Entre Dos Hermanos y Yo: La Acción (2)
Habían pasado dos semanas desde aquella noche en mi cuarto, donde Daniel, Diego y yo habíamos cruzado un límite que jamás imaginé. Desde entonces, intercambiábamos miradas cuando nos veíamos en reuniones familiares, pero nunca hablamos de ello. Hasta que….
Habían pasado dos semanas desde aquella noche en mi cuarto, donde Daniel, Diego y yo habíamos cruzado un límite que jamás imaginé. Desde entonces, intercambiábamos miradas cuando nos veíamos en reuniones familiares, pero nunca hablamos de ello. Hasta que un martes a las 11:00 a.m, recibí un mensaje de Diego:
«Mi mamá y tu hermano se fueron a trabajar. Daniel y yo estamos solos en casa, ¿Vienes?»
El corazón me latió fuerte, ya que sabía exactamente lo que implicaba esa invitación, a lo que yo respondí:
«Llego en 1 hora.»
Llegué a su casa tan rápido como pude porque la excitación de saber que habia posibilidades de que iba a pasar algo me tenia loco. Diego me abrió la puerta, con una sonrisa pícara y solo tenía puestos unos boxers azules ajustados que dejaban poco a la imaginación. Daniel estaba en el sofá, vestido solo con una tanga rosa femenina (me imagino que era de su mamá) que le quedaba muy bien, con esas piernas musculosas extendidas y una mirada que me recorrió de arriba hacia abajo.
—Pensé que ya no vendrías —dijo Daniel
—No podría perderme esto —respondí, mirándolo de pies a cabeza
Diego no perdió tiempo. Se acercó por detrás de mí y me rodeó la cintura con sus brazos, pegando su cuerpo al mío.
—La última vez te quedaste con ganas de más, ¿no?—dijo en mi oído.
Yo ya estaba excitado al 100% tenia mi verga parada con toda esta situación que estaba pasando, pero lo mejor era Daniel, no podía dejar de verlo en esa tanga y sus piernas grandes sentadas en el sillón.
Las miradas entre los tres reflejaban una lujuria que no podia creer. Daniel se acomodó en el sillón, abriendo las piernas de manera provocativa, y Diego, como si leyera mis pensamientos, deslizó su mano bajo la tanga de su hermano.
—Míralo —me dijo Diego, mientras masajeaba la verga de Daniel—. Le encanta que lo observen.
Daniel arqueó las caderas, gimiendo cuando los dedos de Diego se llenaron del precum de su hermano. Yo me ajusté el pantalón, sintiendo cómo mi propia excitación se volvía insoportable.
—Quítate la ropa —me dijo Diego
No lo pensé dos veces y me quité la ropa muy rápido que sin darme cuenta ya estaba en boxers con mi bulto marcado. Me acerqué hacia donde estaban ellos dos y toqué el cuerpo de Daniel desde su pecho hasta su entrepierna, mientras tocaba su pecho le pellizcaba sus pezones con un poco de fuerza y el me respondía con gemidos, dando a entender que le gustaba, Diego se posicionó detrás de su hermano y lo sometió con sus piernas haciendo que no pudiera poner las manos para detenerlo, ya que Diego empezó a agarrle sus pezones pero con más fuerza de la que yo estaba aplicando, se los apretaba y jalaba mientras que Daniel gemia y se retorcía, yo solo acariciaba mi verga sobre mis boxers al verlos hacer eso.
Diego dejó a Daniel y nos dijo que nos desnudaramos. En segundos, los tres ya estábamos desnudos. Daniel, ahora de rodillas entre nosotros, miraba nuestras vergas con devoción. Diego le agarró del pelo y le obligó a lamer la cabeza de mi verga, dejando un hilo de saliva que conectaba sus labios con mi verga.
—Hoy no solo vas a chupar pito—dijo Diego—. ¿Verdad, hermanito?
Daniel asintió, con un brillo en los ojos. Diego me guiñó un ojo y señaló hacia la habitación de Daniel:
—En la cama. Los dos lo vamos a romper.
Yo ya no tenia mis pensamientos claros en ese punto, solo estaba siguiendo mis instintos, deseos y fantasías con ellos.
Daniel se levantó y nos guió a su habitación, por detrás pude notar sus enormes nalgas bien paradas y redondas, las tenía así por el fútbol que practicaba en ese entonces.
—Quieres probar ese culo, ¿no?—Dijo Diego
Yo solo asentí con la cabeza y no dejaba de ver las nalgas de Daniel moviéndose espectacularmente mientras caminaba.
Llegamos a la habitación y Diego empujó a Daniel boca abajo sobre la cama, con esas nalgas redondas en el aire. Diego agarró un lubricante que estaba sobre el mueble y se echó un poco sobre sus dedos.
—Relájate —le ordenó a su hermano mientras le pasaba los dedos sobre su culo—. Sabes que te encanta.
Introdujo un dedo, luego dos, escuchando cómo Daniel gemia. Yo me masturbé frente a ellos, hipnotizado por el espectáculo que estaba frente a mi.
Diego no esperó más y se posicionó detrás dando unos golpes con su verga al culo de Daniel. De un empujón enterró su verga de 16 cm en el culo grande de Daniel, que gritó y se aferró a las sábanas.
—¡Así! ¡Toma toda mi verga, putito! —Diego lo sometió y de dio unas nalgadas, haciendo que sus nalgas se marcarán de rojo mientras lo cogia con fuerza.
Yo me acerqué y Daniel, sin pensarlo, me tomó la verga en su boca, ahogándose entre gemidos cada vez que Diego lo embestía.
Esto era un frenesí, un sueño que no quería que terminara, la lujuria y excitación se apoderaron de mí y no me importaba nada, en lo único que pensaba era satisfacerme y sabía que Daniel era la herramienta para poder hacerlo.
Diego continuó cogiendo a su hermano durante unos 15 minutos mientras a mi me la chupaba y yo alcanzaba a darle nalgadas, agarrarlo del cabello y penetrar fuertemente su boca con mi verga.
—Cambio —dije, y Diego dejó salir su verga húmeda.
Esta vez fui yo quien ocupó su lugar. Me posicioné detrás de Daniel, le ecupí en su hoyo ya abierto por la cogida que le dio su hermano, introduje mi verga de un solo golpe y entró con facilidad. La sensación de calor y presión era increíble, aunque Diego ya lo había cogido, su hoyo todavía estaba apretado. Daniel gimió más alto cuando empecé a moverme, mientras Diego se montó sobre su cara, frotando su verga contra esos labios sumisos. Yo me movía a un ritmo fuerte, dandole sin compasión alguna para darle a entender a Daniel que su hermano ya no era el único dueño de su culo, sino que ahora yo también era su dueño.
Diego metia y sacaba su verga de la boca de Daniel mientras le escupía y le decía cosas como: «¿Te gusta putito?», «Querías pito, ¿no?, pues ahora mama». Daniel era un buen sumiso, disfrutaba todo lo que le estábamos haciendo.
—Voy a venirme —avisó Diego, y Daniel abrió la boca como un buen chico.
Diego emitió un gemido y dejó salir su semen en la cara y boca de su hermano, Daniel como buen chico se tomó hasta la última gota.
Yo seguí martillando ese culo apretado hasta que el placer me arrasó.
—Me vengo —exclamé.
Me corrí dentro de él, marcándolo por dentro como Diego lo había hecho por fuera. Saqué mi verga de su culo y pude ver como estaba rojo su hoyo por tanta verga que había recibido.
Me quedé viendo como Daniel pujaba y sacaba mi semen, escurriendo sobre su culo hasta sus huevos.
Daniel quedó tembloroso, con las piernas abiertas y lleno de nosotros. Diego se recostó a su lado, acariciando su pelo sudoroso.
—Ahora yo me quiero venir —dijo Daniel en un tono suave y excitante.
—Claro, deja te ayudo —respondió Diego.
Diego se sentó a lado de Daniel, agarró el lubricante y se echó un poco en sus dedos y los introdujo en el culo de Daniel. Diego metia y sacaba sus dedos, empezó con movimientos lentos y poco a poco aumentaba, yo solo los veía y escuchaba como Daniel gemia fuerte pidiendo más mientras se masturbaba.
—¡Me vengo!, ¡me vengo! —gritó Daniel.
Dejó salir muchos chorros de semen en su abdomen y algunas gotas alcanzaron a darle en la cara. Diego sacó sus dedos de su culo y agarró el semen de su hermano e hizo que se los comiera, a lo que Daniel hizo sin ninguna objeción.
—¿Te gustó, hermanito? —preguntó, dejando salir una risita burlona.
Daniel solo asintió, con una sonrisa satisfecha.
Yo, aún sin aliento, supe que esto se repetiría. Las familias no lo sospecharían… pero nosotros tres guardaríamos este secreto muy íntimo.
Al final nos metimos a bañar juntos, hubo un poco de acción mientras nos bañábamos, Daniel le chupaba la verga a Diego y yo le chupaba el culo hasta que nos venimos de nuevo los tres, Diego y yo dejamos nuestro semen en la cara de Daniel y Daniel se vino en su abdomen.
Fin (¿O solo el principio?)
Espero y les esté gustando estas historias, tengo muchas historias excitantes con ellos pero esta es una que jamás olvidaré, ya que fue la primera vez que estuve con ellos sin pensar que son los hijos de la pareja de mi hermano.
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