En la cárcel IV: Entregado
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por eloalhabla.
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Relatos anteriores de la serie:
En la cárcel I: http://www.sexosintabues.com/RelatosEroticos-27603.html
En la cárcel II: http://www.sexosintabues.com/RelatosEroticos-27796.html
En la cárcel III: http://www.sexosintabues.com/RelatosEroticos-27942.html
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Esa vez me bañé solo, a su lado, pero me sentía completamente desamparado, entraban sus amigos para decirle que los dos habían entrado a enfermería y que hablarían con la banda del gitano para que se pasen a la suya. Al terminar la ducha, León me dió una cariñosa cachetadita, levantó mi mejilla para que lo vea y pudo ver mi consternación y sobre todo entender que la proximidad me confundía por los sentimientos tan precisos imposibles de reprimir.
Luego de las horas de trabajo y la cena, volví a mi celda, acomodé todo con esmero y me quedé esperando que llegara León.
Apenas traspasó la puerta me puse de pié temblando, el me hizo una media sonrisa y se acercó pasó su brazo por la cintura, sabiendo que ya se había apoderado de mi, y en ese preciso momento todo mi cuerpo deseaba ser poseído, sin importarme que me deje nuevamente en el hospital, quería sentir en la carne la verdadera posesión que consiguió en apenas una semana.
¿Tan frágil era que en una semana el mundo se había dado vuelta?. ¿Cómo podían brotar de mi tantos deseos auténticos de querer ser traspasado por el mismo que me arrebató de toda hombría y autonomía en mi vida?.
Acerco su cuerpo al mío apoyando firmemente su bulto sobre mi ombligo y allí lo miré a los ojos:
– quisiera- dije en voz baja y temblorosa- que me poseas- dije
– ya te poseo, putita- dijo sonriendo y acercando su cara babosa a la mía- ¿querés que te la dé por el culo?- dijo en un tono perverso a milímetros de mi boca, yo asentí- decime que queres…
– quiero que me cojas- dije.
En ese momento, león sacó su lengua atravesándome la boca y metiéndomela hasta la garganta mientras yo me desvanecía de deseo y asco por sentir tantas ganas. Sintiendo la hombría completa y sabiendo que yo era una piltrafa a a su lado. A medida que su manaza me agarró fuerte de los cahetes de la cola, sabía que estaba totalmente perdido. Sentir su saliva entrando a mi boca y yo tomándola como un loco me embriagaba de placer y deseo. Deseo de ser bruscamente tomado, traspasado, clavado por ese enorme falo y ser poseído, ser solo un esclavo obedeciendo a su amo.
Esta vez yo frotaba mi ombligo sobre el bulto que estallaba y mas manos lo buscaron, mientras León me mordía salvajemente el cuello y yo gemía y me quejaba del dolor, un dolor que daba placer, su barba raspándome la piel, sus dientes que me marcaban el cuello. Luego me separó de su cuerpo con sus manos tomándome de las mejillas.
– Arrodillate- me ordenó mirándonos a los ojos- quiero que me comas la pija
– Lo que ordenes- dije cayendo de rodillas y dando mi cara a su bulto, con el cuello inclinado donde también podía verlo.
Yo desaté su cinto, desprendí los botones de su pantalón y antes de bajarle el slip el apretó mi cara sobre su bulto haciéndome oler su fuerte aroma a macho. Lo mismo que antes me daba asco, me enloqueció de placer, tanto placer que apenas le saqué su enorme miembro del slip me atraganté con el, con deseo, aceptando ser sofocado con fuerza por las manos de León, para luego sacármela completamente y dejarme respirar apenas un poco para volver a atragantarme con ella, sintiendo en mi barbilla sus enormes huevos peludos, mirando su cara de animal salvaje, que me hacía morir de deseo. A veces me apretaba tanto haciéndome comer todo su enorme miembro que al sacarla quedaba ahogado y el, con la mano libre me pegaba una fuerte cachetada haciéndome reaccionar, manteniéndome de los pelos a unos centímetros de su pene y haciéndome morir de deseo como una perra.
Luego me apartó, del pelo sujetado me hizo parar brutalmente, me beso, mientras sus manos despedazaban mi remera, sus dedos recorrían mi torso haciéndome estremecer de placer y al llegar a mis tetillas las apretó con fuerzas obligándome a quejarme de dolor.
– Apenas te ví supe que eras una puta asquerosa- dijo entre besos de lengua y fuertes caricias por mi torso lampiño- desabróchame la camisa – dijo apartándome un poco de su cuerpo.
En ese momento, mientras desprendía botón a botón y apreciaba su cuerpo peludo fuerte y amplio, sentí la sensación de deseo mas grande de mi vida, tocarle su cuerpo firme de hombre, aunque en las duchas era yo quien lo bañaba, sentirme apenas un diminuto ser ante su presencia me hizo estallar de deseo.
– Quiero que me violes- le pedí tímidamente, sin comprender lo que deseaba
– Bajate los pantalones y el calzoncillo- me dijo con una sonrisa perversa dibujada.
Accedí velozmente, en ese momento pasó su mano por la boca llenándola de saliva, volvió a pegarme a su cuerpo y la mano ensalivada la paso con firmeza por toda la raja de cola. Estallé en un gemido irreconocible, hasta que sentí sus dedos en mi boca juntando saliva y nuevamente sus dedos se hundieron en la zanja de mi cola.
Me alzó en sus brazos y me apoyó en la misma mesita donde me había violado la primera vez. Solo que ahora me colocó las piernas sobre sus hombros, me miró a los ojos, sonrió y fue hundiendo despacio su pene por el agujerito de mi cola. Me tomó firmemente de la cadera, mientras comenzaba a gritar del dolor, observando su cara de placer forzando mi entrada, pero sin resistencia de mi parte. Solo gritaba de dolor y me agitaba en la respiración, pero no podía evitar sentir que ese ardor insoportable me daba una especie de placer indescriptible. Se alejó un poco de mi y desde donde estaba volvió a escupir su pene y allí me dio la estocada final, abriéndose paso en mi ano para martillar todo su inmenso miembro.
Sin espacio para reaccionar me tomó alzándome atornillado a su cuerpo por el inmenso pene que aun no me acostumbraba a albergar. Quedamos frente a frente, cuando me dio una terrible sacudida haciendo que su pene salga un poco de mi culo y vuelva a entrar con fuerza bruta, en ese momento comencé a llorar del dolor y placer, susurrándole por reflejo: “gracias”. Un nuevo sacudón provocó el mismo efecto, solo que esta vez el dolor y el placer estaban mas unidos y otros nuevo mete y saca y otros mas, mientras me agarraba de su cuello y me sostenía con sus manazas del culo cogiéndome en el aire con facilidad.
Luego de unos minutos donde usaba mi cuerpo para sacarla y mi pesa para ponerla, con las piernas abiertas como estaba, me recostó sobre la cama, allí me serruchó con fuerza mientras me besaba tapándome los gritos que me producía. Luego la dejaba bien adentro, observándome como quedaba pasmado del dolor al estar con todo su miembro enterrado. Luego continuaba.
– ¿te gusta puta?- preguntó
– Si, león, me gusta- contestaba con la voz entrecortada
– No me digas nunca mas león- dijo mientras seguía bombeando, esta vez sacándola mucho y entrando con igual intensidad- a partir de ahora decime papito
– Si- le dije desesperado de la excitación- si, papito
Apenas dije eso, una extraña contracción en mi cuerpo, me llenó de un placer conocido solo que nunca así, era acabar pero con el placer ubicado en el ano. De repente una especie de orgasmo inundó mi cuerpo, como una mujer sentía que estaba acabando sin usar mi pequeño pene. El aceleró el ritmo, mientras yo orgasmeaba sin poder detenerme y cuando sentí su leche estrellarse en mi interior el éxtasis me inundó, junto al de el, que me aplastó con su cuerpo sudado, mientras lo abrazaba por la espalda y gemía agitado agradeciéndole por ser mi macho.
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