luis entro y se dirigió a su lugar. Trato de disimular y temblo de pies a cabeza al darse cuenta de que el malnacido de Pepe estaba ahí. ¡Chingada madre! ¿Por qué el bastardo no se fue de vacaciones como los otros? Penso Luis.
Pepe era el cabron desmadroso del grupo que en más de una ocasión se había ensañado con el. Pepe le había hecho la vida de cuadritos pues no perdia oportunidad para burlarse de el a pesar del corto tiempo que llevaba en esta nueva escuela. La historia se repetía. ¿Cuántas escuelas había tenido que abandonar por lo mismo? ¿Por qué siempre caia victima de bullying? Al pasar por un lado con sus amigotes Pepe no desaprovechaba la oportunidad y haciendo el famoso “OINK,OINK” dirigía su batería de burlas hacia Luis mientras que los compinches de Pepe le coreaban sus pendejadas. Luis recordaba claramente como lo acorralaron en un pasillo recién llegado diciéndole cosas.
-“Mira nomas cabron”- le decía Pepe acercándose peligrosamente mientras Luis retrocedía con miedo. Pepe se acerco palmeándole fuertemente la sobresaliente panza.
-“¿Ya vieron?”-les dijo a su pandilla- “Tiene panza de porno”-seguia diciendo mientras lo acorralaba en una esquina.
– “Si panza PORNO pero POR-NO cagar”-remato Pepe.
Ese dia se ensaño especialmente con Luis hasta hacerlo llorar como un párvulo de primaria. ¡Vaya recibimiento! Le dijo tantas cosas hirientes enfrente de todos que hacían que Luis con tan solo recordarlo hiciera cara de puchero y sus ojitos se le llenaran de lagrimas a pesar de ser mas grande de edad por los cambios de escuela. Aquello también le repateaba el hígado. El sentirse victima de un pendejo menor de edad que el pero a quien le temia por entero.
Todo mundo corrió a sus lugares mientras el maestro llegaba y ponía sus cosas en el escritorio. “Me lleva la chingada. ¡Qué puto dia!” pensaba Luis. Precisamente el maestro que le caiga mas gordo era el que los había obligado a ir para reposicion de esa clase en sábado. La escuela estaba vacia y únicamente ellos eran los único pendejos ahí. SI tan solo le entendiera poquito entonces Luis con gusto no hubiera ido pero para acabarla de chingar era la materia en la que tenia problemas y tenia que ir si quería salvar el semestre.
La clase empezó. Aquel maestro en particular si que se sabia imponer asi que ni Pepe ni su banda intentaron siquiera hacer el minimo intento para boicotearla. Paso mas de hora y media y a Luis le empezó aquella ansiedad que siempre le daba. Ya fuera porque no entendía nada por mas que se esforzara o tal vez porque se quedo dormido y no tuvo tiempo suficiente o simple y sencillamente porque la comida era su única via de escape pero su estomago lo estaba matando. Aquella extraña ansiedad lo invadía y aunque se cagaba de miedo Luis delicadamente metió su mano a su mochila acordándose de que había alcanzado a comprar algo en la tienda. Su mano busco sigilosamente entre sus pertenencias y encontró el voluminoso paquete que con el rabillo del ojo dislumbro. Unos sabrosos Roles de Canela Glaseado. ¡MMMM! ¡¡SUS FAVORITOS!! Luis procedió con sumo cuidado a abrirlos despacito para meter sus dedos y cortar un pedacito. Afortunadamente el maestro escribia de espaldas a el asi que no se dio cuenta.
¡¡¡¡UFF!!! Ke delicia sentir como el pan se deshacía en su boca llegando a su estomago y estimulándolo por completo. ¡Vaya si tenia hambre! Apenas las primeras migajas cayeron a su estomago este dejo de molestarle. Y asi, subrepticiamente Luis continuo con su vano intento de calmar sus ansias. La comida era su refugio.
Ya habían pasado casi dos horas de clase y Luis llevaba la mitad del paquete comido cuando de repente por avorazarse a separar uno de los Roles y poder sacarla hizo un torpe movimiento que hizo que se le cayera la mochila y que el paquete de pan rodara por el suelo provocando que todo mundo incluyendo el maestro volteara a verle.
Por un segundo el salón quedo completamente en silencio. Todas las miradas estaban fijas en el gordo comelon.
El maestro se quedo mirándolo fijamente clavando su mirada en el pobre y hambriento gordo. Con paso firme sus fuertes pisadas rompieron el silencio mientras se bajaba del estrado y se acercaba con tremenda determinación para posicionarse justo a un lado del fofo gordo quien con tan solo ese acto empezaba ya a temblar de miedo presintiendo lo peor.
El maestro llego finalmente a un paso de el y mirándole volteo a ver el paquete abierto y el pan en el suelo. Observo con mirada fría como la sucia camisa incriminaba al sujeto en cuestión pues las morusitas de pan estaban desparramadas por todos lados especialmente por su protuberante panza. Incluso pudo observar como quedaban rastros de pan en la comisura de su boca. Si, esa pequeña boca de labios carnosos y rojos como el carmín que contrastaban con la blanca piel del sujeto.
-¿Me puede explicar esto Señor Luis?- le incrimino con una voz tan masculina y viril que resonaba en los vidrios del apartado salón de clases.
Luis se encontraba supermosqueado. Tiritaba y no precisamente de frio sino que aquella presencia tan viril le imponía de manera superlativa. La verdad es que no sabia que responder. Sentia que cualquier cosa que dijera estaría por demás.
-Yo …. Y….yoo….. es que…… yo- tartamudeaba Luis con gran dificultad.
-Yo ¿Qué? Señor Martinez- remato el maestro al cansarse del tartamudeo del individuo con una voz mucho mas avallazadora que hacia que a cualquiera se le hicieran rollito los calzones mientras la fría mirada le penetraba hasta lo mas profundo de su ser.
-Es que… yo…. Tenia …. Tenia… tenia hambre- termino finalmente Luis de responder temiendose lo peor. Aunque claro lo peor para el en ese momento era que el maestro se encabronara sobremanera y lo pusiera de patitas en la calle. Luis ya se imginaba en ese momento teniendo que recuperar clase y podía oir al maestro gritándole que se presentara el dia del extraordinario hasta pensó en como iba a decirle a sus papas que tenia que presentar el extraordinario y la excusa que tendría que darles para no decirles que lo habían corrido del salón por estar tragando. Podia ver la cara de su padre y de su madre desaprobando ese momento y hasta podría oir los gritos de su padre diciéndole que cuantas veces le había dicho que se controlara para que no fuera…. Si, para que no fuera … un puerco gordo. Aquellas palabras, PUERCO GORDO retumbaban en su cabeza desde la primera vez que se las dijeron en casa.
-¿Asi que tenia usted hambre? ¿Martinez? ¿Tiene usted hambre?-le pregunto el profesor.
Luis se quedo callado pues no sabia que responder.
-Repito Señor Martinez. Tiene usted… ¿hambre?- y al decir esa ultima palabra la remarco con mayor énfasis y con un tono excesivamente burlon.
-Ehh?…bue…. bueno… si… yo… es que…..
Dando un fuerte manotazo en el escritorio de Luis el maestro agrego:
-Pregunte que si tiene usted H-A-M-B-RE. Si, HAMBRE-HAMBRE-HAMBRE. ¿Luis?
Luis podía sentir las miradas barriéndole. A pesar de la presencia del maestro se empezaban a oir aquellas risillas de burlas a las que tanto estaba acostumbrado pero que en ese momento le llegaban al alma.
-Bue…si.. SI señor…. Tengo hambre.
EL maestro se levanto pues estaba agachado a escasos centímetros de la nariz de Luis y dirigiéndose al grupo les hablo de la siguiente manera.
-Ven señores. Luis tiene hambre. Oyeron. Tiene hambre. No puede poner atención. Esta distraído. ¿Por qué? A ver usted Pepe. ¿Porque Luis no puede poner atención?-dijo el maestro dirigiéndose a uno de sus compañeros.
Pepe no perdió tiempo y tal como siempre lo requiria el maestro se puso de pie de inmediato y contestándole con voz fuerte y decidida respondió en un tono casi marcial. Aquella oportunidad se le presentaba en bandeja de plata y por nada del mundo iba a dejarla escapar.
-Porque el PUERCO tiene hambre señor.-dijo regocijándose al ver que las miradas se prendían al escuchar su respuesta y más cuando el maestro respondió sin regañarle por su rudeza.
– Si, asi es. Correcto. Nunca mejor dicho Pepe. Muy Bien. Creo que hay personas que si ponen atención en este salón. – Volteando a ver a Luis con mirada de sorna repitió.- QUE SI PONEN ATENCION.
El maestro se volteo y dando un paso se dirigió al paquete de pan recogiéndolo del piso.
-¿Todavia tiene usted hambre Luis?
Luis no respondia. El maestro insistió.
-¿¿Dije tiene usted hambre??-volvio a preguntar con una rabia contenida.
-Ssssi- musito Luis sintiéndose perdido.
– ¡¡CONTESTE como HOMBRE Luis!! ¿Todavia tiene usted hambre?
– Ssssss…..sssi….si.. señor- trato de responder Luis.
-Bien, Bien.-dijo el maestro con parsimonia. Se acerco nuevamente al lugar de Luis y le arrebato la mochila. La abrió y la volteo haciendo que todas las cosas de Luis cayeran desparramadas por el suelo. Ahí cayeron sus lápices, plumas, sus libros y su calculadora científica. Luis se había olvidado pero junto con sus utiles escolares cayo un paquete de choco-roles y otra paquete de pan que había comprado el dia anterior asi como una barra de chocolate.
-Tiene usted suerte señor. Mire- dijo el maestro aventando la mochila y recogiendo la comida que había caído.
-Vamos a darle de comer señor Luis. No queremos que se nos muera de hambre.
-¿Ustedes tiene hambre señores?- le pregunto a los demás. Todo mundo respondió que no.
El maestro se dirigió al frente subiéndose al estrado. Con delicadeza inusual abrió uno a uno cada paquete. Saco su contenido y despedazando el pan lo dejo caer a medio piso desparramándose por todos lados. Hizo lo mismo con los otros paquetes y luego se agacho y ahí mismo en el piso los mezclo todos con la punta del pie.
-Venga Luis. Por favor.
Luis temblaba. Con gran y penosa dificultad movio su trasero. Estaba tan nervioso que apenas si se podía mover. Se atoro con la paleta de su silla y al pararse volvió a caer pesadamente en su lugar provocando la risa de sus compañeros.
-Pinche panzon-grito alguien. No podía ser alguien más que uno de los compinches de Pepe.
Bufando como pudo se puso de pie. La cara se le ponía roja por el esfuerzo haciendo que su angelical rostro se tornara en una malograda mascara. El maestro le invitaba con su mano a seguir avanzando hasta llegar al frente. Lo tomo fuertemente por el cuello y lo encomino a subir al estrado. El maestro lo tomo de una mano y lo puso en medio para dirigirse a sus compañeros.
-Lo ven señores. Esto pasa. Aquí nuestro compañeros…Luis….mejor dicho…Luisito. SI… aquí.. mirenlo- y diciendo eso hizo que Luis se diera vuelta mientras todos se reian de el y de su cuerpo. El maestro lo hizo que se diera la vuelta completa. Su voluminoso trasero quedo expuesto mientras el maestro señalaba con su mano sus prominentes nalgas provocando el silbido de aquella masa enloquecida.
-Vean señores. Esto pasa cuando tenemos HAMBRE. Lo ven. Aquí Luisito tiene hambre.
Luis quedo posicionado a un lado de el. El maestro se acerco repitiendo:
-Hambre… Hambre…. Mucha ¡HAMBRE!-mientras lo decía. Le palmeaba con fuerza la panza a Luis haciéndola rebotar por lo voluminosa y fofa que era. Demostrando con esto la corpulencia de Luis. El maestro también le palmeo sus rechonchos senos haciendo que estos rebotaran para regocijo de la bola de adolescentes calenturientos que empezaron a gritar improperio y medio:
-¡¡MAMACITA!!
El maestro descaradamente empezó a tocarle los sensible pechos a Luis provocando con ello que la masa de pubertos imberbes enloqueciera aun mas. Nadie en su vida jamás lo había tocado. Era la primera vez que sentía el toque eléctrico de otro cuerpo en su piel y aquello le provoco junto con la gran vergüenza un sentimiento interior ajeno a su vida hasta ese momento.
-¡Necesitas brassier!
-¡Por eso te dejaron uno el otro dia!-menciono alguien haciéndole recordar a Luis como unos días antes al abrir su mochila en pleno patio enfrente de todos salieron disparados dos brasieres mayúsculos y todo mundo en el patio se había reido de el.
El maestro al escuchar aquello jaloneo la camisa de Luis y sin que el pudiera evitarlo la enrollo haciéndole un improvisado y rustico brasier con la camiseta doblada dejando expuesta su panza ante todos.
-¿Tiene Hambre Luis?- le volvió a preguntar el maestro después de que con su mano indicara silencio total a la jauría de lobos que le rodeaban.
Apretando su cuello y sin que Luis pudiera evitarlo, el maestro lo forzó a hincarse ahí en frente de todos.
-¿Tiene hambre Luis? Pues coma. Coma su comida Luis. Ahí esta. Quiero que se la coma toda. Quiero que no deje nada. NI una migajita. Ni una sola eh?
Luis quedo congelado. Por un momento quiso despertar de su pesadilla. No podía creerlo. La imagen del profesor y las caras de sus compañeros inundaban su mente de manera surrealista. El tiempo se congelo y Luis se sentía estar en una amarga pesadilla. Fue solo el grito pegado en su oído el que lo regreso a su terrible realidad haciéndole brincar del susto.
-¡¡¡QUE COMAS CARAJO!!!! ¡¡¡Pinche gordo muerto de hambre!!!-le grito el maestro mientras que lo aventaba al piso con una fuerza inusitada.
Luis cayo pesadamente si no hubiese sido porque alcanzo a meter sus manos toda su humanidad hubiera quedado embarrada al igual que el pan y el chocolate que tenia frente a si. Lloriqueaba lastimeramente mientras su cara se empezaba a llenar de fluidos mocos que le salian por la nariz. ¿Cómo pudo suceder esto? Porque siempre a el. Siempre lo mismo. ¿Cuantas veces se tuvo que cambiar de escuela porque siempre se convertía en la victima de bullying como se le dice ahora? ¿Por qué su cuerpo siempre le fallaba y terminaba siendo el blanco y el objeto de burla de los demás? ¿Por qué no tenia la capacidad de defenderse? Por la misma razón por la que ahora se encontraba ahí en medio de aquellos mocosos adolescentes y de aquel profesor que le injuriaba de tal manera. Por eso había perdido casi dos años de escuela. Por eso sus compañeros eran menor que el.
-¡¡TRAGA CABRON!! ¿No que tenias hambre?- le gritaba uno de sus compañeros quienes ya se habían puesto de pie y le rodeaban pues ninguno de ellos se quería ver el espectáculo de verle humillado ahí.
Luis completamente sobajado trato de agarrar un pedacito de pan para llevárselo a la boca. Antes de que pudiera siquiera aproximarse sintió un fuerte manazo de su maestro que hizo que el pedacillo de pan cayera nuevamente al suelo.
-No metas las manos ¡puerco! Eres un animal. Los animales usan el hocico no las manos. ¡Come, traga, atragántate!
-¡¡Hampate!!- grito alguien.
Luis no tuvo mas remedio. Se agacho y empezó a engullir del mismisimo suelo los pedazos de pan que hasta hace unos minutos eran su máxima alegría. Uno a uno los pedazos fueron devorados entre la algarabía de los presentes que bocado a bocado le decían grosería y media como nunca antes lo habían hecho. Jamas se había fijado que el piso estaba tan sucio hasta ese momento en que devorando frenéticamente aparecia entre el pan algún cabello femenino pegado o rastros de tierra y polvo que aderezaban su tan suculento refrigerio. Hasta Rafa el mas timido y quien supuestamente crei su amigo reia divertido viendo como el gordo era sobajado de tal manera. Bocado tras bocado la masa de pan fue desapareciendo del piso. A cada bocado se le hacia mas difícil tragarlo pues se le iba secando la boca y la falta de saliva le dificultaba comer aquellos últimos bocados.
Finalmente con gran trabajo paso el ultimo bocado. Luis pensó que su castigo había terminado pues no había ya nada mas que engullir. Volteo a ver con ojos suplicantes rojos de sollozar a sus captores quienes no despegaban los ojos de el obeso estudiante.
-¿Que? ¿Qué me ves cabron? -Pregunto el maestro visiblemente molesto.
-Ya…ya…ya termine-balbuceo Luis esperando escuchar la liberación de su castigo.
-¿Ya terminaste? -Le espeto el maestro.
-S…..sss….. Siii… señor- respondió en un hilo de voz Luis.
-Vaya,vaya. ¡¡¿Qué les parece!!- pregunto el maestro en voz alta haciendo alarde de su capacidad histriónica.
-Luisito dice que ya termino señores. ¿Cómo ven?-pregunto a la enardecida audiencia.
Los alumnos respondían entre risas. Movian la cabeza reiterando que Luis todavía no terminaba.
Con su dedo índice señalo el piso enfrente de donde yacia el puerco.
-¿Ya termino señores?-les dijo señalando con el dedo el sucio piso en el cual se apreciaban los restos de lo que Luis había comido.
-¿Ya termino?
Como si de un coro se tratara todo mundo respondió en unisono con un rotundo:
-¡¡¡¡¡NNNNooooooo!!!!!
El maestro se acerdo de nuevo a Luis y tomandole de una oreja le volvió a gritar.
-¡¡Eres un puerco!!! No nada mas por gordo y panzon. Eres un puerco porque mira… ¡¡MIRA!! ¿Ves? Lo ves bien. Este piso estaba limpio antes de que tu llegaras. Y ahora esta como tu: P_U_E_R_C_O . ¡¡LImpialo!! Ese piso tiene que quedar limpio. Sin mancha.
Luis no podía creerlo pero sin pensarlo dos veces arremetió contra el suelo abriendo la boca y tratando de engullir cuanta morusa quedaba mientras el coro de voces gritoneaba.
-Limpia
-Limpia puerquito
-Limpia que quede limpio.
Luis se daba prisa las morusas desaparecían y comprendió las palabras de su profesor asi que muy a su pesar saco la lengua para que el piso quedara COMPLETAMENTE LIMPIO. Tal era su empeño en hacerlo a pesar de que a su lengua se le pegaba el el polvo proveniente del suelo secándole mas y mas la lengua que no se fijo en la postura de su cuerpo y al proyectarse para limpiar concienzudamente de repente se escucho un tronido que hizo que las voces se apagaran inmediatamente.
Nuevamente después de un segundo de silencio una gran carcajeada lleno el salón y los oídos de Luis.
-Jajajajajajajaj
-Jajajajajaj-reian todos con una gran fuerza. Luis vio como todo mundo se movia hacia atrás para ver su culo. Mejor dicho su expuesto culo.
Todos reian y señalaban el gran trasero de Luis. ¡¡Maldita sea!! Pensó. SI bien Luis sabia que su ropa últimamente le ajustaba mas y mas no había reparado en que la bermuda que se había puesto el dia de hoy le quedaba especialmente apretada. Al estar en esa posición y forzarse a agacharse hizo que la tela diera de si y entonces su pantalón se rompio por la costura de sus nalgas haciendo que todo mundo pudiera verle la cola enmarcada en sus blancas trusas que también por su flojera de no echar la ropa en su lugar eran las ultimas que le quedaban y era de una talla mas pequeña haciendo que le quedara especialmente entallada y encajada en su soberbio cuerpo.
-Jajajaj-reian todos.
-Que culo- decía alguien.
-Pinches nalgotas-agregaba alguien.
-Mira como se le salen-decia alguien mas apuntando a los gorditos que le sobresalían por el ajustado calzon.
Luis no sabia que hacer. Quiso ponerse de pie pero el profesor le puso groseramente un pie encima impidiéndoselo.
-EL piso sigue sucio Luis.- le dijo.
-Sigues siendo un puerco. Te di la oportunidad de demostrar lo contrario pero NO lo hiciste. ¿Sabes? Mereces un castigo. Un castigo ejemplar.
-¡¡Muchachos!!-dijo dirigiéndose al grupo.
-Luis es un puerco y se merece un castigo. Les doy permiso que lo castiguen. Ahí esta su culo. Ocupense y denle un ejemplar castigo.
No paso ni un solo segundo después de la invitación del maestro cuando una patada se estrello en las nalgas de Luis. Una lluvia de patadas le siguieron. Algunas con gran puntería se estrellaban justamente en su trasero. Otras las menos cayeron por todos lados. Luis perdia fuerza con cada patada. Las que mas le dolieron fueron las que cayeron en la parte interna de sus gruesos muslos. O aquella otra cuya puntita le alcanzo a pegar en sus apretados huevitos causándole un agudo dolor que casi le corto la respiración.
A una señal del maestro las patadas cesaron. El maestro crecido por la misma situación ya no tuvo miramiento alguno. Le tomo fuertemente por el pelo y le alzo la cabeza.
-Luis…Luis…Luisiiito…. ¿Aprendiste tu lección?
-Ssssiii- respondió débilmente.
– ¿Si? –le pregunto el maestro mientras una sonora bofetada cruzaba sus carnosas mejillas.
-¿Si, que?… Luisito?
-Si….se….señor!-respondio Luis recordando como aquel animal insistia siempre en el respeto que se le debía guardar.
-Bien,… dime Luis. ¿Dime que eres?- le pregunto el maestro.
Luis adivino rapidamente la respuesta. Luis quería contestarle pero algo interno se lo impedía. El dolor le invadía. Su culito se abria y se cerraba haciéndole sentir esas cosquillas que anteceden al momento de hacer pipi. Luis estaba a punto de mearse por puritito miedo. Por mas esfuerzo que hizo quien sabe si por el miedo o por la vergüenza misma no pudo articular palabra un ligero chorrito amarillo haciendo que se sintiera mojado aunque nadie lo noto en ese momento.
-¿NO has aprendido la lección Luis?-con gran enfado el maestro se dirigió a su trasero y enfrente de todos tomo con fuerza las bermudas de Luis y ante el regocijo de todos y sin miramiento alguno la acabo de romper dejando por completo el sonrosado y lampiño trasero de Luis expuesto ante la mirada de todos. Con un solo movimiento como si lo hubiera ensayado se quito el cinturón.
-¡¡PAZ!!…¡¡¡PAZ!!… ¡¡Pazz!!…
El correazo se estrechaba en sus nalgas. Luis trato de moverse para escapar a aquel castigo que escocia sus aniñadas nalgas pero con pasmosa habilidad el maestro le sujeto nuevamente por el pelo.
-Paz…PAZ…-uno tras otro los correazos se estrechaban en las gelatinosas nalgas de Luis provocando risillas y algún otro comentario.
-Jajajaj. Mira como se le mueven.
-Jajajaj. ¡CULO FOFO!-dijo otro.
-Dilo Luis-repitio el maestro.
Despues de otra andanada de dolorosos correazos que quedaron marcados en la suavidad de sus muslos, Luis por fin se recompuso y pudo decir lastimeramente:
-Siii… Siii señor… siiiiii……Soy un puerco.
Al momento que lo dijo cesaron los correazos pero su lección apenas empezaba.
-Ya lo admitió señores. Ya lo admitió. Ahora recuérdenselo- les dijo.
La turba emocionada no necesitaba mayor instruccion. Primero uno a uno se acercaron y alzando la mano la dejaron caer en aquel indefenso cuerpo con toda la fuerza de la emoción reprimida que tenían dejando sendas marcas de dedos en la tierna y delicada piel expuesta.
-¡¡ERES UN PUERCO LUIS!!
-¡ERES UN PUERCO!
-ERES UN PUERCO
De repente alguien cansado tal vez de la sucesión de ideas cambio la frase.
-ERES UN CERDO
De ahí en adelante cada quien le dio rienda suelta a su imaginación.
-ERES un PINCHE GORDO.
-GORDO INUTIL- ¡paz!
-GORDO BABOSO-¡PAZ!¡PAZ!
-PUERCO SUCIO
Uno a uno pasaban. Uno a uno insultaban. Uno a uno se ensañaban con el gordito pendejo. En un momento dado y dejándose llevar por la situación ya no era uno a uno sino todo un conjunto amorfo que le rodeaba y que castigaba sus enrojecidas carnes. Ya no había espacio donde golpear de tantas manos juntas. De igual manera que hace unos segundos con los puntapiés cada quien buscaba la retribución de su castigo asi que fueron los muslos, la panza, los hombros de Luis los que de repente ardían al recibir un manazo azotado con ganas.
Era tal el castigo que Alex empezó a gemir ante el dolor. Si bien le ardían y de que manera le ardían los fuertes manazos le ardia mas su poco orgullo. Luis sollozaba cual niñato de primaria y los mocos invadían su cara mientras trataba de sorberlos perdiendo con ello toda compostura o dignidad.
Nuevamente el maestro hizo una señal y todo mundo se aparto no sin antes una ultima patada se estrello en el expuesto culito.
-Lo ves Luis. ¿Ves lo que pasa cuando uno tiene hambre?-pregunto con sorna el profesor.
-ACABA de limpiar ese piso-le dijo señalándole nuevamente el suelo donde aun quedaban algunas morusas perdidas.
Sin pensarlo dos veces Luis se volvió a agachar y empezó literalmente a lamer el piso cuidando de que no quedara ni rastro de comida alguna. Despues de algunos segundos que se le antojaron una eternidad a Luis y mirando y revisando que no quedara ningún pedacito perdido Luis dirigió nuevamente la mirada a su maestro quien no le quitaba el ojo de encima.
Sin que Luis lo hubiese notado mientras el se empeñaba en limpiar el piso con su lengua el maestro solo tenia ojos para sus nalgas. Los poco jirones de tela de su bermuda apenas si cubrían la diminuta y entallada truza que en ese momento usaba. El culo de Luis se veía en todo su esplendor enmarcado en el diminuto y apretado calzon que usaba y que a base de tanta lavada transparentaba su gran humanidad. La ultima vez que había comprado calzones le costo un trabajo tremendo encontrar de su talla asi que se vio obligado a comprar una talla mas pequeña.
Debido a su prominencia y a la talla del calzon cada movimiento por leve que fuera hacia que Luis sin querer lo moviera de lugar a pesar de entallársele en la entrepierna. El calzon se movio de tal manera que una parte se metia muy adentro de su raja dejando entrever los gorditos de sus nalgas. Parte de sus sufridos huevitos se le desparramaban a cada lado. Luis se encontraba tan absorto que no pudo notar como su pequeño pene se amenazaba con escaparse de su clase ante el castigo sufrido. Solo el profesor pudo apreciar claramente aquella pequeña pero notable erección. Cada vez que Luis se inclinaba para lamer el suelo, su culo se bamboleaba de manera peligrosa ante el divertimento de sus compañeros y el extasis de su profesor a quien como nunca se le había subido la adrenalina ante la situación. Otro a la primera se hubiera ido y no hubiera aceptado tal mal trato pero el GORDO se había quedado para regocijo del maestro quien nunca antes había sentido aquel poder intoxicante.
De nueva cuenta Luis pensó que había terminado. Lanzo su mirada lastimera sedienta de perdón.
-¿Ya acabaste?- le pregunto el maestro.
-Creo que si, MI señor-respondio Luis quien se avergonzó aun mas al darse cuenta de cómo el MI que había agregado pegaba en el orgullo del sádico maestro.
El maestro volteo y tan solo con la mirada hizo que Luis pudiera percibir como en a punta del zapato del maestro yacían algunos minúsculos pedacillos de pan que seguro habían caído ahí cuando el maestro destrozo el mismo en el piso.
-¡¡LIMPIALO!!-ordeno sin misericordia.
Nuevamente el vapuleado adolescente se moviera lastimosamente en cuatro patas hasta donde estaba el maestro y con gran vergüenza utilizando su resecada lengua la paso por encima del zapato del maestro parado al frente del salón mientras su culo apuntaba hacia todos sus compañeros.
-¡¡LIMPIALO TODO!!-repitio el maestro al sentir que Luis estaba a punto de levantarse al haber terminado la punta del reluciente zapato.
Luis sin mayor remedio siguió limpiando aquel zapato. Pudo sentir cada milímetro de el. Pudo repasar con su lengua cada costura y recoger cada punto de polvo que en el se había depositado. Luis termino y apenas movia su cabeza para tratar de levantarse cuando escucho:
-¡EL OTRO TAMBIEN! NO ESPERARAS QUE ANDE POR LA CALLE CON UNO LIMPIO Y EL OTRO NO COMO EL PERRO COCHINO QUE TU ERES.
Luis entendió y moviéndose para poder hacerlo procedió a limpiar tan prolijamente como lo había hecho con el primero el segundo zapato de su maestro.
Mientras Luis hacia eso el maestro no podía quitar su mirada del GRAN culo de Luis que se mostraba generosamente dado el angulo de observación. La blanca trusa enmarcaba las voluminosas nalgas que sobresalían de manera exquisita llenaban su vista regocijándose en las sonrosadas mejillas posteriores. LA verga del profesor se llenaba de sangre y aunque no se consideraba gay la experiencia le rebasaba y la sangre fluia en ese momento por todo su cuerpo. No solamente los ojos del maestro se clavaban en el gran culo de Luis. Todos sus compañeros disfrutaban del espectáculo también. Algunos de ellos completamente desvergonzados se tocaban por encima del pantalón las vergas que empezaban a responder al estimulo dado.
Luis, inocente a todo,por fin termino.
-Y….Ya….Ya a…. Ya acabe señor.-dijo Luis desde abajo quedándose allí sin atreverse a moverse nuevamente no fuera que le volviera a exigir algo que se le hubiese escapado.
El maestro se volteo a verle tomandose todo el tiempo del mundo.
-¿Ya terminaste puerquito?
Un silencio sepulcral inundaba el lugar.
-S…sss…..ssii-musito Luis.
El maestro se inclino para tomarle nuevamente por los cabellos y haciéndole hincar. Luis trato de seguir el movimiento como pudo tratando de evitar el doloroso jalon de pelo pero su obeso cuerpo apenas le respondia. Sus rodillas también le gritaban que parara el castigo.
-¿Tienes hambre Luis?… ¿Todavia tienes HAMBRE?- le pregunto el maestro.
Luis se sentía perdido. NO sabia que responder pero pensó que ya no tenia nada que perder.
-No…no señor. Ya no tengo hambre. Te…. Tengo … tengo sed- dijo en un ultimo intento de escapar de su captor. SU lengua reseca apenas si le daba lo suficiente para poder articular palabra.
-Claro… claro Luis… Debes tener sed después de tanto comer. ¿Verdad?
-Ssss…ssi señor-respondio Luis sin darse cuenta de la trampa que le estaban poniendo.
-¿Qué comiste Luis?-pregunto el maestro.
-Yyyo….yo… comi… ¿p…pan?-respondio Luis con inusitado miedo sin saber realmente lo que respondia o el porque de semejante conversación.
-SI Luisito. ¡¡Muy Bien!! Comiste pan. Y no queremos que te desnutras ¿verdad?.. ¿Verdad?
Luis se sentía perdido. No sabia que contestar. No adivinaba las negras intenciones del profesor.
-NO… creo que no.. señor.
-¿Qué se come con el pan Luis? ¿Sabes que debes comer con el pan para no desnutrirte?
Luis se sentía perplejo. Su mente no reaccionaba. Se sentía perdido. No sabia que contestar. No adivinaba la respuesta requerida.
-¿No sabes Luis?
-Nnn…no….no señor.
-Leche Luis. ¿No comes tu pan con leche?
-Ssi….sssssiiii…
-Bien Luis. ¡MUY Bien! Asi que para tu pan te hace falta tu leche ¿NO?
Luis no respondia no veía la razón de las inquisiciones hechas.
-Lastima Luisito que aquí no tenemos lechita. No somos un OXXO. ¿No?
Luis apenas si pudo asentir con la cabeza.
-¿Pero que crees? Yo soy muy buen maestro y siempre vengo preparado. ¿No quieres lechita Luis? ¿No se te antoja un traguito de leche?
Luis ingenuamente cayo en la trampa. Con gran miedo y sin poder pronunciar nada apenas si pudo asentir con la cabeza. La verdad su lengua reseca le pedia liquido y aunque particularmente la leche no era su fuerte creyo que tal vez podría saciar su necesidad en ese momento.
El maestro le tomo ambas manos con el pelo y ante el regocijo de la pandilla le restregó fuertemente la cara a Luis en su pelvis mientras le decía:
-SI Luis. Quieres lechita. Aquí tengo tu lechita. Aquí tengo mucha leche acumulada. Leche. Leche especial para un puerquito como tu. Leche para un putito como tu. Leche para un poco hombre que no se respeta y se deja rebajar como tu.
Mientras decía esto la cara de Luis era empujada en las ingles del profesor. Luis sentía claramente el calor que emanaba y como el miembro del profesor respondia ante el estimulo de refregarse en su cara. Su cara era un poema de color rojo-Rojo de vergüenza, rojo provocado por el fuerte roce de la tela en su cara.
-¿Quieres leche Luis? ¿Quieres leche?- le repetía.
El maestro le solto un segundo para rápidamente desabrocharse y bajar sus pantalones que dejo caer a los tobillos mientras bajaba su impecable y niveo calzon mientras que su no larga pero si gruesa verga salía disparada sin que nada la contuviera.
-Aquí tengo tu leche Luis. Aquí. Mira.
Sin que Luis tuviera tiempo de reaccionar le volvió a tomar del pelo con una mano acercando su cara a aquel monstruo babeante cuya roja cabeza le apuntaba directamente. Lo tomo con la otra mano y empezó a pasárselo por toda la cara a Luis mientras le decía:
-¿Quieres lechta? ¿Si? Aquí tengo lechita para ti. Lechita calientita.
La punta de la verga del maestro se estrellaba en su cara quemandole. Alex se sentía aun mas avergonzado de lo que jamás se hubiese sentido. Aquella cosa roja y caliente le dejaba un rastro húmedo en todo su rostro y el olor que emanaba se le pegaba a su nariz percibiéndolo sin cesar.
-¿Quieres lechita? Toma tu lechita- le dijo el maestro agarrando su miembro y dirigiéndoselo a la boca.
Luis hizo un vano intento desesperado. Aquello era demasiado. Trato de defenderse y cerro su boca con todas sus fuerzas.
-¡Ahhh… ¿SI?-dijo el maestro al ver su reacción.
¡¡PAZ!!¡¡PAZ!! Un par de sonoras cachetadas hicieron que Luis cediera de nueva cuenta. Aquel GORDO cilindro se le incrusto en la boca.
-¡¡Mamamela puto!!- le escucho decir.
El grupo hipnotizado ante los acontecimientos solo observaba esta vez sin hacer ningún ruido pero también sin hacer nada al respecto.
La gruesa verga del maestro bailaba adentro de su boca. Se introducía mas y mas. En algún momento llego tan hondo que le dieron arcadas a Luis pero el maestro la retiraba y ni tiempo tenia de reaccionar. La metia y la sacaba una y otra vez. La sacaba y le embarraba sus mismas babas en toda la cara mientras no se cansaba de decirle:
-Pinche gordito. No eres hombre. NO te puedes defender. Te gusta la verga ¿verdad? Tienes tetas de vieja y mamas como puta-remato.
Lo inminente se hizo presente. El maestro lanzando un alarido se dejo llevar y sin ningún tapujo sepulto toda su verga para aventar todo su veneno en la lastimada garganta de Luis. Debido al movimiento del profesor parte de su verga salió y desparramo su preciada leche en el rostro de Luis. Los churretones escurrieron hacia abajo por fuerza de gravedad. El maestro sepulto su gruesa cabeza hasta sentir que no tenia nada mas que depositar allí.
Saco su verga y se dio el lujo de limpiársela pasándola por la única mejilla que mostraba un lado limpio.
Como si de un autómata se tratara recojio sus pantalones. Se dio la vuelta y tomando sus cosas rápidamente le grito a la jauría:
-¡TODO SUYO SEÑORES!
Volviendose a Luis y apuntándole con el dedo le dio su ultimátum.
-En cuanto a TI. NO te quiero volver a ver en mi clase. ¿Entendiste?
Ni siquiera se quedo a esperar la respuesta. Dandose la vuelta salió con resolución del salón cerrando la puerta dejando al desvalido Luis a su suerte sellando su destino para siempre.
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