En la cárcel II: Saboreando a León
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por eloalhabla.
Después de un mes en la enfermería volví a las celdas, aunque los moretones en la cara aún se me notaban y una leve renguera producto del desgarro que me había provocado León. Los presos ya estaban en la celda y en el camino, desfilando frente a ellos podía escuchar avergonzado como todos me gritaban algo en referencia a la noche en que León me violó salvajemente: " Che putita vení a mi cama que te dejo el agujero mas grande", "comete esta trolo vas a ver que te va a enloquecer, chupapija".
Los guardias que me trasladaban se reían burlones. Yo, al menos, me sentía aliviado ya que mi padre había pagado para que me alejen de mi violador. Al llegar a la celda, uno de los guardias se acercó y me dijo: "decile a tu papa que hicimos todo lo posible, pero acá el León manda" apenas terminó su frase pude verlo adentro de la celda, con el torso desnudo, mostrando su pecho musculoso, saboreándose con los ojos inyectados de bravura. Quedé petrificado ante su presencia, pero de un empujón me tiraron al piso de la celda, cerrando las rejas detrás de mi, riéndose.
No sabía que hacer, ahí, desparramado en el suelo boca abajo, inmovilizado del terror, sentía la respiración de león y con cierta sorna lo escuche hablar, pero del pánico no alcancé a escuchar lo que decía, hasta que se acercó y pude ver sus zapatillas cerca de mi cara, con tono firme dijo nuevamente "levantate" y esta vez al escucharlo, como un resorte le obedecí, quedando frente a el, mirando su pecho que estaba a la altura de mis ojos, el retrocedió unos pasos y me hizo un ademán como para que me siente en la cama de abajo, nuevamente obedecí como un autómata.
El se sentó a mi lado acomodándose el bulto, sacó de su bolsillo una pastilla y me dijo: "esto te va a ayudar con el dolor", su tono de voz me intimidaba tanto que debo haber permanecido unos segundos quieto mientras el sostenía la pastilla frente a mis ojos, como un acto reflejo lo miré a los ojos por un segundo, y al encontrarme con su mirada penetrante bajé la cabeza, agarré la pastilla y me la tragué sin agua haciéndome toser mucho, el se acercó un poco mas con un vaso de agua,, me tomó de la mano y acercó el vaso a mi boca, "quiero que te lo termines" dijo. Mientras yo nuevamente me conmocionaba y lo miraba a los ojos sin poder sostener su mirada. De a sorbos fui terminando el vaso.
Comencé a sentirme un poco mareado, no dejaba de tener control de la realidad pero sin embargo las cosas se volvían mas laxas y el terror se disipaba apenas. A los minutos, note que su bulto estaba que estallaba, lo miré a los ojos confundido, el mirándome a los ojos, saco su verga del boxer, era enorme, colorada, gruesa, venosa, la cabeza mas ancha que el resto de su pene, aquella vez no la había visto realmente, quedé impresionado no podía sacar los ojos de su verga que se asomaba bestial. Evidentemente la pastilla que me había dado me había desinhibido parcialmente.
En ese momento, tomo mi mano firmemente, mientras que con la otra me sacaba el vaso que aún tenía en mi mano y me la llevo a su verga, ni siquiera supe resistirme, tomó mi mano más fuerte, la puso en su verga, apenas si podía abarcarla y me hizo comenzar a pajearlo, subiendo y bajando.
Mientras su mano acaparaba la mía, me indicaba como quería que lo pajee, lento y firme.
Me levantó la barbilla para que lo vea a la cara ya que me encontraba pasmado por la sensación de tener en mi mano la misma herramienta que me traspasó, desgarrándome el alma. "Todo va a salir a pedir de boca", me dijo sonriendo con cierta malicia, "si te portas bien, yo te voy a cuidar y nadie mas que yo te va a tocar", quise bajar la mirada para que no note mi vergüenza pero el con un simple gesto me lo impidió, "tu papá me va a pagar para que te cuide y vos le vas a decir que te cuido muy bien", me aterrorizaba la frialdad de su voz y su imponencia, "ahora vas a ponerte la pija en la boca y si siento tus dientes, te los arrancó con una tenaza", esta vez su tono se puso mas firme y su cara se puso tensa e intimidante, yo comencé a llorar en silencio y bajé la vista pero me encontré con su miembro y mi mano siguiendo el ritmo que me había indicado solo que no estaba su mano guiándome, lo hacía solo yo y eso me conmocionó.
Me tomo de la nuca y quiso llevar mi boca a su verga, era inútil resistirme, el envión de su mano en la nuca me dejó a milímetros de su verga, comenzó a restregármela por mis labios cerrados, el olor era intenso, con su otra mano me tomó de la mandíbula ejerciendo presión obligándome a abrir la boca y me dijo furioso que si no me metía su pija en la boca la pasaría peor que la primera noche en la celda y terminé cediendo.
Apenas abrí la boca, entró la cabeza con firmeza ya que la fuerza que ejercía León sobre mi nuca me llevó a atragantarme con ella, tomándome del pelo me la sacó para que pudiera toser y nuevamente me obligó a metérmela hasta que el decidía que quería atragantarme y nuevamente me ahogaba con su enorme miembro, cada tanto me advertía que no use los dientes y fue marcando un ritmo violento con su mano sobre mi nuca, me hacía doler todo. Desesperado además por ocultar mis dientes, lo cual era muy difícil por su tamaño.
Mientras León tomaba posesión de mi boca, apenas entraba la cabeza, me metía todo lo que yo podía abarcar con mi boca y me sacaba la verga. Provocándome arcadas y dificultades para poder respirar.
Tardó bastante en acabar, y para cuando ya estaba a punto de hacerlo yo era un instrumento en sus manos, sentía como todo me daba vueltas por la pastilla que me había dado y el miedo, era consiente como mi voluntad para resistir era inexistente y en ese momento comenzó a largar leche, hundiéndome la cabeza sobre su pene, ejerciendo una fuerza mortal que me ahogaba mientras su leche caliente entraba directamente en mi garganta, asfixiado sentía que iba a morir mientras la leche copiosa seguía saliendo. Sentí vomitar, pero a a el no le importaba, descargaba todo su semen en mi boca, con un gemido gutural como de un animal satisfecho, obligándome a tragar, para no ahogarme mas.
Cuando salió todo su semen, saco su miembro de mi boca, yo asfixiado comencé a tomar aire nuevamente y a sentir como mi boca tenía el gusto pastoso de su leche. Tenía mi cabeza apoyada sobre su pierna, recuperando el aliento y llorando, mirando el enorme monstruo que había me había penetrado salvajemente y que había sido obligado a engullido como comenzaba a perder intensidad.
Comencé a llorar sobre su regazo. El recuperaba el aliento poco a poco, apoyado contra la pared, solo podía percibir su respiración satisfactoria. En ese momento, mientras lloraba desesperado en su regazo, la misma mano que empujaba mi nuca, comenzó a acariciarme. Era rara la sensación de esa enorme mano callosa y peluda recorriendo mi cara y mi pelo mientras descargaba mi desconsuelo medio atontado por la sofocación que fue llevar el ritmo de la bestial mamada que me obligó a dar el mismo que ahora con sus caricias me hizo sentir diminuto ante el.
Durante unos quince minutos permanecimos así hasta que el me ordenó incorporarme. Tenía la ropa desarreglaba por los tironeos y la sensación de vacío total, con la boca aún gobernada por su semen. Al estar incorporado me tomó suavemente de los pelos de la nuca, estábamos muy cerca.
– Te voy a perdonar el culo por unos días mas – dijo en un tono tranquilo- pero desde la otra vez, yo soy tu dueño- cada vez que sus palabras me hacían bajar la vista, el tironeaba el pelo para que vuelva a mirarlo a los ojos- vos sos mi puta- dijo esta vez con una sonrisa- repetilo
-….- no sabía siquiera si podía abrir la boca, estaba mudo
– si no me decís que sos mi puta, te doy vuelta ahora mismo y te reviento otra vez el culo- esta vez su tono fue intimidante
-soy- alcancé a decir en un tono minúsculo- soy…- no podía, algo en mi interior ni siquiera reconocía ese tono tan bajo al hablar- soy….- y al volver a trabarme me dio una fuerte cachetada mirándome siempre a los ojos- soy tu puta- dije llorando y conmocionado por los golpes. El asintió con la cabeza, se levanto y me dijo que por hoy iba a dormir en la cama de abajo.
Luego de tener una noche plagada de pesadillas y sobresaltos, apenas salió el sol, el león salto de su cama, estaba completamente desnudo, se acercó al mingitorio y meó, mirándome a la cara. Su pija morcillona era intimidante hasta en ese estado.
-No podes usar el baño en mi presencia- dijo- eso la harás cuando este trabajando- yo lo mire- vas a limpiar la celda, lavaras tu ropa y la mía- el chorro era potente y yo no podía hacer otra cosa que mirar.
Sin sacudírsela demasiado se acercó desnudo hasta mi cama donde yo seguía acostado.
Mirándolo desde abajo me sentía como en un cuento donde yo no existía. Al encontrarme con su cara el sonrió:
– Te vas a sentar en la cama y me la vas a mamar- dijo tranquilamente- y si no lo haces rápido sabes lo que te va a pasar- esta vez su tono fue mas severo.
Tuve la intención de obedecerlo, pero lo hice demasiado despacio ya que de un estirón me tomo por el pelo fuertemente, me sentó en la cama y me acercó a su verga llena de olor a pis y semen de la noche anterior, sin darme tiempo a negarme, me cruzó una fuerte cachetada con su mano libre y otra mas sin tiempo ni a respirar.
Esto me aturdió tanto que como la noche anterior y volví a someterme a sus deseos, atragantándome mas profundo por la posición que me había colocado, ya que estaba casi debajo de su entrepierna. Esta vez el mete y saca era mas veloz y en un momento cuando me atragantaba con la pija abrí los ojos y me encontré con su cara, tensa, colorada, como un asesino sádico sometiendo a su presa, o sea, como lo que era sometiéndome a mí. Y el miedo me cruzó la espalda.
Apenas sonó el timbre que daba aviso del recuento de presos, León aceleró su embestida en mi boca y nuevamente me atraganto con ella en el momento que comenzaba a sacer leche, solo que esta vez entró mas profundo y el trallazo de su semen entrando a mi garganta, lo tragaba mas rápido desesperado por conseguir no ahogarme tanto. Aunque no lo conseguí como lo esperaba ya que apenas sacó su verga de mi boca comencé a intentar desesperadamente el aire que había perdido sin conseguirlo, León sonrió y de un cachetazo que me tiró al piso hizo recuperar medianamente el aliento.
En el piso, despatarrado, espontáneamente mientras levantaba la cabeza para mirarlo, le dije "gracias". Fue tanta la vergüenza que sentí por decirle eso al hombre que me había violado y que acababa de dejarme sin aliento con su pija, que volví ponerme colorado y bajar la cabeza, derrotado una vez mas.
El me ayudó a levantarme y me dijo: "desnudate y ponte una toalla, después del conteo nos toca la ducha"•
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