En la hacienda descubrí que el estudiante francés, es maricón. (Continuación) Y luego me di cuenta de que yo también.
Un joven descubre que el estudiante francés de intercambio, no tan solo es gay, sino que también travesti, eso lo impresionó tanto que eventualmente desarrolla el mismo gusto por vestirse de mujer y de recibir una sabrosa verga dentro de su culo o boca..
Cuando descubrí en la hacienda de mi familia que, el estudiante de intercambio francés, le gustaba que le mataran las lombrices a palo, (un viejo dicho de campo, para referirse a los que nos dejamos dar por el culo) la verdad es que me impresionó, pero mucho más me impresionó el hecho de que descubriera a mi viejo, clavándose al francesito, por el culo.
Aunque gracias a eso, hoy en día tengo un carro nuevo, porque como ya les mencioné, mi padre se dio cuenta de que los había descubierto.
Pero desde ese momento no se me podía quitar de la mente, la cara de satisfacción del francesito, y de inmediato me acordé que cuando en la hacienda mis amigos y yo nos lo estábamos clavando por el culo, y lo habíamos puesto a mamar nuestras vergas, su rostro, y sus gemidos reflejaban que él estaba disfrutando mucho todo lo que le estábamos haciendo.
El detalle es que después de eso, lamenté mucho no poder volver a clavarme al estudiante de intercambio, ya que siempre se encontraba fuera de la casa, y por más que busqué, el momento apropiado para enterrarle toda mi verga, la verdad es que no tuve ninguna oportunidad.
Por lo que cuando finalmente regresó a su país, yo me quedé con la imagen de él vestidito de chica, y como se sonreía a medida que bailábamos con él, agarrándole sus paradas nalguitas, y sonriendo mientras disfrutaba de todo lo que mis amigos y yo le estuvimos hacienda en la hacienda.
Lo cierto es que todo eso me causó una gran curiosidad, y un día que me encontraba solo en la casa, preparándome para darme una ducha antes de salir de casa, al estar en el baño, me di cuenta que en el cesto de la ropa sucia, había unos pantis de mi hermana, los cuales agarré por curiosidad, y no sé por qué me provocó ponérmelos.
Casi de manera automática, me puse a modelar frente al espejo del baño, observando mis nalgas, como me quedaban tan y tan bien esos pantis, que de momento me comencé a masturbar, pero a medida que lo fui haciendo con los dedos de la mano izquierda, comencé acariciar mis nalgas, hasta que, con mi dedo medio, fui penetrando mi apretado esfínter.
En mi vida había hecho nada semejante, pero cuando finalmente me vine el chorro de leche que salió de mi verga fue inmenso, lo que aparte de que me dejó cansado, por el esfuerzo, me sorprendió bastante.
Así que desde ese día cada vez que tenía oportunidad de hacer lo mismo lo fui haciendo, pero a los pocos días en lugar de usar mi dedo medio, comencé por ir introduciéndome un envase de champo, cuyas dimensiones eran más o menos similares a el largo y grueso de mi propia verga, el cual enjabonaba bastante al igual que mis nalgas, para poder ir penetrándome yo mismo con eso, aunque después de usarlo lo lavaba, para que no quedase rastro alguno de olor.
Así que hubo días en que me llegué a bañar hasta tres veces, por el solo placer de sentir esa cosa, penetrando mi culo, pero claro sin que nadie de mi familia se diera cuenta de eso, ya que en ocasiones usaba los pantis usados de mi hermana, y hasta los de mi propia madre, para sentirme bien.
Así fueron pasando las semanas y los meses, hasta que por mis estudios tuve que irme a otra ciudad, donde mis padres son propietarios de un edificio, así que cuando se desocupo un apartamento, inmediatamente lo ocupé.
Lo mejor de todo pensaba yo era que me encontraba completamente solo en dicho apartamento, por lo que pude seguir con mi afición de ponerme ropa íntima femenina, la que fui adquiriendo por tiendas “on line”.
Así como también compré uno que otro juguete, de los llamados consoladores o dildos, los que apenas llegaba de clase, tras desnudarme completamente, y ponerme algunas de las prendas femeninas que había comprado, me dedicaba a jugar con ellos, incluso en ocasiones hasta me llegué a dormir con uno de esos juguetes dentro de mi culo.
Al poco tiempo comencé también a depilar todo mi cuerpo, me dejé de cortar el cabello, y disfrutaba en soledad de todo lo que me apasionaba, viendo uno que otro video relacionado, pero hasta esos momentos no me había atrevido ni a salir a la calle así vestido, y mucho menos comunicárselo a algunos de mis amigos o compañeros de estudio, por el temor a que no tan solo se burlasen de mi afición, sino que también se quisieran aprovechar de mi en otros aspectos.
Hasta que un día al salir de clase, cuando conducía en dirección a mi apartamento, me di cuenta de un local, al que un sin número de chicos, y chicas más o menos de mi edad, entraban, pero lo que hizo que me decidiera ir, fue que una de las chicas que vi entrando al local, se me pareció a un chico de mi clase en la universidad, y a medida que me fui acercando, me di cuenta de que la mayoría de los chicos, sino eran gais, se comportaban como si lo fueran, por lo que decidí entrar.
Ya dentro, al ver el ambiente tan alegre, poco a poco, como dicen me fui sintiendo bien cómodo, es decir que, tras varios tragos, me relajé lo suficiente, como para dejar de pensar en lo que las demás personas pensarían de mí.
Y comencé a bailar al igual que la mayoría de los presentes, hasta que me topé con la chica que se me pareció a uno de mis compañeros de clase, mi sorpresa fue que en efecto era mi compañero de clases, pero completamente vestido de chica, bailando, hablando, y comportándose como una.
Lo que al ver lo mucho que se divertía, en el fondo me dio cierta envidia, pero sin pensar en eso, me puse a bailar con él, y finalmente hasta le invité varios tragos, pero al regresar a mi apartamento, tomé la decisión de que la próxima vez que fuera a ese local, lo haría vestidito de nena.
Cosa que eventualmente llegué hacer, pero no de manera inmediata, me tomé cierto tiempo en decidirme a salir vestidito de chica, la verdad es que, en varias ocasiones, luego de vestirme, peinarme y hasta maquillarme, no me atrevía a pasar de la puerta de mi apartamento.
Aunque en varias ocasiones volví al local, pero como chico, hasta que una vez que me volví a encontrar con mi compañero de clases, el cual se encontraba divinamente vestido con una mini, y un sencillo suéter, que me puse a charlar con él, y en la conversación le confesé mi deseo de vestirme como él lo hacía, pero la realidad era que no me atrevía.
Esa noche, los dos bailamos juntos, seguimos bebiendo, y tras besarnos lo invité a mi apartamento, en el cual, apenas llegamos seguimos bebiendo, y seguimos besándonos, y de eso a que nos fuéramos quitando la ropa no pasó mucho rato, luego ambos nos fuimos al cuarto, y fui yo quien voluntariamente al acostarnos en la cama, le di la espalda, ofreciéndole mis nalgas.
Por un corto momento, mi acompañante creo que dudo en penetrarme, mientras que yo sumisamente por la manera en que me acosté le hice saber que deseaba ser penetrado por él, así que suavemente comenzó ir acariciando mis nalgas, luego continuó a ir embadurnando mi esfínter con vaselina.
Introduciendo sus dedos lenta y suavemente dentro de mí, a medida que me de esa manera me los comenzó a meter y sacar, al principio uno, luego dos, posteriormente tres, para finalmente seguir introduciendo cuatro de sus dedos.
Al poco rato los retiró, y casi de inmediato comencé a ir sintiendo como su glande se fue abriendo paso entre mi esfínter, lentamente su miembro lo fue atravesando, al tiempo que yo iba sintiendo una especie de placentero y sabroso dolor dentro de mi apretado culito.
Él siguió introduciendo su sabroso pedazo de carne, a medida que yo quizás de manera instintiva comencé a mover mis caderas, restregando mis nalgas contra su cuerpo, a medida que él seguía metiendo y sacando del mío, esa cosa que tanto placer me producía.
Así yo seguí gimiendo, y moviendo mis caderas, una y otra vez, mientras que él no paraba de seguir penetrándome divinamente, al tiempo que me abrazaba con fuerza, hasta que sus labios, lengua y hasta sus dientes, me chupaban el cuello, o me mordisqueaba mis orejas.
En cierto momento, me indicó que deseaba cambiar de posición, por lo que yo después de que extrajo su parada verga de mi cuerpo, me recosté bocarriba, mi amante se tomó por los tobillos, separó mis piernas y volvió a penetrarme.
Por lo que yo seguí meneando mis caderas, y recibiendo los embates de su cuerpo contra mis nalgas, al tiempo que él me masturbaba, yo estaba que no cabía de la felicidad que sentía, y me acordé en ese instante del feliz rostro del estudiante francés de intercambio, al que yo en la hacienda de mi familia, junto con varios de mis amigos le comimos el culo.
En cierto momento, mi amante se comenzó a venir dentro de mí, al tiempo que yo, le pedía casi a gritos que me diera más y más duro, al mismo tiempo que yo también me venía entre sus dedos.
Esa noche, la primera de muchas, al poco rato me levanté de la cama y me dirigí al baño para expulsar lo que él había dejado dentro de mí, y posteriormente asearme como es debido, luego al regresar a la cama, traje conmigo una pequeña toalla húmeda, y con ella le limpié su miembro, para luego gustosamente dedicarme a mamárselo.
Luego ambos nos dimos una ducha juntos, y al regresar a la cama, y darnos otro trago, le confesé que era la primera vez que me dejaba penetrar, y que además quería que él me aconsejara sobre qué tipo de vestido era el que más me quedaba.
Por lo que, en un dos por tres, saqué del armario varias prendas de ropa femenina, las que con ayuda de él me fui poniendo, inclusive varios juegos de pantis, y sostén, que había adquirido en línea.
Durante esa madrugada, le fui modelando, hasta que en cierto momento nos volvimos a besar, y nuevamente disfruté de que me volviera a penetrar.
Hoy en día ocasionalmente voy al local donde nos encontramos por primera vez, en ocasiones voy de chico, pero la mayoría de las veces voy vestidito de chica, y él en ocasiones me acompaña hasta mi apartamento, mientras que en otras nos acompañan algún par de amigos con beneficios.
A los que vestiditos de chicas, gustosamente les dejamos, que nos partan el culo, y nos pongan a mamar sus vergas.
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