En Estambul, en el baño turco me dieron un profundo masaje a lo turco.
Un ejecutivo de cuentas internacionales, viajó a Turquía por negocios, y en su tiempo libre decidió ir a disfrutar de un baño turco y sus masajes, en los que el masajista lo masajeó profundamente..
En Estambul, en el baño turco me dieron un profundo masaje a lo turco.
Soy casado, ejecutivo de cuentas, y dentro de mis múltiples obligaciones en ocasiones debo viajar a distintas partes del mundo.
Por lo que recientemente fui a Turquía, después de terminar mis labores, decidí aprovechar el tiempo y conocer algo de la ciudad de Estambul, realmente me impresionó mucho, pero estando en el hotel, por curiosidad pregunté por los famosos baños turcos.
Mejor no lo hubiera hecho, ya que descubrí en ellos el otro lado de mi personalidad, la cual ignoraba que existía, hasta esos momentos.
Hasta esos momentos, jamás había pensado en otro tipo de relación sexual que no fuera la que he mantenido regularmente con mi esposa.
Pero estando en el lugar que me recomendaron en el hotel, desde un principio comencé a sentirme muy raro, viendo a esos peludos hombres, con apenas unas míseras toallas tapando sus partes íntimas.
Yo había solicitado preferentemente alguien que me hablase en español o inglés, ya que no entiendo nada de turco.
El hombre que me tocó hablaba el español con bastante fluidez, casi sin acento árabe o turco.
Cuando me indicó que me quitase la ropa, yo me sentí algo raro, pero no le di importancia, luego al quedarme completamente desnudo, me pareció notar algo en su mirada, la que tenía clavada en mis nalgas.
Yo la verdad que estuve a punto de retirarme, pero no lo hice, por la manera en que tan educadamente, me invitó a que me recostase sobre la plancha de mármol en la que comenzaría a darme el masaje, que había solicitado.
El masajista tomó unas ramas de no sé qué, y con ellas comenzó a fustigar todo mi cuerpo, al principio fue algo incomodo, pero a medida que continuaba haciéndolo, comencé a disfrutar de peculiar tipo de masaje.
Ya me encontraba completamente relajado cuando comencé a sentir sus gruesas manos recorriendo todo mi cuerpo, embadurnadas en aceite de oliva.
En principio no le había prestado mucha atención a su vestimenta, ya que se encontraba desnudo de la cintura hacia arriba, y me pareció que usaba una especie de pantalón en algo como si fuera cuero, bien ceñido a su velludo cuerpo.
Pero de momento, cuando cambié de posición mi cuello, volteando hacía el otro lado, noté que mi masajista se encontraba tan desnudo como lo estaba yo.
Lo cierto es que eso me puso un poco nervioso, pero su gruesa y cálida voz, me calmaron, así que lo dejé proseguir con el proceso del masaje que me daba por todo mi cuerpo.
Hasta que noté que sus manos se comenzaron a detener más tiempo sobre mis nalgas, él había separado mis piernas, y yo me encontraba en un estado de tal relajación, gracias a los masajes, que no le di la menor importancia.
Cuando comencé a sentir el roce de sus gruesos dedos embadurnados den aceite, por sobre mi esfínter.
Me quedé como si nada, mientras él continuaba con masajeando mis nalgas, hasta que comencé a sentir su cuerpo sobre el mío, y sus dedos introduciéndolos por mi esfínter.
La verdad es que no supe que hacer, me quedé tal y como me encontraba, mientras que él a medida que continuaba masajeando mis nalgas sus dedos profundizaban más y más dentro de mi sin que yo opusiera la menor resistencia.
Aunque me encontraba algo tenso, cuando colocó su rostro sobre el mío, también sentí que sus dedos los había retirado, pero en su lugar sin duda alguna se encontraba su erecto miembro.
Quizás fue el momento en que debí darle un alto, pero no sé qué me sucedió que me quedé callado, por lo que suave y paulatinamente comencé a sentir como su grueso y caliente glande se abría paso dentro de mi culo.
Hasta que la totalidad de su miembro fue enterrado dentro de mi cuerpo, en ese instante los sentimientos eran muchos y encontrados, por una parte, me decía a mí mismo que yo no era homosexual, y me preguntaba una y otra vez como había permitido que eso llegase a hasta ese punto.
Pero por otra parte me di cuenta de que comencé a mover mis caderas y restregaba mis nalgas contra el grueso y velludo cuerpo de mi masajista.
A medida que el continuó penetrándome, y yo moviéndome sus manos acariciaban mi cuerpo, introducía sus dedos dentro de mi boca, los que yo no tan solo chupaba de manera continua, sino que los besaba de igual forma.
A cada empellón que me daba yo me sentía en la gloria, era tal mi envolvimiento que no me di cuenta de la presencia de otro hombre dentro de la sala de masajes, hasta que al abrir los ojos me encuentro con su verga a pocos centímetros de mi boca.
No quedándome más remedio, que dedicarme a mamárselo con la misma intensidad que mi masajista me tenía bien clavado por el culo en esos momentos.
Por un buen y largo rato disfruté de las atenciones de mi amante y su compañero que tuvieron para mi cuerpo, en cierto momento mi masajista y amante, sacó su verga de mi culo, y cual, si yo fuera una muñeca de trapo.
Sin sacar la verga del otro de mi boca, me colocó boca arriba sobre la plancha de mármol, me tomó por los tobillos, y separando mis piernas volvió a enterrarme con suma facilidad todo su grueso y largo miembro dentro de mi culo.
Yo no dejaba de menear mis caderas, y de sentir como una y otra vez me enculaba divinamente, hasta que de momento al que le mamaba su verga se vino, y debido a la posición en que me encontraba no me quedó más remedio que tragarme casi todo su semen.
Una vez que pude dirigir la mirada al miembro de mi masajista, casi de inmediato la comparé con mi propia verga, por lo que me quedé asombrado al ver como esa cosa de gran tamaño y dimensiones desaparecía casi por completo dentro de mis nalgas.
Yo en cierto momento nada más de medio tocar mi propia verga me vine en un dos por tres.
Mientras que él continuaba bombeando divinamente mis nalgas con toda su fuerza, hasta que finalmente comenzó a venirse dentro de mí.
Aunque posteriormente me agarró por el pelo extrajo su verga de mi cuerpo, y la colocó frente a mi rostro y se continuó viniendo, al tiempo que yo con mi lengua me relamía los labios y atrapaba algo de su semen.
AL terminar me quedé completamente agotado y sumamente satisfecho, ellos dos salieron de la sala de masaje.
Al poco rato entró un jovencito, que al ver en las condiciones en que me encontraba, salió a buscar al administrador que indignado, en un muy mal inglés, me exigía que me retirase.
Completamente avergonzado, traté de explicarle lo sucedido, pero se me acercó un hombre de acento español y en ingles me recomendó que lo mejor era que me retirase, cuando traté de explicarle, que yo había sido víctima de esos dos hombres.
Él en idioma turco se lo comentó al administrador o dueño del local, quien riéndose le dijo, que mis gemidos de placer se escuchaban al otro lado de local, y que en ningún momento me escucharon pedir ayuda.
Todo lo contrario, al parecer por lo que pudieron escuchar yo lo había estado disfrutando todo lo que me hicieron.
Pero ya de regreso en casa, claro que a mi mujer no le he contado nada de lo que me sucedió en ese baño turco, pero ahora estoy buscando desesperadamente quien me pueda dar ese mismo tipo de masajes.
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