En el baño de la escuela 2
Ese oscuro baño guarda más secretos.
Las aventuras con Erick no hicieron más que aumentar mi lujuria, lo que finalmente me llevó a subir mi nivel.
Un par de semanas después de haber perdido mi virginidad con Erick comencé a ver el mundo de manera distinta, más lujuriosa. En especial aquella pequeña compañera de clase, Jennifer.
Era muy linda, la más linda de clase, y para la edad que teníamos era increíblemente sexy, con unas piernas y trasero increíbles, baja de estatura, pero con una cintura exquisita. Mis ojos se pasaron en ella.
Éramos buenos amigos desde el año anterior, por lo que llevarla a ese baño sería fácil. Únicamente necesitaba un plan. Un plan simple pero efectivo, ya que no quería lastimarla, únicamente dominarla.
Una mañana, cuando ella pidió permiso para ir al baño ví mi oportunidad. Rápidamente levanté mi mano, y al ser el favorito de la profesora, está me dejó ir sin pensar. Así, salí detrás de Jennifer y comencé a hablar de tonterías de camino al baño. Una vez en la entrada, nuestros caminos debían separarse para que vas uno entrara en su respectivo baño, pero no dejaría escapar esa oportunidad, y aprovechando la erección que tenía, entré detrás de ella a su baño, no sin antes asegurarme de que nadie me viera.
A todo esto, ella era precoz (al igual que yo) para su edad, el año pasado, poco después de conocernos, llevó el celular de su hermano, dónde, y doy gracias al cielo por la existencia de las antiguas páginas para descargar videos, traía un par de gifs porno. No eran nada del otro mundo, solo una pareja teniendo sexo y el otro era una animación de lo mismo. Eso, dentro de su sencillez, abrió nuestro joven apetito por saber que era eso y en especial como se sentiría.
Así pues, entré con ella al baño y tocándole suavemente el hombro le dije:
—Jenny, mira. —Mientras apuntaba a mi bulto. —Está como en ese vídeo, ¿Recuerdas?
Ella miró mi paquete y luego a mis ojos.
—¿Que pasó, te acordaste de eso? —me dijo con un ligero brillo en los ojos.
—Sí, me vino a la mente porque ambos venimos al baño. ¿No te da curiosidad?
—Pues un poco —me respondió mientras posaba su mano sobre mi mejilla.
Allí, la constante tensión que existía entre los dos explotó. Ella me besó mientras ponía su otra mano sobre mi verga y la liberaba torpemente.
Mi juvenil verga, al verse libre comenzó a gotear, y ella, con una sonrisa tonta comenzó a pasar su dedo sobre ella.
—¿Sabes?, cuando ví ese vídeo por primera vez, me imaginé haciendo eso contigo.
—¿Y que te detiene? —pregunté mientras la acercaba a mi sujetando si trasero.
Y así continuó el beso, hasta que, ya desesperado, la tomé de la cintura y la voltee mientras la empujaba a un cubículo.
Una vez colocado en cerrojo levanté su falda, dejando ver un glorioso trasero blanquito coronado por unas bragas también blancas. Comencé a restregar mi verga en su culo mientras acariciaba su rostro y ella, quizás instintivamente o quizás porque lo vió en un vídeo, comenzó a chupar mi pulgar.
Así pasamos un tiempo, ella chupando mi dedo y yo disfrutando de sus gordas nalgas, subiendo y bajando mi verga entre ellas, cogiendomelas con cariño.
Finalmente no lo soporté más y me arrodille para comerme ese joven coño. Y fue exquisito.
Era dulce y salado a la vez, húmedo y cálido y mi lengua lo mojaba aún más. Ella se retorcía de placer y yo introducía mi lengua aún más mientras mis dedos acariciaban su clítoris (lo cual fue instinto puro) y su ano.
Así, finalmente y con ella retorciéndose en su primer orgasmo, me pidió que la cogiera.
Me puse de pie, con mi verga a punto de explotar y suavemente la posé en su entrada, dónde, y con la ayuda de Jennifer, comencé mi labor.
Fue cálido y apretado a partes iguales, mucho más apretado que el culo de Erick y por obvias razones más húmedo. Lentamente entraba en su vagina y ella se sostenía de la pared con las uñas, hasta que rasgué su himen y ella soltó un rígido ensordecedor.
En ese momento, debido al grito, la conserje se acercó a la puerta del baño.
—¿Estás bien querida? —preguntó con un suave grito mientras yo comenzaba el vaiven de mi cadera.
—S-si, solo ví una araña. —Replicó la pequeña Jennifer intentando callar sus gritos de dolor que lentamente se convertian en placer.
—Ok —replicó la mujer continuando con su labor fuera del baño.
En el silencio comenzó a escucharse el chocar de nuestros cuerpos acompañado de mis pujidos de placer al sentir esa suave vagina enrollarse en mi verga.
Aumenté le velocidad y me incliné sobre Jenny para sujetarla por su pecho, así la erguí y comencé a masajear las casi inexistentes tetas mientras besaba torpemente a la nena.
Nos corrimos a la vez, con un grito ahogado por nuestras bocas.
Salimos del baño y volvimos a clase mientras arreglabamos nuestra vestimenta y cruzabamos una mirada cómplice y reíamos quedamente.
Espero hayas disfrutado este relato, recuerda que es basado en mi vida y fantasías.


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